Por LaFamilia.info - 31.01.2020
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Conectarse con la naturaleza es una de las mejores formas de liberar el estrés y las tensiones de la vida diaria, mejorar la salud y ponerle freno a un estilo de vida agitado como el que tenemos hoy en día.
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Cuando viajas con niños, debes ultimar hasta el más mínimo detalle. Por eso, para que ese anhelado viaje familiar resulte tan maravilloso como lo has soñado y sin ninguna clase de contratiempos, te recomendamos seguir estos consejos:
Habitualmente, los medios de comunicación social nos ofrecen toda la información de cuanto sucede en el mundo entero. Compartimos con los demás seres humanos toda clase de suertes, desgracias, éxitos, catástrofes. Toda esta información también la reciben en mayor o menor medida los niños.
Es bueno estar informados, saber lo que pasa en el mundo, pero el problema radica en que estos medios se convierten sobre todo en medios de mentalización.
Diferentes vías
1. Vía afectiva, emotiva, cargada de fuertes pasiones. Por esta vía es fácil despertar e incrementar las conductas violentas, agresivas y pasionales presentando modelos que triunfan y a los que les resulta muy rentable tal comportamiento. En el caso concreto de los niños les queda claro, desde los primeros años, que lo que se hace y dice en la tele es bueno y recomendable. Ahí está el peligro.
2. Vía de los reflejos condicionados. Estamos llegando a una dependencia generalizada del consumismo sin freno. Hoy más que nunca la ética de la persona y las pautas de su conducta están siendo marcadas por la estética del consumo a causa de la televisión.
3. Vía subliminal. La fascinación de las imágenes, hechos y actividades que ofrece la pequeña pantalla actúan sobre los mecanismos que activan la conducta del sujeto, a espaldas suyas, sin percatarse de que está siendo moldeado (teledirigido) día a día, hasta sufrir una transformación total.
Alienación y dependencia
1. Por el mecanismo de proyección, el teleadicto se habitúa a descargar, atribuir o proyectar sobre los personajes cuyas acciones contempla sus propios conflictos, pasiones, odios, complejos, etc., de orden interno. Este mecanismo de defensa desconecta al sujeto de su propia realidad en la vida diaria, le incita a descargarse de responsabilidades y atribuir a los demás lo que no soporta admitir ni reconocer en sí mismo. Inutiliza a la persona para encarar los problemas.
2. Por el mecanismo de identificación, el sujeto escapa también de su propia realidad para meterse en el personaje ficticio con que se identifica, viviendo y sintiendo sus luchas, victorias, celos, placeres, infidelidades, conductas violentas, etc., que tenderá a imitar de manera inconsciente. Cada persona vivirá y sentirá la ficción de manera más o menos intensa según su edad.
Los niños son presa fácil de este mecanismo pues, muchas veces, no logran distinguir la ficción de la realidad.
Sabemos por estadísticas que nuestros niños pasan cada año frente al televisor unas 1.300-1.400 horas, mientras que las horas del colegio al año no llegan a mil. Esto significa que todo joven que llega a la mayoría de edad ha pasado frente a la pantalla de TV entre 20 y 25.000 horas.
Es evidente que no estamos ante algo sin importancia y tenemos que aprender todos a usar un medio tan poderoso. La TV es un potencial inmenso que puede enriquecer y ayudar muchísimo a aprender y saber muchas cosas en poco tiempo.
En este tiempo se encierran múltiples posibilidades de enriquecer la mente y el psiquismo humano.
Perjuicios y beneficios
En psicología infantil y juvenil se podrían lograr muchísimas cosas, como, por ejemplo, fomentar conductas sociales de cooperación y ayuda a los demás, de autocontrol, de esfuerzo y formación personal, etc. Ofreciendo modelos dignos de imitar por su atractivo y cuya conducta responsable, respetuosa y sacrificada por los demás fuera provechosa.
El problema es que la televisión no deje tiempo para el diálogo entre los esposos, para el de los hijos con los padres y para el de los hermanos entre sí.
Es evidente que la televisión corta de raíz la posibilidad de desarrollar otro tipo de actividades en todos los hogares: dialogar, leer, estudiar, escuchar música, jugar, reír y hasta dormir.
En definitiva son dos las consecuencias que están perjudicando más al niño y a la familia: la primera es la incomunicación. No hay tiempo para hablar de nada porque lo absorbe todo la tele. La segunda es que se está perjudicando el hábito de la lectura y está influyendo de manera muy directa en los resultados escolares.
Se ha demostrado que cuantas más horas pasa un niño frente el televisor, por término medio, menor es su rendimiento escolar y más posibilidades tiene de llegar a fracasar en el estudio.
Saber utilizarla
1. Lo primero que hay que hacer es aprender a prescindir de ella y apagarla cuando los programas o temas que desarrolla no sean de nuestro interés o el de nuestros hijos y no permitir que «nos organice la vida».
2. Aprovecharla para estimular el diálogo familiar comentando temas de interés y fomentar la actitud crítica.
3. No estar psíquicamente pasivo, sino activo. Un buen programa de TV estimula intelectualmente como el mejor de los libros.
4. Los contenidos de ciertos programas interesantes pueden servir de materia de trabajo para el estudio; inclusive para el colegio.
5. Hay que enseñar a «ver» anuncios y desenmascarar la manera en que pretenden convencer e influir al televidente para incitarlo a comprar. Esto gusta muchísimo a la mayoría de los niños.
6. Se puede fomentar la unión de la familia utilizando determinados programas para enjuiciarlos, analizarlos, criticarlos y valorarlos en común. Que hasta los más pequeños opinen y sean escuchados por todos.
7. Acompañar siempre que se pueda a los niños mientras están frente al televisor para enseñarles a tener una mente activa y crítica de cuanto ven. Que sepan comentar y valorar actitudes, gestos, conductas..., y no contemplar pasivamente.
8. No permitir que el niño vea la TV más de una hora diaria, en lugar de las tres horas que ve el niño español por término medio, y de las cuatro o cinco que suele ver el sábado y el domingo.
9. Ilusionarlo con actividades deportivas, reuniones con amigos, actividades al aire libre y otras para ir reduciendo el tiempo dedicado a la TV.
10. Convertirla en un instrumento valido en la formación del niño o del adolescente, a todos los niveles.
LaFamilia.info - 30.11.2019
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¿Eres de los que tiene la costumbre de viajar en familia en estas fechas? Ya sea que vayas de vacaciones con tus hijos o simplemente visitar a los parientes más lejanos, es una gran oportunidad para compartir tiempo valioso con los que más queremos.
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Si hay algo que añoramos de la infancia es el tiempo de vacaciones. Eran momentos únicos que vivíamos en familia y disfrutábamos de las pequeñas cosas; no necesitábamos de juegos sofisticados ni de un hotel cinco estrellas para pasarla bien.
En la vida hay trayectos en los que tenemos una ocupación absorbente ya sea porque estudiamos o trabajamos, pero luego hay mucho tiempo intermedio en el que nos dedicamos a otras cosas para divertirnos, descansar...
Este tiempo intermedio es el del ocio. La idea que tenemos nosotros del ocio es no hacer nada, es “matar el tiempo”, bastante lejos de la idea que tenían los griegos de ocio, para quienes estar ocioso, era dedicarse a actividades formativas de la mente y el espíritu, era cultivar lo mejor que tenemos las personas de sí mismos.
Este tiempo para otras cosas distintas a las habituales, lo tendremos que dedicar a otras actividades que desarrollen otros campos distintos de la persona y muy importantes: la amistad, la cultura, los hobbies, las aficiones. Por tanto, una idea que tienen que tener clara nuestros hijos, es que estar ocioso no es estar sin hacer nada, sino dedicarnos a otras actividades que nos gustan, nos lo hacen pasar bien, y además nos forman.
Buscar el equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de descanso
El ocio es un tiempo de recuperación personal para superar el cansancio o para no caer en el mismo cuando desempeñamos nuestra tarea diaria.
Hay que buscar un equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de actividad, que no quiere decir que sea mitad de tiempo para uno y otro, sino que cada persona ha de saber el tiempo que necesita de descanso, de ocio para estar después en las condiciones adecuadas para el trabajo o estudio.
Esta distribución de tiempo entre trabajo y ocio depende también de diversos factores: la edad, el momento del curso académico, no es lo mismo estar a final de curso que a principio del mismo.
Es conveniente que cada persona sepa qué actividades son las que le producen mayor descanso y recuperación personal, tiene que conocer su propio perfil para actuar en coherencia con él.
Los padres han de ser conscientes que son el modelo y referente para sus hijos
Gran parte de las conductas que se incorporan en un niño en el hogar es a través de la imitación que hacen los hijos a los padres. Hemos de ser muy conscientes de este mecanismo para no cometer errores educativos.
De ahí que los padres tienen que ir por delante en el aprovechamiento del tiempo libre, a qué se dedican, si lo hacen con aprovechamiento o si se quedan sin hacer nada frente al televisor, si tienen suficientes hobbies, si saben abrir nuevos campos de interés entre los que les rodean.
Por la imitación que hemos dicho de las conductas de los padres por los hijos, es frecuente que las aficiones de los padres, sean muy parecidas con las de los hijos, aunque hemos de respetar los propios intereses que tienen éstos.
Se ha de buscar el disfrutar juntos todos los miembros de la familia
Hemos de tener en cuenta que la finalidad del aprovechamiento del tiempo de ocio es desarrollar otras habilidades secundarias de la persona que contribuyen a la formación integral de la misma, como pueden ser las habilidades físicas o manipulativas. Además de ellas, otro de los objetivos tiene que ser el fomentar el espíritu de unidad entre los miembros de la familia, y las actividades para el ocio son un medio extraordinario para ello. Cuando los miembros de un grupo hacen las mismas cosas, comparten las mismas vivencias y sienten parecido.
Hemos de tratar pues, que existan unos núcleos de intereses comunes en la familia, adaptados a los niveles de desarrollo de sus miembros. Esta tarea la tienen que empezar los padres desde cuando son muy pequeños los hijos, animándoles a la práctica de actividades, en las que los hermanos mayores ya están introducidos.
Implicar a los miembros de la familia en la preparación de las actividades
El nivel de satisfacción que se obtiene en una actividad es directamente proporcional al nivel de implicación que la persona ha tenido en dicha actividad, como principio general.
En el tema que estamos hablando sucede lo mismo, hemos de tener en cuenta que con las actividades de ocio, tiempo libre, tratamos de descansar, divertirnos y completar nuestra formación.
Por ello, los padres tratarán de dar encargos, pedir opiniones, realizar gestiones, etc., en las actividades donde sea posible. Piénsese por ejemplo, en la actividad familiar de hacer una excursión dominical a una población, surgen los siguientes encargos y situaciones para tomar decisiones:
- Lugar al que se va a ir.
- Propuestas de itinerarios para ir al sitio decidido.
- Información sobre sitios a visitar y qué se va a ver.
- Dónde almorzar.
- Preparación de materiales: fotografías, gorras, zapatos, etc.
Conviene que los encargos sean en la medida de lo posible rotativos para que todos los hijos participen de lo que más y menos les gusta en la preparación, siempre que lo permita la edad y características de los hijos.
La propuesta de actividades ha de ser variada y cíclica en lo posible
Arriba hemos dicho que las actividades para el ocio han de completar la formación humana de los hijos. La persona tiene muy diversos ámbitos a desarrollar, y a todos ellos tiene que dar respuesta, por eso las actividades han de ser muy variadas. Con ello también se consigue captar el interés y que la motivación no decaiga en la realización, ya que lo que se trata es que terminen lo que empiecen, que pongan las últimas piedras a pesar de las dificultades que surgirán.
Decimos que han de ser cíclicas, en cuanto cada año o temporada se realizan los mismos grupos de actividades pero profundizando un poco más que el año anterior.
Se debe potenciar que cada miembro de la familia tenga un espectro amplio de hobbies y aficiones y hay que descubrir las aptitudes que tiene cada uno.
Algunas actividades para tiempo libre y ocio
Las propuestas que hacemos las clasificamos en varios grupos, sugerimos algunas, sin intención de agotarlas, solamente a título orientativo. Habrá que adaptarlas a las características de los miembros de la familia.
Actividades en la naturaleza. Senderismo, excursiones al monte o sitios de interés ecológico, acampadas.
Actividades de bricolaje y restauración. Reparación de desperfectos en el hogar, instalar nuevos utensilios o muebles, realización de maquetas y aeromodelismo.
Actividades de coleccionismo con sus múltiples posibilidades
Actividades de lectura
Colaboración Aleteia.org - 22.06.2018
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Se acercan las vacaciones, y con ellas llega un quiebre necesario en la rutina de las familias. Hay mucho más tiempo para descansar, para realizar planes en familia y para aburrirse.
La violencia tiene un gran impacto en TV. Las investigaciones afirman que el 85% de los programas de ficción contiene violencia. Para hacernos una idea, un adolescente, antes de acabar este período evolutivo, habrá contemplado más de 13.000 muertes.
La contemplación de la violencia provoca violencia o al menos eso es lo que se supone, pero es difícil de demostrarlo empíricamente. Las variables que estarían implicadas en el impacto negativo de la violencia televisiva pueden ser las siguientes:
El contexto donde ocurre esa violencia: Si los contextos violentos que se nos ofrecen son similares a nuestro medio vital habitual, se podría dar un aumento de las actuaciones violentas por identificación con las mismas. La mayor parte de la violencia en TV ocurre en contextos interpersonales muy similares a nuestras propias vivencias.
La justificación de la violencia: La violencia gratuita tiende a aumentar el comportamiento violento, en la mayoría de las situaciones violentas que aparecen en la pequeña pantalla no se presenta como el último recurso sino más bien como el único. Los menores pueden acaba pensando que el ser violento es el único modo de ser.
El contenido de la justificación: Qué se nos puede decir con esa violencia. Los héroes violentos suelen erigirse en portadores de la verdad y la justicia, y dictaminan la bondad de los hechos por encima de los criterios éticamente aceptados por la sociedad.
La persona que percibe la violencia: Evidentemente la receptividad de la persona que está expuesta a las acciones violentas en la televisión depende de muchas variables, las principales podrían ser las siguientes:
- Grado de frustración con el que se encuentre el televidente (situación puntual que acentúa la contemplación de la violencia).
- Agresividad del perceptor (los más agresivos tienden a actuar de forma más violenta cuando ven violencia).
- En el caso de los niños hay que añadir la fragilidad de sus criterios éticos, que les hace aceptar las expresiones violentas sin discernir su idoneidad.
La asunción de la violencia por parte de los más pequeños se puede explicar a través de distintos mecanismos psicológicos. Los más destacados podrían ser los siguientes:
IDENTIFICACIÓN: con los personajes de los programas televisivos. Mecanismo de raíces psicodinámicas que nos habla de la adopción como propia de las características del héroe por parte del niño.
IMITACIÓN: Condicionamiento Vicario. La imitación de un modelo socialmente aceptable, el héroe, por parte del menor.
AGUDIZACIÓN: La violencia incrementaría el comportamiento violento de sujetos propensos a la misma. Actuaría como estímulo desencadenante en aquellos niños especialmente inquietos.
ANSIEDAD: El temor ante el entorno que se nos presenta como violento, conduce a respuestas defensivas que pueden producir respuestas de imitación, que en este caso serán respuestas violentas.
ASOCIACIÓN: Tiene que ver con el Condicionamiento Clásico. Se trata de asociar que ante situaciones de conflicto la única respuesta posible es la respuesta violenta. La repetición de este mecanismo va a generar otro proceso:
ACTIVACIÓN DEL INDIVIDUO: La repetición de respuestas violentas va a disminuir el umbral de sensibilidad del niño ante la misma y le va a facilitar emitir respuestas similares.
DESENSIBILIZACIÓN: Ley de la Habituación ante la repulsa de la violencia. La sucesiva exposición ante situaciones violentas produce que el niño cada vez sienta menos malestar ante las mismas. Esto podría explicar el silencio en los
procesos de victimización entre iguales. Para un niño que está acostumbrado a aceptar las respuestas violentas no le va a suponer nada ver como maltratan a otro niño.
Pero el proceso de aceptación de la violencia televisiva y su traspolación a la vida real no sólo depende de variables individuales del niño. También la actitud familiar ante esta violencia influencia y facilita esa posible traspolación de la que hablamos. Entre las variables familiares implicadas en la repercusión de la violencia televisiva en los más pequeños estarían:
Comportamiento violento de los padres: un patrón de comportamiento violento por parte de algún progenitor o de ambos sumado a la contemplación de violencia en televisión puede aumentar las respuestas violentas en los niños, además de su justificación.
La contemplación de programas violentos por los padres: sobre todo cuando esta contemplación no es criticada, puede inducir a los menores a entender que si sus padres no condenan dicha violencia es que la misma es aceptable y, por tanto, ellos la pueden imitar con tranquilidad
Parece que hasta ahora estamos hablando sólo de series de ficción con personajes humanos, pero de la violencia tampoco se escapan los dibujos animados y las series de animación. En los dibujos animados las secuencias violentas son muy frecuentes. Los datos empíricos nos revelan datos sorprendentes:
- El 40 % de las conductas violentas son ejecutadas por los protagonistas.
- El 66% de las mismas son de carácter proactivo, no se producen como defensa ante nada.
- El 75 % de las consecuencias de la violencia no aparecen o son mucho menores que en las de las de ficción reales.
La mayoría de las veces las conductas violentas están justificadas por un fin (amistad, justicia...)
No perdamos de vista que la abundancia de programas violentos a los que sometemos a los menores y la falta de respeto por parte de las cadenas televisivas en su compromiso de crear y cuidar franjas de contenido infantil no dejan de ser un maltrato institucional y social a la infancia. Sin embargo, que la violencia contemplada se plasme en la conducta personal dependerá, en buena parte, de la respuesta que den todos aquellos que tienen responsabilidades educativas sobre los niños: la familia, la escuela y los medios de comunicación.
El ‘boom’ de los videojuegos ha irrumpido en nuestra sociedad desde hace algún tiempo con gran fuerza, pero realmente preocupa en las familias el uso y abuso que se hace de las mismas por parte de sus miembros y en especial de los hijos.
Los videojuegos suponen la actividad de ocio preferida por los niños por encima de toda una larga lista. Incluiremos en este artículo unos datos interesantes de un estudio realizado por Microsoft y publicado en la prensa en febrero de 2003 sobre el uso, ventas, perfil, etc., aspectos todos relacionados con este mundo de los videojuegos.
Suponen también parte de lo cotidiano en la vida del niño y acaparan la atención en la conversación. Existen opiniones para todos los gustos sobre la conveniencia o no de los videojuegos. Unas están a favor, otras argumentan en contra y en medio se encuentran los padres que no sacan una conclusión clara.
Argumentos en contra
El primer argumento en contra es su elevado precio (aunque tienden a abaratarse), pero hay otro, tal vez mayor, que preocupa a los padres y educadores: los altercados en el hogar por su causa. Este tipo de problemas llega cuando se necesita la pantalla de la televisión mientras otros miembros de la familia quieren ver algún programa.
Menos problemático es su uso en ordenador, aunque menos aceptado entre los más jóvenes debido a que no consiguen la misma calidad de imagen ni es fácil siempre adaptar los controladores y accesorios en la televisión.
También debemos tener en cuenta la proliferación de juegos portátiles, los “gameboys”, que funcionan a pilas y tienen una pantallita que permite al jugador su uso en cualquier sitio y sin molestar ni permiso de nadie. El reto de hallar nuevos trucos para ser más hábiles provoca un enganche para seguir jugando.
Otros inconvenientes
- Pueden producir nerviosismo y ansiedad.
- Pueden transmitir valores inadecuados.
- Pueden provocar un cierto retraso en el proceso de socialización e incluso un aislamiento.
- La excesiva estimulación de concentración puede llegar a provocar falta de atención hacia su entorno.
Ventajas
Favorecen la organización espacio-temporal:
- Coordinación oculomotora.
- Desarrollo de destrezas básicas como la rapidez de reflejos y la memoria.
- Puesta en práctica de estrategias.
- Desarrollan el instinto de superación
- Algunos permiten mejorar y acrecentar la rapidez de razonamiento
- Estimulan la concentración, por lo que pueden ser muy adecuados para niños hiperactivos o con déficit de atención.
Problemas de adicción y agresividad
Pero el verdadero argumento en contra de este tipo de juegos es la adicción que provocan. Existen opiniones de psicólogos infantiles que argumentan que “los niños que pasan demasiado tiempo delante de la pantalla tienen problemas de agresividad o timidez”; mientras que otros profesionales opinan que no fomentan la agresividad por matar marcianos sino que “ayudan a concentrarse, a prestar atención y a tener reflejos”
Patricia Marks Greenfield en su libro “El niño y los medios de comunicación” (Ed. Morata 1985) dice que en estos juegos “intervienen más elementos que la coordinación ojo-mano. Algo muy importante en sí mismo. De hecho, no solo son complejos, sino que incorporan tipos de complejidad imposibles en los juegos convencionales”
Hay psicólogos que afirman que es bueno acostumbrarse a estas máquinas porque los niños vivirán en un mundo electrónico donde el ordenador es un gran arma de trabajo.
Tenemos que convivir con estos nuevos “electrodomésticos” y lo mejor sería integrarlos también de forma inteligente: jugando con nuestros hijos, ofreciéndoles jugar con sus amigos y además, iniciarlos en otro tipo de diversiones y experiencias en otros campos.
La mejor de las estrategias a seguir por parte de los padres es apelar al sentido común basándose en el conocimiento exhaustivo que tienen de su propio hijo.
Algunas otras pautas que pueden servir a los padres para controlar un uso racional de los videojuegos:
- En primer lugar debemos hacer propuestas alternativas de ocio puesto que depende de los padres que los hijos se interesen por otras actividades.
- Otra sería interesarnos por todo lo que rodea al videojuego y acompañar al chico en algunos momentos de juego..., es la mejor manera de compartir intereses con él, de conocer su mundo y sus inquietudes. Como padres nos podemos asomar también a este mundo que desborda la imaginación; nosotros también viviremos con nuestros hijos aventuras, trazaremos estrategias, adoptaremos distintas personalidades y desarrollaremos habilidades en este mundo fascinante. Sólo así sabremos qué es lo que atrae a nuestros hijos, les emociona y ¿por qué nos preocupa a nosotros?
- De los padres depende así mismo la selección de estos juegos, eligiendo aquellos que no contengan tintes sexistas, violentos o insolidarios. Los hay de estrategia como: el ajedrez o los deportivos; de aventuras fantásticas (muy solicitados) y educativos (la mayoría para ordenadores).
En general podemos apuntar las siguientes normas fundamentales:
- Debemos elegir un juego que permita grabar la parte del juego que ha sido realizada.
- Son recomendables aquellos juegos que permiten intervenir a más de un jugador. Los juegos que tienen un número interminable de pantallas generan ansiedad porque no se ve el momento de llegar al final.
- Los valores que aparecen implícitos deben ser de nuestro agrado. No son recomendables los juegos que incluyen violencia gratuita o que fomentan la destrucción.
Tipos de videojuegos
Sandra García llega a hacer una interesante clasificación de los videojuegos de la siguiente forma:
Juegos de acción: Son los que más se venden y acostumbran a presentar fuertes dosis de violencia en el argumento y desarrollo de la acción. Se prestan mucho a provocar nerviosismo y ansiedad pero son también los que mejor funcionan para que el niño que ha acumulado tensiones se desprenda de ellas. Están indicados para niños a partir de 8-9 años y precisan de nuestra supervisión antes de autorizar su uso.
Juegos de estrategia: el niño participa de forma activa en la elaboración de una estrategia para alcanzar un objetivo. Estimulan el razonamiento lógico y la reflexión. Los hay para niños a partir de 8-9 años.
Juegos de aventuras: el niño se convierte en el protagonista de su propia aventura y se sumerge en un mundo de fantasía. No presentan conflictos éticos y los contenidos suelen ser divertidos. Están indicados para niños a partir de 7-8 años.
Juegos de deportes: suelen reproducir canchas de juego y partidos de algunos deportes como el fútbol, baloncesto, etc. Los hay que están muy bien elaborados y alcanzan niveles de realismo asombrosos. Son por lo tanto complejos para los niños. Están destinados más bien a los adolescentes a partir de 14 años.
Juegos de simulación: son juegos en los que los niños adoptan un rol y en función de éste deben probar sus habilidades para alcanzar el objetivo. A menudo estos juegos plantean situaciones que en la vida real podrían resultar peligrosas. Indicados para adolescentes entre los 14 y los 15 años.
Juegos educativos: hay una gran variedad de juegos en el mercado que están pensados para incrementar o mejorar la psicomotricidad fina (destreza con las manos), el desarrollo del lenguaje (escrito y oral), las matemáticas, la orientación espacial y muchas otras habilidades y aspectos. Son especialmente recomendables. Hay una gran oferta de buena calidad y se dirigen a niños desde los 18 meses hasta los 16 años.
Los juegos tanto de TV como de PC que más gustan a los aficionados españoles son los de deportes, acción y estrategia. El último lugar de la clasificación lo ocupan los videojuegos de Rol.
En cuanto a los niveles de agresividad hay que considerar que un cierto nivel de ella no es perjudicial, ya que sirve para canalizar su energía. Cuidado si la hay en exceso: puede provocar en el niño la identificación de agresión con placer, o que se asuste y aprenda a reprimir negativamente su hostilidad.
¿Cuánto tiempo al día?
Una pregunta que también se plantean las familias a diario es ¿cuánto tiempo al día es recomendable su uso? Según los expertos, dependiendo del uso que se haga de los videojuegos, los niños pueden incrementar la autoestima y desarrollar algunas habilidades con este tipo de ocio. Es imprescindible que los padres controlen el tiempo que sus hijos pasan delante de la pantalla. Un abuso es capaz de fomentar actitudes narcisistas y disminuir su sociabilidad. Este tipo de juegos, aunque se comparta, es un reto individual. Conviene marcar un límite de tiempo y ser estrictos en esta postura.
No es cuestión de prohibirlo o restringirlo al fin de semana, sino de encontrar un punto medio y ofrecer nuevas alternativas. Según el psicólogo Estalló Martí, después de estudiar los efectos psicológicos de los videojuegos, asegura que su uso “no facilita la aparición de ningún tipo de sicopatología ni alteración de conducta específica”.