Todos desarrollamos creencias durante nuestro proceso de desarrollo y crecimiento. De tal forma que cuando formamos una familia, estas creencias son definitivas en la educación y el estilo de vida que inculcamos en nuestros hijos.
Existen cinco creencias comunes en los padres y madres en la forma como deben educar a sus hijos. Ellas son:
- «Debo controlar».
- «Debo ser perfecto».
- «Debo ser superior».
- «Debo tener la razón».
- «Debo complacer a los demás».
Cada una de estas convicciones tiene un lado negativo pero también otro positivo. En una escala del 1 a 10, califique cada una de esas cinco creencias según le aplique a usted (1 = poco importante, 10 = muy importante).
Si califica cualquiera de estas creencias con cinco ó más, ha descubierto algunos aspectos en los que necesita ponerse a trabajar. Así que preste atención en cómo se comporta con sus hijos. Esté alerta de cualquier indicación del lado negativo de sus creencias y ponga sus esfuerzos en usar el lado positivo.
1. «Debo controlar»
Las personas con esta creencia pueden usar una variedad de métodos para ganar el control, es decir pueden ser lógicas, tener mal genio, ser encantadoras, o usar las lágrimas. También pueden ser obstinadas y evitar los sentimientos; creen que con la emotividad, se pierde el control. Otra manera de mantener el control es depender de los demás: así los tiene a su servicio.
Las personas que tienen que estar en control quieren evitar ponerse en aprietos. No les gustan las sorpresas. Lo quieren todo de manera ordenada. Se resisten a ser controladas.
Estas personas controladoras pueden causar rebeldía en los hijos que tampoco quieren ser controlados. También pueden fomentar la dependencia, de tal forma que el hijo no podrá tomar una decisión por sí mismo y siempre esperará que le digan lo que tiene que hacer. Al ir creciendo, estos hijos podrán estar sujetos a influencias negativas de parte de otros jóvenes de su edad.
Los padres que quieren controlar dicen con frecuencia: “Es mejor que hagas lo que se te dice”.
Lo positivo. Por el lado positivo, las personas que quieren estar en control pueden aprender a controlar la situación en lugar de controlar al hijo. Ya que saben bien cómo organizar, pueden poner normas de conducta y luego dejar que el hijo decida dentro de esos lineamientos. No necesitan imponer su voluntad al hijo. Pueden dejar que el hijo aprenda de las consecuencias.
2. “Debo ser perfecto»
Los perfeccionistas no toleran los errores, ni en ellos mismos, ni en sus hijos. Si algo no es perfecto, está mal. Las expectativas de perfección acaban por desalentar a los hijos. Los perfeccionistas pueden decir: “No hiciste lo mejor que podías haber hecho”.
Los perfeccionistas pueden aprender a tener el valor de ser imperfectos. Para tener una actitud mental sana, debemos aceptar este hecho.
Lo positivo. Los perfeccionistas necesitan admitir sus faltas abiertamente y desarrollar un sentido del humor acerca de ellas. Pueden concentrarse en su propio esfuerzo y mejoramiento al igual que el de sus hijos. No hace falta tener expectativas de comportamiento perfecto.
3. «Debo ser superior»
Aquéllos individuos que tienen que ser superiores son como «primos» de los perfeccionistas. Los que buscan la superioridad no tienen que ser perfectos, ¡sólo mejores!. Estos padres son los que hacen hincapié en la aptitud y la utilidad. Los buscadores de superioridad tienden a sentirse abrumados, y el tiempo no les alcanza. Con frecuencia se sienten culpables porque no pueden hacer todo lo que quisieran. Pueden causar sentimientos de inferioridad en sus hijos y también hacer que persigan la superioridad.
Los buscadores de superioridad pueden decir: “Puedes hacerlo mejor”.
Lo positivo. Estas personas pueden usar su creatividad para ayudar a sus hijos a que desarrollen sus puntos fuertes. Finalmente, pueden evitar el auto sacrificio total, aprendiendo a tomar tiempo libre para ellas mismas.
4. «Debo tener la razón»
Estos padres tienden a ver las cosas en extremos de bien o mal, blanco o negro. Con frecuencia discuten sobre quién «tiene la razón» y temen estar equivocados. Casi siempre consideran que sus hijos están equivocados si no están de acuerdo con el padre o la madre.
Aquéllos padres que deben tener la razón dicen: “Eso no está bien. Estás equivocado. Eso no es lo que hay que hacer”.
Lo positivo. Por otro lado, tal vez no necesiten imponer lo «correcto». Pueden provocar algunas situaciones para que sus hijos descubran el comportamiento adecuado a través de consecuencias lógicas y naturales. Pueden escuchar los puntos de vista de sus hijos y respetar todas las opiniones.
5. «Debo complacer a los demás»
Estos padres de familia harán todo lo posible por complacer a sus hijos. Lo harán aún cuando no sea lo que más les conviene a los hijos. Llegarán a malcriarlos o a hacerse cargo de sus responsabilidades. Tratarán de «comprar» el amor y la aprobación de los hijos. Como consecuencia, los hijos aprenderán a ser egoístas.
Los complacientes pueden decir: “Las necesidades de mis hijos vienen antes que las mías. Si a mi hijo no le gusta lo que yo hago, es mi culpa”.
Lo positivo. Estos padres pueden aprender a complacerse a sí mismos. Pueden ocuparse de sus propios derechos como padres. Pueden dejar que sus hijos se encarguen de sus propias responsabilidades. Estos padres pueden aprender a ser firmes y amables a la vez. Finalmente, pueden alentar a sus hijos a dar en lugar de sólo recibir.