Grandes mitos del matrimonio y 7 claves de un sociólogo para tener éxito

Foto de Orione Conceição en pexels.com

«Ya lo cambiaré», «eso no es tan importante», «cada uno tiene su forma de pensar»… Ya sea en el romántico mundo de Netflix, en los tópicos de la autoayuda o en el día a día, las parejas que buscan formar un matrimonio estable, feliz y sin fecha de caducidad se encuentran con mensajes fáciles de asumir pero que chocan directamente contra lo que Miguel Ángel Martín Cárdaba llama «las matemáticas del amor».

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Recientemente, el doctor en Comunicación, licenciado en Filosofía y diplomado en Sociología acuñaba el término en el libro Por qué otros van a fracasar en el amor… pero tú no (Rialp). Y con él hace referencia a que, por mucho que predomine el enamoramiento o lo que uno esté dispuesto a engañarse, hay estadísticas que por lo general, no fallan. Tenerlas en cuenta son, a juicio del autor, esenciales para enfrentar otras matemáticas y que tampoco fallan, las que muestran que, al menos en Occidente, aproximadamente la mitad de parejas casadas se divorcia, un 15% se separa sin completar los trámites del juzgado y otro 7% «permanecen juntas pero crónicamente infelices». Con este contexto, surge la duda legítima de si el amor puede durar para siempre. Millones de casos muestran que es posible, pero no basta con dejarlo todo al azar…

El libro de Martín Cárdaba es sencillo, directo y breve, en el que combina el puro y frío dato estadístico con una sinceridad mordaz y un sentido del humor que, por raro que parezca, no desentona con la seriedad de los objetivos que se propone. Entre ellos, el de responder a una pregunta: ¿Cómo elegir pareja y no morir en el intento?…

libro porque otros van a fracasar

Desde el portal ReL extraen algunas de sus propuestas de su «Proceso de selección»:

1. Elegir a la persona, ¿con Cupido o como un gestor?

Martín Cárdaba plantea si lo idóneo para elegir a la pareja con quien compartir el resto de la vida es hacerlo a través de las flechas de Cupido. Por el contrario, plantea, «no debería ser muy diferente al proceso de seleccionar un candidato para un puesto de trabajo». Esto «no significa que haya que ir por la vida encuestando candidatos», pero si considera importante «un enfoque con la misma dosis de cabeza y sensatez que de corazón y sentimiento: el amor es una aventura para la que hacen falta una serie de habilidades y capacidades concretas y no todo el mundo está capacitado para este reto. No basta con querer o desearlo, hace falta estar preparado».

2. Mucho más que compartir una cosmovisión

Para el autor, «el quid de la cuestión no es simplemente compartir los mismos valores», sino la «importancia comparativa» que se le da a cada valor, es decir, la existencia de una «jerarquía de valores» que «determina cada una de las decisiones». «Es fundamental que cada uno esté de acuerdo con el destino final del viaje, pero exactamente igual de importante es estar también de acuerdo en cuáles son las formas válidas y aceptables de viajar», apunta.

3. Frente al gran mito: ¿Los polos opuestos se atraen?

Si algo abunda en el libro además de las cifras y argumentos que respaldan una afirmación es la refutación de lo que en muchas ocasiones no son más que mitos. Y uno de ellos es el de que los polos opuestos se atraen. El autor ha buceado en «montañas de evidencias científicas» que demuestran que «las personas que tienen intereses, orígenes socioeconómicos e incluso personalidades similares, generalmente experimentan mayores niveles de satisfacción y estabilidad».

De este modo, «lo que según la ciencia es cierto para los imanes, no suele cumplirse para las personas: «Una persona tímida y tranquila puede quedar inicialmente fascinada por la vitalidad de otro. Sin embargo, con el paso del tiempo, cada fin de semana corre el peligro de convertirse en un escenario en el que el plan de quedarse en casa con sofá, manta y Netflix del primero choca frontalmente con el plan de salir de fiesta `a darlo todo´ del segundo», ejemplifica.

4. Elegir un buen compañero de vida: un criterio crucial

Uno de los muchos «criterios clave» que ofrece el autor para saber si la persona elegida será o no un buen compañero de vida es el de «evaluar su actitud ante los problemas y dificultades, su reacción ante imprevistos y contrariedades, si se derrumba al menor contratiempo o mantiene la calma, si se sumerge en el fatalismo o se centra en cómo atajar el problema». Pero igual de importante o más que esto es «encontrar a alguien que no añada más problemas de los que ya hay».

5. La proporción mágica, la verdadera «clave»

Dos de los especialistas citados por el autor son Gottman y Levenson, a raíz de su hallazgo de «la verdadera clave para evaluar y predecir la satisfacción y estabilidad de una pareja». Según estos, sería «la proporción que existe entre el número de interacciones positivas dividido por el de las negativas». Tras estudiar el modo de relacionarse de cientos de matrimonios, los expertos llegaron a la conclusión de que ni siquiera «un equilibrio entre ambas era suficiente». Según su investigación, las que se mantenían unidas y felices son aquellas que, incluso en pleno conflicto, «alcanzaban una proporción mínima de cinco positivas por cada una negativa». Por debajo de esa proporción mágica de cinco a uno, dice Cárdaba, la relación tiende a deteriorarse.

6. Saber cómo resolver conflictos… y lidiar con los no resueltos

Aunque saber resolver los conflictos es algo crucial, el comunicador menciona que según los expertos, el 69% de los problemas y desacuerdos que surgen en una relación no se resuelven nunca, de modo que, «como una mancha de boli en tu camisa preferida, siete de cada diez conflictos son para siempre» y surgen «a raíz de las irremediables diferencias que existen entre dos personas». Por eso, llama la atención de que hasta en siete de cada diez ocasiones, «más esencial que encontrar a alguien que sepa cómo resolver conflictos, es encontrar a alguien que sepa cómo lidiar con los conflictos no resueltos».

7. Tres cosas que no se pueden cambiar: el pasado, el clima y otras personas

Otra de las afirmaciones que aborda es la del «ya cambiará». En su opinión, aunque es cierto que la gente «puede evolucionar levemente e incluso cambiar comportamientos concretos», hay ciertos rasgos estructurales que son «bastante estables».

Por ello, resalta la importancia de «no caer en la clásica tentación de pensar que cuando las circunstancias sean otras, cuando se case o cuando tenga hijos, cambiará». O peor, agrega, «que tú le cambiarás». Según el autor, hay una lista de cosas que «por mucho que se quiera, no se puede cambiar», como «el pasado, el clima u otras personas». El autor no dice que la gente no pueda cambiar, pero sí reconoce que «la probabilidad de que ese cambio ocurra en el grado que se necesita o desea es muy escasa. Lo que se ve es lo que hay. Si hay algo de otra persona que te exaspera o disgusta, ve asumiendo que la cosa no va a mejorar demasiado».

*Publicado en ReL

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