Por Oscar Andrés Chavarro / LaFamilia.info – 05.08.2016
“Daddy didn’t give attention. Oh, to the fact that mommy didn’t care King Jeremy The Wicked Ruled his world” Pearl Jam
En 1992 la agrupación Pearl Jam lanza su canción ‘Jeremy’, la cual reseña un tema que aunque parece nuevo, en realidad es muy antiguo. Esta canción es el homenaje de Eddie Vedder (vocalista de la agrupación) a Jeremy Wade Delle, un joven de 16 años que en 1991 decide quitarse la vida frente a sus compañeros de clase, pues era víctima de maltrato escolar, lo que ahora se reconoce como Bullying. “Aun cuando muchos están familiarizados con el tema, no ha sido hasta muy recientemente —a principio de los años 70 —que este fenómeno ha sido objeto de un estudio más sistemático” (Olweus, 1973).
El Bullying tiene víctimas a cada instante y en todo el mundo, muchas veces ante los ojos indiferentes de otros chicos, e incluso de adultos que no reaccionan. Frente a este alarmante fenómeno surge una pregunta: ¿qué responsabilidad tienen las familias?
Pues bien, contrario a lo que muchos podrían pensar, no es responsabilidad exclusiva de la escuela prevenir los casos de acoso escolar; porque, como es sabido, los primeros formadores de los chicos son los padres. En efecto, la familia es el primer espacio social donde se crean las condiciones para que las niñas, niños y adolescentes desarrollen capacidades que les permitan convivir en armonía bajo la ética y el respeto; y “es allí donde la ciudadanía se pone en práctica todos los días y se desarrollan las competencias necesarias para la transformación social” (Campos, 2013, p.5).
Y es que la convivencia, el respeto, el trato a los demás y en general casi todos los comportamientos de los chicos, son fruto de un modelamiento directo o indirecto de los miembros de su familia. Por tal motivo, es común, por ejemplo, que encontremos niños con una alta tendencia a la agresividad y que, al momento de conocer a sus padres, alguno de ellos o ambos tiendan también a ser agresivos. Sin duda alguna, la familia influye notoriamente en el aprendizaje de las formas de relacionarse de sus miembros. La manera como son educados los hijos, el trato que reciben, la dinámica familiar, la formación en valores, el establecimiento de normas; son factores protectores o de riesgo para que los chicos puedan convertirse en agresores o víctimas de Bullying. En las siguientes líneas me centraré en la figura del agresor.
Dan Olweus, uno de los más acérrimos estudiosos del Bullying, considera tres factores familiares como decisivos a la hora de desarrollar un modelo de reacción agresiva. En primera instancia, cuando hay una actitud negativa y el niño carece de afecto y dedicación, será un factor de riesgo para que a futuro se convierta en una persona agresiva. Por otra parte, el hecho de que los padres sean permisivos ante la agresividad de sus hijos, podría distorsionar la visión de los límites normativos y de respeto que el sujeto debe aprender; factor que también favorecería un modelo de reacción agresiva. Por último, si los métodos de afirmación de la autoridad de los padres se basan en castigos físicos y/o maltrato emocional, esto será generador de agresividad. Se debe resaltar que las primeras conductas agresivas y que deben ser corregidas por los padres, aparecen entre los 2 y los 3 años de edad; las cuales se manifiestan con gritos, mordiscos, patadas y otro tipo de rabietas ante situaciones que son frustrantes para el niño; es aquí donde empieza la tarea de formar ciudadanos de bien y con un alto sentido del respeto por los demás. De esta manera se evidencia cómo el afecto, las normas claramente establecidas —y que se hacen cumplir— y la educación firme pero sin violencia; serán factores que privilegiarán una formación con menor riesgo de agresividad en los chicos hacia sus padres.
Si todos siguiéramos el gesto de Eddie Vedder y dejáramos a un lado nuestra indiferencia; y enseñáramos a nuestros hijos desde chicos a controlar sus frustraciones y los formáramos en el valor de la solidaridad; quizás así lograríamos que cada vez más chicos y adultos alzaran su voz de protesta, y sobre todo actuaran en contra del Bullying. No es suficiente quejarse o denunciarlo, es necesario actuar, pero sobre todo, es necesario solidarizarse con esa persona que está siendo maltratada. Eduque a su hijo en contra del maltrato, es sencillo, se logra con amor y respeto.
Pero no todo suele ser tan sencillo, existe otra cara igual de real, pues si bien los padres son los primeros formadores, se deben plantear una serie de preguntas teniendo en cuenta que este fenómeno ya no solo se da entre estudiantes; se ha traslado a otros escenarios, como los barrios, las empresas, y hasta las mismas familias, entonces: ¿qué pasa cuando los padres no asumen el rol de formadores que logra mitigar los factores de riesgo? ¿Cómo deberá intervenir un profesional allí? ¿Qué deben hacer las instituciones educativas y el estado? ¿En qué otros espacios deberían darse importancia a este problema? ¿Cómo lograr formar a la sociedad para que sepan detectar a tiempo la figura de víctima y victimario? Son muchas las preguntas que quedan para resolver, y está claro que es indispensable proponer políticas y estrategias de intervención por parte de los diferentes espacios de convivencia. ¡La tarea es para todos pero se empieza desde casa!
Por Óscar Andrés Chavarro Zuluaga -Psicólogo, especialista en Pedagogía e Investigación y Maestrante en Asesoría Familiar- para LaFamilia.info.
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REFERENCIAS
Campos, M. (2013). Guía 49. Guías pedagógicas para la convivencia escolar. Ministerio de educación nacional. Bogotá, Colombia.
Olweus, D. (s.f). Acoso Escolar, “Bullying”, en las escuelas: hechos e intervenciones, Centro de investigación para la Promoción de la Salud, Universidad de Bergen, Noruega.