Ejecutivas del hogar

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La sociedad consumista ha hecho que se menosprecie la labor de una madre porque aparentemente no produce ingresos a la familia. No hay nada más equivocado, pues una madre es la cabeza de la institución que representa la base de la sociedad. La empresa que dirige se llama FAMILIA y su producción es nada menos que todos los hombres y mujeres profesionales del futuro.

En cierta ocasión, un grupo de mujeres reunidas una tarde tomando café, presumían un poco de sus logros profesionales. Una hablaba de la maestría que estaba sacando, otra del puesto en una compañía importante, otra de su propio negocio y así todas fueron hablando de sus ascensos y logros. En el grupo había una señora muy callada a la que le preguntaron a qué se dedicaba; ella con un tono de vergüenza respondió que se dedicaba al hogar, era Ama de Casa.

Una psicóloga que estaba presente salió inmediatamente en su defensa y le dijo: «¿Qué sería de este mundo si se hubieran extinguido esas valientes madres de familia?» y le recordó que la empresa de la que ella era presidenta, gerente y operaria, jamás se podría igualar.

Profesión de una madre

Es la constructora de la base de la sociedad. Cualquier mujer puede ser sustituida en cualquier cargo laboral, menos en su propio hogar.

Cuando una madre cura las raspaduras de su hijo en las rodillas o es chofer de ellos en las tardes o va al supermercado para que todos tengan algo que comer, es en ese momento que ocupa el cargo de «Gerente de Servicios Generales».

Cuando la vemos explicando difíciles divisiones con decimales a sus hijos o enseñándoles educación y respeto ocupa el cargo de «Gerente de Recursos Humanos».

Cuando se le oye hablar de todas las cualidades de sus hijos, es una «Gerente de Mercadeo», pues nadie cree tanto en su producto como una madre de sus hijos.

Su horario es ilimitado, su turno laboral puede empezar en la madrugada con el llanto del bebé con hambre, puede seguir el resto del día encargándose de que todo en la casa funcione bien. Por la tarde es chofer y la profesora de sus hijos.

Por la noche, la esposa amorosa que escucha y atiende a su esposo y ella puede seguir levantada esperando a que su hijo adolescente llegue de la fiesta. Cuando tiene un rato de descanso, no deja de pensar en sus funciones.

No puede delegar su trabajo porque al imprimirle tanto cariño es casi imposible encontrar personal capacitado para igualarla. Ella no puede encargarle a la secretaria la transmisión de valores, de moral, de principios, ni mandar por fax el beso de las buenas noches.

Su salario es inalcanzable, de hecho, ella misma no concibe la idea de recibir nada a cambio porque lo hace por amor. Algún Día de la Madre recibe una flor, un dibujo con brillantes crayolas o la estrellita en la frente de su hijo, con esto siente que le han dado el mejor de los ascensos.

No recibirá pensión de jubilación, más bien después de 14 ó 18 años de inalcanzable trabajo será aparentemente despedida sin prestaciones cuando le dicen: «Por favor mamá, no te metas? es mi vida». Queda aparentemente despedida porque solo la presencia de una madre es importante, aunque en esos momentos no se den cuenta.

Monumento o diploma, ¿dónde está el monumento o diploma a estas empresarias que no se cansan de ejercer su profesión?

El médico, empresario, artista, sacerdote, ingeniero, abogado, doctora, licenciada, arquitecto, etc., que entregan sus vidas a otros han salido de esas empresas llamadas «familias». Esos grandes profesionales son sus logros, honores, trofeos y diplomas.

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