Prince Martínez
Tulia Martínez de Barrios, más conocida como “La Prince” es Orientadora Familiar de la Universidad de la Sabana y Universidad de Navarra (España). Fundadora de los colegios de la Asociación para la Enseñanza, Aspaen en Cartagena, Colombia. Asesora y consultora en temas de dirección, administración y gestión de la educación.
Estamos en plenas novenas de Navidad. El ambiente, la decoración, las luces invitan a sonreír, a estar alegres. Todo esto, más los regalos, los encuentros familiares que se dan en esta época, la nostalgia de no poder compartir con los que están lejos o ya se nos fueron, tienen un motivo. Esa esencia es la que tenemos que tener presente en cada luz que se enciende, en cada sonrisa, en cada encuentro, en cada regalo que se da y se recibe, ¡en cada suspiro! El motivo de todo lo que ocurre a nuestro alrededor es el nacimiento de Jesús, del Redentor que vino para llevarnos, si le dejamos, a la patria celestial. Ese es su regalo, un regalo de eternidad que no tiene comparación con ninguno terrenal.
Hay un pasaje que circula y dice que la Virgen María le contaba a San José que veía cómo festejaban con una gran cena familiar y de amigos, se intercambiaban regalos, reían y celebraban el 24 en la noche y continuaba la fiesta el día siguiente, el 25. No había un solo regalo para Jesús, no mencionaban el motivo, ni una palabra alusiva al personaje que había generado todo este júbilo. Se alcanzó a preocupar por la falta de memoria de los participantes y por su ausencia de motivo. ¿Celebrar por celebrar? Eso es como de tontos que ríen y ríen y no saben por qué ríen, que regalan y regalan y no tienen ni idea por qué regalan. Se alcanzó a poner triste. Pero al final le comentó: “Menos mal me desperté. Era sólo un sueño!” No se nos puede pasar por alto lo más importante, quién cumple años y la razón principal de la celebración.
El vacío de las cosas sin sentido
Cuando las cosas no tienen sentido apropiado conducen a la búsqueda errada del mismo en las cosas materiales. Irremediablemente se produce un vacío que se trata de llenar con un contenido inadecuado. Ese vacío se hace cada vez más grande y más grande y el resultado final es un desengaño. Cuando las motivaciones están basadas en las cosas que perduran, la alegría que se experimenta es proporcional a su valor. Cuando son imperecederas es más intenso y prolongado el gozo. Este es el caso de la Navidad cuya celebración se puede prolongar en el corazón por todo el año.
Celebrar con sentido
Qué cosas prácticas podemos tener en cuenta para que esta celebración sea la más apropiada:
1. Preparar el corazón en estos días reflexionando sobre los regalos que le vamos a hacer al Niño Dios. Regalos que exigen una mejora personal, un crecimiento espiritual. ¡Comenzar YA!
2. El día de la celebración encontrar el momento apropiado y leer el pasaje del evangelio alusivo al motivo que nos tiene reunidos.
3. Buscar una familia en situación difícil, de escasos recursos y llevarle una cena de Navidad y regalos.
4. Tener la valentía de desagraviar alguna herida que hayamos abierto.
5. Sembrar paz y alegría. Derrochar cariño preparándonos para el encuentro con el cumplimentado Jesús.
6. Si desea que los niños participen involúcrelos en la planeación. Empiécelos a motivar desde ya.
Recordar que la Sagrada Familia es modelo de amor y de unión, pero también lección de vida familiar, pues como la familia de hoy, tuvo que afrontar y convivir con grandes problemas. La familia de Nazaret fue humilde, carente de recursos, pero completamente feliz a pesar de las dificultades. Vivamos hoy y siempre la alegría propia de la Navidad. Al celebrar con sentido se es más feliz.