Los tiempos han cambiado, pero esta vez para bien. En la familia moderna el rol de padre es mucho más activo que en épocas pasadas.
Ahora padre y madre están igualmente involucrados en la educación de los hijos; hecho que favorece la estabilidad física y emocional de los menores.
Sin embargo, está claro que la perfección no existe, y mucho menos en eso de ser padres. Por eso, y aunque la experiencia es el mejor de los aprendizajes posibles, nunca está de más conocer ciertas claves que pueden ayudar a convertirse en un padre diez.
El diario ABC ha hablado con el doctor Gerardo Castillo, pedagogo de la Universidad de Navarra, para conocer esas reglas de oro que conviene seguir al pie de la letra:
Comenzar desde pequeños: Según el doctor Castillo, el padre debe contribuir, desde la fase de lactancia, a crear buenos hábitos en el niño. Favorecer un ambiente familiar y seguro, evitar festejarles las malas acciones y hablarle correctamente para que progrese en el lenguaje, son tres factores que facilitarán la evolución del bebé desde los primeros meses.
Ofrecer seguridad: Está claro que padre y madre deben complementarse en lo que a la educación del pequeño se refiere y, aunque el bebé necesitará durante los primeros meses de la cercanía y ternura propios del lazo que le une a su madre, el padre deberá centrarse en aportarle seguridad y ayudarle a realizar ciertas tareas como jugar, leer, escribir y dibujar.
Conocer el arte de premiar: Según Gerardo Castillo, “premiar es algo que hay que aprender. No hay que premiar todo lo que el niño hace bien ni limitarse a dar premios económicos o materiales”. Según sus recomendaciones, la clave radica en premiar más el esfuerzo que los resultados del mismo. “Un simple aprobado en una asignatura puede ser motivo de premio para un hijo, pero puede no serlo para un hermano más capacitado”.
Los castigos, siempre educativos: Los castigos no son más que una vía para enseñar ciertas conductas a nuestro hijo, por lo que siempre deben verse como una herramienta educativa. Según el doctor,”el castigo ha de ser proporcional a la falta cometida y limitado en el tiempo”. Además, debe servir “para reparar la falta” y nunca debe tratarse de sanciones físicas y humillantes para el pequeño.
No ser el único que castiga: Lo ideal, según el doctor, es que tanto el padre como la madre se turnen a la hora de establecer el castigo para que ninguna de las dos figuras sea más autoritaria que otra.
Su ejemplo a seguir: Crucial para los hijos es que vean en sus padres alguien a quien seguir e imitar, y eso solo se consigue convirtiéndose en un modelo de conducta para ellos.
Motivarles: Según el doctor Castillo, el padre debe también fomentar la automotivación del menor, ayudarle a descubrir motivos personales para estudiar, cumplir un horario, ayudar en casa, ser buen amigo…
La autoridad es imprescindible: El pedagogo argumenta que se trata de un mecanismo importante para la educación, aunque en ningún caso debe confundirse con el autoritarismo. Ahora bien, no por ser el padre como figura masculina del hogar, debe convertirse en el “malo” de la película pues esta labor, como todas, debe repartirse entre ambos progenitores. “Cuando solo exige el padre, la madre es vista como ‘la buena’, un planteamiento que acaba por desconcertar a los hijos”.
No ser excesivamente protectores: La sobreprotección puede tener consecuencias muy negativas para los hijos. “Acostumbrados a recibir ayudas innecesarias y a no tener que exigirse para conseguir lo que desean carecen de hábito de esfuerzo, lo que les incapacita para afrontar por sí mismos cualquier problema. La excesiva dependencia de los padres no les prepara para la vida”.
Educar a cada hijo de forma distinta: Cada uno de los hijos tiene su forma de ser y sus características que le diferenciarán del resto. Precisamente por el hecho de que cada uno de nosotros somos distintos, educar de la misma manera a los hijos es un error frecuente en el que no se debe caer. “Debemos adecuarnos a la edad, capacidades, personalidad…de cada uno de ellos”.
No establecer expectativas poco realistas: No se debe engañar a los hijos. Puede que los padres piensen que sus hijos son los más inteligentes, los más guapos y los más divertidos, pero jamás se les debe decir cosas tales como “que será el primero de la clase, se convertirá en ingeniero, continuará el negocio familiar…”.
No hacerle responsable antes de tiempo: A veces se quiere educar tan bien a nuestros hijos que les carga de responsabilidades antes incluso de que puedan asumirlas. Cada edad tiene sus pequeñas responsabilidades, por lo que los padres deben actuar en consonancia.
No elegir a sus amigos: Precisamente si el padre peca de autoritario en este sentido, puede conseguir el efecto contrario y es probable que el hijo salga con las peores amistades.
Y una de las más importantes… pasar tiempo con ellos: Es muy importante, por muy asfixiados que los padres estén con sus obligaciones profesionales, encontrar tiempo para estar con los hijos. “Pasar un rato agradable y divertido con ellos, tener una actitud positiva y no pagar nuestros problemas con los niños serán condiciones indispensables para su felicidad.”
Fuente: abc.es