Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 29.03.2020

Foto: freepik

 

A mis amigos...

 

En esta situación de incertidumbres y de angustias originada por la pandemia, y que se ha prolongado más de lo que creíamos, parece que solamente se nos ocurren quejas y lamentaciones.

 

Pero acaso cuando estábamos con toda la libertad y disfrutábamos de cuanto queríamos, ¿nos detuvimos a pensar en todos los bienes y satisfacciones que recibíamos, muchas veces sin merecerlo?

 

Repasemos un poco nuestra actitud frente a las personas: en los recientes buenos tiempos, y ahora en la adversidad, ¿hemos sido generosos en obras y acciones con quienes necesitan de nosotros o de los bienes que podemos compartir con ellos? Porque compartir es una buena forma de agradecer lo que tenemos.

 

Pero a Dios gracias, ya estamos viendo muchas cosas buenas que han surgido de esta emergencia: se ha despertado la solidaridad, estamos aprendiendo a obedecer las disposiciones y normas emitidas por las autoridades, ahora somos más parcos y ordenados en el uso de los alimentos, simplificamos nuestras necesidades, tenemos un ánimo más generoso y más positivos deseos de ayudar. Han surgido muchas iniciativas sobre equipos y tratamientos, se han ampliado los cupos hospitalarios, se han creado ayudas asistenciales y monetarias, y seguramente ese afán de servicio seguirá creciendo. 

 

Se observa que todos tenemos el deseo ardiente de ser mejores, valoramos más y disfrutamos mejor la unidad familiar, en el calor hogareño aprovechamos el tiempo para ilustrarnos, para hacer oficios que teníamos olvidados, participamos  con mayor frecuencia en la oración comunitaria y en la Santa Misa, utilizando la televisión, intercambiamos mensajes positivos y esperanzadores por el WathsApp.

 

Como ves, en medio de todo, estamos agradeciendo con obras. Las cosas van bien, bastante bien, y con la colaboración de todos seguirán mejorando.  

 

Agradecer es una de las más elocuentes manifestaciones de la nobleza de espíritu, y en la gratitud tienen origen la bondad, la humildad, la dulzura de carácter y tantas otras virtudes que son señales de la grandeza del alma.

 

Continuemos sembrando paz y alegría; en otras palabras contagiemos la fe y la esperanza.

 

Alberto Delgado C

 

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