J.M. Martín y J. Verdiá - Opusdei.es
23.07.2012
 

 

 

Hoy, en muchos países, el sistema educativo da a niños y jóvenes cada vez más tiempo libre, de modo que muchos padres son especialmente sensibles a la importancia de esos momentos para la educación de sus hijos.

 

En ocasiones, sin embargo, el principal temor es que “se pierda el tiempo” durante los periodos no lectivos. Por eso, muchas familias buscan actividades extraescolares para sus hijos; no es raro que estas posean cierto corte académico –un idioma o un instrumento musical–, que complete sus estudios.

 

El valor educativo del tiempo libre

 

El tiempo libre posee unas virtualidades educativas específicas. En esas horas diarias en las que las obligaciones académicas se interrumpen, en mayor o menor medida, el joven se siente dueño de su propio destino; puede hacer lo que realmente quiere: estar con sus amigos o su familia, cultivar aficiones, descansar y divertirse del modo que más le satisface.

 

Ahí toma decisiones que entiende como propias, porque se dirigen a jerarquizar sus intereses: qué me gustaría hacer, qué tarea debería recomenzar o cuál podría aplazar... Puede aprender a conocerse mejor, descubrir nuevas responsabilidades y administrarlas. En definitiva, pone en juego su propia libertad de un modo más consciente.

 

Por eso los padres y educadores deben valorizar el tiempo libre de quienes dependen de ellos. Porque educar es educar para ser libres, y el tiempo libre es, por definición, tiempo de libertad, tiempo para la gratuidad, la belleza, el diálogo; tiempo para todas esas cosas que no son “necesarias” pero sin las que no se puede vivir.

Este potencial educativo puede malograrse tanto si los padres se desentienden del ocio de los hijos –siempre que cumplan con sus obligaciones escolares–, como si lo ven solo como una oportunidad de “prolongar” su formación académica.

 

En el primer caso, es fácil que los hijos se dejen llevar por la comodidad o la pereza, y que descansen de un modo que les exija poco esfuerzo (por ejemplo, con la televisión o los videojuegos).

 

En el segundo, se pierde la especificidad educativa del tiempo libre, pues este se convierte en una especie de prolongación de la escuela, organizada por iniciativa casi exclusiva de los padres. Al final, desafortunadamente, la imagen del vivir que se trasmite es la de una existencia dividida entre obligaciones y diversión.

Conviene, por tanto, que los padres valoren con frecuencia qué aportan al crecimiento integral de los hijos las actividades que realizan a lo largo de la semana, y si su conjunto contribuye de modo equilibrado a su descanso y a su formación.

 

Un horario apretado significa que el hijo hará muchas cosas, pero quizá no aprenderá a administrar el tiempo. Si se quiere que los hijos crezcan en virtudes, hay que facilitarles que experimenten la propia libertad; si no se les da la posibilidad de elegir sus actividades favoritas, o se les impide en la práctica jugar o estar con los amigos, se corre el riesgo de que –cuando crezcan– no sepan cómo divertirse. En esta situación, es fácil que acaben dejándose llevar por lo que la sociedad de consumo les ofrece.

 

Educar en el uso libre y responsable del tiempo libre requiere que los padres conozcan bien a sus hijos, porque conviene proponerles formas de ocio que respondan a sus intereses y capacidades, que les descansen y diviertan.

 

Los hijos, sobre todo cuando son pequeños –y es el mejor momento para formarles en este aspecto– están muy abiertos a lo que los padres les presentan; y si esto les satisface, se están sentando las bases para que descubran por sí mismos el mejor modo de emplear los tiempos de ocio.

 

Evidentemente, esto requiere imaginación por parte de los padres, y espíritu de sacrificio. Por ejemplo, conviene moderar las actividades que consumen un tiempo desproporcionado o llevan al chico a aislarse (como sucede cuando se pasan horas frente al televisor o en internet). Es mejor privilegiar aquellas que permiten cultivar relaciones de amistad, y que le atraen espontáneamente (como suele ser el deporte, las excursiones, los juegos con otros niños, etc.).

 

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Por Lucía Mi Pediatra - 28.04.2023


Imagen de valuavitaly en Freepik

A partir de los seis meses, se abre todo un mundo para muchos padres y madres en la alimentación de los bebés, pues en la mayoría de los casos podrá iniciarse la alimentación complementaria.

LaFamilia.info – ABC.es
27.04.2013

 

Cuando los niños son quisquillosos con la comida, se sienten llenos rápidamente, no disfrutan probando nuevos alimentos y deciden que no les gustan sin haberlos probado siquiera; se dice que son niños con malos hábitos alimenticios, lo que trae consecuencias a corto y largo plazo.

 

La posibilidad de que haya consecuencias derivadas de los malos hábitos alimentarios es real. A corto plazo pueden producirse deficiencias nutricionales, como niveles bajos de energía y proteínas o micronutrientes. Además puede producirse un menor crecimiento, ya que algunas investigaciones demuestran que los niños “malcomedores” tienen una estatura más baja y un menor peso corporal.

 

Una posible consecuencia a largo plazo de la conducta mal comedora es un menor rendimiento cognitivo (dificultades para realizar pruebas que requieran atención, dificultades de memoria, percepción visual, comprensión verbal y otros importantes procesos cognitivos).

 

Por estas razones es importante que los padres trabajen con los niños “malcomedores” y así prevenir futuros problemas con la alimentación. Las siguientes calves ayudarán a poner fin a los problemas de alimentación del niño.

 

1. A medida que el niño vaya siendo capaz, hacerle partícipe de todos los preparativos de la comida. Por ejemplo que ayude a hacer la lista de la compra, a comprar, a preparar la comida, a diseñar el menú, a poner la mesa...

 

2. Crear un hábito de alimentación: esto es comer en el mismo momento, en el mismo lugar y de la misma manera. Esto no es sinónimo de rigidez, pues cuando el niño haya adquirido este hábito, se podrán hacer excepciones.

 

3. Fortalecer la autonomía del niño, dejándole que coma solo. Con seguridad tardará un poco más que si los padres le dan la comida, pero aprenderá a hacerlo.

 

4. Intentar comer al menos tres o cuatro veces en semana todos en familia. El niño aprenderá imitando y no solo lo que comen los demás, sino también cómo se comportan y relacionan en la mesa.

 

5. Hacer de la comida un momento de relajación, en el que los temas de comida no sean el tema central de las conversaciones. Dedicar, por ejemplo, este rato para hablar de todo lo divertido que cada uno ha hecho durante el día, o a planear las actividades del día siguiente, o del fin de semana.

 

6. Evitar llevar a la mesa juegos o ver la tele, actividades que le despistarán del principal objetivo en ese momento: comer.

 

7. Si el niño decide no comer el menú que se la ha preparado, no hacerle uno nuevo. Es la única forma de que aprenda la lección.

 

8. Reconocerle cualquier avance a la hora de la comida, si prueba algo nuevo, si tarda menos, si ayuda en la mesa, si está toda la comida sentado sin levantarse... por mínimo que parezca el progreso. De esta manera querrá repetirlo para obtener la atención de los padres.

 

9. No atender su comportamiento cuando su actitud en la mesa no sea la que se espera, seguir con la conversación o la comida y no alentarlo a finalizar con su comportamiento. Cuando de nuevo vuelva a comer o a sentarse, es el momento de decirle lo bien que lo está haciendo.

 

10. Ser paciente, firme y constante. Esto no se consigue en un día. El aprendizaje ha de ser progresivo, plantear primero un objetivo y cuando éste se logre, plantearse otro. Proponerse muchos objetivos de golpe, o un objetivo muy amplio, dificulta el conseguir llegar a la meta.

 

La irritabilidad de las familias

 

Un estudio reciente muestra que existe una estrecha relación entre malos hábitos alimentarios de los niños y el estrés de la familia a la hora de las comidas. Unos niveles altos de irritabilidad en los padres pueden tener consecuencias negativas en el comportamiento de los niños ya que podrían empeorar sus hábitos alimentarios en el futuro.

 

Fuentes: ABC.es, libro «Mi hijo no come», Rocío Ramos-Paúl y Luis Torres Cardona, Ed. Aguilar, 2010.

LaFamilia.info
17.06.2013
 

 

Es muy probable que durante las vacaciones, los hijos se dejen llevar por la comodidad o la pereza, y descansen de un modo que les exija poco esfuerzo (por ejemplo, con la televisión o los videojuegos). Esto les terminará generando aburrimiento y las vacaciones pasarán inadvertidas. Cuando en realidad este tiempo vacacional debe ser recordado como una de las épocas más felices de la infancia, donde se realizan actividades fuera de lo cotidiano.

 

Por eso se dice que el tiempo libre de nuestros hijos (como el nuestro) ha de cumplir una triple misión: ha de ser un tiempo de descanso, diversión y desarrollo. Y si no, estaremos perdiendo el tiempo en vez de aprovecharlo. Evidentemente, esto requiere imaginación por parte de los padres, y espíritu de sacrificio. "Por ejemplo, conviene moderar las actividades que consumen un tiempo desproporcionado o llevan al chico a aislarse (como sucede cuando se pasan horas frente al televisor o en internet). Es mejor privilegiar aquellas que permiten cultivar relaciones de amistad, y que le atraen espontáneamente (como suele ser el deporte, las excursiones, los juegos con otros niños, etc.)." Explican los autores J.M. Martín y J. Verdiá.

 

Asimismo es importante conocer muy bien a los hijos: sus gustos, aficiones, habilidades, hobbies; pues con base en esto se les deberá proponer formas de ocio que les diviertan y les descansen.

 

Ideas para disfrutar el tiempo libre

 

Se puede pasar muy bien las vacaciones sin necesidad de salir de casa, eso sí, hay que ser creativos para hacer de este tiempo una experiencia muy divertida y de compartir en familia. Damos algunas ideas:

 

  • Armar un rompecabezas.
  • Leer un libro.
  • Diseñar en plastilina un tema como por ejemplo: la granja, el sistema solar, el colegio etc.
  • Ver una película apta para toda la familia.
  • Jugar a las adivinanzas.
  • Cocinar algo divertido y sabroso para los chicos.
  • Salir a caminar o a dar un paseo en bicicleta.
  • Realizar proyectos que desarrollen la habilidad manual y creativa, por ejemplo: pintura, trabajos en arcilla, elaborar objetos con materiales reciclables, etc.
  • Los juegos de mesa son una excelente opción, escoja uno indicado para grandes y chicos.
  • Sacar los álbumes familiares y recordar anécdotas pasadas.
  • Probar juegos diferentes que involucren a todos los miembros de la familia.
  • Armar una carpa en la sala de la casa con sábanas, cojines etc. para simular un "camping".
  • A las niñas les encanta hacer planes de “mujeres” con la mamá, así que pueden simular un spa en casa.
  • Jugar al "karaoke", es una actividad que divierte a grandes y chicos.
  • Hacer un concurso a través de trivias de interés general.

 

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LaFamilia.info - 17.06.2020

 

 

¿Tu bebé ya está preparado para comer alimentos sólidos? ¿No sabes qué trona es la más indicada para tu pequeño? En el sitio web tronabebe.online puedes encontrar opiniones acerca de diferentes modelos de tronas para bebés. Además, ofrecen una guía de compra que, sin duda, te ayudará a la hora de elegir la trona ideal para tu niño.

 

¿Qué características imprescindibles debe tener una trona o silla de bebé?

 

Es importante elegir una buena trona para tu bebé, ya que de eso dependerá que el pequeño pueda comer con comodidad y seguridad. Aquí te recordamos nuestro post de 10 claves para acabar con los problemas derivados de la alimentación en niños. Las tronas son las sillas ideales para darle de comer a un bebé desde los seis meses hasta los dos años.

 

Las sillas convencionales no son aptas para el bebé porque no tienen la misma seguridad, ya que la mayoría de las tronas cuentan con un arnés para que el pequeño no pueda caerse. Por otra parte, las sillas convencionales no tienen la altura ideal para poder darle al bebé los alimentos con facilidad.

 

Por no hablar de que muchas de las tronas que se pueden encontrar en el mercado tienen juguetes o diseños infantiles integrados. Esto hace que la hora de la comida sea un momento de diversión tanto para los familiares como para el peque de la casa.

 

Consejos para comprar la trona más adecuada

 

Como hemos dicho, es importante la seguridad del bebé. Por eso, es fundamental que la trona tenga un arnés para sujetar al pequeño y, de esta forma, evitar que, al moverse, se pueda caer de la silla.

 

También, es conveniente que la trona tenga un asiento con varias inclinaciones y un respaldo donde el bebé se sienta cómodo. Al comer, el bebé manchará el asiento en más de una ocasión. Por este motivo, es importante que el asiento se pueda sacar de la trona para limpiarlo.

 

De igual forma, es importante que la altura de la trona sea regulable, ya que a lo mejor quieres que la trona esté a la misma altura que la mesa donde coméis toda la familia o un poco más alta. En este sentido, si el niño come al mismo tiempo que toda la familia podrá aprender mucho imitando vuestro comportamiento en la mesa.

 

Por otro lado, las tronas de madera son ideales porque son más fáciles de combinar con el resto de los muebles de la habitación. Aunque las manchas pueden ser más difíciles de quitar. Por tanto, si compras una trona de madera, es recomendable que el asiento tenga una cubierta de plástico para facilitar su limpieza.

 

Aspectos para tener en cuenta antes de comprar una trona

 

A la hora de comprar una trona para bebés hay que tener en cuenta que la bandeja sea lo suficientemente grande para que haya sitio para los platos, los cubiertos y los vasos. También, sería ideal que la bandeja contara con un posavasos para que el bebé no tire el líquido con la manita o al moverse.

 

De igual modo, es importante que la bandeja se pueda fregar o meter en el lavavajillas. También, hay tronas para bebés que cuentan con un reposapiés para que cuando el niño crezca no tenga las piernas colgando. Es muy útil, ya que adapta la trona al crecimiento del pequeño.

 

Las ruedas también son otro aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de comprar una trona. Si la trona siempre va a estar situada en el mismo lugar puedes decantarte por una trona fija, pero, si no es el caso, las tronas con ruedas son tu mejor opción. De todas formas, debes asegurarte de que cuenten con frenos para mayor seguridad.

 

Tipos de tronas que puedes encontrar en el mercado

 

En el mercado se pueden encontrar cuatro tipos de tronas distintas, elegir entre una u otra dependerá de tus necesidades y las de tu pequeño. Cabe señalar que en el sitio web tronabebe.online analizan algunos modelos de los distintos tipos de tronas que hay.

 

Para empezar, tenemos la trona evolutiva. Este tipo de trona es adaptable, por lo que el crecimiento de tu hijo no es ningún problema, ya que tienen diferentes ajustes para que esté cómodo siempre.

 

Por otra parte, se encuentran las tronas plegables, que son ideales porque no ocupan espacio y entre uso y uso se pueden plegar con facilidad. También, es frecuente ver en el mercado las tronas convertibles. Estas tronas también se pueden transformar en hamacas, mecedoras o sillas.

 

Por último, están las tronas portátiles. No son iguales que las tronas plegables, ya que estas son muy fáciles de transportar y se acoplan a la mesa o a la silla convencional. Este tipo de trona también tiene su ventaja, ya que tu bebé podrá sentirte más cerca mientras descubre los alimentos que le acompañarán a lo largo de su vida.

 

 

LaFamilia.info
09.07.2012

 

 

La intolerancia a la lactosa es una enfermedad que afecta a una gran población adulta, pero también se puede presentar en niños en etapa preescolar y en bebés lactantes. Conozca los síntomas y tratamientos que se deben seguir.

 

La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y sus derivados, la cual necesita de la enzima lactasa –que se encuentra en el intestino delgado- para ser descompuesta, pero si el cuerpo no produce suficiente de esta enzima, entonces es cuando se puede presentar la intolerancia a la lactosa.

 

¿Cómo se manifiesta?

 

Depende de la edad. Los niños de uno a tres años que presentan esta intolerancia, suelen rechazar la leche, incluso pueden vomitar después de comer algún alimento con lactosa, también puede presentar diarreas.

 

En los bebés lactantes los cólicos abdominales, el reflujo gástrico, los gases, la diarrea y el vómito son los principales síntomas, sobre todo cuando se presentan inmediatamente después de la ingesta del tetero o biberón.

 

¿Alergia o intolerancia?

 

Si bien pueden tener síntomas semejantes, alergia e intolerancia a los alimentos -en este caso a la leche-, son enfermedades distintas.

 

La alergia a los alimentos es una reacción desencadenada por el sistema inmunológico, a diferencia de la intolerancia que no guarda ninguna relación con este sistema y en este caso los síntomas son desencadenados por los alimentos.

 

La alergia a la leche es mucho más común en los niños que en los adultos. Sin embargo, la mayoría de los niños supera la alergia para cuando tienen 2 ó 3 años. Los síntomas de la alergia a la leche incluyen salpullido, ronchas, vómitos y problemas respiratorios después de consumir un producto lácteo.

 

¿Cómo sanar la intolerancia?

 

Algunos médicos recomiendan reemplazar la leche por una que no contenga lactosa, por fortuna en el mercado se encuentran variadas opciones que contienen todos los nutrientes de la leche común. De igual forma, se aconseja disminuir las porciones de lácteos (yogures, helados, quesos) o cambiarlos por productos deslactosados.

 

Sin embargo cuando se trata de bebés lactantes, el tratamiento cambia. Debido a que la leche es la base de la alimentación de los bebés en sus primeros meses de vida, es importante consultar al especialista y en primer lugar confirmar la sospecha de que el bebé realmente está presentando dicha intolerancia.

 

En todo caso, algunos médicos recomiendan no destetar al bebé, puesto que el alimento materno tiene propiedades inmunológicas y nutrientes que son definitivos en el desarrollo físico y no puede ser reemplazados por otro alimento. Por lo tanto, en este caso, el médico tratante evaluará el grado de intolerancia y recomendará a los padres lo mejor para su bebé.

 

Fuentes: Familydoctor, NIH (Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas).

Por LaFamilia.info


Foto: freepik

En este período de vacaciones, es importante tener en cuenta algunas apreciaciones alrededor de la tecnología, pues en este tiempo es usual que los niños abusen de las pantallas, y que los padres lo permitan de algún modo, dejando de lado las bondades de otras actividades que son primordiales en el desarrollo de los menores.

Por LaFamilia.info 

Foto: freepik 

Pasteles, golosinas de todo tipo, gaseosas, frituras, snacks, “comida chatarra”… Por lo general este es el menú de las fiestas de cumpleaños; sin duda una perjudicial sobrecarga de azúcar y calorías para los pequeños.

LaFamilia.info
17.03.2012

Este es un plato inspirado en la famosa ensalada César, pero esta vez en versión sándwich, ideal como plato único para una cena práctica y saludable. Además, si quieres darle un toque diferente, puedes cortar el pan de molde en forma de círculo; estos detalles agradan a los pequeños y se los comerán toditos.

 

Ingredientes:

  • Pan de molde de semillas o integral
  • Mantequilla para untarlo
  • Pechuga de pollo
  • Huevo
  • Pan rallado
  • Sal
  • Pimienta
  • Lechugas variadas
  • Queso parmesano en lascas

Para la salsa César:

  • 1 huevo
  • 1 chorrito de zumo de limón
  • 1/2 diente de ajo
  • 4 anchoas
  • 40 gr. de parmesano rallado
  • 100-120 gr. de aceite de girasol

Preparación:

Primero hacemos la salsa César. Para eso ponemos en el vaso de la batidora todos los ingredientes y batimos sin levantar. Si la salsa nos queda un poco espesa, podemos añadir un chorrito de leche. Si nos queda un poco líquida, añadimos un poco más de aceite de girasol. Todo dependerá del tamaño del huevo.

A continuación, cortamos la pechuga de pollo en filetes, salpimentamos, pasamos por huevo batido y pan rallado y freímos.

Untamos el pan de molde con un poco de mantequilla y lo hacemos en la plancha (sirve también una sartén) hasta que se dore.

Finalmente, armamos los sándwiches, poniendo entre dos rebanadas de pan de molde tostado el pollo, un puñadito de lechugas, el queso parmesano en lascas y un poco de salsa.

 

Fuente: Receta e imagen de María Lunarillos - pequerecetas.com