Cómo enseñar a los hijos el amor por la naturaleza

LaFamilia.info – 16.04.2012

En el Día de la Tierra, 22 de abril, conviene hablar de lo relevante que es enseñar a los hijos desde la infancia a amar y apreciar el mundo natural, puesto que el contacto con éste, permite la comprensión de valores y lecciones claves en el proceso de formación humana.

La naturaleza es una creación divina, no es sino prestar atención a las pequeñas y grandes maravillas que la componen, las cuales son aún más fenomenales a los ojos de un niño, quien a diferencia del adulto, tiene la capacidad de admiración a flor de piel, se asombra de lo más sencillo hasta lo más complejo y lo asimila para su propia vida.

 

Es por lo tanto en las primeras edades donde hay una especial sensibilidad e inquietud por descubrir el mundo, de ahí que en esta etapa la naturaleza cobre un mayor sentido. Pero hay que transmitirlo. Los padres deben permitir al niño que tenga contacto con la naturaleza y asimismo darle las explicaciones de este entorno que tanto les puede instruir. Por eso es la necesidad de desarrollar la empatía del niño hacia el mundo natural, lo que les llevará a actuar en correspondencia con estos sentimientos, contribuyendo al cuidado y preservación del planeta.

 

Amar la naturaleza, es amar a los demás

 

La educación sobre la naturaleza en la infancia, es clave para que un niño desarrolle afecto por el mundo que lo rodea. “Si se permite que un niño maltrate a un animal, más adelante será incapaz de desarrollar un amor verdadero por otros seres vivos”, explica Miguel Acero, ecologista y defensor de los derechos de los animales.

 

Con relación a esto el pedagogo Manuel Núñez, añade: “Si permitimos que los niños crezcan en contacto íntimo con la naturaleza, su bienestar y el del planeta están casi garantizados. No es una idea romántica, sino una conclusión basada en conocimientos pedagógicos y psicológicos.”

 

Se ha comprobado que la sensibilidad hacia la naturaleza, facilita la comprensión de algunas enseñanzas, por eso se dice que la instrucción ambiental debe ir de forma paralela con la educación en valores. Es poco probable que un niño cuide y respete el medio ambiente si no se cuida ni se respeta a sí mismo y a los demás. “A través del contacto con un animal y con la naturaleza se potencia y realiza en los niños la intercomunicación, la interacción y se desarrolla el respeto tanto por uno mismo como por el otro. Todo esto se puede trasladar más tarde al campo de las relaciones interpersonales.” anota la psicóloga Isabel Salama.

 

Experiencias que sensibilizan a los niños

 

Para conseguir que los niños tengan amor por la naturaleza el mejor camino es enriquecer sus vivencias, planificar actividades que faciliten el contacto con el campo, los animales, las plantas, ríos, playas y todo lo que engloba el ecosistema, para darles la posibilidad de observar, preguntar, y expresar sus ideas en cuanto al tema. Algunas ideas:

 

– Realizar paseos por el campo, observar cada árbol, desde sus raíces, su tronco hasta sus hojas y comprender el proceso por el que adquieren los nutrientes.

– Plantar una hortaliza en el huerto. Lo importante es poder seguir todo su proceso hasta que finalmente se pueda tomar y llevar a casa para realizar una deliciosa preparación con ese alimento.

– Sembrar un árbol es una experiencia que adoran los niños, hay que dejarlos que tomen ellos mismos la tierra, hagan la abertura y lo siembren con todo el cuidado. Esto les dará la satisfacción de hacer un bien al planeta y con seguridad pensarán dos veces antes de arrancar una hoja o una rama de un árbol.

– Plantar una semilla en casa y seguir todo su crecimiento. Dejar que el niño se encargue de los cuidados como echarle agua, sacarla al sol, etc. Así no sólo aprende acerca del ciclo de vida, sino también del valor del tiempo y el esfuerzo.

– La playa y el mar es un escenario bellísimo de naturaleza pura. Además los niños gozan buscando caracolas en su diversidad de formas y colores. También se pueden estudiar los animales que viven en el agua.

– Observar a los pajaritos en el jardín o en el parque, incluso se les puede llevar un poco de alimento para que los niños se los den.

– Visitar el jardín botánico o el zoológico de la ciudad. Es una vivencia que queda en el recuerdo de los pequeños.

– Observar las estrellas al anochecer, algunos niños tienen especial interés por conocer el cosmos, así que se les puede llevar al planetario o invitarles a observar el cielo a través de un telescopio.

– Ver documentales sobre la vida natural y los ecosistemas en los diferentes lugares del planeta.

– Realizar excursiones a una granja.

– Buscar y dibujar insectos, sus formas, sus colores.

– Cuidar a una mascota.

No hay que olvidar que también se debe alertar a los pequeños sobre las precauciones que debe tomar para evitar picaduras o infecciones que transmiten algunos animales o plantas. Pero sin fomentar miedo, se trata de que conozcan y amen naturaleza sin correr riesgos.

Con estas actividades se plantará la semilla para que los hijos amen la naturaleza, así el cuidado del ambiente será una convicción propia, luego de haber vivido por ellos mismos la grandeza de la naturaleza.

 

 

Fuentes: guiainfantil.com, vanguardia.com

 

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