No me explico cómo pudimos estar durante años sin todos esos aparatos que nos han facilitado mucho la vida: el celular, las tablets… Me maravilla la tecnología y la forma como nos ayuda a rendir el tiempo y a acortar distancias. Pero me aterra la dependencia tan grande que hemos desarrollado con las comunicaciones virtuales porque nos absorbe tanto que nos aísla de los demás!
Me pregunto, ¿por qué tenemos que vivir a todas horas con estos aparatos prendidos? ¿Es que acaso el mundo virtual es más importante que nuestro mundo afectivo? ¿Qué les estamos diciendo a los hijos cuando respondemos el teléfono, revisamos los mensajes o leemos los correos mientras estamos con ellos?¿O cuando atendemos llamadas o nos conectemos a las redes sociales mientras estamos reunidos conversando o comiendo? Sin duda les hacemos saber que todos son más importantes que ellos, porque si nuestra prioridad es atenderlos a los demás es porque los valoramos más.
Estamos sufriendo de “déficit de atención familiar” debido a que estamos desatendiendo el hogar, los hijos, los afectos… todo eso que decimos que es primordial en nuestra vida, por atender a otros que muchas veces ni conocemos.
Esa adicción a los celulares y demás está fraccionando nuestra atención e impidiéndonos estar a dónde está nuestro corazón. Se nos está olvidando que si no atendemos todas las llamadas no se nos va a arruinar la vida… pero si no atendemos a quienes más amamos si se arruinarán nuestras relaciones con ellos!
Vivir conectados a las redes virtuales quizás nos hace pensar que estamos actualizados y nos proporciona un sentido ficticio de pertenencia. Pero con tantos frentes que tenemos hoy tenemos que establecer prioridades. La oportunidad de conversar y gozar a diario la compañía de nuestra familia es un privilegio que no tendremos para siempre. Esa cercanía que nos ofrece la convivencia cotidiana se acaba… y más pronto de lo que pensamos. No la desperdiciemos porque si no estamos ahí para ellos hoy es muy posible que ellos tampoco estén ahí para nosotros el día de mañana.
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Autora, educadora familiar y coach en temas relacionados con el fortalecimiento de las relaciones familiares y la formación de los hijos. Su experiencia como madre, además de sus estudios profesionales en sociología y consejería familiar, que adelantó en Inglaterra, Colombia y Estados Unidos, la han llevado a destacarse internacionalmente como autora, columnista y conferencista. Ha escrito tres libros: “Creciendo con nuestros hijos”, “Sigamos creciendo con nuestros hijos” y “De la culpa… a la calma”. www.angelamarulanda.com – Twitter: @angelamarulanda