Por LaFamilia.info
 

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Los celos no son simples reclamos, cuestionamientos, dudas sobre la pareja; los celos son sólo la punta de un enorme iceberg. Detrás de los celos, se encuentran profundos problemas arraigados a la persona que los padece.


Los celos son un sentimiento de temor a perder a la persona amada. Se dice que en pequeñas dosis y de forma controlada, son muestras de afecto que pueden ayudar a mantener vivo el amor. El problema surge cuando los celos se convierten en un sentimiento enfermizo, permanente e intenso que surge sin tener causas justificadas, provocando crisis en la relación.

La raíz del problema

Comúnmente la persona celosa afirma que el problema está en el otro, pero en realidad es todo lo contrario. Existen varias razones que explican el surgimiento de los celos:

Inseguridad: el hombre o la mujer celoso(a), sufre una inmensa inseguridad de lo que ella es y de lo que posee. En algunos casos puede deberse a situaciones difíciles del pasado o modelos de educación, que han dejado una marca en su forma de ser. Comúnmente este tipo de personas, no sólo son inseguros en su relación amorosa, también lo son en los diferentes espacios donde se desarrolla. Además, suelen ser temerosos y demorados para la toma de decisiones.

 

Baja autoestima: por lo general el típico celoso siente que no es lo suficiente atractivo, inteligente, extrovertido, etc. para satisfacer a su pareja. Se sienten “menos” y por eso creen que su pareja está buscando en otras personas lo que ella no es. Si uno se ama a sí mismo, la comparación con los otros disminuye y cuando la competencia no existe, se es menos vulnerable a sentir celos.

 

¿Amor o apego?: es completamente falso la creencia que afirma que entre más celos más se ama. Una relación asfixiante, donde la libertad es cohesionada y continuamente hay reclamos sin motivos reales, se le denomina apego. Por el contrario, el amor es libre y busca la felicidad del otro.

 

Egoísmo y necesidad de llamar la atención: pensar que somos la única persona en el mundo, que merecemos toda la atención de nuestra pareja, es una muestra de egoísmo. El perfil psicológico de la persona celosa, se caracteriza por querer ser el centro de atención, captar el interés de los demás, debido a que constantemente necesitan sentir estimación y por ello demandan aprobación.

 

Sentir poder sobre el otro: así como explica Rebeca Reynaud en su artículo: “Ninguna persona `pertenece´ como si fuera un objeto. Los hijos no son `propiedad´ de los padres; los esposos no son propiedad uno del otro, pero se pertenecen de un modo mucho más profundo. Los seres humanos no se pertenecen como una posesión, como una cosa, sino en la responsabilidad. Se pertenecen porque aceptan la libertad del otro y se sostienen el uno al otro en el conocerse y amarse”.

 

Cómo liberarse de los celos

Lo primero que hay que hacer es intentar apartar los pensamientos obsesivos. Los celosos dan muchas vueltas a la imaginación, y puede llegar a convencerse de que lo que pasa en su mente es verdad. Piense que de seguir así puede enfermarse. Así que debe seguir tres pasos principales:

  • - Aceptar que lo que está sintiendo.
  • - Pedir ayuda.
  • - Reforzar la autoestima.

 

Señales de alarma

  • - Necesita controlar todos los movimientos de su pareja.
  • - Piensa que su cónyuge lo considera ingenuo(a) y que lo puede engañar.
  • - No le gusta que su pareja salga sola o con amigos.
  • - No le gusta que su pareja lleve cierto tipo de ropa sensual.
  • - Arma una escena de celos sin motivos.
  • - Desconfía de lo que su pareja le dice.

 

Reflexiones para una persona celosa

  • - Piense que su pareja está con usted porque lo quiere como eres.
  • - Si usted tiene amistades, ¿no es lógico que su pareja también las tenga?
  • - Cuando le asalten las dudas, cálmese y luego hable sobre ellas.
  • - No se puede desconfiar de alguien que confía en usted.
  • - Su pareja es libre de estar a su lado y lo ha escogido a usted.
  • - Su pareja es una persona y no una propiedad.

 

Fuentes: hacerfamilia.cl, netdoctor.es, almas.com.mx, catholic.net, pulevasalud.com, vivirenpareja.cl

LaFamilia.info
16.02.2009
 

Un matrimonio, como cualquier cuerpo sano, puede sufrir enfermedades. Así como para el cuerpo, para una unión conyugal “enferma” también existen terapias y “médicos” que en este caso son los consultores familiares, psicólogos, amigos, sacerdotes, etc., que puedan devolver la “salud” al matrimonio en crisis.

En el matrimonio se dan enfermedades de diversa intensidad. Los momentos más álgidos pueden llevar a insultos, al cierre de todo diálogo, incluso a la salida de él o de ella para pasar varios días en casa de otros familiares o amigos.

En los últimos años el número de separaciones y crisis dentro del matrimonio ha aumentado desmesuradamente, hasta el punto que muchas parejas tratan de buscar soluciones a sus problemas de comportamiento por medio de ayuda profesional.

Conviene aplicar en la vida matrimonial, dos consejos fundamentales de toda la medicina: la prevención y la curación. A veces la prevención consistirá en no tocar un tema espinoso. En otras ocasiones habrá que encontrar un momento adecuado para tender un puente.

Intervención curativa

Habrá otros momentos en los que será necesaria la intervención curativa. En algunas ocasiones, bastará con una medicina sencilla: un poco de silencio, ceder, pasar una notita escrita para pedir perdón, poner sobre la mesa un tema difícil y doloroso para aclarar lo sucedido, aunque eso cueste tragar mucha saliva...

Otras veces, sin embargo, se exigirá una operación más profunda, habrá que recurrir al “cirujano”. Cortar, limpiar, añadir nueva sangre por medio de transfusiones, incluso realizar un “trasplante de corazón” para que el viejo, ya incapaz de amar por la pesada carga del aburrimiento o por rencores alimentados todos los días, reciba nuevos bríos.

Pueden darse situaciones en las que se piense, como última solución, la separación. Pero, si seguimos con la analogía de la salud, veremos que esta medida es algo así como la aceptación de la muerte: dejamos de buscar el difícil camino de la medicina para dejar que la enfermedad destruya lo poco sano que quedaba en pie.

Nunca puede ser solución para la falta de amor el romper definitivamente una aventura que siempre puede volver a partir con nuevas velas hacia mares todavía desconocidos. Hoy que se habla tanto de la eutanasia, conviene reencontrar el auténtico sentido de la medicina: curar y ayudar. También los matrimonios deben superar la tentación de la muerte provocada, la desgracia del divorcio. La auténtica terapia matrimonial salvará así muchas promesas de amor, acrecentará el amor que permite vivir las promesas. Para nuestro bien y el de nuestros hijos.

Terapias individuales y de pareja

El abordaje más común para los problemas de pareja, ha sido hasta ahora, la terapia individual: terapia o análisis de cada uno en forma sucesiva por el mismo terapeuta, terapia realizada paralelamente por dos terapeutas (con consultas periódicas entre ellos) y ocasionales sesiones cuadrangulares, grupoterapia de pareja, cónyuges en grupos separados y terapia con la pareja y las familias de origen.

Para El Dr. Andolfi, profesor de la Universidad "La Sapienza" de Roma, es tan importante saber lo que ocurre al interior de la gente, como lo que ocurre en la relación: “Hay 3 pacientes: el marido, la mujer y la relación”; por esto la terapia puede enfocarse dinámicamente en uno o en otro.

Andolfi considera como meta de la terapia que acepten la existencia de expectativas irracionales sobre la relación derivada de la familia de origen, comprendan mejor al compañero, enfrenten sus propias necesidades, mejoren la comunicación, se gusten un poco más y hayan aprendido a afrontar los problemas que surgen entre ellos.

La mayoría de las personas que inician una terapia lo hace para cambiar a su pareja: esperan el momento de contar a un profesional lo enferma, irreflexiva y descariñada es su pareja. En estos casos, no se acepta la sugerencia de que cada uno debe asumir la responsabilidad del cambio y el no encontrar al árbitro, suele ser un motivo frecuente de deserción.

La idea de cambiar al otro, (progenitor, cónyuge, hijo) en general, no funciona. La única forma de cambiar al otro es cambiando uno mismo, porque al hacerlo, el otro debe cambiar necesariamente de conducta o actitud, al no poder ya responder a las conductas predecibles de la pareja. Pero también existe un encubierto temor a que el otro cambie, porque podría no quererlo más. Este es otro motivo para tratar a la pareja junta, de manera que puedan compartir el proceso.

Fuentes: churchforum.org, psicologia.academia.com

LaFamilia.info
15.04.2008
 

Los expertos sostienen que uno de los problemas más graves del matrimonio es la incapacidad o falta de deseo entre la pareja de comunicarse. Muchas parejas saben que no se están comunicando, pero desconocen qué hacer al respecto.

El escritor John Powell describe cinco niveles de comunicación que son importante comprender para mejorar la comunicación con su cónyuge:

Nivel 1: Captación profunda. Este nivel se da cuando la pareja armoniza perfectamente en comprensión, satisfacción de la vida afectiva y participación de ideales comunes. La comunicación de estas experiencias personales causa una profunda impresión en la pareja y enriquece su relación. Compartir intimidad, con mucho respeto por la otra persona, es el objetivo final de una buena comunicación de la pareja.

Nivel 2: Sentimientos y emociones. La comunicación en este nivel describe lo que está ocurriendo en el interior de la persona y revela lo que el cónyuge siente en su interior ante una situación cualquiera. Se expresan sentimientos de frustración, enojo, resentimiento, felicidad, amor etc. Si se comparten con la pareja las experiencias y se muestra interés por los sentimientos mutuos, la relación se enriquecerá. Una buena opción es combinar las ideas y opiniones con sentimientos y emociones.

Nivel 3: Ideas y opiniones. Aquí comienza la verdadera intimidad porque se exponen fácilmente los pensamientos, los sentimientos y las opiniones. Se da una mayor oportunidad al cónyuge de conocer su pareja más íntimamente“ Hoy tuve un día muy duro en el trabajo porque tuve que dictar dos conferencias. Una de ellas fue sobre algo que me apasiona como es la pobreza en el Tercer Mundo. Ya sabes cómo me afecta este tema.”.

Nivel 4: Conversación acerca de los hechos. En este nivel se comparte información pero sin involucrar comentarios personales. Se dice lo que ha ocurrido, pero sin expresar lo que se siente. “Hoy tuve un día muy duro en el trabajo pues tuve que dar dos conferencias”.

Nivel 5: Conversación Trivial. En este nivel se da una conversación común. “Qué hiciste hoy?” “Cómo estás?” Aunque tiene poco sentido, esta comunicación es mejor que quedarse callado. Sin embargo, si permanece a este nivel, se vuelve aburrida y genera frustración y resentimiento en la relación de pareja.

Pregunta: ¿En que nivel está usted? ¿Qué podría hacer para mejorar la comunicación con su cónyuge? No se conforme con la situación actual. Recuerde que el amor se construye con acciones concretas diarias.

Por LaFamilia.info

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Pasar de la vida de solteros a la de casados, lleva consigo grandes cambios en las parejas, estos son varios consejos para acoplarse lo mejor posible.

LaFamilia.info
21.06.2008
 

Cuando un joven matrimonio comienza su vida en común, ambos entran a formar parte de una familia extraña: la del cónyuge. Esta nueva experiencia es una situación susceptible a crear conflictos entre la pareja y por esto requiere de un esfuerzo especial para aceptar situaciones que algunas veces no son afines con nuestras costumbres ni modos de pensar.

Lo cierto es que al elegirse el uno al otro, se elige también un poco de la otra familia, puesto que la mayoría de valores que el cónyuge posee, han sido inculcados por la educación que ha recibido. En ocasiones, dichos modos de “hacer” nos parecen realmente diferentes y nos vemos incapaces de aceptarlos.

El nuevo papel: yerno/nuera

Cuando el papel de yernos/nueras es nuevo para nosotros, es normal que al principio no sepamos cómo desempeñarlo correctamente. Poco a poco nos iremos dando cuenta de que, al fin y al cabo, se trata de una nueva aventura interpersonal que necesita requisitos mínimos como:

  • Interés por querer.
  • Afán de mejora personal.
  • Capacidad de perdón.
  • Necesidad de acoger.

El conflicto suegra-nuera es ya un clásico en el ámbito del matrimonio y se deriva de la rivalidad que existe entre el amor de madre y el de esposa. Muchas suegras continúan aferradas al modelo que han vivido durante toda su vida e intentan imponerlo a las nuevas generaciones de nueras, cuyas vidas se desarrollan en una realidad completamente diferente. Las primeras poseen un estatus que se han ganado con sacrificio y esfuerzo, y por lo tanto esperan cierta sumisión por parte de sus nueras. El problema es que, en su mayoría, las recién casadas no están dispuestas a que se las relegue a un segundo plano.

Tipos de Suegras:

  • Cuando una madre fue protectora en exceso, como suegra no tendrá otra identidad que la de seguir actuando como una madre. Insatisfecha en su vida conyugal, deposita en sus hijos su carencia amorosa y confía plenamente en que sean ellos los que la saquen de su soledad, a modo de compensación por la dedicación que ella les ha brindado siempre. Rechaza la independencia y fomenta el apego de los hijos, a quienes agobia con sus excesivos cuidados y recelos. Ellas soportan muy mal el distanciamiento de los hijos y cuando se produce la separación, adoptan una actitud de despecho y verán en sus hijos una especie de traición y en sus nueras, el enemigo que se llevó lo que ellas más querían.
  • También existen las madres que, actuando bajo un disfraz de bondad e inocencia, acaban imponiendo su voluntad ante la de sus hijos. Siguiendo el proceso natural, esta madre se convierte en una suegra que maneja la vida de sus hijos y la de sus hijos políticos como le plazca. Además, tienen la extraña virtud de saber darle la vuelta a las cosas de tal modo que al final siempre acaban adoptando el papel de víctimas.
  • Sin embargo, existe también un tipo de suegra discreta, que no se entromete en la nueva vida de sus hijos y toma al recién llegado como un miembro más de la familia. Se alegran por la felicidad de sus hijos y no se inmiscuyen en sus decisiones ni en su matrimonio. Respetan el vínculo matrimonial por encima de sus propios deseos; son generosas, alegres y se valen del sentido del humor cuando aparece algún problema.

 

Tipos de Nueras

Las “inseguras”: En general esta nuestras se sienten vulnerables y desorientadas ante su nueva situación. Absorben en exceso al cónyuge, filtran toda relación con sus padres y restringen las llamadas y las visitas por miedo a quedarse relegadas en un segundo plano.
Las suspicaces: Son las mujeres que en este nuevo papel dejan aflorar rasgos de susceptibilidad, intransigencia y criticismo. Estas actitudes, a la larga, no harán más que sembrar descortesía y tensión y, por tanto, lo único que recogeremos serán muchos problemas que afectarán a varias personas.
Nueras acertadamente amorosas: Viven con alegría y entusiasmo la etapa que acaba de comenzar. Aprecian las características positivas de su nueva familia, saben encajar con seguridad los comentarios desafortunados y son capaces de perdonar con facilidad. En definitiva, son aquel tipo de nueras que sí están en disposición de querer.

 

El reto de ser esposo e hijo

En este supuesto conflicto suegra-nuera hay otro agente implicado: el marido. Al nuevo esposo le corresponde el papel de facilitar el curso natural de la nueva relación si es capaz de amar de forma madura. Además debe propiciar que las dos mujeres que más quiere aprendan no sólo a aceptarse y a ayudarse, sino también a quererse. Cuidar los detalles como hijo y como esposo es un reto que se le presenta en el camino hacia la madurez emocional. Estas son algunas sugerencias para intentar conseguirlo:

  • No permitir críticas de la una o de la otra y, por supuesto, no trasmitirlas si las hubiera, para evitar enfados innecesarios.
  • Propiciar situaciones de acercamiento.
  • Ante un conflicto, escuchar, hacer que se sientan atendidas y ayudar a restarle importancia al asunto.
  • Hacer llegar los comentarios favorables de la suegra a la nuera y viceversa.
  • Si la situación se vuelve difícil, atender a cada una individualmente, esperar y rezar. Esto nos ayudará a conseguir nuestro ulterior objetivo, que no es otro que el de preservar el vínculo matrimonial.

Fuente: Cómo prepararse para la vida conyugal, de Mar Sánchez Marchori

LaFamilia.info
15.03.2008
 

 

Cuando el diálogo desaparece en el matrimonio, muere el amor y da cabida al resentimiento. Sin embargo, restablecer el diálogo puede devolver la vida a una relación muerta. De hecho este es el milagro del diálogo.

El primer paso del diálogo entre dos personas es el hablarse (y, a veces, escribirse). Es importante decir las cosas, especialmente las cosas bonitas: “yo te quiero mucho”, “te quiero cada día más”. Es importante también decir las cosas que no nos gustan: “esa decisión tuya no me gustó porque fue precipitada”. En las cosas negativas debemos tratar de ser correctos y oportunos.

En pareja, el diálogo es una herramienta básica. Por ello todo esfuerzo de aprendizaje en este campo, especialmente durante los primeros años de convivencia, será muy enriquecedor porque crea el hábito y va dando ocasión de superar dificultades que surgen del temor, de la vergüenza, de la desconfianza, etc…

Es verdad que no se puede estar todo el tiempo hablando de cosas íntimas y profundas, pero tampoco se debe pasar la vida en la superficialidad. Lo importante también es que la pareja asegure su comunión íntima y los dos sabrán si están tocando fondo o no.

Reglas para no ignorar

La primera regla es buscar "tiempos fuera" para dialogar. Dedique al menos una tarde cada mes. Normalmente las parejas logran organizarse para ir a otro tipo de reuniones ¿Por qué no pueden hacerlo para alimentar su propio amor con el diálogo y la comunicación serena?

El siguiente paso es exponer en común los miedos y las dificultades personales para la comunicación que cada uno ha identificado en una reflexión personal, tratando de responder a estas preguntas:

 

  • - ¿Qué miedos o dificultades hemos identificado? Analizarlos conjuntamente y añadir otros que puedan surgir de la experiencia de la pareja.
  • - ¿Cómo afectan estas dificultades a la comunicación de la pareja?

 

Luego se deben tener en cuenta los siguientes siete conceptos para lograr un diálogo de pareja efectivo:

Disponibilidad
Disponibilidad para el diálogo es quererlo, es buscarlo, es estar lo bastante pendiente del otro como para satisfacerle en lo que pueda desear.
- ¿Creemos en la eficacia del diálogo y estamos dispuestos a aceptar de antemano sus exigencias?
- Cuando dialoga con su cónyuge, ¿qué pretende?
- ¿Estamos dispuestos a aceptar la verdad y el bien como el otro la vive o la siente, no como a mí me parece?

Escucha
La escucha requiere una actitud receptiva. Escuchar es más que oír, es abrirse por dentro. Escuchar exige humildad y paciencia, pues ninguno tiene toda la verdad. Escuchar exige sobre todo amor, en los gestos, en la mirada, en la actitud de la persona.
- ¿Cree que el otro tiene siempre algo interesante que aportar?
- ¿Piensa a menudo que usted tiene más razón que su cónyuge?
- ¿Se esfuerza por entender siempre lo que dice el otro?

 

Expresión
El mejor diálogo se produce cuando se dicen las cosas como se ven y sienten, buscando las expresiones que, siendo claras, sean al mismo tiempo amorosas.
- ¿Su hablar es impositivo, a la defensiva o acusador?
- ¿Sucede de vez en cuando que terminan enfadados?
- ¿Su manera de hablar fomenta el diálogo o corta la confianza?
- ¿Es usted terco en sus ideas, hay ironía en sus expresiones?

 

Adaptación
El diálogo debe permitir tomar las medidas justas de cómo es el otro en cada momento, lo mismo que el sastre renueva las medidas cada cierto tiempo, así en cada circunstancia se puede dar el paso adecuado para seguir caminando al unísono. El diálogo necesita tiempo y requiere escoger el momento y el lugar oportunos.
- ¿Ha habido algún descuerdo simplemente por no hablar del problema?
- ¿Cómo encontramos los momentos adecuados para hablar en nuestra ajetreada vida social y familiar?
- ¿Tenemos en cuenta el estado de ánimo de cada uno para estar seguros de que hay el clima necesario que invita al diálogo?

Complicidad
El diálogo hace consciente y expresiva esa relación interpersonal que por venir del amor, no tiene límite. La eficacia del diálogo está en comunicar los sentimientos con la mayor simplicidad y realismo, siempre en actitud de amor.
- ¿Cómo ayuda el diálogo a descubrir y a conocer al otro?
- ¿Existe la suficiente confianza para que el diálogo sea auténtico?
- ¿Qué otros medios existen en el diálogo además de la palabra?

Apertura
Valorar al otro significa maravillarse un poco ante lo que es y lo que dice. La rutina de la vida tapa muchas cosas bonitas y el diálogo ayuda a descubrirlas. Valorar al otro exige que la confianza se gane antes de exigirla.
- ¿Qué lugares o momentos ayudan más para abriros en el diálogo?
- ¿Tiene en cuenta al otro, lo respeta y lo valora profundamente?
- ¿Sucede a veces que, antes de que el otro hable, ya has menospreciado lo que va a decir?

Revelación
El diálogo imita el estilo de Dios que, a través de la revelación y de la oración, ha establecido un continuo diálogo con la Humanidad, diálogo pleno porque no se reduce a un intercambio de ideas sino a una comunicación de vida. Un matrimonio no puede ser silencioso.
- ¿Qué es lo que nos impide ser espontáneos y superar los miedos, los complejos, el orgullo y los falsos pudores?
- ¿Somos capaces de revelar nuestra intimidad al otro cuando dialogamos?

 

El diálogo NO ES:

  • - Una discusión de ideas, buscando quién tiene razón o cómo conjuntar las opiniones de los dos.
  • - Hablar de otros, aunque sea sin espíritu de crítica, en un simple comentario.
  • - Una simple información de las cosas acaecidas o de los acontecimientos previsibles. Es algo muy diferente del telediario o de la sobremesa.
  • - Un monólogo, aunque se haga a dúo.
  • - Una técnica. El diálogo conyugal tiene poco de técnica y mucho de actitud y de ejercicio.
  • - Una cuestión de temas importantes. La vida está hecha de acontecimientos ordinarios y de convivencia de personas, y éste es tema suficiente.

 

Fuentes: Michael Ryan Grace - Catholic.net, pazybien.org

LaFamilia.info
27.05.2009
 

Las palabras tienen un alcance inimaginable. Al igual de la gran capacidad para transmitir amor, las palabras pueden llegar a hacer mucho daño, aún cuando esa no es la intención.

Cuando uno le dice al ser amado: “Te quiero, pero...”, estamos poniendo una limitación, ya que sus palabras implican: “No te querré a menos que te dispongas a hacer lo que yo digo”.

Es diferente si decimos: “Te quiero, y preferiría que...”, de esta manera comunicamos un amor incondicional, además de la petición de que la otra persona reconozca nuestras necesidades y preferencias.

 

La palabrita “pero”

Usada de forma automática, en especial en el matrimonio, este “pero” puede ser encubiertamente destructivo. Al usar la fórmula: “Te quiero, pero...”, se está invalidando su amor. De modo similar, al decir a nuestra pareja: “Es verdad, pero...” lo que esto implica, es que la vivencia o los sentimientos de la otra persona no son válidos o no vienen al caso. La palabra “pero” ha negado todo lo que nuestro cónyuge podría haber dicho.

Piense cómo se siente si su cónyuge le dice “estoy de acuerdo contigo, pero” o “te quiero, pero”. Con sólo sustituir la palabra por “y” se crea una experiencia comunicativa totalmente diferente. Por ejemplo, si uno dice: “Es verdad, y déjame compartir contigo mi vivencia de lo que sucedió”, o “Es muy válido lo que me dices, y fíjate ahora cómo viví yo la misma situación”. La palabra “pero” crea desacuerdo y resistencia, la palabra “y” introduce el acuerdo y aporta intimidad a la comunicación.

También influye el cómo se dice

No se trata sólo de lo que uno dice, sino de cómo lo dice. Se le pueden poner límites al esposo(a) cuando mantiene una actitud de amor y de sensibilidad ante sus necesidades. Pero cuando se toma una actitud defensiva o se hacen las veces de juez, no hay diálogo posible, ni sirve de nada decir “y” en vez de “pero” para llegar a una solución satisfactoria para ambos esposos.

Dicho de otra manera, nada de lo que aquí se recomienda es simple cuestión de forma: ¡Hay que tomarse bien a pecho la diferencia fundamental que existe entre decirle al cónyuge: “Te quiero, y...” o “Te quiero, pero...”!

“Pero te quiero”

Así como los efectos de “te quiero, pero” son negativos, lo mismo sucede con “pero te quiero”. Esta protesta, que tan comúnmente se oye, está señalando que aunque pueda sentir mucho amor no lo está expresando con vehemencia, y por lo tanto, la pareja no se lo creerá.

Casi todos tendemos a amar a nuestra pareja de la manera que deseamos que nos amen. Una clave para que la unión dure toda la vida es dejar de insistir con aquello de “pero yo te quiero” y tratar de descubrir cómo nuestro cónyuge recibe la expresión de ese amor.

Las acciones también cuentan

Para muchos, no son sólo las palabras “te quiero” o “te amo”, sino determinadas acciones las que expresan el amor. Por ejemplo, puede suceder que cuando un hombre dice a su esposa: “Te quiero, tesoro”, ella le responda:

  • No es verdad. Si me quisieras, todavía me mirarías y me acariciarías con amor, como cuando empezábamos a salir juntos. Ya no me sorprendes con pequeñas atenciones, ni me invitas a un romántico viaje juntos.

Y si él se siente herido y responde diciendo “pero si yo te quiero”, es que no ha entendido el mensaje. En su preocupación por el trabajo u otra actividad, se ha olvidado de acariciar a su mujer de la especial manera que hace que ella se sienta amada. En vez de protestar, ese hombre haría mucho mejor si cada dos o tres meses organizara un día especial de amor para su mujer. En él podría incluir las flores favoritas de ella, una cena romántica, un fin de semana en un hotel donde les sirvan el desayuno en la cama, una sesión de masaje... y volver a mirarla a los ojos de aquella manera tan especial. Eso es lo que la esposa necesita para recuperar la vivencia del amor de él, y lo que él necesita para que sus palabras sean creíbles.

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Plan de acción

Especialmente en las conversaciones sinceras de corazón a corazón, si aprenden a usar las cuatro frases siguientes, podrán alcanzar un mejoramiento en su relación. He aquí las cuatro frases:

  • Te quiero (o te amo), y...
  • Te aprecio, y...
  • Estoy de acuerdo contigo, y...
  • Respeto tu punto de vista, y...

Lo primero que están haciendo, al usar estas cuatro frases, es consolidar el amor, el aprecio, el respeto y el acuerdo entre ambos. Cada uno está validando el punto de vista de su cónyuge. Están construyendo el vínculo y reconociendo la comunicación, en vez de hacer caso omiso al otro y de denigrar lo que él/ella tiene que decir. Además, crean un vínculo mediante el cual ambos pueden aceptar las situaciones y reconocer que pueden tener puntos de vista diferentes. Estas cuatro frases le ayudarán a evitar conflictos innecesarios, a comunicarse con claridad y a disfrutar de una intimidad creciente.

 

Fuente: Manual de Funcionamiento del Matrimonio. Corporación CED.

LaFamilia.info
 
La convivencia en el matrimonio no debe significar una actitud de dar sin límites y no esperar nada a cambio. Eso es una falacia y genera desequilibrios que, antes o después, terminan pasando factura.
LaFamilia.info
15.03.2008
 

El amor no basta para asegurar una vida juntos llena de felicidad. En la relación conyugal se interponen obstáculos que sino se identifican y se trabajan desde su raíz pueden amenazar la estabilidad matrimonial. Cuántas veces se oye decir entre matrimonios que han fracasado: “lo amo, pero no podemos vivir juntos”. He aquí algunos de esos ingredientes que sabotean el amor y ponen a prueba la armonía conyugal:

Posesividad: La persona posesiva vigila los "derechos" dentro de la relación y espera la conversión del otro en un objeto de propiedad, logrando que el otro pierda su identidad. En este extremo se desarrolla una relación amo-esclavo, un estado imposible de mantener para el poseedor o imposible de soportar por el poseído.

Celos: Es la sospecha, carga de resentimientos, de motivaciones e influencia de los demás, especialmente de personas del sexo opuesto; es una demanda de lealtad exclusiva. El celoso ve como amenaza los intereses exteriores (trabajo, hobbies, amigos, familiares) del otro. Los celos son un sentimiento que ofrece mensajes claros, como por ejemplo:

- "Cuando haces un compromiso sin consultarme, me siento dejada a un lado y sin derechos".
- "Cuando admiras a otra, lo haces a costa mía. Me estás diciendo que no estoy a su altura".
- "Cuando demuestras interés en alguien, se ve amenazado el lugar prioritario que yo ocupo en tu vida".
- "Cuando defiendes a tu madre o a un amigo en contra mía, me eres desleal".
- "Cuando trabajas en exceso, cuando te absorbes en tu colección de sellos, cuando te vas a pescarcon tus amigos, o insistes en ir a casa de tus familiares; siento que te interesan más otras cosas y otras personas que yo".

 

Concepto de ganador/perdedor en un conflicto: La vida en pareja también se ve saboteada cuando está ligada a la ideología de los contratos legales (un equilibrio básico de dar y recibir; es decir, brindo esto por aquello a cambio). Esta es la ideología de los adversarios

 

  • Temores de hacer daño y salir lastimado: Estos temores actúan como una barrera para la autenticidad; un sabotaje a la comunicación; un cúmulo de quejas "menores" no resueltas. Este tipo de "protección" al otro es un camuflaje de los verdaderos sentimientos por temor a poner en peligro la relación; una auto negación para evitar ser herido.


Uso o abuso del sexo: El hacer uso de la masturbación como castigo deliberado o aislamiento del otro o como represalia por una ofensa o desconsideración, es una terrible arma de alienación y humillación.

La expectativa: "Si me amas deberías saber cómo me siento y no deberías preguntarme". Este es otro ingrediente de sabotaje en una relación. El amor no es una varita mágica que repentinamente nos da una visión completa del estado emocional del otro. Lo que el otro "debería" saber es cómo comunicar sus sentimientos.

Ingredientes de un amor realista

Según Bernhard Yetta, autor del libro "Cómo manejar conflictos de pareja", éstas son las características fundamentales de un amor realista:

Confianza y buena voluntad: Esto significa correr el riesgo de creer en un compromiso mutuo hacia la relación. Confiar significa arriesgarse a revelar cosas propias. Arriesgar que estas revelaciones no se conviertan en un "boomerang", que las confidencias no se vayan a utilizar en contra de uno mismo. Creer o actuar "como si" uno creyera que se dice realmente lo que se quiere decir. Aceptar que las "malas caras" no son intentos deliberados para molestar al otro sino puntos sobre los cuales trabajar. Aceptar las diferencias no como "mejor o peor", "bueno o malo", "correcto o equivocado" sino como conductas y actitudes diferentes que uno debe confrontar realistamente.

Manejar estas diferencias: Puede implicar también crear una tolerancia a la frustración por aquello que no puede cambiarse; negociar lo que se puede cambiar; perdonar los "arranques temperamentales" de uno mismo y del otro y convertirlos en procesos de aprendizaje por medio de la confrontación y el análisis crítico, para alcanzar una conducta más productiva.

La libertad de ser: Esto implica una responsabilidad total por uno mismo en la búsqueda de la identidad y en la validación como ser humano dentro de un proceso de crecimiento. Implica también establecer:

Autenticidad: Proporcionar mensajes claros, sin ambigüedades; evitar "jueguitos"; tener valor para arriesgarse a discordias y hostilidades temporales y saber manejarlas.

Transparencia: Correr el riesgo de ser abierto, de revelar el impacto del otro sobre uno; de volverse vulnerable al "otro" descubriéndole dónde nos duele más, confesando cuál es nuestro talón de Aquiles.

Poder: Volverse significativo para el otro, fijar limitaciones, establecer áreas de autonomía, hacer una declaración de derechos.

Zonas de Autonomía: establecer tiempo y lugar de estar solos para recargar las pilas; un momento de separación y libertad de la vida en común (personal y propio de cada pareja) para evitar sentirse aprisionado en la relación. Estos son los caminos para adquirir respeto por uno mismo, para aprender a valorarse y a apreciarse.

Fuente: Manual de funcionamiento del matrimonio (Red Asesores de Familia - Corporación CED)