Emma John, una columnista free-lance en el diario inglés izquierdista The Guardian (socio habitual de El País), destaca que parece aumentar la libertad de los atletas en los Juegos Olímpicos para hablar de Dios.
Hay normas de etiqueta estrictas en las salas de competición y los podios, no se permite hablar de política, ideología, religión, llevar símbolos ostentosos, ni siquiera la bandera del propio país en el podio. Pero en pasillos y con las prensa, muchos atletas hablan de cómo Dios les ha ayudado en sus pruebas y dificultades.
Esto siempre ha sido frecuente entre brasileños y norteamericanos, pero Emma John señala que ahora se da también entre ingleses y otros europeos.
«Le pedí a Dios que mostrara mi corazón»
Así, por ejemplo, Adam Peaty, el nadador inglés que perdió su título olímpico por apenas 0,02 segundos le decía sonriendo a una periodista de la BBC: «Soy un hombre muy religioso», dijo Peaty, luciendo un tatuaje de una cruz en su torso. «Le pedí a Dios que mostrara mi corazón, y este es mi corazón. No podría haber hecho más».
«Le doy la gloria a Dios»
Otra inglesa que habló de Dios al empezar los Juegos fue una chica de 19 años, Andrea Spendolini-Sirieix, que ha ganado la medalla de bronce en saltos sincronizados de natación. «Han sido dos años de locura, pero le doy la gloria a Dios», dijo a los reporteros de la BBC.
La misma frase «le doy la gloria a Dios» la usó la norteamericana Alison Gibson cuando se clasificó en saltos y natación. Son sus terceros juegos olímpicos. En 2023 ya declaraba: «mi fe me ha ayudado a mantenerme centrada, especialmente en los Juegos Olímpicos».
Recién coronada como campeona de 100 metros braza, la sudafricana Tatiana Smith salió de la piscina y rápidamente se vistió con una camiseta con un texto que daba gracias a muchas personas, pero empezaba con «DIOS, Jesús, Espíritu Santo».
Tatjana Smith, medallista sudafricana con su camiseta que da gracias a Dios, Jesús, el Espíritu Santo y a muchas personas.
«Cristo que me fortalece»
También se hizo famosa la foto de Gabriel Medina, surfista brasileño de 30 años, en la que parecía levitar sobre las olas en Tahití. La ha difundido en redes con una cita de San Pablo en sus redes: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Al final, se ha llevado la medalla de bronce, perjudicado por la falta de olas, pero contento de haberse convertido casi en un meme por su foto.
A este listado también hay que destacar al tenista Novak Djokovi, el campeón olímpico jugó todos sus encuentros con la cruz ortodoxa en el cuello y se encargó de mostrarla en cada entrevista post-partido. Un gesto discreto pero que en seguida se viralizó y dio la vuelta al mundo. Tras su victoria por 7-6 y 7-6 en la final olímpica, Djokovic fue a más y se persignó en el centro de la pista para agradecer a Dios por este triunfo. El único gran título que le faltaba y que ya es una realidad.
La periodista inglesa admite que siempre hubo deportistas dando gracias a Dios, pero le parece que hoy son más. Destaca que Francia prohíbe a sus propios atletas mostrar símbolos religiosos mientras compiten, incluyendo el hiyab o pañuelo islámico.
Hacer la señal de la cruz
«El Comité Olímpico Internacional tiene reglas estrictas sobre mantener las declaraciones religiosas y políticas fuera del podio, pero no puede evitar que un atleta se persigne en la línea de salida o se arrodille al final», detalla.
«En estos Juegos, la skater brasileña Rayssa Leal encontró una forma particularmente creativa de demostrar su fe en medio de la competencia. La joven de 16 años se robó un momento frente a la cámara para citar un versículo bíblico en lenguaje de señas, antes de ganar un bronce», detalla. El mensaje era «Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida», y en la lengua de signos española es casi idéntico a la portuguesa.
A favor de esta autenticidad al expresar la fe, está la idea general de que el deporte valora las «identidades», también las religiosas. Y los deportistas famosos lo son en todo el mundo, no solo en su país.
La periodista cree que la clave para esta mayor visibilidad de la fe está, simplemente, en las redes sociales. Ya no dependen de que un periodista quiera difundirlo (o censurarlo): ellos suben lo que sienten, también su fe, y sus fans lo difunden.
Editado por LaFamilia.info con información de ReL