¿Celulares en la mesa familiar?

Por Anne K. Fishel / The Digital Family – 30.03.2015

 

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Enseñar modales en la mesa solía ser una actividad de crianza bastante sencilla. Los padres decían a sus hijos que no hablaran con la boca llena, ni pusieran los codos sobre la mesa, o que permanecieran sentados hasta que todos habían terminado de comer. Conocían las reglas y las impartían. Pero hoy en día los padres tienen que lidiar con un nuevo conjunto de modales en la mesa – los relacionados con la tecnología.

Muchos padres tienen dos conjuntos de normas para la tecnología en la mesa. De acuerdo con nuestras encuestas realizadas entre más de 300 padres, por The Digital Family, sólo el 18 % permiten que sus hijos utilicen la tecnología en la mesa, mientras que casi el doble de éste número de padres creen que está bien que utilicen sus teléfonos y pantallas en la mesa.

Pero, en lugar de entrar en una discusión sobre si la tecnología en la mesa es un hecho inevitable o la ruina de la vida familiar, demos un paso atrás. Después de todo, los modales en la mesa que realmente importan son los que nos ayudan a conectarnos con los demás. Es por eso que reprender a los niños por quitar sus codos de la mesa parece mucho menos importante que insistir en no interrumpir cuando alguien está hablando. Si nos fijamos en el uso de la tecnología a través de este lente tal vez podamos ofrecer una perspectiva más matizada:

Cuando la tecnología en la mesa compite con la conversación o nos hace sentir que no tenemos toda la atención cuando hablamos, la tecnología no debe tener lugar en la mesa. Pero, ¿qué decir de las veces que mejora la conexión? “Hey, mira esta foto de la clase hoy?” o, “quiero leer un divertido texto que recibí de tu tía”. En otras palabras, si la tecnología puede ser compartida en la mesa, quizás haya un lugar. Quizás tan sólo un pequeño lugar.

Hago lo que yo digo y hago lo que hago. En otras palabras, intente cumplir los mismos modales de tecnología que usted espera que sus hijos sigan. Si por ejemplo, se adhiere a una política de «ninguna tecnología», significa mantener los dispositivos digitales en modo silencioso y fuera de la mesa durante la hora de comer. Lo que va a ser difícil para un adolescente resistir el comprobar si un pitido o un ring indica que un mensaje acaba de entrar. Pero si todos están de acuerdo con la política, todos se adhieren a ella.

Como familia, deben decidir respecto a las normas de uso de la tecnología en la mesa. Por ejemplo, que todo el mundo deje sus celulares en la puerta, en el armario o en una cesta. O por el contrario su familia puede decidir que reserva el derecho de usar las funciones de búsqueda para resolver las controversias que surjan en la mesa.

Como en muchas áreas de la vida moderna, el uso de la tecnología supera nuestra comprensión científica de la misma. Puede haber algunas buenas razones para utilizar tecnología en la mesa. Algunos podrían argumentar que jugar a un videojuego en la mesa podría alentar conversaciones o que la posibilidad de compartir un correo electrónico interesante podría poner a su familia al día sobre un conflicto que se está teniendo con un colega. Tal vez, cuando se permite a los adolescentes utilizar la tecnología en la mesa, son más propensos a compartir las dudas que tienen sobre lo que están compartiendo en Facebook. ¿Y qué hay de los beneficios de hablar por Skype con los abuelos que viven en otra ciudad o país, durante una comida?

Sin embargo, tampoco podemos ignorar las posibles desventajas. Si bien no hay demasiada investigación sobre los efectos a largo plazo de mensajear en la mesa, hay varios estudios sobre otra pantalla; la TV. Ver televisión durante la cena, que ocurre en aproximadamente la mitad de las familias americanas, se asocia con una mayor ingesta de calorías y un menor consumo de frutas y verduras. Tenemos la tendencia a comer más mientras vemos la televisión porque ponemos menos atención a las señales de saciedad.

No tenemos suficientes datos para responder la pregunta de cómo juegan los efectos de pantallas más pequeñas en la mesa, pero no hay sustituto para las conexiones que surgen de la interacción cara a cara al compartir una comida en familia. Y tener un doble estándar respecto a la tecnología para los padres y los niños no va a mejorar esas interacciones.

*Anne K. Fishel es profesora de Harvard, y autora del libro Home for Dinner.

 

Traducido por Andrea París con autorización de Anne K. Fishel. Publicado originalmente en The Digital Family y reproducido por Protege tu Corazón.

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