Camino hacia la vida de piedad

rezar, orar
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“Has de ser constante y exigente en tus normas de piedad, también cuando estás cansado o te resultan áridas. ¡Persevera! Esos momentos son como los palos altos, pintados de rojo que, en las carreteras de montaña, cuando lle­ga la nieve, sirven de punto de referencia y señalan, ¡siempre!, dónde está el camino seguro”.

San Josemaría Escrivá de Balaguer

Hay tantos caminos por recorrer en nuestra vida, innumerables senderos, inciertos, inseguros, solitarios, pero tan poco seguros o satisfactorios. Poco seguros, porque no conducen a puerto firme sino a un terreno que nos sacude constantemente y lo que se va construyendo se quiebra o se desborona. Poco satisfactorio porque nos basamos en trivialidades que, con el paso de los años, no nos llenan ni nos rebosa de felicidad. Por tanto, emprendemos el viaje sin un rumbo fijo, al vaivén de las olas o muchas veces, a la deriva, esperando ser rescatados. Para ello nos valemos de distractores que van llenando nuestros espacios y ocupando el tiempo en cosas que nos hace sentir vacíos, aunque estemos rodeados de tantas personas.

¿Pero cómo darle un sentido de vida a lo que hacemos? ¿Cómo encontrar estar reconfortados en medio de las dificultades? ¿Qué debemos hacer para sentirnos importantes en la co-construcción del mundo? Sin duda alguna, nuestra vida tendría un verdadero sentido si la enfocamos cara a Dios y si lo buscamos a cada instante, ofreciendo nuestros talentos, sirviendo a los demás, esmerándonos por hacer nuestro trabajo cada día mejor con intencionalidad de ganarnos el cielo.

Darle sentido a todo lo que hacemos con un objetivo sobrenatural, corresponde a vivir verdaderamente como cristianos. Es tener claridad sobre el fin primordial de todo lo que hacemos, revisando interiormente si es por estar cerca de Dios o, por el contrario, por ganarnos la admiración de los demás, por soberbia, por vanidad o comodidad.

Luchar día a día por nuestra mejor versión, batallando contra todo aquello que nos aleja de Dios, debe ser la meta o ruta para seguir, pues nos hacemos más grandes en la medida en que busquemos interiorizar las virtudes y consigamos atesorar sus enseñanzas en cada dimensión de nuestra vida y en todos los espacios en los cuales participemos. Esa lucha ascética por alejarnos del mal debe estar enfocada hacia la búsqueda de hacer siempre el bien y contagiar a los demás de ese buen ejemplo. Si abonamos cada día con acciones de bondad, indiscutiblemente arrancaremos de raíz la maldad.

San Josemaría Escrivá de Balaguer buscó a través de su vida, dar enseñanzas a los demás en la búsqueda interior de Dios y para ello se valía de vivir la piedad a través de diferentes instantes del día para tener más presencia suya, que le ayudara a luchar con fortaleza, poder superar las adversidades y reconocerlo como lo más importante en la vida.  Así manifestaba ese sentimiento de agradecimiento y de cercanía a Dios, teniendo presente un Plan de Vida, enfatizando en que “la vida interior se robustece por la lucha en las prácticas diarias de piedad, que has de cumplir –más: ¡que has de vivir! – amorosa­mente, porque nuestro camino de hijos de Dios es de Amor”. Y poner como base el plan de vida es sinónimo de amor a Dios.

Es necesario considerar como esencial para todo cristiano, el poder resaltar que necesitamos de Dios y todo lo que a Él se refiere; “buscar a Dios, encontrarle y tratarle siempre, admirándolo con amor en medio de las fatigas de su trabajo ordinario, que son cuidados terrenos, pero purificados y elevados al orden sobrenatural”. San Josemaría fundamentó la base para ir tejiendo paso a paso la cercanía a nuestro Padre Celestial, porque para enamorarnos más de Él, es esencial tratarlo, conocerle, escucharle, hablarle, agradecerle. Y todo lo anterior lo podemos alcanzar a través de organizar un Plan de Vida que encienda la llama de ese amor eterno y que permanezca encendida hasta el fin de nuestros días.

Entonces, San Josemaría llamó plan de vida al “conjunto de prácticas de piedad y de cos­tumbres cristianas, que jalonan la jornada de tiempos dedicados exclusivamente al trato con Dios y a las continuas referencias al Señor”. Por tanto, diseñar esta guía nos ayudará a acercarnos en el trato con Jesús, y será también beneficioso para trabajar en la unidad de vida, mejorar en nuestra vida personal, familiar y profesional porque siendo coherentes, también estaremos enfocados a mantener nuestros principios, dignidad y compromiso de ser mejores cada día. Todo esto redundará positivamente a nuestro alrededor, fortaleciendo también nuestro apostolado.

Dentro de las prácticas que hemos tenido muchas veces desde la niñez y que han sido tradición en la familia, algunas se han ido fortaleciendo a través de los años o, por el contrario, se han ido dejando de lado por diversas circunstancias. A veces en nuestro hogar replicamos algunas tradiciones porque se sembraron con amor desde casa. Es por eso importante que la experiencia con nuestros hijos, sobrinos o nietos esté llena de amor y que no se convierta en discusiones o en imposiciones. Hay que tener en cuenta que la mejor manera de educar es a través del ejemplo y del cariño que le pongamos a cada intención, ofreciendo nuestras acciones por la consecución de ese favor especial de acercar a nuestra familia más a Dios.

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Vivian Forero Besil

Especialista en Pedagogía e Investigación en el aula, Licenciada en Educación Básica y especialista en Gerencia de Instituciones Educativas. Con amplia experiencia en docencia. Felizmente casada y madre de un niño. Creadora de Santa Pureza: «Arte religioso con un propósito: amar más a Dios». Instagram santa_pureza. Tik Tok: @santa_pureza

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