
No debemos confundir el término “ofrenda” con “limosna”. Lo que depositamos en las canastas durante la misa no es una limosna, es una ofrenda; la ofrenda de nosotros mismos, que nace de la fe. La ofrenda se refiere a la contribución material que los hijos hacen a su Iglesia, la cual se debe atender con generosidad y cariño.
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Cada signo tiene un significado profundo, que muchas veces se nos escapa.
En la vida social hay unas formas, unas “reglas” de buena educación, unas maneras de tratarse, y hasta un protocolo. Una persona se muestra a sí misma, también a través de ellas.
La palabra Rosario significa “Corona de Rosas”. Cada vez que rezamos el Ave María, le estamos dando a la Santísima Virgen una hermosa rosa y cada Rosario completo, es una corona de rosas.
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La ceniza no es amuleto de protección ni nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación.
Durante el mes de noviembre la Iglesia Católica recuerda de manera especial a los Fieles Difuntos, es decir a las personas que han partido de este mundo para pasar a la vida eterna junto al Padre, animando a ofrecer oraciones y sacrificios por su salvación eterna.
Aconteció en Roma, una hermosa noche de mayo a fines del siglo XVIII. Un niño pobre reunió a sus compañeros y los guió a una estatua de María, a cuyos pies ardía una lámpara según costumbre de esa santa ciudad.
Antes de finalizar el año, es oportuno un momento de comunicación con Dios para expresarle gratitud por el don de la vida, la salud, la familia, el trabajo; también perdón por las fallas cometidas e implorarle su protección en el nuevo año que comienza.
Resulta complejo para el ser humano la comprensión del dolor y el sufrimiento. Por desgracia, quien resulta en el banquillo de los acusados es Dios, a sabiendas que Él en su amor infinito, siempre quiere lo mejor para sus hijos.