Además de ser una costumbre que propicia el diálogo en la familia y alienta una sana relación entre padres e hijos, comer o cenar en familia ayuda también a prevenir desórdenes alimenticios en los jóvenes y a promover una dieta sana en los niños.
No deberían haber excusas para no comer en familia: si es cierto que algunos padres trabajan y no alcanzan a llegar a tiempo para la comida, se pueden levantar a tiempo para desayunar con los chicos antes de salir al colegio. Los expertos en temas familiares definen la comida como “un momento sagrado» en el que conviene apagar el televisor, apartar los móviles y las tabletas para que no hayan distracciones y se propicie un diálogo entre los miembros del grupo familiar.
Sin embargo, para que este sea un momento agradable tanto para papás como para los hijos, se deben mantener conversaciones positivas y no de confrontación. No es momento para regaños o reproches, sino para hablar de las experiencias y vivencias de cada uno de los que allí están sentados.
Ayuda a reconocer problemas en los hijos
Una de las conclusiones que la revista Archivos de Medicina Familiar de Estados Unidos publicó de un estudio realizado en la Universidad de Harvard con 16.000 niños y niñas, es que la comida familiar desempeña un papel decisivo en la transmisión de hábitos y costumbres y da seguridad y sentido de pertenencia a la familia. También reconoce alteraciones en la alimentación, lo cual permite tomar medidas preventivas.
Aunque para algunos adolescentes comer en familia no es muy llamativo, estudios han mostrado que los jóvenes desean los consejos y la opinión de sus padres; por esto, la hora de la comida en familia debe ser una oportunidad para reconectarse con el adolescente. Para hacer de este momento más atractivo para el joven, se pueden usar estas estrategias:
- Permita que el adolescente invite a un amigo a la cena.
- Involucre al adolescente en la planificación y preparación de los alimentos.
- Haga que la hora de la comida sea un momento donde reine la calma y la congenialidad – sin discusiones o reprimendas.
Promueve la comida sana
Como se dijo anteriormente, la comida en familia estimula al niño a comer saludablemente a través del ejemplo. Es importante que los niños vean que sus padres se alimentan sanamente, limitando además el tamaño de las porciones. Hable sobre el estar satisfecho con frases como: «esto está delicioso, pero estoy satisfecho y no voy a comer más». Al mismo tiempo, los padres que siempre están a dieta o quejándose de sus cuerpos, pueden inculcar sentimientos negativos en los niños. Trate de mantener una actitud positiva en lo que se refiere a la comida.
Cómo hacer respetar este momento
Es importante que la hora de la comida sea respetada por todos los miembros de la familia. Por eso es bueno que establezca y haga cumplir las siguientes pautas:
- Establecer un horario para las comidas: A los niños les gusta tener una rutina.
- Invitar al niño a que elija la porción que quiera comer de cada alimento: Eso les enseña a comer lo que necesitan para sentirse satisfechos.
- No sobornar o recompensar a los niños con comida: Evite usar el postre como recompensa.
- Enseñar la variedad de alimentos: Salvo en contadas ocasiones, los niños deben comer lo que el resto de la familia come. No los mal acostumbre a ciertos platos exclusivos.
- Evite temas desagradables y guarde su mal humor: Que los chicos siempre relacionen la hora de la comida con un momento en el que se hablan de cosas entretenidas o en el que son escuchados por sus padres y hermanos.
Reduce riesgos de anorexia
Cuando una familia se olvida de sentarse a comer junta, pone en riesgo a los hijos de sufrir severos trastornos alimentarios, como anorexia o bulimia. Según una investigación de la Universidad de Minnesota en Estados unidos, una atmósfera cálida puede proteger a los menores de trastornos alimenticios. De acuerdo a los resultados, cuando los adolescentes comparten tres veces por semana las comidas con sus hermanos y padres, el peligro de tener dichos trastornos es del 33%. Pero este número desciende hasta un 25% cuando son cinco comidas a la semana. Para llegar a esta conclusión, se analizaron más de 4.000 adolescentes de distintas edades y los patrones familiares de sus respectivos grupos.
Por LaFamilia.info