Este 15 de agosto los católicos celebramos la fiesta de la Asunción de María al cielo en cuerpo y alma. Un dogma de fe que hace de esta fecha la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en honor a la madre de nuestro Señor Jesús.
Concebida sin pecado original, la santísima Virgen fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Esta verdad fue definida como dogma de fe por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. ¿Por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en este dogma? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:
“La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” #966).
Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explicaba esto mismo en los siguientes términos:
“El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio” (JP II, 2-julio-97).
Este día recordamos que María es una obra maravillosa de Dios pues fue concebida sin pecado original y su cuerpo estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado y fue siempre un templo santo e inmaculado.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza. Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.
Sugerencias para vivir la fiesta
- – Poner en un sitio destacado una imagen de la Asunción de la Virgen María que nos haga recordar las virtudes de la Santísima Virgen.
- – Llevar y ofrecer flores a la Virgen.
- – Rezar el Rosario en familia con mucha devoción.
– El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Ángeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.
***
Fundamento del dogma
El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:
1. La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María careció de todo pecado, Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces entrar prontamente en cuerpo y alma en la gloria del cielo.
2. Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo que le dio vida llegase a la corrupción.
3. Su Virginidad Perpetua: Como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.
4. Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.
La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas. Madre Adela Galindo SCTJM
Fuentes: Catholic.Net, corazones.org, homilia.org