Cuatro desafíos en la educación del hijo único

Por LaFamilia.info

Foto: Freepik

Las condiciones del único hijo son diferentes a las de aquellos niños que tienen uno o más hermanos, lo cual no es “bueno” ni “malo”, solo que los padres tienen otros retos educativos. 

Como en todo, esta estructura familiar compuesta por papá, mamá e hijo(a), tiene sus «más» y sus «menos». Por ejemplo, el hijo único puede ser más creativo porque debe buscar la forma de entretenerse solo, además es común que desarrolle muy buenas relaciones con los adultos y es posible que parezca de mayor edad (sicológicamente) por su constante imitación y observación a los adultos que lo rodean. También es cierto que los padres pueden brindarle una educación mucha más personalizada al tener el tiempo y la disponibilidad para él solamente. 

Siendo unas excelentes virtudes, al hijo único también se le pueden dificultar algunas otras, lo cual le corresponde a los padres proporcionarle estas “carencias” para evitar rasgos egoístas, caprichosos y con debilidad para establecer relaciones con sus pares.

Ángela Marulanda, conocida autora y educadora familiar, dice: “Lo más importante que deben tener presente los padres que deciden tener un solo hijo, es no darle a ese niño tanta relevancia en el hogar que pueda llegar a creer que es único en el mundo. Aun cuando él o ella puede ser muy especial para su papá y su mamá, es tan especial como los demás niños para el resto de los padres. Y le va a ser difícil aceptarlo si lo convencen de que es el único ser excepcional en el mundo y que quienes los que lo rodean deben vivir doblegados a su voluntad”.

Como siempre, es válido aclarar, que no todos los hijos únicos se comportan de igual manera, pues si los papás hacen un buen trabajo, no van a tener que luchar con este tipo de inconvenientes.

Los cuatro principales desafíos que deben enfrentar los padres de hijos únicos son:

1. Reforzar la generosidad

Al no tener hermanos, al hijo le puede dar dificultad compartir. También puede ser algo intolerante en el tema de la convivencia por no tener la obligación de ceder ante los espacios, las cosas materiales, etc. Una buena estrategia para neutralizar esta posible debilidad, es invitarlo a regalar juguetes que ya no use pero que se encuentren en buen estado, compartir tiempo con otros niños, así como establecer límites y normas que controlen sus apetencias.

En algunos casos funciona que los chicos se hagan cargo de una mascota, pues el hecho de velar por su cuidado, comida, limpieza… los llevan a esforzarse, los hacen más responsables y generosos con su tiempo.

2. Desarrollar las habilidades sociales

Es completamente natural en el niño que no tiene hermanos, que sienta algo de soledad. Aunque esté rodeado de mucho amor por parte de sus padres, abuelos y demás familia, todo niño necesita tener amigos de su misma edad. De nuevo, hay que procurar abrirle espacios de esparcimientos con otros niños, no solo en su colegio o preescolar, sino también por fuera de estos escenarios escolares. Esta habilidad social debe iniciar desde que son pequeños e irlos introduciendo de a poco en otros grupos, de forma que cuando estén más grandes no sea un impedimento.

Es muy factible que en la relación de padres e hijos el apego esté más arraigado de lo normal y por eso las separaciones momentáneas (como viajes, ingreso al colegio, etc.) pueden ser algo difíciles. Para ello habrá que establecer momentos de separación, como por ejemplo que el niño vaya a dormir a la casa de un amigo, compartir con los primos un fin de semana, etc.

3. Cuidado con la exclusiva atención de los padres

Es comprensible que los padres sean muy aprehensivos -más de lo que debieran-, con su único hijo, pero esta excesiva atención les hace mucho daño a ambos. Este riesgo debe evitarse, ya que por lo general el exceso de atención va acompañado de sobreprotección, lo que perjudica notablemente el proceso de formación personal.

El hijo único tiene los padres para él solo, no tiene que compartirlos con nadie más y por eso mismo tiene toda su atención. Cuando no hay moderación por parte de los padres, es muy probable que el niño se vuelva caprichoso y busque ser el centro de atención a como de lugar, lo cual le traerá bastantes líos.

Por eso, cuando el hijo tenga dificultades con otros niños, ya sea en el colegio o en otros contextos, los padres deben apoyarlo pero nunca defenderlo ciegamente al punto de evitarle el sufrimiento, pues él debe aprender a afrontar estas situaciones que serán bastante comunes en el resto de su vida.

4. Estimular la seguridad, autoestima e independencia

Por la misma razón explicada en el punto anterior, estos niños suelen depender en exceso de sus padres. Se debe procurar que vayan ir al ritmo normal de sus iguales e ir desarrollando las habilidades físicas e intelectuales propias de su edad. Así que los padres deben evitar realizar cosas que ellos estén en capacidad de hacer, como es dejarlos que coman solos, se vistan, hagan sus tareas, preparen su ropa y todas las labores de la vida diaria.

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