“¿Con quién pasamos la Navidad… con tu familia o con la mía?” Este es el dilema de muchas parejas por esta época, en especial de los recién casados quienes apenas comienzan a establecer los acuerdos propios del estilo de vida matrimonial. La clave es la negociación…pero con amor.
Como muchos otros asuntos relativos al matrimonio, las fechas de Navidad son un asunto de balance y negociación. Los cónyuges deben llegar a un acuerdo donde ambas partes queden a gusto, no obstante muchas veces no es así de fácil. A algunos les cuesta ceder pues le dan prioridad a su familia de origen y llevan el tema a “mayores” hasta convertirlo en un verdadero conflicto conyugal.
¿Cómo conciliar con el esposo/a?
La Navidad es una fiesta de paz, amor, fraternidad, y su todo ello comienza al interior de los hogares. Por eso es desafortunado y contradictorio, cuando esta celebración se convierte en un motivo de peleas, resentimientos y rencores. Para evitar este desastroso panorama, les damos algunas ideas que podrán ayudar a los cónyuges en esta situación:
Turnarse cada año. Funciona para algunos. Cada año deben cambiar para que cada uno pueda compartir con los suyos.
Doble celebración. Se vale celebrar dos días, ¿por qué no? Una familia se podrá reunir en la noche del 24 de diciembre y la otra el 23 o 25.
Un mismo día, dos reuniones. Sólo es posible si ambas familias viven en una misma ciudad y se hace fácil el traslado de un sitio al otro el mismo día. Es la solución ideal para muchos, se comparte con una familia el almuerzo y con la otra la cena, por dar un ejemplo.
Prioridad si hay casos especiales. Deberá tener prelación la familia que ha pasado por un suceso dificultoso como la pérdida de un ser querido, enfermedad, divorcio, soledad, entre otros.
Reunir ambas familias. Aunque algunas veces no es posible por diversas razones, también podría ser una muy buena opción, así no habría lugar a discusiones.
Recomendaciones finales
– No formar un lío por este tema. La Navidad es una fiesta de familia, de armonía y de amor; convertir esta fecha en una disputa, es contrariar el sentido de la celebración. Existen opciones y soluciones, pero sin la disposición de cada quien, es imposible llegar a un punto de común acuerdo.
– Ser comprensivos con los hijos y sus familias. Los padres que ya tienen hijos casados deben esforzarse por ser comprensivos con sus hijos, no imponerles ni exigirles pasar con ellos esta fecha y de algún modo ponerlos en una situación tan difícil como comúnmente la llamamos “entre la espada y la pared”.
– No tomar caminos separados. Se pueden presentar circunstancias extremas que obliguen a los cónyuges a dividirse para que cada uno pase la Navidad con su familia, sin embrago no es lo ideal. El matrimonio es la unión de dos en una sola carne y así debe conservarse.
– La Navidad y el perdón de la familia. La Navidad es perdón. Es el tiempo propicio para dejar atrás las circunstancias difíciles que cada quien haya vivido con su familia política. Por amor al cónyuge y a los hijos -si los hay-, se deben sanar los corazones y comenzar de nuevo; es éste el verdadero significado de la Navidad.