Por Michael Cook – 06.12.2022
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La legalización del suicidio asistido y de la eutanasia aumenta el riesgo de suicidio, según una reciente investigación del Anscombe Bioethics Centre, con sede en Oxford.
Esto contradice la creencia común sobre lo que sucede allí donde se ha legalizado la eutanasia o el suicidio asistido. Dignitas, la organización suiza que apoya el suicidio asistido, afirma por ejemplo que «la posibilidad de un suicidio asistido sin tener que afrontar los graves riesgos inherentes a los intentos se suicidio más conocidos es uno de los mejores métodos para prevenir los intentos de suicidio y el suicidio. Puede sonar paradójico, pero para prevenir los intentos de suicidio hay que decir ‘sí’ al suicidio».
Sin embargo, en un artículo titulado Prevención del suicidio: legalizar el suicidio asistido ¿mejora o empeora las cosas?, David Albert Jones evalúa estudios publicados en revistas revisadas por pares de Europa, Canadá y Estados Unidos, y concluye lo siguiente:
– La tasa de eutanasia o suicidio asistido crece significativamente.
– La tasa de muertes autoinfligidas (eutanasia, más suicidio asistido, más suicidio no-asistido) crece significativamente.
– El incremento de las muertes autoinfligidas es desproporcionalmente elevado en mujeres.
– La tasa de suicidios no-asistidos también crece, en algunos casos significativamente [ver gráfico].
Se trata de resultados controvertidos, pero lo que no parece ser controvertido es que la proporción de suicidios no-asistidos no disminuye respecto a lugares donde la eutanasia o el suicidio asistido no son legales.
Las pruebas disponibles apuntan todas en la misma dirección: en lo que respecta a los esfuerzos de la sociedad para disuadir del suicidio, por mucho bien que pudiera hacer la legalización de la eutanasia o el suicidio asistido, en conjunto hace más mal que bien.
«Esto no significa negar», escribe el profesor Jones, «que algunas personas pueden sentirse más seguras y menos inclinadas al suicidio cuando la eutanasia o el suicidio asistido son legales, pero también hay personas a quienes les hace sentirse menos seguras en caso de que tengan que justificar seguir viviendo».
La introducción de la eutanasia o el suicidio asistido en la ley y en la práctica médica es, por tanto, una amenaza para la prevención del suicidio.
Escribe el profesor Jones: «Si se reconoce la eutanasia o el suicidio asistido como una forma de suicidio, aunque típicamente menos violenta o impulsiva que muchas otras formas de suicidio, entonces la obligación de impedir el suicidio también se aplica a cómo se informa de los casos de eutanasia o suicidio asistido. Estas muertes no deberían ser presentadas como necesarias o inevitables ni idealizarse. Incluso donde son legales, la eutanasia y el suicidio asistido no deberían anunciarse ni alentarse. Por encima de todo, no debería afirmarse ni suponerse que hay un estigma vinculado a vivir con una discapacidad o una enfermedad o en recibir ayuda y apoyo. Nunca debe darse a entender que la dignidad humana solo puede recuperarse con una muerte autoinfligida».