Fernando Rodríguez Borlado/Aceprensa – 18.08.2017
Foto: Nacho Calderón Castro
Nacho Calderón Castro, director del Instituto de Neuropsicología y Psicopedagogía Aplicadas (INPA), autor de libros como Educar con sentido (ver blog), subraya que los padres no deben angustiarse como si sus errores al criar a los niños tuvieran consecuencias irreparables.
— El auge de la divulgación sobre desarrollo temprano ha llevado a muchos padres a preocuparse más por esta etapa. A veces, incluso, se percibe una cierta angustia, como si cualquier error fuera irreversible: si no le pongo música desde pequeñito…, si no aprende a leer antes de tal edad…, etc. Desde el punto de vista de la neuropsicología, ¿qué mensaje habría que transmitir a los padres?
Es cierto que hay un mayor interés por el desarrollo temprano. Creo que tiene mucho que ver con el estilo de vida que llevamos. Hoy en día las familias tienen pocos hijos, y se busca que, “ya que solo” tenemos uno o dos, lleguen a ser “lo mejor” posible. A ello sumamos la falta de tiempo de los padres con los hijos, y por tanto queremos que el poco rato que estamos con ellos nuestra dedicación sea “excelente”. Todo ello nos ha llevado a una crianza “de libro”. Hemos dejado la “intuición de madre o de padre” para leer y obedecer lo que dicen los expertos sobre el desarrollo. Si a ello añadimos el énfasis que esta sociedad pone en el éxito (entendiendo por éxito únicamente el académico o el laboral), muchas veces los padres buscan desde que el niño nace fórmulas para “garantizar” ese éxito en sus hijos, sin poner tanta atención al desarrollo en valores personales y familiares.
Respecto a la percepción de los padres de que cualquier error a edades tempranas puede tener efectos irreversibles, es una terrible herencia que nos dejó Sigmund Freud, y que ha marcado mucho los estilos de crianza de hoy en día. Los padres deben reconocer su condición de humanos y por tanto ser conscientes de que van a cometer errores, al conducir, al trabajar, al cocinar y al educar. Pero, afortunadamente, la inmensa mayoría de los errores que cometemos como padres dejan poco o nulo efecto en nuestros hijos.
Los padres han de entender que el desarrollo neuropsicológico de los niños debe pasar por una serie de etapas, y que es importante completarlas y detenernos un tiempo en cada una de ellas. Hoy en día se ha extendido la idea de que “cuanto antes mejor”, y está llevando a una “hiperestimulación” y aceleramiento de procesos en los niños que está siendo muy perjudicial: de ahí, entre otras cosas, el incremento del trastorno por déficit de atención. Si los padres quieren poner el énfasis en el correcto desarrollo de sus hijos, me atrevería a dar tres consejos: 1) Intentar pasar el máximo tiempo con ellos; 2) Jugar, jugar y jugar; 3) Minimizar, y en la medida de lo posible, eliminar el uso de pantallas (tablets, móviles, TV, ordenador).
Cuidado con las pantallas
— ¿Tan perjudiciales pueden ser las pantallas?
Las pantallas están haciendo estragos en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Por un lado, está el perjuicio directo que esos aparatos provocan sobre el desarrollo neuropsicológico: las pantallas, y particularmente las que emiten luz azul –tablets y teléfonos móviles– tienen un efecto hipnótico sobre el que está mirando.
Desconectan gran parte de la corteza prefrontal del resto del sistema nervioso y los niños quedan literalmente enganchados. Esto tiene consecuencias en su conducta: les hace más agresivos, dependientes de la “hiperestimulación” a la que han sido sometidos y con significativas mermas sociales. Por otro lado, están los efectos indirectos, que en realidad son tan nocivos como los directos: me refiero a que mientras un niño está frente a una pantalla, no está jugando, que es lo más importante es su desarrollo cognitivo, emocional y social.
¿En casa o en la guardería?
— Hay un debate sobre cuál es el ámbito de crianza que más favorece el desarrollo temprano: el hogar o las guarderías. ¿Qué ventajas y desventajas tiene cada uno?
Desde mi punto de vista, es un debate entre artificial y estéril. Al final, los padres hacemos lo que podemos. Si los salarios permitieran un buen nivel de vida con un solo ingreso en el hogar, muchos optaríamos por quedarnos en casa con los hijos los primeros años de vida.
La crianza de un niño requiere una atención muy directa y especializada. No significa que tengan que ser siempre los padres quienes la ejerzan: pueden delegar en abuelos, tíos, padrinos, etc.; pero sería ideal que los niños fueran atendidos en grupos pequeños. En las aulas de las guarderías se permite que haya hasta 8 bebés menores de un año, hasta 14 niños de uno a dos años y hasta 20 niños menores de 3 años. Estos números exceden sin duda lo que es ideal en la crianza, tanto emocional como cognitivamente.
Niños hiperactivos
— Da la sensación de que los problemas de atención y de hiperactividad son cada vez más frecuentes, o al menos más diagnosticados. ¿Existe un fenómeno de sobrediagnóstico, o realmente está creciendo su prevalencia? Si es así, ¿con qué aspecto del desarrollo temprano puede estar relacionado este aumento?
Me atrevo a afirmar que se están dando los dos procesos. Sí, existe un sobrediagnóstico. Hace algunos años un estudio a gran escala realizado en Canadá demostró que los niños nacidos el último trimestre del año tienen más probabilidades de recibir el diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad que el resto de niños nacidos el mismo año. El motivo es que, como están escolarizados en el mismo curso, se espera un funcionamiento por su parte para el que no están preparados, y por ello terminan recibiendo ese diagnóstico. A ello debemos sumar la presión de las compañías farmacéuticas que fabrican metilfenidato, que están haciendo su agosto con la generalización de este diagnóstico.
Por otro lado está el hecho real del aumento de casos en la población. ¿Las causas? Ya las hemos mencionado: los niños están creciendo en un entorno con muy poco tiempo para estar con sus padres y un abuso indiscriminado del uso de pantallas a edades en las que no deberían ni siquiera saber que existen y, podemos añadir, una alimentación que cada vez se aleja más de lo natural y es cada vez más industrial.
Niñas y niños
— Desde el punto de vista del desarrollo temprano, ¿hay algunas actividades especialmente recomendables para niñas y otras para niños, o no hace falta que los padres tengan esto en cuenta?
Siempre hago todo lo posible por huir de lo “políticamente correcto”: no quiero, pues, que mi respuesta sea interpretada desde esa perspectiva. Como explico en la primera pregunta, los padres deben volver a confiar más en su instinto y no estar tan pendientes de lo que dicen los supuestos «expertos”. Creo que lo importante es que los padres pasen tiempo con sus hijos, descubran qué es lo que a su hijo le atrae y le gusta y se lo ofrezcan. A mi hijo nunca le gustó jugar con cochecitos, y por tanto nunca se los compramos. Desde que pudo agarrar un balón (todavía no se ponía de pie) le gustaban los balones, y a eso ha jugado toda su vida, aunque a nosotros no nos gustaba nada el fútbol. También jugó mucho a las mamás y los papás y a las muñecas con sus hermanas, pero la verdad es que se cansaba pronto. A cada una de mis hijas les gustó un tipo de juego distinto, y eso fue lo que les dimos. La igualdad en derechos y en deberes entre hombres y mujeres será más fácil de alcanzar cuando dejemos de darle tanta importancia a eso del sexo.
*Publicado originalmente en Aceprensa