Doce hábitos que pueden acabar con el matrimonio más sólido

Patheos.com – 05.02.2018

Foto: Freepik 

Dave Wills, asesor matrimonial, propone en su blog Patheos , doce hábitos potencialmente destructivos sobre los que debemos vigilar y, en su caso, corregir. Son éstos:

1. Criticar continuamente

Cuando se enciende una luz de aviso en el panel de tu coche, significa que algo no va bien bajo el capó y requiere atención inmediata. Una de las mayores «luces de aviso» en un matrimonio es el tono de constante criticismo. Cuando el marido y la mujer empiezan a ser los mayores críticos uno del otro en vez de ser sus mayores motivadores, y cuando empiezan a centrarse solo en lo negativo y no en lo positivo, se crea una espiral descendiente que con frecuencia conduce al divorcio.

2. Dividirlo todo entre «lo de él»  y «lo de ella»

Cuando marido y mujer tienen cuentas bancarias distintas, aficiones distintas, amigos distintos y sueños distintos, corren el riesgo de crear vidas completamente distintas. El matrimonio va de combinar; el divorcio va de dividir. Cuanto más puedan compartir, más fuerte será el matrimonio.

3. Poner el matrimonio «en espera» mientras se cría a los hijos

He visto derrumbarse demasiados matrimonios porque dos personas bien intencionadas se centraron demasiado en sus hijos y olvidaron seguir invirtiendo en el matrimonio. Algunas parejas reducen su relación a una sociedad de coeducación, y al final, cuando los niños han crecido, descubren que crearon un nido vacío y un matrimonio vacío. Dale a tus hijos el regalo de ver a sus padres en un matrimonio que se ama y que crece. Modela el tipo de matrimonio que hará que tus hijos deseen casarse algún día.

4. Darse mutuamente las «sobras»

Algunas parejas tienen lo que yo llamo «matrimonio de compañía de televisión por cable». ¿Te has dado cuenta de que las compañías de televisión por cable te dan su mejor producto y servicio al principio de la relación, pero que, cuando termina el «periodo inicial», te dan lo menos posible que te mantenga contratado? Algunas parejas casadas se daban uno al otro lo mejor al principio de la relación, pero con el paso del tiempo comienzan a darse uno al otro las sobras. Hay que esforzarse por seguir dándose lo mejor uno al otro. Profundizar en el amor, respeto y amistad en todas las etapas del matrimonio.

5. Guardar rencores y «llevar la cuenta»

Si llevas casado más de quince minutos, lo más probable es que tu esposo o esposa haya hecho algo que te moleste y tú hayas hecho algo que le moleste a él o ella. Cuando nuestras palabras o actos hacen daños, es imprescindible admitir el error rápidamente y pedir perdón. Cuando tú cónyuge que ha hecho daño, es imprescindible que ofrezcas rápidamente la posibilidad de reconciliación, para reconstruir la confianza y para que la amargura no encuentre lugar para echar raíces en tu corazón. No utilices heridas antiguas como munición en las discusiones. Deja que el perdón circule libremente por tu matrimonio. Ningún matrimonio puede sobrevivir sin él.

6. Confiar en tus «sentimientos» más que en tus compromisos

Habrá días en los que no te «sentirás» a gusto estando casado/a, pero los sentimientos son volubles y nunca deben ser nuestros consejeros principales en las decisiones importantes. A menudo los «sentimentos» conducen a la gente al adulterio. Las parejas que mejor funcionan han descubierto que el amor es un compromiso, no solo un sentimiento. Su compromiso mutuo persiste independientemente de lo que sientan. La fortaleza de ese compromiso les permite tener una intimidad más profunda, una conexión más fuerte y un matrimonio más feliz.

7. Tomar decisiones sin consultar a tu esposo o esposa

Nuestro orgullo puede convencernos muchas veces de que no tenemos que preguntar nada a nadie y debemos ser capaces de tomar decisiones sin consultar a nadie. ¡El orgullo ha sido la perdición de tantos matrimonios…! Las parejas más sanas han aprendido que toda decisión que toman individualmente repercutirá de alguna manera sobre el otro, así que se consultan uno a otro respetuosa y amablemente toda decisión.

8. Intentar cambiar al otro

Cuando «intentas» cambiar a tu cónyuge, ambos acaban frustrados. Como probablemente ya sabes, no puedes cambiar al otro, solo pueden amarse mutuamente. La única parte del matrimonio que puedes cambiar es la que ves cuando te miras al espejo. Estate dispuesto a cambiar tus respuestas al comportamiento de tu esposo/a. Busca formas de amarse y servirse el uno a otro cuando tengan perspectivas o preferencias distintas. Probablemente ambos terminarán «cambiando» a mejor durante el proceso.

9. Planificar una estrategia de salida

Las parejas más sanas han eliminado la «palabra con D» (divorcio) de su vocabulario. Cuando amenazamos con el divorcio o comenzamos calladamente a fantasear con la idea de vivir con alguien nuevo, estamos destruyendo el fundamento del matrimonio. Las parejas que funcionan bien no son las que nunca tienen una razón para divorciarse; son, simplemente, aquellas cuyo compromiso mutuo siempre es mayor que sus diferencias y fallos.

10. Ocultar el hecho de que estás casado

Si estás ocultando deliberadamente tu estatus como persona casada o estás transmitiendo «disponibilidad» flirteando, quitándote el anillo o actuando como soltero con tus amigos solteros o en los bares, entonces estás traspasando los límites. Esos engaños sutiles son en sí mismos formas de infidelidad, aunque nunca desemboquen en un encuentro sexual.

11. Ver pornografía o leer novelas o cómics eróticos como si fuese «entretenimiento inocuo»

Cuando tienes fantasías sexuales en las que no está tu cónyuge, es un acto de infidelidad mental. Toda intimidad auténtica y toda infidelidad comienza en la mente; no en la cama. Si tus ojos y tus pensamientos vagabundean lejos de tu esposa(o), entonces tu corazón irá detrás. 

12. Ser egoístas

Todos somos egoístas por naturaleza, pero el matrimonio solo puede funcionar cuando dejamos de lado nuestro egoísmo y ponemos las necesidades de nuestro esposo o esposa por encima de nuestras propias necesidades. Cuando ambos cónyuges están dispuestos a amarse generosamente y a servir así uno al otro, el matrimonio prosperará. La parte difícil es que tú debes querer ir por delante, incluso en aquellos momentos en los que él/ella no está correspondiendo de la misma manera. Tus actos podrían dar la vuelta a las cosas. Elige ser un termostato, no un termómetro. Un termómetro siempre se ajusta a la temperatura de la habitación, pero un termostato cambia la temperatura de la habitación. Sé tú el factor de cambio. ¡Tienes más influencia de la que crees!

*Publicado en ReL

 

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