Ignacio Aréchaga - Aceprensa
29.08.2011

 

 

La Jornada Mundial de la Juventud se ha convertido en el acontecimiento que congrega al mayor número de jóvenes de casi todos los países. Este poder de convocatoria desconcierta a todos los que vienen repitiendo que los jóvenes no se interesan por la religión y que la Iglesia no conecta con ellos. Ciertamente, los que participan están entre los más identificados con la fe y con la Iglesia. Pero su procedencia y sus rasgos característicos pueden ayudar a comprender cómo la Iglesia acoge a una nueva generación.

 

Una elección personal

 

Por su cercanía a Madrid o por sus mayores posibilidades económicas, las tres cuartas partes de los peregrinos inscritos proceden de Europa y América del Norte, los dos continentes donde es más fuerte la presión de una sociedad secularizada. Para la mayoría de estos jóvenes la respuesta a la fe ha sido una elección personal, no algo culturalmente heredado. Aun los que nacieron en una familia católica han tenido que madurar su fe en un ambiente indiferente, cuando no hostil. Y otros han descubierto la fe por caminos que no tienen que ver con su familia ni con su educación.

 

Han crecido dentro de una cultura secular que les ha dejado insatisfechos, y les ha llevado a buscar en la fe el sentido de la vida. Por eso su actitud ante la religión no es polémica, sino de búsqueda. Y han descubierto a Jesucristo como Salvador y Amigo, a la Iglesia como Madre, y al Papa como una voz digna de confianza.

Es una generación más abierta a la propuesta religiosa, curiosa, disponible. Así se observa durante la JMJ en la alta participación en las catequesis por grupos lingüísticos.

 

Sería un error intentar catalogar su actitud de conservadora o progresista, de derechas o de izquierdas. Su religiosidad no tiene que ver con posturas ideológicas. Si son pro vida, contrarios a la violencia, defensores de la familia y del medio ambiente, es por su concepto de la dignidad humana.

 

Son ajenos también a las tensiones postconciliares, que nada les dicen. No son nostálgicos de un pasado que no han conocido, ni se dejan deslumbrar por la apertura a un mundo cuyas deficiencias han experimentado. De ahí que los movimientos disidentes en la Iglesia, que en vez de cambiar el mundo quieren adaptarse a él, no hayan encontrado eco entre la nueva generación de católicos.

 

Su modo de vivir la fe

 

En muchos casos los jóvenes tienen un conocimiento insuficiente de la fe, de modo que el Catecismo incluido en la mochila del peregrino les puede venir muy bien. Pero tampoco entran en polémicas doctrinales. Abrazan la ortodoxia propuesta por la Iglesia, aunque no lleguen a vivir bien el ideal cristiano.

 

En un mundo fragmentado, tienen a gala defender la identidad católica. De ahí esa naturalidad y hasta entusiasmo para proclamar su fe. El suyo es un catolicismo desacomplejado, sin reparos para manifestarse, con el crucifijo al cuello. En su deseo de buscar prácticas para expresar lo que sienten, redescubren devociones populares (cantos, via crucis, cirios encendidos...), que sus mayores abandonaron, o inventan otras nuevas.

 

Son hijos de su tiempo y, al haber crecido en una sociedad que privilegia las emociones, no es extraño que en su modo de vivir la fe tenga prioridad lo afectivo y la experiencia personal. Se sienten inclinados a participar en acontecimientos extraordinarios (peregrinaciones, la propia JMJ u otros viajes del Papa), con el riesgo de que luego influyan poco en su vida cotidiana.

 

La Iglesia cuenta con ello, y aprovecha esas ocasiones para sembrar, con la esperanza de los cambios duraderos. Lo decía el Papa a una pregunta de los periodistas en el avión: “En la siembra de la JMJ mucho se pierde y esto es humano. (...) No podemos decir que a partir de mañana recomienza un gran crecimiento de la Iglesia. Dios no actúa así. Crece en el silencio. Nosotros confiamos en este crecimiento silencioso”.

 

Algunos comentaristas presentan la JMJ como una oportunidad festiva más para los jóvenes. Pero es muy distinto estar tomando el sol en la playa que aguantar el agobiante calor varias horas en el agosto madrileño para estar con el Papa. Además, incluso en lo exterior hay signos que hacen pensar. Por fuera se ve la alegría, el espíritu de fiesta, los gritos y los cantos. Pero esto es compatible con la gran participación y el recogimiento en los actos religiosos (velas al Santísimo, via crucis, vigilias de oración...). ¡Esa impresionante multitud en silencio de adoración ante el Santísimo durante la vigilia en Cuatro Vientos! Y ahí se fragua ese “crecimiento silencioso”, para estar “arraigados en Cristo y firmes en la fe”. De ahí surgen las vocaciones y las conversiones, para las que la JMJ se han convertido en un terreno propicio.

 

En la Iglesia universal

 

En un mundo en que el creyente tiene que ir a menudo contra la corriente dominante, y puede sentirse aislado, la JMJ es un modo de fundirse en el universalismo católico. Los jóvenes confirman así su pertenencia a una Iglesia universal, sin barreras de cultura, de razas, de clases. Los distintos grupos van con sus banderas y signos de identidad, pero integrados dentro de la familia común. Y uno de los aspectos más atractivos es esta facilidad de sentirse unidos, en un clima de colaboración y respeto por las distintas sensibilidades en la Iglesia.

 

Esta fraternidad se expresa en un clima de entusiasmo. Pero este entusiasmo no es producto artificial de una manipulación desde arriba, como a veces sucede en movimientos ideológicos. Es algo que responde a una convicción personal, y que está influyendo en la Iglesia en una corriente de abajo-arriba. Con su energía juvenil, con su disponibilidad, con su receptividad, han influido en los planteamientos de la Jerarquía, que experimenta lo que realmente puede mover a los jóvenes.

 

Para transformar la sociedad

 

Entre los asistentes a la JMJ hay un núcleo duro de jóvenes católicos practicantes comprometidos; otros menos activos pero que creen y van a Misa; y otros quizá más motivados por el ambiente festivo y de amistad. No todos aprovecharán igual estos días. Pero de estos jóvenes pueden salir esas “minorías creativas” de que hablaba Ratzinger para influir en la sociedad y transformar la cultura.

 

Pues este catolicismo que expresan los jóvenes es una fe comprometida en la transformación de la sociedad y de la cultura. Ya desde su primer discurso en Madrid, Benedicto XVI confió en que sean los jóvenes los que evangelicen a otros jóvenes: “es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias”.

 

El propio clima de la JMJ ha sido ya un testimonio atractivo. Esos centenares de millares de jóvenes eran alegres sin crear tumultos, amables, dispuestos a ayudarse entre sí, entusiastas sin fanatismo, afectuosos sin vulgaridades, una juventud cuya valía solo se nota cuando forma una masa crítica. Y así lo reconocían los comentarios de muchos madrileños. Desde el camarero que se sorprende por la amabilidad de los peregrinos al policía que agradece su colaboración en el mantenimiento del orden. En Madrid los únicos incidentes con la policía los provocaron algunos protagonistas de una marcha anti-papa, que son el complemento parásito de estos eventos.

 

Tras el éxito de esta nueva JMJ, el reto es lograr que el compromiso que el Papa ha pedido a los jóvenes y que ellos han aceptado con entusiasmo, se concrete en su vida cotidiana al volver a sus países.

LaFamilia.info
01.02.2009

 

 

El pasado mes de enero se llevó a cabo en México el VI Encuentro Mundial de las Familias, auspiciado por la Iglesia Católica. En este evento el Papa Benedicto XVI, quien participó a través de videoconferencia desde la Santa Sede, instó a las asociaciones que promueven la identidad y los derechos familiares a unirse bajo una "visión antropológica coherente con el Evangelio" y las invitó a coordinarse para que sus acciones sean más efectivas.

 

Benedicto XVI llamó a desarrollar una cultura y una política de la familia impulsada por las autoridades de manera que se le brinde apoyo suficiente para que, en función del número de hijos y de los recursos económicos disponibles, le permitan libertad de educación y de elección de escuela.

 

La Máxima autoridad católica anunció que el VII Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar en Italia, en la ciudad de Milán, en el año 2012.

 

Propuestas en pro de la familia

 

Según el anfitrión del Encuentro, el cardenal Norberto Rivera Carrera, de este evento surgieron propuestas para redescubrir la belleza de la familia, y no polémicas estériles.

 

Asimismo, el arzobispo primado de México presentó un balance de las conclusiones del Congreso Teológico Pastoral que se celebró entre el 14 y el 17 de enero, con la presencia de 98 países.

 

El cardenal Rivera Carrera aseguró que en esos días "ha quedado muy claro que no estamos en contra de nadie sino sólo en favor del derecho que tenemos de proponer el Evangelio de la familia y de la vida".

 

"A nosotros nos toca volver a proponer el modelo familiar que sabemos que es el más completo, el más armonioso, el modelo que forma la comunidad de vida y amor que es el matrimonio y que se prolonga en los hijos como frutos naturales del primero de todos los valores", afirmó al sintetizar las conclusiones.

 

"Sabemos que este modelo no siempre está presente en todas las comunidades humanas, también sabemos que este modelo se nos presenta muchas veces roto en la sociedad, por la fragilidad humana, pero no podemos dejar de aspirar a seguir construyendo este modelo que realiza maravillosamente la vocación humana y divina del ser humano", afirmó el cardenal.

 

Algunas conclusiones

 

En el comunicado del Congreso Teológico Pastoral se expusieron algunas conclusiones como:

 

  • "El Encuentro constató una vez más la riqueza de la familia como educadora, formativa, transmisora de la fe, los valores, las tradiciones y la identidad cultural y espiritual, que pudieran verse cuestionados por una globalización pragmática".
  • "Frente a la crisis económica, la familia también se confirma como eje de la solidaridad y el apoyo fraternal a quienes pierden su empleo o ven mermados sus ingresos".
  • "Se reconoce a la mujer como centro riquísimo de valores y bases sólidas para la formación de los hijos y la sociedad. Para la Iglesia, la mujer ocupa un lugar principalísimo merecedor del mayor reconocimiento. Su sensibilidad aporta enormes fundamentos a la familia, el trabajo, la sociedad".

El comunicado recuerda "a los políticos que están comprometidos con el bien común, con la vida y con el respeto a la familia, al crecimiento de ésta y la consolidación".

 

Fuentes: prensalatina.com.mx, 123Chile.cl

LaFamilia.info
12.03.2012

Es frecuente ver ciertos debates en televisión planteados con hostilidad a la cosmovisión cristiana de la sociedad, y las dificultades de muchos de los representantes de la Iglesia en convencer a la audiencia con sus reflexiones. Por eso, Catholic Voices* ha propuesto diez principios básicos que debe interiorizar un católico que acude a un debate televisivo para exponer la fe:

1. Busca la intención positiva detrás de la crítica
En vez de pensar en los argumentos que se van a tener que rebatir, hay que pensar en los valores que están detrás de esos argumentos; buscar el principio ético cristiano (a veces escondido) que sostiene esos valores. ¿Qué otros valores (cristianos) está ignorando el que critica?

Los problemas acaban siendo neurálgicos cuando tratan de valores absolutos; los conflictos, como las guerras, surgen cuando esos valores se ven amenazados. Eso es lo que genera la mentalidad defensiva y el antagonismo. En lugar de caer en esta trampa, cuando se esté discutiendo piense en los diferentes valores en juego y en cómo se deben sopesar. Después, se debe reflexionar sobre cómo se puede, al principio de la discusión, unirse al valor que sostiene el que critica. Esto tiene un efecto cautivador y permite tener una discusión mucho más tranquila y considerada. Ya no es un guerrero en una batalla cultural de valores absolutos, sino alguien que aporta tolerancia y sabiduría a un problema contencioso.

2. Aporta luz y no calor
Como personas de fe, queremos arrojar luz sobre los temas difíciles: los temas ya son acalorados de por sí. Y también queremos que se vea, por nuestro comportamiento y manera de hablar, la Iglesia a la que pertenecemos y que nos ha formado. Cuando hablamos (y por la manera en la que hablamos), dejamos ver lo que queremos decir.

Si se acude a una discusión para aportar luz en vez de calor, el énfasis será completamente diferente. Habrá que escuchar con atención la opinión del otro por mucho que se esté en desacuerdo. Nuestro objetivo será dejar que entren rayos de luz sobre el tema, y así abrir la discusión, respetando el punto de vista del otro pero manteniendo el propio. Mantener la calma nunca falla.

3. La gente no se acuerda de lo que has dicho, pero sí de cómo les has hecho sentir
Intelectuales y teólogos: cuidado. La erudición es lo contrario a la comunicación, la cual se sirve de palabras sencillas para explicar ideas complejas. La finalidad no consiste en que tus argumentos sean lúcidos, sino en que tus palabras sean entendidas.

Por supuesto, es muy importante la verdad que hay en las palabras. Lo que nos proponemos al responder a preguntas o críticas no es más que a iluminar allá donde haya oscuridad o confusión. Pero no somos nosotros los que persuadimos; es la Verdad. Nuestra tarea consiste en servir a la Verdad lo mejor que podamos. Y cuando mejor servimos a la Verdad es cuando no intentamos “derrotar” al que se opone, sino lo contrario, buscamos actuar con civismo, empatía y claridad.

Así pues, evalúa, tras cada intercambio, según este criterio: ¿he ayudado a que los demás entiendan mejor la enseñanza o posturas de la Iglesia? ¿Y cómo les he hecho sentir: animados o derrotados? ¿Inspirados o acosados? ¿Con ganas de escuchar más o aliviados de que se haya terminado?

4. No cuentes, muestra
Solemos preferir una historia a una charla, y prestamos más atención a la experiencia que a los argumentos. Eso no quiere decir que no se deban utilizar argumentos. Pero siempre que se pueda, hay que complementarlos con ilustraciones: anécdotas sobre experiencias personales o situaciones hipotéticas que ayuden a “imaginar” lo que se quiere decir. En lugar de contar que la Iglesia ayuda a los que padecen el SIDA en África, hay que hablar de los hospitales y dispensarios en los pueblos más remotos del campo africano, donde las monjas cuidan de los pacientes en cabañas que se caen a trozos. No te sientas el portavoz de una compañía distante, sino un discípulo encantado de compartir historias.

5. Piensa en triángulos
Las discusiones pueden ser muy desorganizadas, deslizándose a ciegas cuesta abajo hasta que se nos olvida cuál era el tema principal. Es importante asegurarse que nuestra contribución sea concisa, clara y que no deje de lado a nadie. Hay que pulir las ideas reduciéndolas a los tres argumentos principales que se quieren proponer.

6. Sé positivo
Este es un principio básico de la comunicación y más importante aún cuando estamos argumentando el punto de vista de la Iglesia en contra de algo, lo cual puede ser común en la sociedad de hoy. La Iglesia se opone a muchas cosas, pero porque desea proteger y mejorar.

Casi todo lo que proclama la Iglesia lo hace porque quiere conducir a la gente, y a la sociedad en general, a la plenitud de la vida, la salud y la prosperidad sostenible. La Iglesia no es como un policía moral con cara de huraño; es más bien como la Madre Teresa, que se entrega a la gente olvidada y débil.

7. Sé compasivo
La compasión es la cualidad que debería distinguir a los cristianos, pero desafortunadamente, puede estar ausente en discusiones con un católico.

Aquellos que creen fervientemente en sus valores suelen sentirse frustrados cuando otros rechazan o ignoran lo que es tan importante para ellos. Sin embargo, ese sentimiento es esencialmente egocéntrico. Pretenden que otra persona entienda y valore lo que ellos consideran importante. Pero el que critica también tiene sus propios principios y puede que también se sienta frustrado si no se valoran.

Entramos así en un círculo vicioso. Ser compasivo, incluso en grandes discusiones, es esencial para salir de este círculo vicioso de reproche mutuo. Ser compasivo es poder entender esta furia y dolor, y así relacionarse con los demás como un ser humano a otro. Los que critican a la Iglesia se muestran particularmente sensibles al hecho de que los católicos aparezcan de forma sistemática repitiendo lo que les “dijeron” que debían pensar.

Para un Catholic Voice supone un reto constante evitar ser el frío e insensible representante de una institución humana distante. Hay muchas maneras de salir de esta trampa: hablar de tu propia experiencia, contar historias que muevan a la emoción, o dar ejemplos. Pero también puede ser que simplemente necesitemos saber escuchar y estar preparados para absorber la furia y el dolor que algunos sienten hacia la Iglesia; tan solo esto ya supone una herramienta de compasión completamente válida. Si es la primera experiencia que tienen de que alguien con fe les escuche, la compasión es el mejor testimonio que podemos ofrecer.

8. Ten datos preparados, pero evita actuar como un robot
Hay que partir de una buena preparación y tener datos que enmarquen la discusión. Pero las estadísticas pueden resultar abstractas e inhumanas, o simplemente una tapadera: se suele pensar que los políticos que hacen uso de ellas están mintiendo. Sobre todo, es relevante intentar que la discusión no se convierta en un ping-pong de estadística, un juego del que muchos pagan por alejarse. Si usas estadísticas, no te compliques. Asegúrate de que las cifras sean redondas, claras y que todo el mundo pueda entenderlas. Úsalas solo cuando realmente las necesites.

La crítica hacia la Iglesia suele estar fundamentada en citas erróneas o falta de comprensión global. Por lo tanto, es importante ir a la fuente y comprobar dónde se ha torcido la verdad o en qué parte se ha interpretado mal.

9. No se trata de ti
Para una buena comunicación es esencial aparcar el ego. No es que el crítico no te valore o no te respete a ti, sino a lo que tú representas. Tu miedo, timidez y defensiva son los productos de tu ego que se queja. Piensa en Juan el Bautista, un comunicador sin miedo; la fuente de su fuerza fue saber que él era la puerta por la que tenía que pasar la gente para llegar a Jesucristo.

Ahora pasemos a zanjar la cuestión de si tu intervención va a ser fantástica o espantosa. Es inevitable sentirse un poco nervioso antes de hablar en público, pero un exceso de nervios suele tomarse como una señal de timidez. Sin embargo, el ego nos engaña y nos hace pensar que nosotros somos el centro de la atención, lo que nos hace temblar por los nervios o hincharnos de absurdo orgullo. Respira hondo para calmarte antes de empezar y haz una pausa antes de responder a la pregunta. Por supuesto, la mejor forma de apagar los nervios es prepararse bien.

Rezar antes de entrar en un plató o de empezar un debate es vital: no solo para apagar los nervios y aparcar el ego, sino también para recordar para qué y para quién vas a hablar. Reza para que el Espíritu Santo esté contigo y hable a través de ti.

10. Vas a dar testimonio, no a ganar
Uno de los periodistas encargados de cubrir el viaje papal estaba descansando en Londres después de escribir sobre el segundo día de Benedicto XVI en dicha ciudad. En la mesa de al lado había dos mujeres que miraban sin demasiado interés el seguimiento en directo de la llegada del Papa a Hyde Park. Dos miembros de Catholic Voices estaban siendo entrevistados y comentaban, explicando con precisión y entusiasmo, lo que el Papa significaba para ellos, para los católicos y para el Reino Unido. También contaban por qué creían que el viaje en cuestión era un beneficio para la sociedad en general. Una vez hubieron terminado, una de las mujeres se giró y le dijo a la otra: “Bueno, parece que no todos están locos". El periodista nos dijo: “¡Habéis ganado el partido!”.

El poder de estas reacciones no es algo fácil de medir. Sin embargo, bastante gente que vuelve a la Iglesia después de muchos años o que decide interesarse por convertirse al catolicismo, suele alegar haber oído o visto a alguien decir algo que les causó impresión y seguía dándole vueltas en la mente. No obstante, no suele ser el resultado de una discusión brillante o de una frase bonita. Casi siempre se trata de una “reformulación”: un prejuicio o una preconcepción que es rebatida o incluso dada la vuelta. A esto lo llamamos “conversión”.

Este es el idioma de las batallas y ataques, de la guerra y la persecución. Hay algunos católicos a los que les gustaría levantar el puño en contra de los que atacan a un Papa que, según ellos, está siendo injustamente atacado en temas como la adopción por homosexuales o el abuso sexual clerical. Pero aunque tienen el derecho a defenderle y a explicar mejor las cosas, también deberían evitar formar parte del ciclo de acusación y defensa.

Y, como es bien sabido, nadie está más fuera de ese ciclo que el mismo Papa Benedicto. ¿Qué fue lo que hizo tras aterrizar en Escocia? Bendijo al país, agradeció su hospitalidad, besó bebés y derritió corazones. Dijo palabras fuertes, palabras provocadoras, a los que le escuchaban; pero eran palabras razonables, llenas de compasión y dichas con convicción. No daba órdenes, sino que hacía un llamamiento. Demostró compasión, empatía y verdadero amor. Por ese testimonio que dio de sí mismo, la gente del Reino Unido estuvo dispuesta a escucharle. Esa fue su victoria, el único tipo de victoria que tenemos que perseguir.

Sobre Catholic Voices*

Catholic Voices nació en el Reino Unido de la mano del periodista español Jack Valero y de Austen Ivereigh, tras comprobar el gran interés de las televisiones por cubrir el viaje de Benedicto XVI al país, y las dificultades de los portavoces eclesiales por transmitir el mensaje en el siempre difícil mundo del debate televisivo con formato más bien superficial.

Jack y Austen, ambos curtidos en el mundo de la comunicación, decidieron con otros colegas formar a portavoces católicos no oficiales, preferentemente seglares, para que pudieran ir a la televisión y dar un mensaje veraz y convincente sobre el viaje papal y la Iglesia.

En concreto, Catholic Voices toma como modelo al Cardenal Newman, beatificado por el Papa el pasado septiembre, el cual decía: “Quiero un laicado, que no sea arrogante, ni charlatán, ni polemizador, sino hombres [y mujeres] que conozcan su religión, que entran en ella, que saben dónde están, que saben lo que tienen y lo que no, que conocen su fe tan bien que pueden dar testimonio, que saben mucho de la historia que se puede defender. Quiero un laicado inteligente, bien instruido, […que…] entienda cómo la fe y la razón están cada una en la base y los principios del Catolicismo”.

La iniciativa de Jack Valero y de Austen Ivereigh tuvo tanto éxito, que su Catholic Voices se está implantando en otros países, además del Reino Unido, como España, México, Polonia, Costa Rica...

Fuente: religionenlibertad.com

LaFamilia.info
01.08.2011

 

 

En Madrid ya todo está listo para recibir a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo en su gran encuentro con el Papa Benedicto XVI. La versión número 26 de la Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar entre el 16 y el 21 de agosto y es uno de los eventos más esperados del año.

 

Historia de la JMJ

 

El espíritu de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) comenzó en Roma durante el Jubileo de 1983-1984, el Año Santo de la Redención. Más de 300.000 jóvenes, procedentes de todas las partes del mundo, acogidos por cerca de 6.000 familias romanas, participaron en el Jubileo internacional de la juventud.

 

En 1985 la ONU proclamó el Año Internacional de la Juventud. Con este motivo, la Iglesia Católica organizó un nuevo encuentro internacional el Domingo de Ramos de ese mismo año. Se reunieron en la Plaza de San Pedro de Roma más de 350.000 jóvenes. Tras el éxito de esta convocatoria, el Papa instituyó la Jornada Mundial de la Juventud.

 

Al año siguiente, el 23 de marzo, Domingo de Ramos, tuvo lugar en Roma la primera Jornada Mundial de la Juventud, con el lema “Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15).

 

Fue la primera de una serie de citas con jóvenes que contribuyó a atribuir al Papa Juan Pablo II el calificativo de “El Papa de los jóvenes”. En esta primera jornada, el Papa convocó a los jóvenes para la siguiente JMJ en Buenos Aires, Argentina, primera Jornada Mundial de la Juventud de carácter internacional.

 

Desde entonces, la JMJ se realiza anualmente en las diócesis del mundo en el Domingo de Ramos y se alterna con un gran encuentro internacional cada tres años en una gran metrópoli. Estos encuentros internacionales de varios días reciben habitualmente el nombre de Jornada Mundial de la Juventud.

 

Para facilitar la asistencia de los jóvenes, desde Santiago de Compostela en 1989 se suele celebrar entre finales de julio y mediados de agosto, pues coinciden las vacaciones de los estudiantes en el hemisferio norte y, en ocasiones, las vacaciones de invierno en el hemisferio sur.

 

La cruz, el ícono de la JMJ

 

Es conocida como la “Cruz del Año Santo”, la “Cruz del Jubileo”, la “Cruz de la JMJ”, la “Cruz peregrina”; muchos la llaman la “Cruz de los jóvenes”, porque ha sido entregada a los jóvenes para que la llevasen a todos los lugares y en todo tiempo. Ésta es su historia:

 

Era en 1984, Año Santo de la Redención, cuando el Papa Juan Pablo II decidió que tenía estar una cruz -como símbolo de la fe- cerca del altar mayor de la Basílica de San Pedro, donde todos pudiesen verla. Así fue instalada una gran cruz de madera, de una altura de 3,8 m, tal como él la deseaba.

 

Al final del Año Santo, después de cerrar la Puerta Santa, el Papa entregó esa misma cruz a la juventud del mundo, representada por los jóvenes del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo en Roma. Éstas fueron sus palabras en aquella ocasión: “Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Roma, 22 de abril de 1984).

 

Los jóvenes acogieron el deseo del Santo Padre. Se llevaron la cruz al Centro San Lorenzo, que se convertiría en su morada habitual durante los períodos en los que aquélla no estuviera peregrinando por el mundo.

 

En 2003 al final de la Misa de Ramos, Juan Pablo II quiso regalar a los jóvenes una copia del icono de María Salus Populi Romani: “A la delegación que ha venido de Alemania le entrego hoy también el icono de María. De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas Mundiales de la Juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida.” (Angelus, XVIII Jornada Mundial de la Juventud, 13 de abril de 2003). La versión original del icono es custodiada en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.

 

En esta Cruz se ve la presencia del amor de Dios. A través de esta Cruz, muchos jóvenes llegan a comprender mejor la Resurrección y algunos encuentran el valor de tomar decisiones respecto a su vida.

 

Datos y cifras de la JMJ 2011

 

Este año se han aglomerado los esfuerzos para ser un evento que marque huella en la historia. Hasta el momento y aún sin dar comienzo aún a la JMJ 2011, se tienen las siguientes cifras:

 

  • - 22.500 son los voluntarios españoles e internacionales velarán por el buen funcionamiento del evento.
  • - Cerca de 421.000 inscritos de todos los rincones de la tierra participarán este año.
  • - Entre 30.000 y 40.000 familias han ofrecido sus casas para acoger a los peregrinos.
  • - Se estima la asistencia de 4.000 medios de comunicación de los cinco continentes.
  • - Los 10 primeros países en asistencia son: 1) Italia, 2) España, 3) Francia, 4) Estados Unidos, 5) Alemania, 6) Brasil, 7) Polonia, 8) Portugal, 9) México, 10) Argentina.
  • - La JMJ Madrid 2011 no costará “ni un euro” al contribuyente español y sí supondrá una inyección de al menos cien millones de euros para España. *Aseguró el director financiero de la JMJ, Fernando Giménez Barriocanal.
  • - Varias compañías se han unido al evento: El Corte Inglés, Movistar, Santander, Iberia, Grupo Mahou San Miguel, Grupo Nutrexpa, Canal de Isabel II, FCC, Endesa, - Abengoa, Mutua Madrileña, Grupo OHL, entre otros.
  • - Más de 20 musicales y 100 conciertos de música se realizarán en la ciudad sede.
  • - Por primera vez, la JMJ será totalmente accesible para los más de 5.000 asistentes con discapacidad, para ello, se han adaptado las múltiples instalaciones donde se realizarán los eventos.

Fuentes: ciudadredonda.org, opuesdei.es

 

LaFamilia.info
05.08.2013

 

Con un clima de alegría y fiesta, finalizó el evento más multitudinario en toda la historia de Brasil; el Papa Francisco logró convocar a más de 3 millones de jóvenes de todo el mundo, además de los miles de fieles que desde la distancia también lo siguieron a través de las redes sociales y demás medios de comunicación.

 

El Papa Francisco motivó a la juventud, no sólo con su palabra sino con su actitud. Su carisma, simpatía, sencillez y cercanía, sobresalieron en toda la Jornada. El Papa también emitió numerosos mensajes contundentes, le habló a los jóvenes, a los religiosos, a los ancianos, a los políticos, a los más necesitados, a las familias. Estas son algunas de sus frases más memorables a lo largo de este inolvidable evento.

 

Los jóvenes

 

“Queridos jóvenes, sean auténticos «atletas de Cristo». Jueguen en su equipo.”

 

“Queridos jóvenes, aprendan a rezar cada día. Así conocerán a Jesús y le permitirán entrar en sus vidas.”

 

“Los jóvenes tienen confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con Él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados”.

 

“Vayan, sin miedo, para servir”.

 

La evangelización es “llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo”. “Queridos jóvenes, Jesucristo cuenta con ustedes. La Iglesia cuenta con ustedes. El Papa cuenta con ustedes”.

 

“Es común entre ustedes oír decir a los padres: Los hijos son la pupila de nuestros ojos. ¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría brasileña, que aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos, la abertura por la que entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro de la vista! ¿Qué sería de nosotros si no cuidáramos nuestros ojos? ¿Cómo podríamos avanzar? Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno de nosotros se deje interpelar por esta pregunta provocadora”.

 

“El poseer, el dinero y el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices. Pero al final nos dominan y nos llevan a querer siempre más y a estar insatisfechos”. Así mismo propuso ir contra corriente en una “revolución copernicana, que nos quita del centro a nosotros y pone en él a Dios”.

 

Las familias

 

“¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.

 

“Los jóvenes necesitan ser escuchados. Tengan la paciencia de escucharles, se lo pido de todo corazón”.

 

Los fieles

 

“No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo: La paz de Cristo esté con ustedes”.

 

“El Evangelio no es para algunos sino para todos. No es solo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos”.

“Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría.”

 

“Siempre puede haber espinas y piedras en la vida, pero les pido hacer un cachito de buena tierra en los corazones. Van a ver cómo germina”.

“Que desde la Amazonía hasta la pampa, desde las regiones áridas al pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa”.

 

“Llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo”.

 

”Hemos de aprender a abrazar a los necesitados”.

 

Sacerdotes y religiosos

 

“No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio.”

 

“Los obispos deben ser pastores cercanos a la gente, padres y hermanos con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida”. “Deben ser hombres que no tengan ‘psicología de príncipes’”.

 

Dirigentes políticos

 

“El futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza”. (En el encuentro con los dirigentes políticos).

 

***

 

Los números de la JMJ Río 2013

 

Los siguientes datos fueron divulgados por el Comité Organizador Local, el cual hace un balance sumamente positivo de la JMJ 2013:

 

- A lo largo de la Jornada, participaron presencialmente más de 3 millones de jóvenes, la segunda jornada más numerosa después de la de Filipinas en 1984 cuando más de 4 millones de jóvenes acudieron al llamado de Juan Pablo II.

 

- A la misa de apertura asistieron 600.000 personas.

 

- A la misa de clausura asistieron 3,7 millones de personas.

 

- La ceremonia de acogida del santo Padre el día 25, reunió a 1'2 millones de personas en la playa de Copacabana.

 

- En cuanto al Vía Crucis, llegó a 2 millones de personas el día 26. En la vigilia, cerca de 3'5 millones de jóvenes estuvieron presentes en Copacabana.

 

- Fueron 427 mil inscripciones de 175 países. Los peregrinos inscritos con alojamiento, fueron 356.400.

 

- Los países con mayor número de inscritos fueron Brasil, Argentina, Estados Unidos, Chile, Italia, Venezuela, Francia, Paraguay, Perú y México. Del total de inscritos internacionales, el 72.7% estuvieron en Brasil por primera vez y un 86.9% nunca había participado en una JMJ.

 

- Hubo más de 70.000 descargas en el sitio web oficial y más de 200.000 visitas. Facebook recibió más de 1,1 millones de seguidores y flickr superó 10.000 descargas.

 

- Para cubrir la JMJ Río2013 se acreditaron 6.400 periodistas de 57 países.

 

- Participaron 60.000 voluntarios.

 

- Se ubicaron un total de 100 confesionarios y se produjeron 4 millones de hostias.

 

- Entre los peregrinos inscritos, el 55% eran mujeres, el 60% de los participantes de entre 19 y 34 años.

 

 

LaFamilia.info
20.02.2012

El Pontífice ha manifestado en su mensaje para la Cuaresma 2012, que tiene como lema "Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras", la importancia de “estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos”.

Reproducimos el texto completo del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2012.

* * *

“Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”
(Hb 10, 24)

Queridos hermanos y hermanas,

La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza valiosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.

1. "Fijémonos": la responsabilidad para con el hermano.

El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solícita y atenta providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse ajenos, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado recíproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. El Siervo de Dios Pablo VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta. Enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).

La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre. En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico Epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf.Lc 16,19). En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los derechos del pobre, el malvado es incapaz de conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza.

El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no sólo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último. En la Sagrada Escritura leemos: «Reprende al sabio y te amará. Da consejos al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo y crecerá su doctrina» (Pr 9,8ss). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado (cf. Mt 18,15). El verbo usado para definir la corrección fraterna —elenchein— es el mismo que indica la misión profética, propia de los cristianos, que denuncian una generación que se entrega al mal (cf. Ef 5,11). La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de «corregir al que se equivoca». Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano. El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1). En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.

2. "Los unos en los otros": el don de la reciprocidad.

Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así. El apóstol Pablo invita a buscar lo que «fomente la paz y la mutua edificación» (Rm 14,19), tratando de «agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación» (ib. 15,2), sin buscar el propio beneficio «sino el de la mayoría, para que se salven» (1 Co 10,33). Esta corrección y exhortación mutua, con espíritu de humildad y de caridad, debe formar parte de la vida de la comunidad cristiana.

Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo. La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos. Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

3. "Para estímulo de la caridad y las buenas obras": caminar juntos en la santidad.

Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24) nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad, el camino constante en la vida espiritual, a aspirar a los carismas superiores y a una caridad cada vez más alta y fecunda (cf. 1 Co 12,31-13,13). La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.

Lamentablemente, siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos ha dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt 25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal (cf. Lc12,21b; 1 Tm 6,18). Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien no avanza, retrocede. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31). Al reconocer y proclamar beatos y santos a algunos cristianos ejemplares, la sabiduría de la Iglesia tiene también por objeto suscitar el deseo de imitar sus virtudes. San Pablo exhorta: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua. Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

LaFamilia.info
21.01.2011

 

 

En vista que la beatificación del apreciado Papa Juan Pablo II ya es todo un hecho, sería valioso conocer en detalle qué es una beatificación, por qué se concede, qué se necesita para otorgarse, en qué se diferencia de la canonización... Encuentra aquí las 7 preguntas y respuestas que todo cristiano debiera conocer.

 

1. ¿Qué es una beatificación?

 

Es una primera respuesta oficial y autorizada del Santo Padre a las personas que piden poder venerar públicamente a un cristiano que consideran ejemplar, con la cual se les concede permiso para hacerlo. Es una sentencia no definitiva que tiende a la canonización y permite que se le tribute culto con ciertas limitaciones.

 

Para iniciar el proceso de beatificación el Código de Derecho Canónico exige que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel, aunque el Papa tiene la prerrogativa de saltarse esa norma, como ya hizo Juan Pablo II con la beata Madre Teresa de Calcuta y Benedicto XVI con Juan Pablo II.

 

Para el acto ceremonial de la beatificación, el Papa suele designar un Cardenal que la realice en su nombre.

 

2. ¿Cómo surgió la beatificación?

 

La declaración de santidad podemos decir que es tan antigua como la misma Iglesia. En los primeros siglos esta declaración se hacía de una manera sencilla y casi espontánea, brotaba de la fe del pueblo, de la “vox populi”, que luego era aceptada por la jerarquía de la Iglesia. Tiempo después, los obispos tomaron responsabilidad por la declaración de santos en sus diócesis, para así evitar abusos.

 

Sin embargo, con el paso del tiempo ha evolucionado el proceso. A partir del siglo X, se pedía con frecuencia la aprobación del Papa, y desde el siglo XIII se reservó exclusivamente a él. Los papas Urbano VIII y, sobre todo, Benedicto XIV en el siglo XVIII, establecieron las normas que han de seguirse en las dos fases de que consta la declaración de santidad: la beatificación y la canonización, ambas reservadas al romano pontífice. *La gran persecución, Vicente Cárcel Ortí, Ed. Planeta, pp. 259-262. Interrogantes.net.

 

3. ¿Quién hace la petición de la beatificación?

 

A quien le corresponde hacer la solicitud de beatificación ante la Santa Sede, es el obispo de la región donde nació, vivió o murió el candidato. Debe presentar un informe que consiste en una biografía completa y un resumen de evidencias del milagro atribuido al mismo. No obstante, antes de iniciar una causa, el obispo local debe consultar a los otros obispos de la región, para decidir si tiene sentido pedir la canonización del candidato.

 

A partir de ese momento, comienza un largo y cuidadoso proceso a cargo de diferentes expertos, quienes después de varias fases, emiten la resolución final. Finalmente, si el caso es aprobado, el candidato es declarado “beato”.

 

4. ¿Qué es una canonización?

 

Con la canonización, al “beato” le corresponde el título de “santo”. La canonización, en términos generales, es un decreto concerniendo la veneración eclesiástica pública de un individuo.

 

Después de la beatificación, la causa queda parada hasta que se presenten –si es que se presentan– adicionales señales divinas, en cuyo caso todo el proceso de milagros se repite. Las fichas activas de la congregación contienen a varios centenares de beatos, algunos de ellos muertos hace siglos, a quienes les faltan los milagros finales, posbeatificatorios, que la Iglesia exige como signos necesarios de que Dios sigue obrando a través de la intercesión del candidato. Cuando el último milagro exigido ha sido examinado y aceptado, el Papa emite una bula de canonización en la que declara que el candidato debe ser venerado (ya no se trata de un mero permiso) como santo por toda la Iglesia universal. Esta vez el Papa preside personalmente la solemne ceremonia en la basílica de San Pedro, expresando con ello que la declaración de santidad se halla respaldada por la plena autoridad del pontificado. En dicha declaración, el Papa resume la vida del santo y explica brevemente qué ejemplo y qué mensaje aporta aquél a la Iglesia. *Enciclopedia católica ACI.

 

5. ¿Quién tiene el poder de declarar a un candidato merecedor de beatificación o canonización?

 

Únicamente el Santo Papa; aunque se establecen unos tribunales de investigación, se realizan diversos estudios y análisis por asesores expertos, se consultan con los cardenales de la congregación, es él quien tiene la decisión final.

 

6. ¿Qué requerimientos se necesitan para concederse una beatificación?

 

Además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo/a de Dios y verificado después de su muerte. El milagro debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye tanto el parecer de un comité de médicos (algunos de ellos no son creyentes) y de teólogos.

 

No obstante, el milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir (cristiano que ha donado su vida a la causa del Señor). *Padre Jordi Rivero, Corazones.org

 

7. ¿Por qué la Iglesia Católica canoniza?

 

La Constitución Divinus Redemptoris Magister (25-1-1983) dice que, "Desde tiempos inmemorables la Sede Apostólica propone a la imitación, veneración y a la invocación a algunos cristianos que sobresalieron por el fulgor de sus virtudes."

 

Todos los santos y beatos de la Iglesia realizaron una misión común: llevar a la perfección la “vida cristiana”. Perfección a la cual todos estamos llamados por el mismo Señor cuando nos dijo: "Sed perfectos como Mi Padre es perfecto"(Mt 5:48). Vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, miles de hombres y mujeres, niños y ancianos se han lanzado a la conquista de esta gracia y nosotros en nuestros días somos dichosos al tener tan “gran nube de testigos” que son ejemplo seguro que podemos seguir en nuestro caminar hacia la perfección. *Padre Jordi Rivero, Corazones.org

 

El proceso de beatificación de Juan Pablo II

 

El 13 de mayo de 2005, el Cardenal Camillo Ruini, Vicario para la ciudad de Roma, dio formalmente por iniciado el proceso de beatificación de Juan Pablo II; para ello, Benedicto XVI concedió el 28 de abril dispensa del plazo de cinco años de espera después de la muerte requerido por el derecho canónico para iniciar el proceso de beatificación, de modo similar a como hizo el mismo Juan Pablo II con el proceso de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta.

 

El 2 de abril de 2007, dos años después de su muerte, concluyó la fase diocesana del proceso de beatificación, reuniéndose todos los testimonios sobre su vida y los presuntos milagros, destacándose el de la monja francesa Marie Simon Pierre, quien dice haber sido curada por intercesión del Pontífice fallecido de la enfermedad de Parkinson dos meses después de su muerte.

 

En una misa que se realizó en la Plaza de San Pedro el mismo día, el Papa Benedicto XVI aseguró que el proceso va rápidamente. En tal fecha, finalizada la primera fase de su proceso de canonización, le fue concedido el título de “Siervo de Dios”.

 

El 19 de diciembre de 2009 fue declarado “Venerable” por Benedicto XVI. Un milagro atribuido a su intercesión fue analizado y considerado inexplicable según la ciencia, por lo que tras diversas reuniones el Papa Benedicto XVI autorizó la beatificación de Juan Pablo II en enero de 2011. La ceremonia de beatificación está programada para el 1 de mayo de 2011.

 

A principio de 2011, P. Federico Lombardi, Portavoz ante la Prensa del Vaticano anunció la fecha de la beatificación y el traslado de sus restos mortales, que hasta entonces se encontraban en la cripta vaticana, hasta la capilla de San Sebastián de la Basílica de San Pedro, en donde podrá ser venerado con culto público por fieles y peregrinos, de manera similar como se hizo con Juan XXIII, preparando la capilla para allí ser expuesto, cubriendo su cara con una máscara dejando el resto del cuerpo perfectamente visible, con vestiduras pontificias.

 

Este proceso de beatificación es catalogado como el más corto de la historia de la Iglesia Católica moderna, ya que duró seis años y 30 días, superando en un mes el proceso de beatificación de Teresa de Calcuta. A pesar de ello, y según las declaraciones de Lombardi, el proceso se han hecho de manera minuciosa, con completos estudios sobre el milagro de la curación de Sor Marie Simon, así como al resto de su vida, declarando según el decreto papal a Juan Pablo II como digno de veneración por sacerdocio limpio e intachable y una vida ejemplar y digna de admiración cristiana. *Wikipedia.com

 

Datos curiosos

  • - Actualmente hay más de 2.000 causas de canonización abiertas.
  • - En la Iglesia Católica se registran más de 5.000 santos canonizados.
  • - A lo largo de su Pontificado, Juan Pablo II canonizó alrededor de 200 santos.
  • - La primera canonización aprobada directamente por un papa (Papa Juan XV), fue en el año 993, a Ulric de Ausburg.
  • - La Iglesia Católica es la única confesión religiosa que posee un mecanismo formal, continuo y altamente racionalizado para llevar a cabo el proceso de canonización de una persona.

Fuentes: Enciclopedia Católica ACI, Catholic.net, Corazones.org, Encuentra.com, Wikipedia

 

ACI
14.03.2012

Jorge Mario Bergoglio, desde ahora el Papa Francisco, es un hombre sencillo, austero, de perfil bajo pero enérgica prédica, valiente defensor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, amante de la música, la literatura y como buen argentino, del fútbol.

El Papa Francisco es el primer Papa de América, el primer hispanohablante, el primer jesuita en ser Pontífice y el primero en elegir el nombre del santo de Asís y del gran evangelizador de la Compañía de Jesús, San Francisco Javier.

Nació en Buenos Aires, capital de Argentina, el 17 de diciembre de 1936. Asume el Pontificado con 76 años de edad. Es uno de los cinco hijos de Mario Bergoglio, un ex empleado ferroviario, y Regina Sívori, ama de casa.

Se graduó como técnico en ingeniería química cuando descubrió el llamado a la vida religiosa y a los 20 años de edad ingresó a la Compañía de Jesús. Perdió buena parte de un pulmón debido a una enfermedad respiratoria y a los 33 años fue ordenado sacerdote. Goza de muy buena salud, gracias a la vida austera y rigurosa que siempre ha observado.

Fue superior provincial de los jesuitas entre 1973 y 1979, en plena dictadura militar argentina, tiempos violentos en los que debió reencauzar la misión pastoral de los jesuitas en el país. Su difícil labor mereció el reconocimiento de sus hermanos religiosos y le ha valido calumnias de parte de grupos extremistas.

En 1992, el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Auxiliar de Buenos Aires. En 1997 lo nombró Arzobispo Coadjutor y el 28 de febrero de 1998 asumió el cargo de Arzobispo de Buenos Aires, sucediendo al Cardenal Antonio Quarracino. En el año 2001 fue designado Cardenal. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos y en diciembre de 2011, al cumplir 75 años de edad, presentó su renuncia al cargo de Arzobispo, pero el Papa Benedicto XVI no la aceptó.

El Cardenal Bergoglio es conocido en su país por llevar una vida muy austera. Vivía solo en un departamento sencillo, en el segundo piso del edificio de la Curia, al lado de la Catedral, y fue un enérgico defensor de los argentinos durante la crisis económica y social que en el año 2001 derivó en la renuncia de Fernando de la Rúa. Se sabe que suele cuidar personalmente a sacerdotes ancianos y enfermos de la diócesis de Buenos Aires e incluso ha pasado noches enteras ofreciendo asistencia en los hospitales de su ciudad.

En esta fotografía, se observa al Cardenal Bergloglio besando los pies de un menor presuntamente enfermo. Según Yahoo!, ésta es una “de las imágenes más virales de la red” de las relacionadas con el nuevo Papa.

Siempre trató de mantenerse alejado de las cámaras y conservar un perfil bajo, en Buenos Aires viajaba en transporte público -metro (tren subterráneo) y autobuses- como cualquier sacerdote, siempre vistiendo sotana. Con frecuencia confesaba en la Catedral de Buenos Aires como un presbítero más, y ha tratado de no tener una gran exposición en los medios de comunicación.

Foto izquierda: mientras era Cardenal. Foto derecha: en su primer viaje como Papa (a la Casa Santa Marta luego del cónclave), prefirió ir en bus con todos los cardenales, y no en el auto oficial del Vaticano.

En sus viajes a Roma mantuvo este mismo perfil y era frecuente verlo con un sobretodo negro sin lucir la llamativa vestimenta de los purpurados. Cuando fue creado Cardenal, no se compró una vestimenta nueva, sino que ordenó arreglar la que usaba su antecesor el Arzobispo Quarracino.

Sus amigos aseguran que es un apasionado lector de Dostoievski, Borges y autores clásicos, gusta de la ópera, el tango y el fútbol. Es simpatizante del Club Atlético San Lorenzo de Almagro.

ForumLibertas.com
03.10.2011

Muy fructífera resultó la visita del Papa Benedicto XVI a su tierra natal, Alemania, que realizó entre el 22 y el 25 de septiembre y a la que definió como “una gran fiesta de fe”. A continuación las citas más representativas pronunciadas por el Pontífice en este viaje.

  1. Actualmente, la mayoría de la gente en esta tierra vive lejana de la fe en Cristo y de la comunión de la Iglesia. Los últimos dos decenios, sin embargo, presentan también experiencias positivas: un horizonte más amplio, un cambio más allá de las fronteras, una confiada certeza de que Dios no nos abandona y nos conduce por nuevos caminos. "Donde está Dios, allí hay futuro".
  2. Pero estas posibilidades, ¿nos han llevado también a un incremento de la fe? ¿No es necesario, tal vez, buscar las raíces profundas de la fe y de la vida cristiana en algo más que en la libertad social? Muchos católicos convencidos han permanecido fieles a Cristo y a la Iglesia en la difícil situación de una opresión exterior. Han aceptado desventajas personales por vivir su propia fe.
  3. No queremos escondernos en una fe solamente privada, sino que queremos usar de manera responsable la libertad lograda.
  4. Repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: entre las Iglesias y las comunidades cristianas, teológicamente, la Ortodoxia es la más cercana a nosotros; católicos y ortodoxos poseen la misma estructura de la Iglesia de los orígenes. Por ello, podemos esperar que no esté muy lejano el día en que de nuevo podamos celebrar juntos la Eucaristía.
  5. En la actual tendencia de nuestro tiempo, en que son bastantes los que quieren, por así decir, "liberar" de Dios a la vida pública, las Iglesias cristianas en Alemania, entre las cuales están también los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, fundado en la fe en el único Dios y Padre de todos los hombres, caminan juntas por la senda de un testimonio pacífico para la comprensión y la comunión entre los pueblos.
  6. La fe en Dios, creador de la vida, y el permanecer absolutamente fieles a la dignidad de cada persona fortalece a los cristianos para oponerse con ardor a cualquier intervención que manipule y seleccione la vida humana.
  7. Vivimos en un tiempo caracterizado en gran parte por un relativismo subliminal que penetra todos los ambientes de la vida. A veces, este relativismo llega a ser batallador, dirigiéndose contra quienes afirman saber dónde se encuentra la verdad o el sentido de la vida.
  8. Nosotros, en cambio, una y otra vez experimentamos el fracaso de nuestros esfuerzos y el error personal a pesar de nuestra mejor intención. Por lo que se ve, el mundo en que vivimos, no obstante los progresos técnicos nunca llega en definitiva a ser mejor. Sigue habiendo guerras, terror, hambre y enfermedades, pobreza extrema y represión sin piedad. E incluso aquellos que en la historia se han creído "portadores de luz", pero sin haber sido iluminados por Cristo, única luz verdadera, no han creado ciertamente paraíso terrenal alguno, sino que, por el contrario, han instaurado dictaduras y sistemas totalitarios, en los que se ha sofocado hasta la más pequeña chispa de humanidad.
  9. Cristo no se interesa tanto por las veces que vaciláis o caéis en la vida, sino por las veces que os levantáis. No exige acciones extraordinarias, quiere, en cambio, que su luz brille en vosotros. No os llama porque sois buenos y perfectos, sino porque Él es bueno y quiere haceros amigos suyos. Sí, vosotros sois la luz del mundo, porque Jesús es vuestra luz. Vosotros sois cristianos, no porque hayáis cosas especiales y extraordinarias, sino porque Él, Cristo, es vuestra vida. Sois santos porque su gracia actúa en vosotros.
  10. Confío que vosotros y tantos otros jóvenes aquí en Alemania sean llamas de esperanza que no queden ocultas. "Vosotros sois la luz del mundo". Dios es vuestro futuro.