El 23 de abril conmemoramos el Día del Idioma Español, celebración que da pie para analizar el uso que se le da al lenguaje en nuestra sociedad y claro está, en nuestros hogares.
«La voz humana, la palabra, tiene un gran peso en el ánimo de los demás. La palabra puede ser bálsamo, luz, poesía, gozo, compañía, ilusión, cariño… y sólo eso debería de ser. (…) Las incorrecciones en el hablar, la falta de educación, suelen revelar una ausencia de finura espiritual, de calidad en el amor» *Rebeca Reynaud.
Un lenguaje pisoteado
Se podría suponer que el nivel educativo y la formación cultural en una persona, dan por sentado el uso correcto del lenguaje; sin embargo las malas palabras, las expresiones subidas de tono, los `horrores´ ortográficos y gramaticales, así como el deterioro del lenguaje, se hacen presentes en centros escolares, universidades e incluso en ambientes profesionales.
El uso inadecuado del lenguaje, además de alejarse de las buenas maneras y de considerarse como una falta de respeto hacia el interlocutor, es un problema de la sociedad actual. Los estudios corroboran que a buena parte de los jóvenes, se les dificulta la escritura y la oratoria en su forma correcta, lo que podría deberse a varias causas.
Por un lado, los expertos coinciden en que las nuevas tecnologías podrían tener algo de responsabilidad en el asunto, pues se han introducido diversos tipos de comunicación como son los chats, SMS, entre otros, los cuales fomentan una plática rápida sustentada en abreviaturas, poco estructurada, carente ortografía, repleta de símbolos sin elocuencia alguna y un léxico elemental en el que ciertas letras ya no existen y otras han sido reemplazadas (la q por la k, por ejemplo).
También ha de considerarse la poca valoración que existe hoy frente a la enseñanza de la lengua: “Nuestros estudiantes hablan, por lo general, un castellano pobre y, a menudo, impostado, porque el sistema educativo ha descuidado en los últimos tiempos la enseñanza de la lengua, y porque tampoco la sociedad cree que hablar y escribir bien sea fundamental para el desarrollo intelectual y el éxito social y profesional. Ésa es al menos la opinión de una amplia mayoría de docentes convencidos de que asistimos a un proceso de deterioro en el buen uso de la lengua”, expresa el profesor José Luis Barbería en el diario El País de España.
De ser así, surge entonces la preocupación por las destrezas comunicativas de los futuros profesionales: ¿Cómo expresarán la cantidad de conocimientos que requieren para competir en el aguerrido mundo corporativo? ¿Será que la enseñanza del lenguaje ha pasado a un segundo plano? ¿Quizá otras asignaturas gozan ahora de mayor relevancia? En fin… son cuestionamientos que dejan un sinsabor en el plano educativo.
4 claves para el buen lenguaje
Hacer de los hijos unos seres humanos íntegros y cultos, es una tarea que corresponde exclusivamente a la familia. Las sugerencias a continuación, podrán ser aplicadas en el hogar, para hacer del lenguaje el invitado de honor.
1. Padres incultos, hijos malcriados: ¡Sí que cobra vida el poder del ejemplo en este aspecto! El ejemplo educa e igualmente mal-educa, por eso los padres deben ser legitimadores otorgándole al lenguaje la importancia que merece, de lo contrario, será bastante probable que los hijos repitan las conductas negativas y sean portadores de expresiones ordinarias e ignorantes.
2. No a las palabrotas: el primer paso es explicarles a los hijos por qué las palabras malsonantes no son convenientes ni para ellos mismos, ni para su interlocutor, ni ayuda a sus habilidades sociales. Se podría establecer un mecanismo de penitencias para aquel que pronuncie una mala palabra, como por ejemplo poner un billete en una alcancía cada vez que una de estas palabras sea pronunciada por algún miembro de la familia, incluidos los papás.
3. Nada de insultos ni de gritos: el uso adecuado del lenguaje también comprende la forma en que se expresan los sentimientos y las emociones -además de formar parte cardinal del manejo de la autoridad-. Los insultos destruyen, lo que no está en concordancia con el uso correcto del lenguaje.
4. Incentivar la lectura y la escritura: el libro para el niño, es magia para sus oídos, al igual que las primeras historias que salen de su imaginación y logran ser plasmadas en el papel. Hay que ayudar a los niños a despertar su inquietud lingüista y crearles espacios de acercamiento con dicha actividad.
Por LaFamilia.info