La vida matrimonial es una conquista diaria que implica voluntad y esfuerzo, además de cariño e ilusión. En este empeño se centra principalmente el amor conyugal.
Por eso, en medio de la convivencia diaria pueden resultar algunas conductas que los cónyuges deben hacer todo lo posible por evitar, o remediar si ya se han presentado, para así proteger el amor matrimonial.
Todos nos equivocamos en algún momento y es algo natural, el problema es cuando ese error se hace repetitivo hasta convertirse en una especie de hábito. Cuando esto ocurre, los cónyuges van entrando en un distanciamiento gradual que puede llevarlos a problemas mayores. Por eso, aunque parezcan inofensivos, estos errores son bastante peligrosos a largo plazo:
Faltarse al respeto
Los gritos, las malas palabras, las respuestas groseras, las humillaciones, los comentarios desagradables… causan heridas profundas. Tal vez es el error que más hace mella en el amor conyugal.
Criticar y burlarse del otro
Una cosa es el buen humor y sacarle el lado gracioso a ciertos momentos, y otra muy distinta es el sarcasmo y la ironía, las cuales no son admisibles ni en público ni en privado.
No darle prioridad al tiempo de pareja
No dedicarse tiempo es un error que tarde o temprano termina alejando a la pareja. Por lo menos una vez a la semana es necesario compartir un tiempo juntos, pero que sea de calidad: sin los hijos, sin los amigos, sin la familia y ¡sin móviles!
Olvidarse de los modales
Tenerse plena confianza y llevar mucho tiempo de casados no significa que el otro deba presenciar todo tipo de mal educaciones. Esto es bien molesto, además es una falta de respeto con el cónyuge.
No trabajar en equipo
Cuando las tareas de la familia no están equilibradas, el cónyuge afectado va alimentando sentimientos de injusticia, enfado y estrés que en algún momento explotarán. Hay que evitar llegar hasta ese punto, y para ello es necesario acudir a la comunicación y a los acuerdos.
No pasar la página
Volver y sacar a la luz la discusión de días pasados que ya no viene al caso, no ayuda a avanzar ni a construir. El rencor, el orgullo y el resentimiento perjudican el matrimonio.
La clave está en identificar estos errores a tiempo y evitar que se conviertan en conductas frecuentes. El diálogo amoroso y sincero, ayudará a que juntos lleguen a la solución.