Por LaFamilia.info
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La ciencia ha comprobado que el cerebro masculino difiere claramente del femenino, lo que conlleva a que las condiciones del aprendizaje también sean particulares en cada sexo. No obstante, algunos educadores y colegios exigen por igual a niños y niñas sin percatarse de sus diferencias innatas.
Diferencias innatas
Los varones necesitan estar en movimiento, son más independientes, curiosos, dinámicos, son exploradores por naturaleza, les gusta armar y construir. Lo que quiere decir que su comportamiento tiende a la actividad, de ahí la dificultad que pueden experimentar algunos chicos para lograr un estado de atención y concentración durante los espacios escolares.
Las niñas en cambio, son pasivas, se concentran con facilidad, aprenden a hablar más rápido y aumentan su vocabulario a menor edad. En el colegio, pueden llegar a escribir antes e incluso con mayor perfección que los niños de su misma edad.
Pero todo tiene su explicación. El psiquiatra Jay Giedd, uno de los mayores expertos sobre el crecimiento del cerebro en los niños (U.S. National Institute of Health; Washington), ha demostrado que la parte del cerebro destinada a tales habilidades, como es el hemisferio izquierdo, adquiere en las mujeres la madurez mucho antes que en el varón.
Los científicos también han revelado que el cerebro femenino goza de un mayor número de conexiones entre el hemisferio cerebral izquierdo y la parte del cerebro responsable de los sentimientos y la emotividad. Por eso es que las niñas son más descriptivas al hablar o escribir, se percatan de los detalles y usan más calificativos.
Asimismo el psicólogo Leonard Sax, otro gran estudioso de la enseñanza diferenciada, hace la siguiente explicación en relación al funcionamiento del cerebro en cada sexo:
“Niños y niñas ven el mundo de manera diferente. En el cerebro de los niños mandan las células que responden a la pregunta ¿dónde está? Por eso, dibujan elementos en movimiento, con pocos colores. Sus dibujos son más abstractos que los de las niñas y reciben calificaciones más bajas, porque ellas representan detalles, personas, colores, ya que en su cerebro predominan las células que responden a la pregunta ¿qué es? Las niñas, con 4 años, identifican mejor las emociones. Si los profesores desconocen esta diferencia, valorarán a las niñas, y los chicos terminarán pensando que dibujar no va con ellos, que es cosa de chicas. Hay que valorar el trabajo de cada uno desde su sistema visual.” *Fragmento de la entrevista a Leonard Sax publicada por Aceprensa.
El fracaso escolar en los varones
Debido a las diferencias descritas anteriormente, se ha hallado que los varones presentan mayor fracaso escolar que las chicas. Y es que el desarrollo cognitivo en el hombre es más lento, sobre todo en lo referente a las habilidades lingüísticas. Esto conlleva a que la comprensión lectora sea una de las tareas escolares que más se les dificulta a los masculinos y si esta habilidad no es aprendida desde el principio, truncará el proceso de las demás áreas del aprendizaje.
La ortografía también suele ser una piedra en el zapato para los chicos y lo peor es que se les puede calificar como disléxicos o con problemas de aprendizaje, por no tener presente estas diferencias naturales entre niños y niñas.
Una educación diferenciada
“El suyo es un mundo de acción, exploración y objetos. Pero en la escuela le piden que se siente quieto, callado, que escuche, que no moleste y que ponga atención a las ideas; todo lo cual, de hecho, son cosas que su cerebro y su cuerpo le piden no hacer.” Estas son palabras de María Calvo, quien pertenece a la Asociación europea de centros de educación diferenciada (EASSE) y además es autora de numerosas publicaciones sobre este tema. A través de sus estudios, María Calvo ha podido comprobar que no es para nada adecuado esperar la misma respuesta de niños y niñas en los ámbitos escolares, cuando se sabe de antemano que las conexiones cerebrales difieren en los masculinos y en las femeninas.
La experta también dice que “ignorar el ritmo más lento del varón y exigirle estar al mismo nivel que las niñas en estas materias es injusto, supone una enorme incomprensión para los muchachos y puede acabar provocando que éstos, al no poder alcanzar el ritmo más precoz de sus compañeras, reduzcan su nivel de aspiraciones, se sientan frustrados, y decidan que estudiar es «cosa de chicas».” *Artículo de María Calvo publicado en ConoZe.
Por lo tanto no hay nada de malo reconocer que los niños son naturalmente más lentos para adquirir la habilidad de leer y escribir, al compararlos con las niñas. De ahí la importancia que padres y educadores tengan presente esta realidad y así adecuar el proceso de aprendizaje dependiendo del ritmo que la niña o el niño necesite para su formación, puesto que exigirles a ambos de la misma forma, es un error.
Fuentes: ConoZe.com, Aceprensa, easse.org, leonardsax.com