Las valoraciones de los alumnos agregan valiosos componentes al rango de aportes para la evaluación de los profesores. Aunque muchos cuestionan la validez de dichas valoraciones, bajo ciertas condiciones los resultados pueden y deberían ser útiles.
Las valoraciones de los alumnos sobre la institución son ampliamente utilizadas como una base para las decisiones sobre el personal y para dar recomendaciones para los docentes de la educación media superior actual. Este artículo aborda las inquietudes acerca de su validez y presenta un caso para el empleo de las valoraciones de los alumnos en la evaluación de los maestros. En esta discusión, esas valoraciones se refieren a aquellos instrumentos en los que se pide que los alumnos completen una encuesta o escriban una evaluación en un texto breve de forma anónima, tanto durante o inmediatamente después del período de clases, los exámenes finales, o en una sesión posterior a la entrega de calificaciones.
Inquietudes
Frecuentemente, los formatos utilizados para valorar presentan muchas preguntas sobre asuntos que los alumnos aparentemente no parecen estar en posición de juzgar adecuadamente. Además, el hecho de que la mayor parte de estas valoraciones de los alumnos sobre las cualidades de la enseñanza están relacionadas con el aprovechamiento es una de las inquietudes sobre la creencia de que los indicadores estadísticos no deberían ser usados para tomar decisiones sobre el personal.
Otra preocupación es que los estudios de validación que son utilizados para justificar las valoraciones de los alumnos empleen indicadores cuestionables en vez de verdaderos criterios. Por ejemplo, algunos de ellos correlacionan las valoraciones de los alumnos con las de los maestros sobre las cualidades del profesor, en vez de hacerlo con el mayor aprovechamiento.
Argumentos para el uso de las valoraciones de los alumnos
Hay muchos argumentos fuertes para el empleo de las valoraciones de los alumnos para evaluar a los profesores:
- Los alumnos se encuentran en una posición privilegiada para jerarquizar su propio crecimiento de conocimientos y de comprensión, así como los cambios de motivación hacia las materias enseñadas.
- Como alumnos, están en buena posición de juzgar tales materias así como si los exámenes cubrieron todo el material del curso.
Además, los alumnos pueden observar y jerarquizar hechos (por ejemplo: la puntualidad de un maestro, la legibilidad de sus escritos en el pizarrón) que son relevantes para una enseñanza competente. Ellos pueden también identificar y jerarquizar si el maestro es entusiasta, hace abundantes preguntas, suscita cuestionamientos en los alumnos, etc.
Formas de evaluación
De cualquier forma, las líneas de argumentación posibles para la validez de las valoraciones de los alumnos se contradicen si los instrumentos utilizados no son apropiados para la recolección de la información específica que se necesita. Si las formas de valoración varían ampliamente, las generalizaciones acerca de las valoraciones de los alumnos como buenos indicadores del aprovechamiento o de las cualidades del maestro son engañosas porque asumen que son propiedades comunes a todas esas valoraciones.
La mayoría de las formas son inválidas como una base para la acción sobre el personal. Por ejemplo, muchos formatos usados para tomar decisiones sobre el personal preguntan cosas que pueden influenciar al que responde al mencionar materiales extraños y potencialmente prejuiciados (por ejemplo, preguntas acerca de la personalidad del maestro o del atractivo del tema de la materia).
Otro problema con el uso de los formatos de valoración para la evaluación sumativa es que muchos de ellos presentan preguntas globalmente erróneas o incompletas. Esto es importante porque es típico que en estas cuestiones se basen la mayoría de las decisiones sobre el personal. Ejemplos muy comunes de este tipo de error incluye formatos que solicitan:
- comparaciones con otros maestros,
- si el encuestado recomendaría el curso a un amigo con intereses semejantes, o
- si es uno de los mejores cursos que ha tenido.
Muchas consideraciones prácticas (logísticas, políticas, económicas, psicológicas), que impactan el diseño del formato, son requeridas para su validez. Esto incluye:
La extensión: si los formatos son muy extensos muchos alumnos no los contestarán o podrían saltarse algunas respuestas.
El tipo de preguntas: los formatos deberían incluir las preguntas que los alumnos quieren contestar sobre los cursos que están considerando tomar, evitando resentimientos o falta de buena voluntad para completar los cuestionarios; los formatos no deberían incluir preguntas que los alumnos sospechen que serán usadas para afectarlos o que están dirigidas hacia comentarios favorables (o desfavorables).
La validez de los formatos de valoración de los alumnos depende, también, del contexto de cómo o cuándo son aplicados. Para que las valoraciones de los alumnos sean válidas, deben ser obtenidas de encuestas administradas apropiadamente, controlando estrictamente la recolección de información, y con un minucioso análisis de los resultados de la misma.
Los errores más frecuentes que se manifiestan son:
- Utilizar a los mismos maestros para recoger las encuestas que los evalúan a ellos.
- Falta de control sobre las peticiones de simpatía o indulgencia por parte del maestro antes de que las formas se distribuyan.
- Tiempo inadecuado para la aplicación.
- Fallas en asegurar un tiempo adecuado para la devolución.
Para garantizar la validez de los resultados, deben evitarse los errores en el procesamiento de los datos, en el diseño de los reportes, y en la interpretación de los resultados. Los errores que se presentan más comúnmente son:
- Utilizar únicamente los puntajes, sin tomar en cuenta la distribución.
- No establecer comparaciones grupales adecuadas para que las tendencias frecuentes de valoración, que son altas en las escuelas profesionales, puedan ser tomadas en cuenta.
- Tratar las diferencias pequeñas como significativas, sólo porque son estadísticamente significativas.
- Utilizar el factor de análisis sin la validación lógica/teórica.
- Ignorar los efectos techo/piso.
- Utilizar la valoración como la única fuente tanto para la evaluación formativa como para la sumativa.
Aunque las valoraciones de los alumnos son una fuente importante de datos para la evaluación de la calidad de la enseñanza, no deberían ser las únicas. Igualmente, las valoraciones de los alumnos forman una parte esencial de la información para evaluar los cursos, talleres, programas de postrados, etc., pero no deberían adjudicarles todo el peso.
Es necesario observar la información sobre otras dimensiones de la calidad tales como las necesidades, la demanda, las oportunidades para la simbiosis, contenido y costos, y estimar su importancia relativa. Las valoraciones de los alumnos deben ser consideradas muy cuidadosamente en el contexto en el cual son obtenidas.
Tanto el administrador educativo, interesado en la mejora de la instrucción (los cursos mismos, y en el desempeño de los docentes), como los maestros y alumnos, con el mismo interés se beneficiarán del uso de estas valoraciones.
Nueve fuentes potenciales de validez de las valoraciones de los alumnos sobre la enseñanza:
- La correlación estadística positiva y significativa de la valoración de los alumnos con el aprovechamiento.
- La posición única y la cualificación de los alumnos en jerarquizar su propio crecimiento de conocimientos y comprensión.
- La posición privilegiada de los alumnos en valorar la motivación cambiante (a) hacia la materia enseñada; (b) hacia la carrera asociada con esa materia; y (c) con respecto a un cambio general de actitud hacia un mejor aprendizaje en el área de la materia.
- La posición única de los alumnos de valorar hechos observables de aspectos relevantes para una enseñanza competente, como la puntualidad del maestro y la legibilidad de su escritura en el pizarrón.
- La posición única de los alumnos en identificar la presencia constante de los indicadores del estilo de enseñanza. ¿Es entusiasta el maestro? ¿Hace muchas preguntas? ¿Propicia cuestionamientos en los alumnos?, etc.
- Relacionado con lo anterior, los estudiantes están en buena posición de juzgar asuntos tales como si los exámenes cubren el material del curso.
- Los alumnos como consumidores son capaces de reportar puntos relacionados con sus compañeros en asuntos de interés común como el costo de los libros de texto, qué tanto la atención es considerada, y si se requerirá un trabajo mayor en casa, aspectos que pueden tener importancia acerca de la calidad de la enseñanza
- Las valoraciones de los alumnos representan la participación en el proceso, frecuentemente presentada como Ala toma democrática de decisiones.
- La mejor alternativa disponible línea de argumentación.
Este artículo fue condensado del libro Ausing Student Ratings in Teacher Evaluation, por el dr. Michael Scriven, del Center for Research on Educational Accountability and Teacher Evaluation (CREATE).