Por LaFamilia.info
Las fiestas de graduación o “proms” han adquirido unas características nuevas que quizá antes no poseían, y que conviene analizar con sentido común. Tendencias comerciales y de competencia social están promoviendo unas actividades que rayan con el exceso. Y esto ocurre a todos los niveles sociales.
Las fiestas de graduación a examen
El «prom» denominado así por la cultura norteamericana, es la fiesta que se realiza en el último año de la escuela para los jóvenes que pronto comenzarán la universidad. Sin embargo, aparte de ser un momento de diversión para celebrar la culminación de la etapa escolar y el comienzo de un nuevo capítulo, se ha convertido en una ocasión de competitividad, en donde se lucha por ser “el más” -el que más tome licor, el que más chicas(os) conquiste, el que llegue en el auto más lujoso, el(la) que luzca el vestido más costoso, la más bonita y flaca-. Además de esto, la fiesta debe ser un lugar prestigioso y debe contar con la presencia del artista del momento.
“Estos bailes pueden reflejar las actitudes de los adolescentes hacia el gasto. Además del vestido, la entrada al evento, la cena y el alquiler del esmoquin, todavía tienes que considerar la limusina, gastos posteriores a la fiesta, productos de belleza y gastos del salón de belleza; costos que fácilmente pueden llegar a varios cientos de dólares.” Expresa un artículo publicado por Wharton School de la Universidad de Pennsylvania.
Sin embargo esta tendencia no es en vano. Está claro que los medios de comunicación tienen gran influencia y este tema es uno de sus preferidos. Por esta época las revistas, los bloggers, las redes sociales y los demás medios dirigidos a los jóvenes, se llenan de “consejos” para que las chicas luzcan como Barbies y los chicos se conviertan en los galanes de la noche. También ciertas series muestran la forma compulsiva como las chicas compran sus atuendos para esta fecha, exigen a los padres regalos exorbitantes y los chicos aprovechan la oportunidad para hacer de las suyas, todo esto generando un entorno materialista y carente de valores humanos.
De convencional a consciente
Una organización ha estado motivando a los estudiantes de secundaria para que reflexionen acerca de cuánto gastan en sus bailes de graduación. “Nuestra campaña consiste en la acción individual, cosas que puedes hacer en tu vida que marcan una diferencia” explica Erin Scholde creador de Teens Turning Green (Adolescentes que se vuelven ecológicos).
James Seifert, estudiante de una escuela secundaria en California, optó por conducir él mismo para llevar a su pareja al baile de graduación de este año en vez de alquilar una limusina. “Se supone que lo importante es el baile en sí, no cómo llegas allí”.
El enfoque está pensado en cuánto se desperdicia en el baile de graduación y en lugar de ello reutilizar vestidos o utilizar transporte público. Al final, el gasto en el baile de graduación es una elección individual alimentada por las ideas de la gente acerca de cómo el dinero define la experiencia del baile de graduación perfecto.
Una ocasión para fomentar valores
Ante estas realidades propias de la sociedad y en algunas ocasiones, inevitables, hace falta enfatizar en los hijos virtudes como la moderación, la autenticidad, la autoestima, la templanza; las cuales les ayudarán a madurar y a tomar decisiones asertivas en medio del ambiente que les rodea. Son estas virtudes las que ayudarán a los hijos a tener criterio para no caer en las competencias sociales y en las falsas fuentes del éxito.
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