15 Sencillos actos de caridad que olvidamos a menudo

Luisa Restrepo/Catholic-link.com

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Muchas veces pasamos por alto hechos cotidianos, pero que en su sencillez, son manifestaciones concretas del amor de Dios.

Por eso, en este tiempo de Cuaresma y acogiendo las palabras del Papa Francisco de hace algún tiempo, compartimos con los lectores estos actos sencillos de caridad que proponen desde el sitio Catholic-link.com.

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La caridad no se limita a la ayuda material, aun siendo verdaderamente necesaria, no lo es todo. Toda obra de caridad auténtica es, por lo tanto, una manifestación concreta del amor de Dios a los hombres y por ello se vuelve anuncio del Evangelio.

1. Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!

No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!

2. Dar las gracias siempre (aunque no «debas» hacerlo)

Nunca te acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes «derecho a». Todo lo recibes como un regalo, nada te «lo deben» aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.

3. Recordarle a los demás cuánto los amas

Tú sabes que los amas… ¿y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si Jesús no se hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es Amor.

4. Saludar con alegría a esas personas que ves a diario

Seguro es quien abre la puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros, que su presencia cambia las cosas.

5. Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor

¿Qué puede hacernos más humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones y alegrías… tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser compartidas.

6. Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita

¿Qué más podemos decir? No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás. Aunque suelas ayudar, recuerda que tu también eres necesitado.

7. Levantarle los ánimos a alguien

Sabes que no anda bien o nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para hacerle saber que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que te ama y que estará siempre a pesar de las dificultades.

8. Celebrar las cualidades o éxitos de otro

Solemos callarnos lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus buenas actitudes. Simples frases como «¡Felicidades!», «Me alegro mucho por ti» o «Ese color te queda muy bien» le han hecho el día a tu compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.

9. Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita

¿Te has imaginado alguna vez que tu prenda favorita de cuando tenías 17 años, ahora es la favorita de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres hermano mayor, lo sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el corazón y protege del frío a otro.

10. Ayudar cuando se necesite para que otro descanse

Esto se vive en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilidades diarias la vida es más llevadera.

11. Corregir con amor, no callar por miedo

Corregir es un arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.

12. Tener buenos detalles con los que están cerca de ti

Sabes lo que le gusta mejor que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que aquello que es dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa auténtica. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.

13. Limpiar lo que uso en casa

Para una buena convivencia, sabes que es importante organizar y limpiar lo que usas. Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras… Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.

14. Ayudar a los demás a superar obstáculos

De chiquitos lo hacíamos, ¿por qué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.

15. Llamar por teléfono a tus padres

Ahora tú vives solo, te mueves solo y quizá tienes tu propia familia. Sin embargo, tus padres aún se conmueven cuando les haces saber que piensas en ellos. Estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.

¡Que en este tiempo de Cuaresma, los gestos de caridad, cumplidos generosamente, permitan a cada uno avanzar en el camino hacia Cristo, que no cesa de salir al encuentro de los hombres! (Benedicto XVI)

 

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