Hace años que Kimberly Ells se ha convertido en todo un referente especializado en la salvaguarda de la familia. Dispone de muchas herramientas para ello, ya sean sus apariciones en -ha llegado a ser entrevistada por Tucker Carlson o alertado ante la ONU-, a través de sus libros como La familia invencible o bien desde sus propias redes, web y artículos. Y la advertencia en todas ellas es siempre la misma: «No lo hagas. No les des teléfono a tus hijos».
En uno de sus últimos artículos publicados en Mercatornet, la también madre de tres hijos describe lo que supone para un padre ser consciente de cómo extraños «se acercan, atacan, educan y manipulan» a los propios hijos a través de los teléfonos.
Por su experiencia, se refiere a una de las razones más frecuentes a la hora de dar el teléfono a los hijos: lo que implica no tener móvil. Sin embargo, dice Ells, «los peligros de tenerlo pueden ser mayores. Un móvil no es solo un portal para que el niño acceda al mundo. También es un portal para que el mundo acceda a tu hijo».
Te puede interesar: 4 razones por las cuales un celular es lo último que necesitan tus hijos
Y aunque «nunca es demasiado tarde» para tomar medidas, el tiempo es oro. Y es que nunca se piensa que el abuso digital, la «desprogramación» o vaciado moral, la captación por el lobby trans, la adicción o incluso la trata puedan afectar a los hijos… hasta que pasa. Como en estos tres casos reales:
Jenna
Como le pasó a Jenna. En su caso, sus padres le dieron un ipad para hacer las tareas y al principio se preocupaban de que lo usase poco y lo guardase cada noche. Pero cuando se normalizó, Jenna lo usaba cada noche en su habitación, encontrándose contenidos cada vez más «oscuros y perturbadores». «Con el tiempo se volvió más triste e irritable. Su madre le preguntó y en ese momento y ella estaba experimentando pensamientos suicidas», cuenta Ells. La reacción de los padres se limitó a dos actuaciones: terapia y quitarle el iPad por completo: «Su reacción fue un profundo alivio, porque quitaron la influencia del dispositivo sobre ella».
Nikki-chan
En el caso de Nikki, adolescente, tenía un teléfono con el que buscaba al principio contenidos inocentes que no dejaron de volverse de contenido erótico. En poco tiempo, Nikki estaba saturada de contenido y peticiones sexuales, incluso de hombres mayores que se acercaban «digitalmente» a ella, conformándose con la atención que le prestaban. Lo siguiente que hizo fue acceder a una aplicación móvil de citas y reunirse con hombres mayores que ella en encuentros sexuales: «Cuando sus padres se dieron cuenta de la situación, ella estaba a un paso de ser arrastrada hacia el tráfico sexual por un hombre que pretendía estar interesado románticamente en ella».
Olivia
A Olivia le ocurrió algo similar al descargar Snapchat. Solo era para interactuar con amigos, pero pronto se le acercaron extraños, algunos de los cuales le manifestaban sus intenciones y describían actos depravados. Y si ella mostraba sorpresa, sus interlocutores se celebraban ser los responsables de exponer a Olivia a esos mensajes. Desesperada, acudió a su madre y todo terminó cuando le recomendó que parase la conversación, borrase la aplicación y no volviese a descargarla.
Dos reflexiones inapelables
La asesora observa que en los tres casos citados, si los padres no hubiesen permitido a sus hijas tener el dispositivo nada habría ocurrido. Y esto, dice, debe hacer a los padres «preguntarse por qué ponen a los niños en situaciones de las que deban de ser rescatados».
También observa que también es habitual exculpar al teléfono móvil, argumentando que los niños deben prepararse para usarlo responsablemente. ¿Pero están preparados?, se pregunta Ells, «¿o se debe esperar que niñas de 12 años sean capaces de desenvolverse en situaciones de gran carga sexual con depredadores»?, plantea.
A modo de respuesta, sugiere «algo radical e impensable» para muchos padres: «No les deis un teléfono con acceso libre a Internet. Y no les deis otro dispositivo que proporcione acceso ilimitado. Simplemente, no lo hagáis: no esperéis a que vuestro hijo sea el protagonista de una triste historia como las anteriores, o peor».
Advertencias y señales de alerta
Para Ells, lo descrito forma parte de un fenómeno de «naturaleza extrema» que se puede prevenir prestando atención a algunos indicativos en los hijos, pero también en los padres.
Atención a los cambios
Si la apariencia de su hijo ha cambiado drásticamente y si el cambio va acompañado de una negativa a participar en actividades familiares o resistencia a entablar una conversación, no es algo que deba descartarse a la ligera.
Más teléfono y menos familia
Si la falta de interés en la participación familiar se combina con el uso del teléfono (y es casi seguro que así es), es probable que se haya orientado hacia los `extraños´ en lugar de hacia los padres. Y el daño a su hijo y a su relación con él puede ser significativo.
Padres ausentes…
«Y yo me pregunto: ¿Dónde están los padres? Seguramente la mayoría de ellos preferiría que sus hijos no saliesen al mundo pareciendo payasos, pero lo hacen mientras sus padres se retuercen las manos, miran a otro lado o animan a sus hijos a expresar su `yo auténtico´», comenta.
… y sin influencia
Lo que realmente supone, agrega, es «que los padres tienen una influencia cada vez menor sobre sus hijos y esto no es beneficios para ellos. La mayoría de los padres han aceptado su degradación a ser menos importantes y menos consultados que las personas que usan los teléfonos de sus hijos».
Medidas para los hijos
Aunque advierte de que «no será fácil», no duda en afirmar que lo más probable y recomendable es «interrumpir el uso del teléfono de tu hijo. Y tu hijo resistirá con sus mejores esfuerzos. Pero puedes y debes hacerlo. El bienestar inmediato y final de tu hijo puede estar en juego».
En otro de los artículos publicados en su web, Ells propone tres sugerencias «dolorosamente obvias» para evitar y reducir el tiempo que los hijos pasan ante la pantalla, como son:
Leer muchos libros.
Hablar con tus hijos cada día
No utilizar dispositivos digitales como parte de un rato en familia premeditado
Bebés
«Si tienes un niño pequeño en el carrito de la tienda, no le des un teléfono para que se calle o se entretenga (esto es prácticamente una epidemia cada vez que voy a la tienda). Habla con tu hijo. La tienda es un lugar donde un niño puede aprender mucho sobre el mundo simplemente observando. Leer un libro une a padres y niños, un móvil [no]. Minimiza estos ratos tanto como sea posible».
Niños pequeños
«No establezca cuotas sobre cuánto tiempo debe leer tu hijo. Obligar a los niños a leer como si fuera un castigo o una tarea les quita la alegría a ellos (y a tí). Aunque bien intencionadas, las cuotas de minutos de lectura tienden a alejar a los niños del amor por la lectura. Lea por el placer de leer y deje que sus hijos hagan lo mismo. Las invitaciones de lectura, los desafíos o los atracones son diferentes a las cuotas de lectura. ¡Todo es cuestión de enfoque!»
Preadolescentes y adolescentes
«Si tuviste la casa llena de libros durante la corta vida de tu hijo y continuaste leyendo con él, es más probable que tu hijo disfrute la lectura. Apoya esta tendencia manteniéndolo con libros en los que le gusten. Desgraciadamente hoy en día no se puede simplemente ir a la sección para adolescentes de la biblioteca y esperar encontrar material adecuado. Cíñete a los clásicos que te encantaban cuando eras niño y sigue las recomendaciones de fuentes confiables».
Fuente: ReL
***
Si te gusta este tema, te recomendamos nuestro eBook «Crianza con Amor: Pautas para un desarrollo armónico de tus hijos de 0 a 8 años». Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños, y las investigaciones neurocientíficas confirman que las experiencias tempranas influyen profundamente en su arquitectura cerebral. Este libro es la guía indispensable que necesitas para proporcionar un entorno lleno de amor, seguridad y estímulo. Cómpralo ya aquí