«El móvil es la principal vía de entrada de la pornografía”: Alejandro Villena

Adolescente con celular
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La adicción a la pornografía es ya un problema social que muestra su cara más evidente en el aumento de las agresiones de este tipo entre jóvenes y niños que, como señala este psicólogo, “llevan un pequeño cine pornográfico en su bolsillo”.

“Tenemos mucha educación sexual y poca educación afectiva”, así lo afirma Alejandro Villena. Este psicólogo, sexólogo y director clínico y de investigación en la Asociación Dale Una Vuelta acaba de publicar ¿POR qué NO?, un libro en el que recoge su experiencia e investigación sobre las terribles consecuencias del consumo de pornografía en las relaciones personales y sexuales.

Villena aborda este complejo asunto con una fuerte base científica y práctica, asentada en estudios y en los casos que el propio Villena trata en consulta y en las charlas o talleres que ofrece, sobre todo, en entornos escolares.

La adicción a la pornografía es ya un problema social que muestra su cara más evidente en delitos como las violaciones grupales o el aumento de las agresiones de este tipo entre jóvenes y niños. Todo ello impulsado además por el hecho de que, a diferencia del pasado, la pornografía es la que busca al consumidor y no al revés, especialmente a través de los dispositivos móviles: teléfonos o tablets.

Como destaca Villena en esta entrevista “todos los adolescentes llevan un pequeño cine pornográfico en su bolsillo”.

Cuando habla de una sociedad pornificada, ¿qué quiere decir con este término?

– Me refiero a una sociedad que ha convertido el sexo en un producto. La sexualidad ha pasado a consumirse, en lugar de experimentarse de modo compartido y viene inundada por toda esta cultura de la pornografía que retroalimenta a la sociedad y viceversa.

Estamos ante una sexualidad distante de lo afectivo, distante del respeto de la comunicación y de todo lo que tiene que ver con los componentes humanos. Una sexualidad despersonalizada, improntada de material pornográfico.

Usted hace una relación directa entre pornografía y violencia, ¿de dónde nace esa relación?

–Lo que nos indican los estudios es que, a mayor uso de la pornografía, mayor tendencia a incorporar unas creencias cosificantes, unos estereotipos de género donde la mujer siempre pierde, donde no hay una visión clara de la comunicación, el respeto y el consentimiento de la mujer; donde se convierte a la mujer en un objeto hacia el hombre y esto es un modelaje, una imitación del imaginario que se va construyendo a nivel y que se basas desgraciadamente en la pornografía.

Todo esto se replica en conductas con las violaciones grupales, las agresiones de menores, en las que lo graban. Hay nuevas herramientas digitales y nuevos modelos que están impregnando la manera en la que los adolescentes viven esta sexualidad.

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Los estudios confirman que, a mayor consumo de pornografía, mayor violencia física y verbal… Además, el consumo de pornografía afecta a las neuronas espejo, que están muy relacionadas con la empatía y que está llevando a lo que Lluis Ballester denomina “desconexión empática”..

En un mismo medio encontramos entrevistas a personas que alaban y animan al uso de la pornografía para “obtener placer” y, al mismo tiempo, noticias de violaciones grupales. ¿Cómo lidiar con ese tipo de mensajes contradictorios?

–Este debate es muy llamativo. La sexualidad es un terreno del que se han apoderado diferentes ideologías ante las que cuestionar algún tema de la sexualidad parece que estás atacando la libertad de las personas.

Creo que es un problema, porque hemos entrado en una permisividad en la que todo vale, pero luego no nos plantamos si hay cosas que son o no saludables, o buenas desde un punto de vista clínico, para la salud afectivo -sexual.

Querer placer no significa que todo medio sea bueno, o que lo haga mucha gente… creo que es un debate que hay que poner encima de la mesa e ir más allá del discurso hedonista el placer a toda costa, considerar el impacto que tiene a nivel más profundo y llegar a una reflexión seria sobre el tema.

La pregunta que muchos padres se hacen es ¿cómo se si mi hijo /a consume pornografía? Sobre todo, ¿se puede prevenir o evitar?

–Realmente, lo más probable es que nuestros hijos /as a partir de los 10 años vean pornografía o se la encuentre, o acceda de manera accidental o puntual a contenido pornográfico. Luego habrá un porcentaje que siga consumiendo de manera habitual y se vuelva adicto.

Suena un poco alarmante, pero es así.

Cualquier adolescente va a ver pornografía porque así lo vemos en los talleres, en los datos, en las consultas…. Por tanto, aunque de un poco de pena, hay que dar por sentado que eso va a ocurrir, pero no para demonizar ni pensar que nuestros hijos no van a ser buenos, van a ser unos pervertidos sino para adelantarnos a darle un mensaje bueno y positivo de la sexualidad.

Es cierto que tenemos señales que nos dan pistas: el tiempo que pasa delante del ordenador o su dependencia de las pantallas, si se va con el móvil a sitios privados, si de repente tiene un vocabulario sexual que no sabemos de dónde viene, si hace referencia a temas sexuales de un modo cosificante…, etc. Todo esto puede ser indicativo.

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Además, hay otros como la alteración en el sueño, el rendimiento cognitivo, el cambio en el estado de ánimo… Creo que la clave es anticiparse, para ofrecer un modelo bueno, hablar de la sexualidad sana, diferenciarla de la pornografía y que desarrollen un pensamiento crítico para que puedan ejercer su libertad y su responsabilidad en su vida afectivo sexual en un futuro.

Hoy día, el uso del móvil o tablets se ha generalizado entre los niños, ¿tenemos el enemigo en casa?

–Pues si. Todos los adolescentes llevan un pequeño cine pornográfico en su bolsillo y eso debe cambiar. Tenemos que retrasar la edad de inicio de uso de móvil lo máximo posible. Cuando se lo demos, que el primer dispositivo no tenga acceso a internet y, más adelante, controlar y saber qué utiliza y por qué.

Hemos normalizado dar un móvil a los 9, 10 u 11 años e incluso antes para calmar o tranquilizar un berrinche y eso conlleva un aprendizaje erróneo. Ese uso, además, impide que se desarrollen las funciones cognitivas de manera natural porque damos al cerebro un súper estímulo.

El móvil – o la tablet- es la principal vía de entrada de la pornografía y los adultos hemos de controlar y conocer sin sobreproteger o censurar.

Hemos de adaptarnos a los tiempos que corren, dando a los más jóvenes herramientas para enfrentarse a ese mundo de internet, que es una carrera de obstáculos que tendrá que ir sorteando.

Llevamos décadas de “educación sexual” pero, ¿falta educación humana y sobra educación mecánica en este ámbito?

–Efectivamente. Creo que el problema es que tenemos mucha educación sexual y poca educación afectiva. La educación afectivo sexual se ha centrado en esto último, en lo sexual, lo mecánico o en lo biológico, pero se ha olvidado de construir a las personas de forma sólida.

Hemos de trabajar las emociones, el mundo de los afectos, todo lo que tiene que ver con compartir, empatía, comunicación, autoestima. Tenemos el reto de hacer personas con fortaleza, que tengan en su vida un proyecto que merezca la pena, que tengan y cultiven intereses, que sean creativas… etc.

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Al fin y al cabo, hay que hacer que los niños y jóvenes forjen una identidad sólida para enfrentarse al mundo cambiante y que tiene sus retos en cada época. Por tanto, es necesaria más educación que fortalezca a la persona y menos educación que reduzca a la persona a un tema biológico.

Por Maria José/Atienza. Publicado en omnesmag.com


 

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