Por Juan Esteban Cano / LaFamilia.info – 10.06.2016
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Si bien la conducta sexual, “comienza en el momento del nacimiento” como sostiene Souza y Machorro (2004, P. 2), existen grandes inquietudes por el desarrollo y formación de la identidad sexual en los niños y en las demás edades, puesto que es una construcción constante en donde la madurez juega su papel de afianzar procesos en la expresión del ser hombre.
Es importante contextualizar un poco este término que puede prestarse para múltiples confusiones. La genética determina el sexo varón o mujer, pero el desarrollo sexual es más que un cromosoma, éste tiene que ver con la forma como se expresa a nivel social y cultural dicha genética. Es decir, el hombre aprende a ser hombre como rol y ejercicio masculino, aunque su sexo pueda estar determinado por su genética.
Es allí, en donde los referentes masculinos aportan en la comprensión de tal ejercicio: cómo toma decisiones el hombre, cómo se manifiesta culturalmente dentro de una comunidad, cómo es su expresión física, verbal y no verbal, cómo piensa y cómo concibe desde su naturaleza de hombre el mundo, entre muchos otros factores que son importantes construir de la mano de un modelo masculino. Si el padre quien es aquel modelo primario y primoridal se encuentra ausente, el acompañamiento debe hacerlo un familiar cercano de total confianza para asumir actividades y representaciones de hombre.
El mismo autor enuncia que la masculinidad es el resultado de “las influencias biológicas y ambientales que se combinan para dar cauce a la evolución del desarrollo” (P. 2). Lo anterior explica de una manera clara cómo el factor genético no basta para determinar el ejercicio de la masculinidad en las diferentes expresiones de la persona, para ello, es fundamental contar con apoyos y modelos, que permitan un diálogo claro y sensato de la máxima expresión de lo que el hombre es y puede llegar a ser.
En la medida que haya más claridad frente a lo que puede ser y alcanzar el hombre como ser social y natural, las confusiones frente al ejercicio masculino se reducen explorando las características propias de cada persona. El hombre y la mujer son distintos tanto en su naturaleza como en su rol social, por lo que cada uno deberá realizar su desarrollo propio de su condición de la mano de personas que estén prestas a dar claridad en los momentos más importantes del desarrollo sexual como lo es la edad de los 6 años.
En esta edad, los niños comienzan a explorar un reconocimiento de su propio cuerpo y necesitan identificar en éste, su propia naturaleza. Es de gran importancia que ante las curiosidades de la edad, siendo éstas un mundo lleno de dudas, puedan tener un modelo masculino que explique, dialogue, comprenda y aclare en el lenguaje de hombre, el momento por el que atraviesan los niños.
“La identidad psicosexual se conforma, aproximadamente, en los primeros cinco años de vida” (P.6). Por tal razón, el contar con dichos modelos, permitirá al niño adquirir información y herramientas de lo que es su rol masculino que le permita una construcción de identidad sexual acorde a lo que naturalmente está en capacidad de ser.
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Referencias: Souza, M., & Machorro. (2004). Desarrollo psicosexual y educación sexual. GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA DE MÉXICO, 72(9), 475-486.
Por Juan Esteban Cano -Terapeuta Familiar y De Pareja. Psicólogo- para LaFamilia.info