Rocío Irisarri – La Vanguardia
Foto: Freepik
El acoso escolar es una de esas situaciones que pensamos «a mi hogar no llegará» sin embargo, es algo cada vez más frecuente y debemos estar preparados. Este artículo publicado en La Vanguardia revela que la mitad de los niños entre 11 y 14 años admiten conocer algún caso en su clase… Así que como padres, debemos conocer todas las herramientas que serán fundamentales al momento de afrontar esta dificultad en la familia.
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Una vez que el acoso escolar se desarrolla, sus tentáculos alcanzan a todos: a quien lo sufre, a quien forma parte de ello y también a los espectadores. Aquel que es testigo pasivo, puede acabar por desgracia siendo, de una manera u otra, ‘cómplice’. El acoso escolar no sólo atañe a quien agrede y es agredido.
Existen multitud de formas para ayudar a que los niños entiendan el peligro que supone el acoso. Es imprescindible hacer un esfuerzo para que los menores tengan un grado alto de concienciación sobre las consecuencias que tiene este problema.
Se calcula que entre el 70% y 80% de los niños que sufren este tipo de maltrato acaban desarrollando un trastorno mental. Esta realidad puede desencadenar en ansiedad, depresión, trastorno psicosomático e incluso, y como han quedado registrados ya varios casos, en suicidio. Dos de cada diez alumnos de Primaria y Secundaria son víctima de acoso escolar.
Para contribuir a la contundencia y clarividencia del problema según estas escalofriantes estadísticas, lo mejor es llamar a las cosas por su nombre, hablar de ello y etiquetarlas correctamente.
Como padres, es importante ayudar a poner nombre, rostro y lugar al acoso escolar. Nicholas Carlisle lleva años en la lucha activa para lograr que esto suceda en el mundo. Este americano, tras sufrir un paso muy duro por el instituto, se graduó en Derecho en Oxford y tras trabajar en Amnistía Internacional como abogado, ha decidido dedicar su vida personal y laboral, a lograr la erradicación del acoso.
Carlisle visitó Barcelona en el 2015 y participó en el TedxEducación (ver video) de la capital catalana donde reveló claves para hacer frente a este mal que acecha a la sociedad del siglo XXI. Junto algunos de los consejos de este especialista y de otras fuentes, dio una serie de pautas para intentar ayudar a nuestros hijos, y a padres y profesores, a reconocer, prevenir y combatir el acoso escolar:
1. Dialogar con los niños y adolescentes: Si no se habla de un tema, parece que no existe
Como afirma Carlisle, a través de la conversación con ellos podremos diferenciar “entre problemas puntuales con compañeros y acoso”. Para poder distinguir uno de otro, se recomienda “preguntar cómo está en la escuela, quiénes son sus amigos, con quién juega a la hora del patio, etc.”.
Será a través de lo que cuenta el propio niño que los padres podremos acercarnos a su realidad y entender qué puede estar sucediendo. El abogado afirma que es necesario no preguntar de forma muy directa sobre si padecen acoso. También resalta la necesidad de que acudamos a los profesores en caso de tener una mínima duda o sospecha de que pueda estar sucediendo, sea directamente a nuestro hijo o a un compañero.
2. Estar atentos a las señales de alerta que nos dan ellos mismos
Muchas veces será el niño y adolescente el que con su actitud o lenguaje, verbal y no verbal, nos está relatando lo que acontece cuando nosotros no podemos protegerlos o visualizarlos. Es necesario que intentemos analizar lo que pueden ser señales de alerta frente al acoso escolar.
El activista americano afirma que algunas de estas señales son “cambios de humor repentinos, una actitud muy negativa hacia la escuela o tristeza”. También afirma que hay muchos que pueden físicamente somatizar la angustia interna “sufriendo mareos o descomposición cuando tienen que ir al colegio”.
3. Introducir literatura que les acerque a esta realidad
«Estamos formando a las nuevas generaciones”, según palabras de Luis Amavisca, miembro fundador de nubeOCHO la editorial que ha publicado varios libros sobre el tema. En uno de ellos, el protagonista es Nicolás, un niño colorido que va quedándose sin color a medida que va avanzando el relato a causa del acoso escolar que sufre. El acoso, como ha quedado demostrado, hace que los niños se sientan tan difuminados hasta el punto de perder su identidad y sus ganas de vivir.
4. Solicitar que el colegio se implique
E incorpore talleres o todas aquellas especializadas en el acoso, sobre todo en las edades más vulnerables, “ya que es entre los 11 y 14 años el momento en el que se producen más casos de acoso”. En España no existen regulaciones ante el acoso, por parte del gobierno. Es positivo que los padres se pongan de acuerdo para solicitar que cada escuela cuente con un protocolo antiacoso así como una figura responsable que pueda abordar estas situaciones, y así tengan a alguien a quien dirigirse con seguridad.
5. Reconducir conductas agresivas y explicar las consecuencias de las mismas
La banalización de la agresividad y las conductas agresivas en el siglo XXI ha sido uno de los grandes motores de expansión del acoso escolar. Como padres, también somos docentes, y por tanto los encargados de explicar las consecuencias, generalmente irreversibles, que pueden resultar de actos agresivos.
Según la doctora Marina Díaz-Marsá, Presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid y psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos, en la unidad de psiquiatría donde trabaja se ha constatado que el 70% de las pacientes con trastorno de conducta alimentaria tiene antecedentes de haber padecido acoso escolar.
La prevención e intervención por nuestra parte es absolutamente necesaria. Desde casa se ha de fomentar medidas y recursos para asegurar que nuestros hijos no sean testigos, participantes o víctimas, activas o pasivas, del acoso y que éste mismo pueda quedar impune. Hemos de trabaje por fomentar la valentía, y demostrarles que tienen el respaldo de denunciar la situación.
Debemos esforzarnos para que haya una concienciación y trabajo más allá de las aulas, para que dentro de estas mismas se pueda acabar con esta problemática. Se ha de ampliar el contexto, porque el acoso siempre va más allá de las paredes de un centro escolar.