¿Es posible perdonar una infidelidad?

La infidelidad es una de las amenazas más contundentes que afectan la unión matrimonial. Pese a esto, son muchos los esposos que deciden enfrentar esta falta grave -valiéndose de diferentes ayudas-, logrando así perdonarse, perdonar y además reconstruir su relación.

La infidelidad matrimonial es una situación que pone en la cuerda floja la estabilidad de una pareja. La traición a la confianza, al respeto, al amor y a la integridad que los esposos han edificado en toda su historia matrimonial, genera una crisis compleja a nivel personal, conyugal y familiar.

Es por eso que quienes enfrentan el drama de la infidelidad, temen en especial por la continuidad de su unión y el cauce qu e tomará su futuro inmediato. Los expertos señalan que en un primer momento, la separación surge como la primera y única salida, negando por tanto, cualquier posibilidad de reconciliación.

No obstante, la infidelidad es un problema que puede tener solución si las partes además de comprometerse a remediar los daños causados, son capaces de perdonarse a sí mismos y perdonar al otro; lo cual lejos de ser un proceso fácil, tampoco es tan idílico como se acostumbra pensar. Así pues, el perdón surge como el mejor remedio para reconstruir un matrimonio.

Qué es el perdón y qué no

En el común de la sociedad, el perdón está un tanto estigmatizado. Se tiene la errada idea que quien perdona, se humilla ante el otro; cuando en realidad el perdón es el acto más valiente, noble, recto, libre y amoroso que una persona puede experimentar. El perdón es el poder que cura las heridas más profundas del alma, es el primer paso hacia la sanación y es aquello que permite liberarse de los sentimientos negativos que impiden avanzar.

Por ello, es importante aclarar: “(…) perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la herida abierta; perdonar es recordar sin andar cargando eso, sin respirar por la herida”. Publicado por Vida Humana Internacional, elaborado por el Instituto Tomás Moro en Asunción, Paragüay.

Igualmente Valentín Araya, miembro de la organización Por Tu Matrimonio explica: “Con el perdón, la persona no está ignorando el daño recibido, justificando tal comportamiento o disponiéndose a que le vuelvan a ser infiel. Su decisión sólo significa que renuncia a la venganza y se decide a superar el dolor, liberándose del rencor y los resentimientos, como medio para sanar su herida.”

De otro lado, se considera que el perdón es inalcanzable, poco probable y más cuando se trata de una infidelidad matrimonial. Pero la realidad demuestra todo lo contrario. Muchas parejas superan los episodios de crisis generados por la infidelidad, logran una reconciliación, e incluso -después de la tormenta-, reportan drásticas mejoras en su relación: se sienten más cercanos, se comunican mejor, disfrutan de la compañía mutua, se sienten más fortalecidos, ratifican su amor…

Una nueva historia

Los especialistas en el tema brindan algunas condiciones principales para que pueda darse un arreglo en la pareja, las cuales emanan tanto en el ofensor como en el ofendido.

Por parte del cónyuge que fue infiel, lo esencial en este proceso es que corte su relación alterna de manera radical y tome sinceramente la decisión de recuperar a su pareja. Una vez manifestado su propósito de cambio, es crucial demostrarlo con hechos y palabras, al igual que trabajar arduamente para recuperar la confianza perdida. Debe comenzar también un proceso de reconquista, de forma que el amor marchito, vuelva a florecer.

En el caso de la víctima, se requiere entonces aprender a confiar nuevamente en su pareja, como también lograr liberarse de los malos sentimientos y pensamientos que impiden pasar la página.

Finalmente, “ayúdate que yo te ayudaré” reza el adagio. Ante faltas tan graves como la infidelidad, se hacen necesarias todas las ayudas que estén al alcance, un profesional, consejero matrimonial o director espiritual, serán definitivas para que en el proceso de perdón y reconciliación tenga un final positivo.

No olvidemos que algo tan maravilloso como es el matrimonio, no puede dejarse vencer por el mal. Vale la pena luchar por esta creación sagrada e ineludible para la realización del ser humano y más cuando lo que está en juego, es la felicidad de toda una familia. Vendrán días luminosos y tal vez los malos ratos se irán para siempre.

Por LaFamilia.info

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