FamilyOn – 18.08.2020
En una época marcada por la inmediatez de las redes sociales, el amor y las relaciones interpersonales también han encontrado su hueco en el mundo digital.
Como quien elige un vestido o se compra unos zapatos online, buscar pareja también está a nuestro alcance a golpe de clic y, por supuesto, de nuestros hijos.
Aplicaciones como Tinder están siendo todo un éxito entre los jóvenes. Además, teniendo en cuenta las circunstancias que hemos pasado los últimos meses en los que hemos reducido el contacto físico y social, el uso que los jóvenes han hecho de estas apps de contactos ha alcanzado cotas elevadísimas. Según el último estudio de Smartme Analytics, durante el confinamiento en España el uso de Tinder aumentó un 94% entre los menores de 35 años.
Para los que no tengan mucha idea de cómo funciona Tinder, se trata de una red social que permite que los usuarios se creen un perfil en el que pueden elegir varias fotos suyas, indicar su edad, su trabajo o estudios, una pequeña descripción sobre sí mismos, sus canciones favoritas o incluso su lista de Spotify. Una vez hecho esto, el usuario/a ya puede empezar a navegar por la red y buscar amigos, pareja o lo que más le apetezca.
Tinder ofrece un catálogo inacabable de solteros y solteras que se encuentran dentro de la distancia que el mismo usuario ha configurado previamente. Entonces, si alguno de estos perfiles encaja dentro de las preferencias del usuario/a que está usando esta app, le dará clic al botón de like o desplazará su perfil hacia la derecha. En caso contrario, podrá rechazar a los candidatos que no le gusten desplazando a la izquierda. Cuando dos personas se dan like mutuamente, se produce el match, lo que les permite empezar a hablar por medio del chat de la misma aplicación. Parece fácil y cómodo, ¿verdad?
Cómo cambia el concepto de amor y de las relaciones entre los jóvenes
Aunque a primera vista todo nos parezca maravilloso, los que tienen hijos e hijas jóvenes, adolescentes o que se están iniciando (o les queda poco) en las relaciones amorosas, sabrán de lo que hablo cuando digo que Tinder nos causa muchísimas dudas, reticencias y preocupaciones.
La primera de ellas tiene relación, por supuesto, con el hecho de quedar con alguien a quien no conoces en persona y que puede haber mentido en su perfil. La psicóloga Patricia Ramírez, respecto a esto, nos aconseja que transmitamos a nuestros hijos e hijas ciertas premisas para que sus encuentros puedan ser seguros: “es importante que queden siempre en un lugar público las primeras veces, si es posible para tomar café en lugar de por la noche, que de alguna manera se puedan sentir protegidos por el entorno. Hay que explicarles también que hay mucha gente que en estas redes sociales miente con las fotos o con la edad, y que hay que estar muy alerta para hacer preguntas que les ayuden a descubrir la verdad. Y, por supuesto, hay que advertirles de las expectativas, si tu expectativa es quedar con alguien con quien tener un noviazgo, pues Tinder, a lo mejor, no es el lugar más adecuado. Además, tienen que ser sinceros y, si conocen a alguien, que expongan cuál es su proyecto en esta relación para no sentirse engañados”.
Tinder: ¿inmediato y superficial?
Como hemos indicado anteriormente, el proceso para conocer gente en estas aplicaciones de contactos no dista demasiado del proceso de elegir y comprarte unas zapatillas online. Exceptuando, por supuesto, que con las zapatillas no nos puede surgir un match, sino simplemente un enamoramiento a primera vista unidireccional.
Pero, salvando las distancias, estas apps nos convierten a la vez en usuarios y en productos, con una prevalencia del físico como principal factor a la hora de elegir si desplazar a la derecha o a la izquierda. Respecto a este tema, Patricia Ramírez opina que “las cosas superficiales son en función del objetivo que tenga cada persona. Entonces, tenemos que entender que en esta aplicación hay gente que igual solo trata de tener un encuentro sexual, y otra gente que busca relaciones más formales o más duraderas. Yo creo que el que tú elijas en función del físico es lo que hemos hecho toda la vida a primera vista”.
La psicóloga añade que “normalmente nosotros empezamos a quedar con alguien que físicamente nos parece atractivo, la mayoría de las veces, también hay otras que no, que alguien nos ha parecido muy gracioso o nos ha gustado su sentido del humor o te atrae por otra serie de circunstancias… Pero normalmente nos fijamos cuando ligamos en aquella persona que físicamente nos atrae, por el motivo que sea, no tiene porqué ser porque sea guapo, te puede parecer interesante, alto…”.
Respecto a la inmediatez que proporciona Tinder, Patricia Ramírez apunta que es la misma inmediatez que podemos encontrar en demás redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter.
“Por eso hay que educar a la gente en valores, que aprendan a decidir qué hacer con su tiempo, decidir cuándo contestar y a saber poner límites a los amigos que de alguna forma exigen que nuestra respuesta sea inmediata. Yo creo que la inmediatez no la da tanto la red social, sino el comportamiento de cada uno: pensando que puede traicionar las expectativas de sus amigos o que si no contesta puede ser rechazado, así que tenemos que entrenar a nuestros hijos para que sepan poner límites, que sepan gestionar y respetar su tiempo y para que elijan con qué personas estar si tienen estas demandas y estas exigencias”, señala la psicóloga.
El papel de las madres y padres
A pesar de que, como hemos indicado unas líneas más arriba, a algunos padres y madres nos pueda causar recelo esta manera de que nuestros hijos se relacionen, tenemos que aceptar que Tinder ha venido para quedarse (al menos por el momento). El gran auge que han vivido las apps de contactos durante el confinamiento, y el tiempo (inexacto) durante el que tendremos que seguir limitando nuestras relaciones y contactos sociales, parecen indicar que esta será una alternativa más que se instaurará en nuestros modos de socialización y, especialmente, entre los jóvenes.
Por eso Patricia Ramírez nos aconseja que nuestro papel como madres y padres sea el de el de hablar, de generar confianza, decirles que estamos aquí para lo que haga falta, el de sacar temas de conversación interesantes respecto a esto pero sin que sea directamente porque ellos se hayan abierto la aplicación, y por supuesto no controlar y no meternos dentro para ver qué hacen, porque eso rompería la confianza y la complicidad que podemos tener con ellos”.
También apunta que “la clave está en educar en valores para que los jóvenes hagan un uso responsable de las redes sociales y de plataformas como Tinder, generar un clima de confianza para que ellos puedan comentar con nosotros todo aquello que hacen, y aun así, aunque generes un clima de confianza no te asegura que ellos quieran compartirlo, porque nosotros tampoco lo hicimos cuando teníamos su edad”.
Hace un tiempo se hizo viral un tweet en el que una chica (ahora no recuerdo quién) afirmaba que, si algún día tenía hijos o hijas, quería educarlos de forma que, cuando les pasara algo, no pensaran: “Madre mía si se entera mi madre…”, sino que pensaran: “Tengo que contarle esto a mi madre YA”. Ese debe ser nuestro objetivo, hablar con ellos, hacerles saber que estaremos ahí cuando nos necesiten, sin invadir su espacio, sin obligarles a comunicarse, pero estando, siempre.