El reggaetón, el rock, la bachata, el pop, la electrónica, el rap y los demás ritmos contemporáneos que escuchan los hijos, algunas veces transmiten mensajes que no están acordes a nuestros valores o estilos de vida, ¿qué hacer como padres ante esta situación?
¿Qué significa la música para los adolescentes?
Hay que empezar por revisar el significado que tiene la música para los adolescentes, pues no es sólo cuestión de afinidades culturales o melomanía, sino que hay un trasfondo por investigar.
La música es el medio que usan los adolescentes para expresarse, es parte de su identidad y es la herramienta que usan para manifestar sus insatisfacciones con el mundo que los rodea; la música es una fragmento de su universo.
Las letras de las canciones son una representación de sus propias vivencias o de las que añorarían tener, pues además la música -al igual que la televisión y la publicidad- también cumple ese papel de “idealización” de una vida basada en “falsos modelos”.
Prohibir no es la solución
La música es una realidad imposible de abstraer, no podemos criar hijos en esferas de cristal, la sociedad les inserta sin su autorización estos ritmos sin ellos tener opción alguna de participar o no. Desde pequeños escuchan canciones que no son aptas a su nivel de comprensión y menos a su formación personal. Pero sólo durante las primeras edades los padres tienen parte del control, pues una vez crecen, es casi que imposible que no se topen ante esta música inadecuada. Sin embargo, los padres deben orientar a sus hijos, mas no impedir que se desarrollen normalmente en un grupo social.
Por tanto, hay que enseñarles a los hijos a reconocer los mensajes que la música nos transmite y que no están acordes con nuestros valores, nuestra educación y nuestra familia. Pero cuidado; hay que ideárselas para invitarlos a reflexionar sobre su música sin caer en discursos tediosos que lo único que logrará será aburrirlos produciendo el abandono de la comunicación.
Tampoco es recomendable prohibirles que escuchen sus melodías preferidas, eso sería coartar sus gustos y preferencias, y lo único que se logra en este caso es volverse los enemigos de sus hijos, siendo este el peor error que todo padre puede cometer.
¿Puede la música “deteriorar” a los chicos?
Como vemos, siendo la música tan importante para los jóvenes y muchas veces inadecuada para su formación, no se puede afirmar tampoco que ésta los «contamine» haciéndolos cambiar rotundamente su conducta.
Si en casa han recibido una formación integral rica en valores y principios morales, se cuenta con un ambiente familiar sano, equilibrado, en donde hay normas, límites, disciplina, respeto y está liderado por unos padres amorosos y responsables, la música no tiene por qué hacer estragos en los adolescentes. En este caso, simplemente la música será su hobbie preferido y pasará como una moda pasajera la cual tuvimos todos a su misma edad.
Pero, no existe la menor duda, que si en el hogar a faltado una figura materna o paterna que cumpla con los deberes principales de formadores de la persona, es muy posible que la música tenga algún papel influyente en el adolescente. Pues en este escenario, la música hace las veces de mamá, papá o familia cercana que está ausente en la vida del joven.
Postura de los padres
A los adolescentes hay que hablarles con argumentos, explicarles con razones de peso por qué ese mensaje vulgar y mal trato a la sexualidad -en el caso de algunas canciones de reggaetón-; o la violencia y negativismo -en el rock-; o el lenguaje grotesco –en el rap-; o el ambiente cargado de drogas –en el género de música electrónica-; no es conveniente para sus vidas y vayan desarrollando cada vez más la capacidad de ser autocríticos frente a estas representaciones musicales y también a las diferentes circunstancias propias de la vida diaria.
Así que los padres no deben desatender su papel de acompañantes, es fundamental que compartan tiempo con sus hijos, escuchen música con ellos (aunque terminen con dolor de cabeza), vean los videos juntos, se involucren en sus gustos, dialoguen con ellos, en fin, utilicen la música como elemento unificador; claro está que sin caer en exageraciones, es decir, nunca igualarse a ellos simulando que somos sus amigos adolescentes, ese no es el concepto, siempre debemos sostenernos en nuestro papel de padres.
Finalmente, el manejo que hagan los papás de este tema, determinará en gran parte, que esta experiencia sea beneficiosa o traumática. Recordemos que cuando los adolescentes son escuchados, se les trata con amor, comprensión y también exigencia, su respuesta será positiva y más cuando ven que sus padres quieren ser sus guías y no sus enemigos.