La educación de un hijo es una labor atractiva, retadora y exigente. Cualquier situación es buena para inculcar los valores y las virtudes. En este proceso educativo, conviene hacerse una pregunta: ¿estoy educando en el ser…o en el tener?
Educar contracorriente
Aunque no es tarea fácil educar contracorriente dentro de una sociedad que promete alcanzar la felicidad a través de medios de origen material y estereotipos de belleza inalcanzables, no es una misión imposible.
Lo más cómodo y fácil, es dejarse llevar por la moda del momento en la educación de los hijos, pues no existen resistencias por parte de nadie. Sin embargo al hacerlo así se puede producir una formación laxa y sin fundamentos firmes.
Hay muchos padres de familia que quieren remar en el otro sentido de la corriente, aunque más difícil pero con mejores resultados.
Para formar en el ser, conviene enseñarles a los niños y los adolescentes a valerse por lo que son y no por lo que tienen. Esto hay que repetírselo de forma reiterada, dejarles en claro que lo material es un añadido, pues no hace parte de su esencia.
Es natural en los niños e incluso en los adolescentes, que se comparen con sus iguales y hagan alarde de los bienes materiales o belleza física que poseen los otros, lo que puede generar en ellos un sentimiento de menosprecio e inferioridad. Cuando esto ocurre, hay que intervenir de inmediato, los padres deben comenzar un trabajo de refuerzo de autoestima y otros valores que les enseñen a los hijos que su valor como persona no es comparable con ningún otro ser humano.
Los padres, los mejores psicólogos
Es triste, lamentable y además preocupante, ver niños y jóvenes con problemas bastante complicados como son la anorexia y bulimia, intentos de suicidio, embarazos no deseados, el hostigamiento y/o deserción escolar, entre muchos otros, los cuales conservan en su trasfondo una carencia de valores que no fueron administrados en su momento, así como también una falta de acompañamiento familiar.
La familia es la primera y única responsable de la educación de los hijos, es la educadora por excelencia y de ella deben partir la enseñanza de los valores y la formación de seres integrales. No hay duda que una familia es el mejor antídoto contra estos “males”.