Blogs LaFamilia.info – 21.11.2016
Esta semana al tomar un taxi, me llamó poderosamente la atención la actitud del taxista. Se veía contento, desprevenido, sencillo al hablar. Un rosario colgado del espejo retrovisor y la imagen de la Divina Misericordia pegada encima.
Entablamos una conversación. Me contó que era de San Bernardo del Viento y que había comenzado a trabajar desde los 14 años sin interrupción. No había conocido a su papá, lo había criado su abuelo. Él recuerda ese abuelo como la persona que le había enseñado lo suficiente para ser un hombre de bien en la vida y haber logrado todo lo que él tenía, un trabajo digno, un hogar estable y una familia querida.
El abuelo murió cuando él tenía 12 años y a los catorce decidió dejar el pueblo y radicarse en Cartagena. -¿Por qué te viniste? Le pregunté. -Porque tenía claro que en el pueblo no podría realizar lo que tenía en mente- dijo él. Desde entonces se había dedicado a trabajar con disciplina. Al entrar en Bocagrande recordó haber trabajado en un supermercado como empacador. Con orgullo me dijo que tenía cuarenta años de casado, siempre fiel a su mujer, seis hijos y trece nietos. Todas las mañanas, apenas se levantaba ponía su día en las manos de Dios porque “El es el conductor de mi vida.” No había la menor duda, a sus 64 años, sentía la plenitud del deber cumplido.
Fue una carrera de veinte minutos, durante los cuales recibí una lección de vida: amor, trabajo, esfuerzo, fidelidad, piedad, disciplina, sacrificio, identidad, generosidad, responsabilidad, orden, perseverancia, respeto, confianza. Valores que habían construido una vida plena.
Tres reflexiones
A raíz de esto me he hecho unas reflexiones que hoy les comparto. Una, la importancia de esos primeros años de vida y la influencia que ejerce la enseñanza y el ejemplo que puede marcar la vida de una persona.
La segunda reflexión es saber estar en la realidad de lo que nos toca vivir. Ajustar la vida y la conducta a cultivar, a través de la propia realidad, los valores permanente que enriquecen nuestra personalidad y nos posibilitan ser la persona que podemos llegar a ser para lograr la plenitud y felicidad propia y de los demás, con nuestra existencia. Hay que tener claridad quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos.
La tercera es que la vida es una aventura maravillosa que Dios nos regala y cada cual la construye a su manera. La vida fluye y cuando queremos darnos cuenta nos hemos convertido en personas maduras que llaman, de manera elegante en muchos países, “senior citizen”, lo que equivale aquí a “la tercera edad.”
Crisis de Valores
En la actualidad se habla de una crisis de valores, me atrevería a decir que más que una crisis de valores, de acuerdo con Francisco Ugarte en su libro En Busca de la realidad: “Es el hombre actual el que está en crisis, porque no puede responder, con su inteligencia o con su voluntad, a los interrogantes fundamentales que le plantea la existencia: ¿a dónde voy?, ¿qué quiero?, ¿cuál es el sentido de mi vida? Y al haber perdido el rumbo, al no tener a la vista el fin de su existencia, es lógico que los valores – que son medios para llegar al fin – se desdibujen. En consecuencia, se puede decir que hay crisis de valores porque el hombre está en crisis”.
Tú, joven universitario o ya profesional que comienzas tu vida, Tú, padre y madre de familia, que están construyendo un hogar, Tú, que estás viviendo la etapa de “senior citizen”, pregúntate cómo quieres vivir esa única vida que es un regalo. Está en tus manos y en las de más nadie, amar, luchar, esforzarte, trabajar bien, ayudar a los demás, en fin, llenarla de valores para alcanzar la plenitud.
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Prince Martínez
Tulia Martínez de Barrios, más conocida como “La Prince” es Orientadora Familiar de la Universidad de la Sabana y Universidad de Navarra (España). Fundadora de los colegios de la Asociación para la Enseñanza, Aspaen en Cartagena, Colombia. Asesora y consultora en temas de dirección, administración y gestión de la educación.