La cohabitación antes del matrimonio se ha convertido en una opción aceptada entre los jóvenes, puesto que parten de la idea de que este tiempo les servirá para probar si la relación funciona o no. Pero las investigaciones muestran que en la mayoría de los casos, este “periodo de prueba” no da tan buenos resultados y pocas veces conduce al matrimonio.
Es un tema de disputa. Los que están a favor, afirman que la convivencia previa al matrimonio permite conocer a la otra persona y comprobar la compatibilidad de caracteres, sin embargo, las cifras revelan que son menos del 20% las parejas que llegan a casarse después de haber vivido juntos.
Los expertos destacan tres diferencias principales entre el matrimonio y la cohabitación, siendo el compromiso conyugal una elección más duradera y exitosa, superando con creces a la cohabitación:
1. El matrimonio es un compromiso; sólido y a largo plazo
La cohabitación es una forma de vivir el presente sin darle mayor importancia al futuro, lo que hace frágil a la relación debido a su poca proyección en el tiempo. Por lo mismo, ante las primeras dificultades, se tiende a concluir la relación pues no hay compromiso por el cual luchar. “Las parejas que viven juntos, toleran menos la insatisfacción y dejarán romper un matrimonio que podría haberse salvado”, dicen Popenoe y Whitehead autores de Should We Live Together? publicado por Aceprensa.
En el matrimonio en cambio, existe un motivo más fuerte y éste anima a los esposos a conservarlo a pesar de los momentos difíciles; es un vínculo con objetivos claros y ambiciosos.
2. Ella quiere “vivir juntos” para compartir el amor. Él quiere sexo sin compromiso
Se ha encontrado que la mayoría de las veces, son los varones los que proponen a sus parejas irse a vivir juntos y ellas terminan accediendo por dos motivos principales: el primero es por temor a perderlos, puesto que se impone como una decisión unilateral y ocurre cuando los hombres son reacios al matrimonio; y el segundo motivo por el cual las mujeres acceden a la convivencia, es porque piensan que de esta forma acercarán sutilmente a su novio al altar.
“Ella piensa que vivir juntos es un paso previo (intermedio) hacia el matrimonio, que es un paso más hacia el compromiso, la vida adulta. Él, en cambio, piensa que es `una manera conveniente y con poco riesgo´ de probar el producto. `Poco riesgo´ quiere decir `poco o nulo compromiso´, sensación de provisionalidad y salida fácil.” *ForumLibretas.
En estos casos, hay muy poca la probabilidad que la convivencia lleve a un matrimonio, pues cuando el varón definitivamente no quiere establecer un compromiso matrimonial, permanecerá en su posición y la mujer quedará esperando algo que nunca llegará.
Maria Marin, la reconocida coach, conferencista y autora, coincide con esta idea: “Un hombre que tiene inseguridades de compartir el resto de su vida con una mujer, no cambiará porque ahora comparten la misma dirección”.
3. En el matrimonio somos “nosotros”, no “tú y yo”
Linda Waite, de la Universidad de Chicago, descubrió que las parejas casadas no sólo han hecho un contrato a largo plazo que favorece la inversión emocional: “además, comparten recursos y son capaces de actuar como una pequeña compañía de seguros contra las incertidumbres de la vida.” *Aceprensa.
Aunque no es una regla general, en la cohabitación las parejas suelen ser independientes, incluso en los aprietos. Independencia que puede llamarse también individualismo y que presenta un interés especial por lo que atañe a sí mismo, excluyendo a la pareja. Este tipo de relación, es similar a dos barcas que navegan por un mismo mar, pero cuando una se hunde, la otra sigue su camino. Por consiguiente no hay un equipo y por ello no se comparte nada; “lo tuyo es tuyo, y lo mío es mío”.
Finalmente cabe aclarar que cada relación se desarrolla bajo condiciones particulares, pero lo que sí es irrefutable es que el matrimonio supone un verdadero compromiso, una promesa de amor y apoyo mutuo que provee el escenario óptimo para realizar una misión conjunta perdurable en el tiempo, la cual posee mayores probabilidades de afrontar las dificultades antes de romper la unión.
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Una cita semanal a solas con el cónyuge fortalece el matrimonio. Este consejo que miles de parejas lo han comprobado, lo reafirma un estudio de la Universidad de Virginia, el cual dice que los matrimonios que tienen como regla de oro, tener una cita a solas aunque sea una vez a la semana, mejora el matrimonio, y por tanto ven reducido el riesgo de divorcio casi por la mitad.

En la relación matrimonial existen varias situaciones que en lugar de contribuir, lesionan a los cónyuges, dando opción a que se formen pequeñas heridas que en un principio pueden parecer insignificantes, pero con el tiempo, pueden llegar a volverse muy nocivas.

Para nadie es un secreto que las redes sociales y las diversas opciones que existen hoy en Internet, se han convertido en canales que facilitan la infidelidad. Tanto así que según el sitio Divorceonline.com la palabra más común en las actas de las causas de divorcio es ´Facebook´, y es que, más del 80 por ciento de las infidelidades comienzan en Internet, además en esta nueva forma de ser infiel se encuentran más del 50 por ciento de las personas infieles, revela una encuesta realizada por Gallup; así lo cuenta Noelia de Santiago Monteserín en un artículo de HacerFamilia.com.
Las cifras muestran que cada vez más personas caen en este juego, algunas de forma intencional y otras que solo buscan tener una conversación con alguien, sin pensar que van a terminar involucradas en un romance que puede poner en riesgo su matrimonio.
“Desde la llegada de las redes sociales, el contactar y hacer amistad se ha facilitado a golpe de un solo click del mouse. Protegidos detrás del monitor, es posible empezar a coquetear, por curiosidad, por aburrimiento o soledad, y lo que había empezado como algo inocente se ha convertido en una nueva relación” señala Noelia.
Usualmente el cónyuge que tiene una relación on-line, presenta las mismas señales que tiene una persona cuando es infiel en la vida real, su comportamiento se torna extraño o fuera de lo acostumbrado, pasa más horas frente al computador, oculta su celular, se trasnocha, se puede volver agresivo con su pareja, muestra desinterés por el matrimonio, etc.
El anonimato, uno de los factores de “éxito”
El anonimato es una puerta de entrada que “facilita” este tipo de infidelidad, puesto que hay personas que jamás cometerían estas faltas a la luz del día, pero tras el anonimato de la red, les da la posibilidad de hacerlo.
“Los diferentes estudios realizados por instituciones sociológicas, ponen de manifiesto que el hecho de anonimato inicial aporta una gran dosis de seguridad. La relación se inicia en total anonimato, ya que el ´ciberaffaire´, a diferencia del adulterio físico, pasa inadvertido”. Añade Jesús Domingo, autor de temas de familia y educación.
Un negocio muy lucrativo
Desde que la web se convirtió en la plataforma por excelencia de las comunicaciones, se han creado variadas opciones de conexión (chats, redes sociales, etc.) pero en materia de relaciones extramaritales, están los sitios web dedicados en exclusiva a las personas que quieren tener una aventura, supuestamente sin mayores complicaciones.
La infidelidad no es algo nuevo ni mucho menos, pero Internet la ha convertido en un negocio rentable, al brindar las herramientas para que las personas sean infieles de forma rápida y sin dejar rastro, y lograr que miles de miembros se unan a la red recaudando grandes cantidades de dinero que se obtienen por pagar una membrecía o por los espacios publicitarios.
Recomendaciones para evitar los malos entendidos en la red
Por último, estas recomendaciones publicadas en HacerFamilia.com ayudarán a "enredos" que después lamentarás:
1. Piensa antes de publicar cualquier mensaje en la red. No te dejes llevar por impulsos. Cualquier mensaje puede ser malinterpretado.
2. Piensa antes de aceptar a alguna expareja en las redes sociales. Por supuesto que se puede mantener una amistad virtual con una expareja y no llegar a mayores, pero la realidad es que se necesita de mucha madurez emocional para optar por mantener un vínculo de este tipo. La mayoría de las personas se arrepienten de haber aceptado el contacto.
3. Sé juicioso a la hora de aceptar amigos. Muchos usuarios tienen la costumbre de aceptar cualquier solicitud de amistad que se le envía sin discriminar. Antes de acceder a la petición, ten en cuenta que estás permitiendo que gente desconocida tenga total acceso a toda tu información personal.
4. Si estás en una relación o casado, hazlo saber. No es nada beneficioso para la relación hacer entender a los demás que te encuentras soltero si la realidad es otra.
Fuentes: HacerFamilia.com, Encuentra.com, Almudi.org, BBC Mundo, Noticias de Navarra

Por LaFamilia.info
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¿Alguna vez se han preguntado si ustedes como pareja son un buen modelo para los hijos? ¿Qué podrían mejorar para llegar a serlo? ¿Qué recordarán del matrimonio de sus padres cuando sean grandes? El matrimonio de los padres es un factor que interviene en vía directa con el bienestar de los hijos.
La convivencia armoniosa entre los esposos, provee estabilidad y seguridad a los hijos. Pero ellos no sólo necesitan que sus padres vivan bajo un mismo techo, sino que tengan un vínculo basado en el respeto mutuo y en el amor conyugal.
Si bien es cierto que la relación entre los hijos y cada uno de los padres es determinante, también lo es la relación existente entre padre y madre. Los hijos son sumamente perceptivos y observadores del matrimonio de sus padres, prestan especial atención a la forma en que se tratan, se hablan, se miran… y por lo general, esta actitud vigilante es invisible a los ojos de los adultos.
Se ha comprobado que muchas de las debilidades personales que se manifiestan en la etapa adulta, tienen su origen en la niñez y en la adolescencia, cuando se convive en familia teniendo a los padres como referentes de imitación y por consiguiente, de educación.
Una relación estable y unida entre padre y madre, sienta las bases para que los hijos crezcan en un contexto de seguridad y protección, que a su vez les brinda el alimento espiritual que necesitan para crecer sanamente. Como explica la Dra. Judith P. Siegel, autora del libro Lo que los niños aprenden del matrimonio de sus padres: “la relación de los padres es para los hijos el modelo de todas sus relaciones de intimidad. Los hijos reciben seguridad cuando ven a sus padres y madres respetarse y ser respetadas por su cónyuge, o por el contrario, se llenen de miedo y desconfianza ante el amor cuando conviven con padres que no logran amarse y respetarse”.
Lo que enseña el matrimonio de los padres
La experiencia vivida en casa, puede servir como modelo de inspiración para el propio matrimonio. Cuando en el hogar hay ejemplo de amor entre los esposos con todo y sus conflictos propios de cualquier pareja, pero que logran negociar sus diferencias en un ámbito de respeto; es muy probable que los hijos quieran seguir ese mismo modelo, y por lo general, no se muestren temerosos frente al compromiso ni a las responsabilidades de conformar una familia.
Entre tanto, es frecuente encontrar que algunas de las personas que sienten algún rechazo frente la unión matrimonial, se debe a que su pasado estuvo envuelto en un ambiente familiar donde los padres sostenían una relación con más tintes de hostilidad que de amor, en donde se agredían, se referían displicentemente entre sí, o lo que es peor, sobrellevaban una vida de maltrato físico y/o sicológico.
De modo que el matrimonio de los padres, sirve a los hijos como ilustración de un proyecto de vida, además puede influir en la elección de la pareja y en las expectativas que se centran en ella. Sin duda será determinante en el bienestar emocional y en las habilidades sociales que los hijos promoverán en su futuro.
Otra manera de entender la forma en que los hijos se ven afectados por el matrimonio de sus padres, es mediante el proceso psicológico de identificación. La Dra Judith P. Siegel señala que los hijos imitan a sus padres y “toman prestada” una manera de hablar, un gesto, una forma de caminar… Pero a diferencia de un juego de roles, estos comportamientos no son imitaciones temporales, sino que luego se convierten en características o atributos que el niño toma como parte de sí mismo. Por lo tanto, si los hijos observan malas palabras, gritos o discordia entre sus padres, ¿qué imitarán después?
Un antídoto contra todo mal
Diversas investigaciones señalan que los niños que crecen bajo un hogar conformado por padre y madre, que a su vez gozan de una convivencia sana, disminuye las probabilidades de que tengan dificultades en los estudios, presenten comportamientos violentos, elijan amistades desfavorables o incluso caigan en algunas adicciones como el alcohol y las drogas. Lo que resulta sensato, pues un joven que esté rodeado de buen ejemplo, de un clima pacífico de amor y regocijo por parte de sus padres, no tendría motivos para buscar carencias en ambientes externos.
Queda claro entonces que los hijos se merecen que sus padres hagan un esfuerzo por construir una relación armoniosa y amorosa entre ellos, la cual busque crecer y mejorar cada día su matrimonio.
Lectura complementaria: Libro “Lo que los hijos aprenden del matrimonio de sus padres”. Judith P. Siegel. Traducción Ángela García, Ed. Norma, 2006.
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En la entrega pasada hablamos de la crisis de los 40 en los hombres, esta vez expondremos cómo puede afectar el matrimonio. Un análisis elaborado por el Foro de la Familia enumera los principales motivos que pueden dar origen a esta crisis de pareja.
Uno de los más grandes desafíos que tienen los cónyuges es entender al otro desde su naturaleza masculina o femenina, en especial las formas de comunicación que cada uno utiliza para expresarse: en términos generales, él prefiere el silencio y ella el habla, aunque desde luego hay excepciones. Pero esta diversidad puede convertirse en complementariedad; de esto de trata el arte de entender al cónyuge.
Él prefiere el silencio, Ella prefiere expresar
“Para el hombre su mayor reto es saber interpretar correctamente y apoyar a la mujer cuando habla de sus sentimientos. Y para las mujeres es interpretar correctamente y apoyar al hombre cuando no habla, cuando está en silencio.”
Hombres y mujeres piensan y procesan información de forma muy diferente. Ellos antes de hablar, se toman su tiempo para pensar, para encontrar la mejor respuesta, para tener claridad en su mente, y todo esto, luego de un proceso racional que puede tardar unos minutos u horas, o incluso pueden llegar a no responder. Pero este silencio es algunas veces incomprensible para las mujeres.
“Ellas necesitan entender que cuando él está en silencio, está diciendo: `Todavía no sé qué decir, pero estoy pensando en ello´. En lugar de eso, ellas escuchan: `No te estoy respondiendo porque tú no me importas y yo voy a ignorarte. Lo que me has dicho no es importante y por lo tanto no responderé´.
Cuando un hombre está en silencio, una mujer puede fácilmente imaginar lo peor, porque las únicas veces en que una mujer permanece en silencio es cuando lo que tiene que decir resulta perjudicial o cuando no quiere hablar con una persona porque ya no confía en ella y no quiere tener nada más que ver con ella. ¡No sorprende entonces que una mujer se torne insegura cuando un hombre se vuelve repentinamente silencioso!” expresa el autor Rafael Sanz Carrera en su blog.
Las mujeres en cambio disfrutan comunicándose, y más que un gusto es una necesidad. Ellas piden que se les validen sus sentimientos y ello supone que las escuchen. Pero los hombres no son muy buenos en esto.
Esta disparidad da lugar a situaciones de conflicto. Por ejemplo en las noches cuando la pareja por fin llega a casa tras una extenuante jornada laboral y múltiples ocupaciones más, la mujer quiere utilizar ese valioso momento para conversar con su marido sobre las cosas que le ocurrieron en el día a ambos… Mientras que los hombres llegan a casa y lo último que quieren hacer es hablar y menos de los problemas con los que tuvo que lidiar. Él quiere desconectarse de todo en su tiempo de descanso y tiene la capacidad para hacerlo.
Antonio Vásquez Vega, autor del libro “Puedo entender a mi marido”, explica al respecto: “A la mujer, hablar le descansa, al hombre, no. La mujer necesita expresar lo que le preocupa y eso ya le hace sentirse mejor aunque el tema no esté resuelto.” Y además aclara: “La mujer cuenta las cosas del día, pequeñas y grandes, como un gesto de amor. Pero se encuentra con un hombre que de inmediato siente la necesidad de dar soluciones a los problemas y cuestiones que la mujer plantea.”
Vemos entonces que por regla general somos distintos, pero a la vez complementarios; el hombre necesita salir de su aislamiento, aprender a escuchar, y la mujer necesita saber interpretar los silencios del hombre y propiciar el diálogo sin presionarlo. En eso se basa la complementariedad, en buscar el equilibrio para llegar a la armonía. Pero la complementariedad exige renuncia, ceder para poseer, escuchar para entender, querer para comprender.
*Lectura complementaria: “Puedo entender a mi marido”. Antonio Vásquez Vega. Colección Hacer Familia. Ediciones Palabra, 2007.
Por desgracia, algunos estudios hacen más énfasis en los altos índices de divorcios que en los matrimonios que se conservan unidos y felices a través de los años; los cuales seguramente, son una parte representativa.
Lo cierto es que una de las mayores riquezas que puede tener el ser humano, es la compañía de la persona amada hasta la eternidad. Para ello, traemos a colación los consejos que Francisco Gras, autor de Micumbre.com, brinda a los cónyuges:
1. Educación personal y social, en algunos sitios llamadas normas de educación o maneras
Es muy importante conocer las reglas de educación que se deben usar en la convivencia entre las personas. Cuanto más trato se tenga con las personas queridas, más educados hay que ser. No se puede bajar la guardia y argumentar la excesiva confianza para no cumplir con las reglas de educación. Ceder los sitios privilegiados, hablar correctamente sin palabras soeces.
De la misma forma que queremos comportarnos cuando estamos delante de personas que consideramos importantes o a las que les debemos respeto, así debemos tratar a la esposa/o públicamente y en la intimidad.
Si cada día se va cediendo un poco en la normas de educación, llega un momento en que la familia se convierte en una selva, donde gana el que más grita, el más ladino o el más descarado.
2. Dirimir las diferencias culturales, sociales, religiosas o políticas que aportamos al matrimonio
Sobre todo en los matrimonios multirraciales, multiculturales. Cada uno de los cónyuges, normalmente se ha criado de una forma diferente, tanto en el terreno familiar, como social y desconoce la impresión que causará en la esposa/o las costumbres y educación que aporta cuando llega la convivencia. Este aspecto debe quedar bien claro en el noviazgo, donde se deben poner a debate las diferencias para intentar conocerlas, aceptarlas o negociarlas.
Dar espacio personal para poder mantener las creencias religiosas. Si se pudieran compartir diariamente sería lo aconsejable ya que los matrimonios necesitan de la energía que aportan las creencias religiosas. Las parejas que rezan juntas, normalmente permanecen juntas.
3. Negociar y ceder
Cuando tengan diferencias ostensibles tienen que negociar cuáles se van a quedar, de qué forma se van a quedar y cuáles deben desaparecer. La negociación no es de quien gana más y quien pierde más. Es la de saber cómo van a vivir mejor los dos y los futuros componentes de la familia.
Las diferencias pueden ser fuertes en la forma de manejar las finanzas, las relaciones con los familiares directos o políticos, la dedicación profesional, las relaciones con los amigos, la forma de educar a los posibles hijos, horarios, nivel de vida aparente, y un sinnúmero de conceptos. En cada caso particular una vez puestas sobre la mesa las diferencias y las soluciones a las que están dispuestos cada persona a llegar, llega el momento de las cesiones y de los acuerdos.
Habrá algunas colas que no sean negociables por lo que es conveniente conocerlas antes de adquirir compromisos duraderos y tomar decisiones claras referente a las relaciones futuras. Después de conocer las que son innegociables suele ser demasiado tarde para llegar a acuerdos.
4. Tener objetivos claros y realistas
Antes de nada analizar profundamente si los motivos del matrimonio son para formar y hacer crecer una familia, como siempre lo han pensado o simplemente son para convivir con una determinada persona.
Dependerá del examen de esos motivos la realidad de lo que se va a realizar y los objetivos que se van a proponer para que los compartan como pareja. Los objetivos serán en el orden familiar, espiritual, profesional, social, económico, etc. Estos objetivos tienen que ser muy claros, realistas y asequibles.
5. Poner los medios necesarios para conseguirlos
Además hay que definir los medios a emplear para conseguirlos y el método para medir los avances o retrocesos. El esfuerzo aunado de dos personas hacen una cifra mayor que por separado. En estos casos, uno más uno, pueden sumar hasta tres o más.
Los medios a emplear para cumplir los objetivos también deben ser realistas y adaptarse a las capacidades del matrimonio. Si no son realistas pueden resaltar frustrantes y promover el abandono de los propósitos.
6. Ser austeros
La austeridad con moderación es una virtud que puede hacer hasta disfrutar a los que la practican. Es lo contrario del despilfarro al que están acostumbradas muchas sociedades.
Siendo austeros darán un buen ejemplo a los hijos porque aprenderán lo que cuesta ganar el dinero y otras virtudes humanas.
El llenar de regalos a la esposa/o o comprar cosas innecesarias hace unas costumbres que en los tiempos malos son muy difíciles de evitar y suelen llevar a que algunos matrimonios, que ya aportaban esa mala costumbre, se decidan a endeudarse con intereses escandalosos y que cada vez les resulta más difícil el salir del bache económico.
Asimismo, tener cuentas bancarias comunes, mejor una sola cuenta que refleje todos los gastos e ingresos, y analizar mensualmente todo lo gastado, los ingresos y hacer un presupuesto para los meses sucesivos, son sugerencias prácticas que los matrimonios pueden aplicar en su beneficio.
7. Ser ordenados
El orden empieza por el aspecto personal, pasando por la casa, las finanzas y las relaciones familiares y sociales. Demostrar orden en la casa es fundamental para evitar situaciones que algunas veces rayan en la servidumbre de una persona hacia la otra.
Las tareas a realizar deben estar bien definidas de acuerdo a la mejor habilidad, tiempo o posibilidades de cada uno. Ninguna tarea familiar es humillante para quien la hace con cariño, entrega y gusto. Hacer las tareas de la mejor forma posible es una forma de expresar el cariño a los demás y una enseñanza formidable para los hijos.
8. Perdonar las diferencias
Al cabo del día puede haber cosas que no se han hecho a gusto de la otra persona. La gran fuerza se demuestra perdonando, pero sin herir.
Hay un sabio consejo que dice que nunca empieces a dormir sin haber perdonado cualquier cosa que haya hecho tu esposa/o. Una simple palabra al acostarse puede ser el milagro que borre las diferencia habidas y que si no se borran pudieran incrementarse.
9. Encontrar las expectativas de la otra persona para intentar cumplirlas
Aunque algunas veces sea una tarea difícil el sonsacar a la esposa/o las expectativas que tiene con el matrimonio, es totalmente necesario el conocerlas y evaluarlas. Después llegará el momento de hablarlas con tranquilidad y negociarlas para poder cumplirlas.
Una esposa/o que no ve cumplidas sus expectativas, es una persona frustrada. Muchas veces ocurre porque no ha podido ni hablar de sus expectativas. Si las habla sinceramente hay muchas probabilidades de que entre los dos puedan llegar a cumplirlas.
10. Sacrificarse por la otra persona cuando sea necesario
El sacrificio total y desinteresado hacia la esposa/o, hijos o familiares representa la culminación del matrimonio. Si se quiere a la familia como no sacrificarse incondicionalmente por ella, puesto que han formado un solo cuerpo.
Todos los sacrificios que hagamos por nuestra familia son un ejemplo extraordinario para todos los miembros de la misma y para la sociedad.
Estos son algunos de los consejos que si los ponen en práctica les llevaran a tener matrimonios duraderos, felices y fructíferos.
Fuente: Escuela para padres - Micumbre.com