Si nuestro matrimonio no anda muy bien, es necesario tomar acciones. Durante la Cuaresma, la Iglesia nos propone tres prácticas que pueden ayudarnos a lograr un cambio personal. Aplicarlas en la vida matrimonial representa una valiosa oportunidad para fortalecer y renovar la relación.
Lupita Venegas, del portal Omnesmag, ofrece una valiosa reflexión sobre cómo la Cuaresma puede convertirse en en una oportunidad para fortalecer el matrimonio. Basándonos en sus ideas, presentamos estas propuestas con el objetivo de inspirar cambios significativos en la vida conyugal.
40 días para renovar tu matrimonio
«Cuarenta días de penitencia. Cuarenta días de preparación para el acontecimiento más extraordinario de la historia: la muerte y resurrección de Jesucristo. Es un camino de purificación, de conversión, un tiempo para mirarnos a nosotros mismos, recapacitar y crecer como hijos de Dios y hermanos entre nosotros», señala la autora.
«Hoy quiero proponerte una Cuaresma muy especial, enfocada en fortalecer el matrimonio. Creo que en la raíz de muchas problemáticas sociales y de salud mental se encuentran familias en las que los padres han dejado de lado su sublime misión: formar hijos íntegros, felices y santos, futuros buenos ciudadanos de la tierra y del cielo.
«Estamos demasiado preocupados por los bienes materiales y, en cambio, descuidamos los bienes eternos.
«Que esta Cuaresma nos ayude a reflexionar sobre los cambios que debemos realizar para cumplir la misión que Dios nos ha confiado al darnos hijos.»
Un principio esencial para esta misión es: «El mejor regalo para los hijos es el amor visible de sus padres».
Tres prácticas cuaresmales aplicadas al matrimonio
La Cuaresma nos brinda tres pilares fundamentales para el crecimiento espiritual y relacional:
1. Oración, que perfecciona nuestra relación con Dios.
2. Limosna, que perfecciona nuestra relación con los demás.
3. Ayuno, que perfecciona nuestra relación con nosotros mismos.
Aplicar estas prácticas al matrimonio puede traer grandes frutos:
1. Oremos por nuestro matrimonio, pidamos a Dios que nos ayude a convertirnos en ayuda y estímulo ideal para nuestro cónyuge. Oremos por él (ella), por su salud física, mental y espiritual, por sus necesidades, su economía, su trabajo, etc.
2. La limosna es una manifestación de caridad, es decir, de amor genuino por nuestros hermanos. Aplicarla al matrimonio supondría tener actos llenos de bondad por el otro. No esperar a que nuestro cónyuge haga algo para merecer nuestra atención y cariño, dárselos, regalárselos. Hacerlo en el nombre de Dios. Esto no impide que pongamos límites saludables a las conductas violentas, agresivas o egoístas de parte del otro; implica más bien, que pedimos de buena manera lo que deseamos, sin ofender, sin buscar venganza, por el contrario, diciendo con palabras y actos que deseamos estar bien a su lado, que lo valoramos y haremos lo que esté en nuestras manos para que se sienta amado y bien apreciado por nosotros.
3. El ayuno nos forja en el dominio propio. Ayunar como nos lo pide la Iglesia (de alimentos), pero además, podemos ofrecer en favor de nuestro matrimonio: ayunar de malos pensamientos acerca de nuestro cónyuge, elegir mencionar una cualidad cuando he pensado en un defecto; elegir traer un buen recuerdo cuando ha llegado uno negativo al pensamiento; escoger hablar bien de él (ella) cuando he pensado en quejarme o en juzgarlo negativamente. Ayunar de gritos y palabras ofensivas, evitarlas decididamente y cuando “salen sin pensar”, pedir disculpas de inmediato.
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La Cuaresma nos recuerda el sentido de cargar la cruz, dejando de culpar al otro y enfocándonos en nuestra propia mejora. Mirar nuestras propias debilidades con humildad nos ayuda a ofrecer pequeños sacrificios diarios en favor del matrimonio y la familia.
Renovando el matrimonio en 40 días
«Las neurociencias confirman que podemos cambiar caminos neuronales si procuramos nuevos hábitos por 40 días. Realmente estaremos renovando nuestro cerebro, y está comprobado también, que cambiando nuestros pensamientos, cambiaremos nuestros sentimientos» señala Vanegas.
El matrimonio es una institución fundamental para la sociedad. Cuidarlo y fortalecerlo es un compromiso que traerá grandes frutos no solo a la pareja, sino también a los hijos y a la comunidad. Que este tiempo de Cuaresma sea una oportunidad para renovar el amor y la unidad conyugal.
Redacción LaFamilia.info con información de omnesmag.com