Senadoras francesas piden combatir la industria pornográfica, más dañina que nunca

P.J.Ginés – ReL / 25.10.2022

 

Senadoras de izquierda y derecha de Francia piden combatir la industria pornográfica, más dañina que nunca.

A finales de septiembre se publicó en Francia un detallado informe realizado por 4 senadoras de distintos partidos que pide combatir al máximo a la industria pornográfica, insistiendo en que es mucho más dañina de lo que podía ser antes de Internet, dañando especialmente a las mujeres que trabajan en ella, pero también a los jóvenes, a los consumidores y a toda la sociedad.

El informe se titula L’enfer du décor (podría traducirse como «el infierno al otro lado del decorado») y se puede consultar en la web del Senado francés, aquí.

Las autoras son senadoras de 4 formaciones políticas distintas:

– Annick Billon, senadora de La Vendée, de la Unión Centrista;
– Alexandra Borchio Fontimp, senadora de Alpes-Marítimos, de Los Republicanos;
– Laurence Cohen, senadora del Valle del Marne, del Grupo Comunista Republicano;
– Laurence Rossignol, senadora del Oise, del Grupo Socialista Republicano.

«Por primera vez en la historia parlamentaria [francesa], un informe se dedica por entero a las prácticas de la industria pornográfica», detallan.

La violencia es estructural, no son «casos de excesos»

Las conclusiones son firmes: hay «violencia perpetrada y transmitida por y en la industria pornográfica», y es mayoritaria y estructural.

Además, se trata de una «industria globalizada», que mueve miles de millones de euros «en ganancias en condiciones a menudo opacas», y se enriquece con «la explotación y mercantilización del cuerpo y la sexualidad de las mujeres».

Las senadoras consideran que «la magnitud de la violencia sexual, física y verbal observada en el mundo de la pornografía no constituyen simples excesos, sino que tienen un carácter sistémico».

El informe no se queda en generalidades indignadas: acude a detallar casos en los tribunales e historias de mujeres maltratadas en esta industria. Los actos sexuales que se muestran en pantalla casi nunca son fingidos, son reales casi siempre, y desde hace años cada vez más degradantes y violentos, porque al aumentar el consumo y la competencia, aumenta la demanda de contenidos «más fuertes».

Además, estos contenidos llegan de forma masiva a menores de edad, jóvenes y adultos a través de Internet, sin apenas cortapisas ni controles. Los que hay, son ineficaces, incluso a nivel legal.

No hay «porno ético»: son gotas de agua y cosmética legal

Las senadoras abordan una novedad en el país: poder llevar a los tribunales los actos violentos cometidos mientras se filma o trabaja en un contexto pornográfico.

Las senadoras piden un debate, no sólo sobre los «excesos» que se produzcan en esta industria, sino sobre su misma existencia.

Dedican todo un capítulo a responder a los que proponen un «porno más ético», o un porno más «amigable», que cuide a sus trabajadoras (y trabajadores). Las experiencias por un porno «más ético» son, dicen las senadoras, «una gota de agua en un océano de violencia», «extremadamente minoritarias y marginales» o, directamente, «medidas cosméticas sin fundamento legal».

Por qué la pornografía es hoy mucho peor

Pornografía siempre hubo, pero hasta los años 90 estaba limitada a revistas, cines-x y videos en cintas complicadas de acceder, especialmente para los menores de edad. El responsable del quiosco o del videoclub ejercía el control. Pero a partir del año 2000, con Internet de banda ancha, se masificó su distribución.

1) Con los llamados «tubes», plataformas de vídeos online llenas de pornografía gratuita;
2) con grandes empresas, ricas y poderosas, que en Francia son Dorcel y ARES;
3) con las plataformas «de aficionados», que generan nuevos consumidores;
4) con nuevos formatos como OnlyFans, “el Instagram del porno”;
5) con nuevas formas de monetización;
6) con el acceso a través de teléfonos móviles, que tienen incluso los menores de edad;
7) con la inacción de las grandes redes sociales, ineficaces al restringirla.

Además, el porno siempre dañó a las mujeres que lo protagonizan pero ahora más:

a) la violencia sexual, física y verbal es común en la industria del porno;
b) el consumidor se acostumbra a una visión que denigra a la mujer, quiere imitar lo que ve;
c) entre la industria del porno y la prostitución hay una «porosidad» evidente;
d) las mujeres se ven presionadas y ceden sus derechos de imagen de forma casi ilimitada;
e) incluso si legalmente una mujer puede exigir que se retiren sus imágenes, es casi imposible una vez online;
f) los casos «French Bukkake» y «Jacquie et Michel», en los tribunales, muestran abusos y engaños en el reclutamiento de mujeres;
g) se dan disparates jurídicos y se crea el absurdo “consentimiento comercial” en materia sexual.

Otros aspectos preocupantes que se dan en los últimos 20 años:

1) Apenas hay regulación en Internet, o es ineficaz y confusa;
2) el porno llega más que nunca a niños y adolescentes;
3) el consumo de porno se banaliza y aprueba;
4) escenas cada vez más violentas y perturbadoras, casi siempre reales, no fingidas;
5) se hipersexualiza a los adolescentes y jóvenes;
6) se disfraza la violencia como algo «erotizante»;

Todo esto lleva a las senadoras a plantear la pregunta: «¿Debemos seguir tolerando la existencia de la industria pornográfica?»

Su respuesta es que hay que acosar este negocio de tantas formas que no sea lucrativo ni sea fácil su acceso, producción y distribución. El informe hace 23 recomendaciones, que se pueden resumir en cuatro aspectos:

– que el poder político luche contra la violencia en la pornografía y contra «la mercantilización de los cuerpos»;

– que los contenidos ilegales se eliminen con facilidad; y facilitar el «derecho al olvido» (trabajadoras que piden que se retiren sus imágenes);

– ya hay en Francia una ley que prohíbe el acceso de menores, pero no se aplica; debe usarse con máximo rigor;

– hay que educar a adultos, padres, profesores y sanitarios sobre los daños que causa la pornografía. Hay en Francia una ley de educación sexual desde 2001 que pide 3 clases sobre sexualidad en colegios; piden que se usen contra el porno.

Insisten, sobre todo, en educar al público: el porno ya no es un vicio privado, sino un problema público que daña a toda la sociedad. Que lo digan senadoras socialistas, comunistas, de centro y derecha, 50 años después de la Revolución Sexual y mayo del 68 es significativo.

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