Revista Consumer – 22.05.2023
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El uso de nuevos dispositivos para fumar, como los vapeadores y cigarrillos electrónicos, se ha expandido con rapidez, acompañados de la falsa idea de que pueden resultar una alternativa para dejar de fumar. Sin embargo, se ha demostrado que pueden ser la entrada hacia el consumo de tabaco.
Pocas personas fumadoras acaban sustituyendo por completo el consumo de tabaco por el vapeo y rara vez este cese es definitivo.
Los cigarrillos electrónicos se comenzaron a comercializar en 2016, por lo tanto, no existen estudios que investiguen sus efectos a largo plazo. Aunque, se puede afirmar que tienen efectos perjudiciales a corto plazo. De hecho, se han encontrado sustancias cancerígenas en los líquidos y aerosoles que utilizan.
Se ha tratado de asociar estos productos con la idea de que el vapor de agua es inocuo. Pero debemos ser conscientes de que estos productos no generan vapor, sino aerosol que, al inhalarse, puede quedarse en nuestros pulmones.
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Además, se sabe que emiten nicotina y sustancias cancerígenas, lo que supone un riesgo por exposición pasiva. Existe la posibilidad de que estos productos puedan no contener nicotina, pero eso no los excluye de las sustancias nocivas que liberan.
Cigarrillos electrónicos vapeadores o vaporizadores
Los cigarrillos electrónicos vapeadores o vaporizadores son dispositivos alimentados por baterías para calentar líquidos y obtener un aerosol que se puede inhalar. Este aerosol puede contener nicotina, saborizantes y toxinas (algunas cancerígenas).
Su uso está muy extendido entre la población más joven, quienes, en muchos casos, combinan los cigarrillos electrónicos con el consumo de tabaco. La ‘Encuesta sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en España‘ (ESTUDES), de 2022, señala el consumo de cigarrillos electrónicos entre estudiantes de 14 a 18 años es el 22,8 %. En 2021, solo un 8,5 % de quienes habían fumado cigarrillos electrónicos manifestaban su intención de reducir el consumo de tabaco o, incluso, de dejar de fumar. Este informe también asegura que “más del 77 % de los y las estudiantes que han fumado tabaco reconocen haber vapeado”.
Tabaco por calentamiento o PTC
Por otro lado, y según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco por calentamiento o PTC son productos de tabaco procesado que son calentados en vez de sufrir combustión. Al calentarlo producen aerosoles que contienen nicotina y otras sustancias químicas, que son inhaladas a través de la boquilla, suponiendo un riesgo para la salud.
Aunque el consumo de tabaco por calentamiento todavía es minoritario en España, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos, su consumo se ha multiplicado desde que se lanzaron al mercado. Además, destacan la toxicidad del producto y de las emisiones que genera al ser consumido.
Las pipas de agua, también conocidas como shishas o cachimbas, son dispositivos que se usan para fumar un tipo especial de tabaco con diferentes sabores. Se coloca el tabaco sobre carbón u otro combustible para que se queme y el humo se aspira a través de un manguito que atraviesa el agua.
Una sesión de cachimba puede durar hasta 80 minutos, por lo que, la persona que fuma puede dar entre 50 a 200 caladas, en comparación con los cigarrillos, que se fuman en 5-7 minutos y suponen entre 40 y 75 caladas. La cantidad de humo inhalada equivale al humo de 200 cigarrillos.
Según un reciente estudio, uno de cada cinco jóvenes fuma con alta frecuencia cachimbas o shishas. Por lo tanto, no se trata de algo ocasional, sino que el 20% de jóvenes fuma en pipas de agua a diario y otro 35 % lo hace cada semana. Su uso aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en un 122%, y también el riesgo a padecer de cáncer de esófago.
*Publicado en la Revista Consumer