Bernabé Tierno
21.06.2008
 

Habitualmente, los medios de comunicación social nos ofrecen toda la información de cuanto sucede en el mundo entero. Compartimos con los demás seres humanos toda clase de suertes, desgracias, éxitos, catástrofes. Toda esta información también la reciben en mayor o menor medida los niños.

 

Es bueno estar informados, saber lo que pasa en el mundo, pero el problema radica en que estos medios se convierten sobre todo en medios de mentalización.

 

Diferentes vías

1. Vía afectiva, emotiva, cargada de fuertes pasiones. Por esta vía es fácil despertar e incrementar las conductas violentas, agresivas y pasionales presentando modelos que triunfan y a los que les resulta muy rentable tal comportamiento. En el caso concreto de los niños les queda claro, desde los primeros años, que lo que se hace y dice en la tele es bueno y recomendable. Ahí está el peligro.

2. Vía de los reflejos condicionados. Estamos llegando a una dependencia generalizada del consumismo sin freno. Hoy más que nunca la ética de la persona y las pautas de su conducta están siendo marcadas por la estética del consumo a causa de la televisión.

3. Vía subliminal. La fascinación de las imágenes, hechos y actividades que ofrece la pequeña pantalla actúan sobre los mecanismos que activan la conducta del sujeto, a espaldas suyas, sin percatarse de que está siendo moldeado (teledirigido) día a día, hasta sufrir una transformación total.

 

Alienación y dependencia

1. Por el mecanismo de proyección, el teleadicto se habitúa a descargar, atribuir o proyectar sobre los personajes cuyas acciones contempla sus propios conflictos, pasiones, odios, complejos, etc., de orden interno. Este mecanismo de defensa desconecta al sujeto de su propia realidad en la vida diaria, le incita a descargarse de responsabilidades y atribuir a los demás lo que no soporta admitir ni reconocer en sí mismo. Inutiliza a la persona para encarar los problemas.

2. Por el mecanismo de identificación, el sujeto escapa también de su propia realidad para meterse en el personaje ficticio con que se identifica, viviendo y sintiendo sus luchas, victorias, celos, placeres, infidelidades, conductas violentas, etc., que tenderá a imitar de manera inconsciente. Cada persona vivirá y sentirá la ficción de manera más o menos intensa según su edad.

Los niños son presa fácil de este mecanismo pues, muchas veces, no logran distinguir la ficción de la realidad.

Sabemos por estadísticas que nuestros niños pasan cada año frente al televisor unas 1.300-1.400 horas, mientras que las horas del colegio al año no llegan a mil. Esto significa que todo joven que llega a la mayoría de edad ha pasado frente a la pantalla de TV entre 20 y 25.000 horas.

Es evidente que no estamos ante algo sin importancia y tenemos que aprender todos a usar un medio tan poderoso. La TV es un potencial inmenso que puede enriquecer y ayudar muchísimo a aprender y saber muchas cosas en poco tiempo.

En este tiempo se encierran múltiples posibilidades de enriquecer la mente y el psiquismo humano.

 

Perjuicios y beneficios

En psicología infantil y juvenil se podrían lograr muchísimas cosas, como, por ejemplo, fomentar conductas sociales de cooperación y ayuda a los demás, de autocontrol, de esfuerzo y formación personal, etc. Ofreciendo modelos dignos de imitar por su atractivo y cuya conducta responsable, respetuosa y sacrificada por los demás fuera provechosa.

El problema es que la televisión no deje tiempo para el diálogo entre los esposos, para el de los hijos con los padres y para el de los hermanos entre sí.

Es evidente que la televisión corta de raíz la posibilidad de desarrollar otro tipo de actividades en todos los hogares: dialogar, leer, estudiar, escuchar música, jugar, reír y hasta dormir.

En definitiva son dos las consecuencias que están perjudicando más al niño y a la familia: la primera es la incomunicación. No hay tiempo para hablar de nada porque lo absorbe todo la tele. La segunda es que se está perjudicando el hábito de la lectura y está influyendo de manera muy directa en los resultados escolares.

Se ha demostrado que cuantas más horas pasa un niño frente el televisor, por término medio, menor es su rendimiento escolar y más posibilidades tiene de llegar a fracasar en el estudio.

 

Saber utilizarla

1. Lo primero que hay que hacer es aprender a prescindir de ella y apagarla cuando los programas o temas que desarrolla no sean de nuestro interés o el de nuestros hijos y no permitir que «nos organice la vida».

2. Aprovecharla para estimular el diálogo familiar comentando temas de interés y fomentar la actitud crítica.

3. No estar psíquicamente pasivo, sino activo. Un buen programa de TV estimula intelectualmente como el mejor de los libros.

4. Los contenidos de ciertos programas interesantes pueden servir de materia de trabajo para el estudio; inclusive para el colegio.

5. Hay que enseñar a «ver» anuncios y desenmascarar la manera en que pretenden convencer e influir al televidente para incitarlo a comprar. Esto gusta muchísimo a la mayoría de los niños.

6. Se puede fomentar la unión de la familia utilizando determinados programas para enjuiciarlos, analizarlos, criticarlos y valorarlos en común. Que hasta los más pequeños opinen y sean escuchados por todos.

7. Acompañar siempre que se pueda a los niños mientras están frente al televisor para enseñarles a tener una mente activa y crítica de cuanto ven. Que sepan comentar y valorar actitudes, gestos, conductas..., y no contemplar pasivamente.

8. No permitir que el niño vea la TV más de una hora diaria, en lugar de las tres horas que ve el niño español por término medio, y de las cuatro o cinco que suele ver el sábado y el domingo.

9. Ilusionarlo con actividades deportivas, reuniones con amigos, actividades al aire libre y otras para ir reduciendo el tiempo dedicado a la TV.

10. Convertirla en un instrumento valido en la formación del niño o del adolescente, a todos los niveles.

LaFamilia.info
23.06.2009
 

 

Comienzan las vacaciones para los hijos pero muchas veces no para los padres; ¿Qué hacer entonces?, ¿Cómo enseñarles a aprovechar el tiempo libre?, ¿Qué inventarles para que no se queden en casa solos?, ¿Cómo hacer para que no se envicien a la televisión y los videojuegos?

 

Las vacaciones recreativas, una buena opción

La mayoría de colegios, guarderías, centros culturales, ofrecen durante esta época un programa de vacaciones recreativas en donde los niños están todo el día fuera de casa haciendo diferentes actividades como manualidades, deportes, tours por la ciudad, etc. Asegúrese que sea una institución conocida y profesional para que esté totalmente tranquilo de dejar a su hijo allí.

 

Clases particulares

Dependiendo de los gustos del niño, puede optar por las clases de música, baile, pintura, fútbol, teatro, natación, entre otros. Inscriba a su hijo en un programa intensivo de alguna de estas áreas para que todos los días de las vacaciones asista a la clase. Es importante que el niño sienta gusto por las clases, no es buena idea llevarlos obligados.

 

Conforme grupos con otros niños

Hay muchos papás que pueden estar en su misma situación, así que únanse con el fin de organizar un plan para sus hijos en estas vacaciones. Conformen un grupo con los chicos del vecindario o unidad residencial, con los primos de la misma edad, o con los compañeros del colegio, de forma que compartan y se diviertan todos juntos. Lo importante es que los papás pongan a volar su imaginación para que los niños no se queden en casa todo el tiempo jugando videojuegos y viendo televisión.

 

Acuda a la familia

Como siempre, los abuelos son los salvavidas de sus hijos y nietos, pídales el favor que se queden uno o varios días de la semana con los niños, pero tampoco les descargue a sus hijos todas las vacaciones, tenga en cuenta que además de que se cansan con más facilidad, tienen su propia rutina y hay que respetarles su espacio. Sus hermanos, tíos o cuñados también pueden ser de gran ayuda y en especial si tienen niños.

 

Fines de semana de campo

Para que las vacaciones parezcan lo que verdaderamente son, durante el fin de semana trate de salir de la ciudad y hacer un paseo al campo. Un día junto a la naturaleza es muy provechoso para los niños, enséñeseles a disfrutar de los árboles, el agua, los animales. Vayan a un parque ecológico o alguna población cercana.

 

Visita a lugares culturales

En las ciudades hay muchos sitios por visitar como son los museos, centros históricos, el planetario, el acuario, la biblioteca lúdica; en fin, cada ciudad tiene sus sitios turísticos para divertirse con los niños los fines de semana.

LaFamilia.info

Foto: Freepik

Se puede pasar muy bien en las vacaciones sin necesidad de salir de casa, eso sí, hay que ser creativos para hacer de este tiempo, una oportunidad para divertirse y compartir en familia. Estas son algunas ideas de manualidades para realizar con los hijos.

Ma. Ángeles Pérez Montero y Francisco Javier Rodríguez Laguia
21.06.2008
 

En la vida hay trayectos en los que tenemos una ocupación absorbente ya sea porque estudiamos o trabajamos, pero luego hay mucho tiempo intermedio en el que nos dedicamos a otras cosas para divertirnos, descansar...

Este tiempo intermedio es el del ocio. La idea que tenemos nosotros del ocio es no hacer nada, es “matar el tiempo”, bastante lejos de la idea que tenían los griegos de ocio, para quienes estar ocioso, era dedicarse a actividades formativas de la mente y el espíritu, era cultivar lo mejor que tenemos las personas de sí mismos.

Este tiempo para otras cosas distintas a las habituales, lo tendremos que dedicar a otras actividades que desarrollen otros campos distintos de la persona y muy importantes: la amistad, la cultura, los hobbies, las aficiones. Por tanto, una idea que tienen que tener clara nuestros hijos, es que estar ocioso no es estar sin hacer nada, sino dedicarnos a otras actividades que nos gustan, nos lo hacen pasar bien, y además nos forman.

 

Buscar el equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de descanso

El ocio es un tiempo de recuperación personal para superar el cansancio o para no caer en el mismo cuando desempeñamos nuestra tarea diaria.

Hay que buscar un equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo de actividad, que no quiere decir que sea mitad de tiempo para uno y otro, sino que cada persona ha de saber el tiempo que necesita de descanso, de ocio para estar después en las condiciones adecuadas para el trabajo o estudio.

Esta distribución de tiempo entre trabajo y ocio depende también de diversos factores: la edad, el momento del curso académico, no es lo mismo estar a final de curso que a principio del mismo.

Es conveniente que cada persona sepa qué actividades son las que le producen mayor descanso y recuperación personal, tiene que conocer su propio perfil para actuar en coherencia con él.

 

Los padres han de ser conscientes que son el modelo y referente para sus hijos

Gran parte de las conductas que se incorporan en un niño en el hogar es a través de la imitación que hacen los hijos a los padres. Hemos de ser muy conscientes de este mecanismo para no cometer errores educativos.

De ahí que los padres tienen que ir por delante en el aprovechamiento del tiempo libre, a qué se dedican, si lo hacen con aprovechamiento o si se quedan sin hacer nada frente al televisor, si tienen suficientes hobbies, si saben abrir nuevos campos de interés entre los que les rodean.

Por la imitación que hemos dicho de las conductas de los padres por los hijos, es frecuente que las aficiones de los padres, sean muy parecidas con las de los hijos, aunque hemos de respetar los propios intereses que tienen éstos.

 

Se ha de buscar el disfrutar juntos todos los miembros de la familia

Hemos de tener en cuenta que la finalidad del aprovechamiento del tiempo de ocio es desarrollar otras habilidades secundarias de la persona que contribuyen a la formación integral de la misma, como pueden ser las habilidades físicas o manipulativas. Además de ellas, otro de los objetivos tiene que ser el fomentar el espíritu de unidad entre los miembros de la familia, y las actividades para el ocio son un medio extraordinario para ello. Cuando los miembros de un grupo hacen las mismas cosas, comparten las mismas vivencias y sienten parecido.

Hemos de tratar pues, que existan unos núcleos de intereses comunes en la familia, adaptados a los niveles de desarrollo de sus miembros. Esta tarea la tienen que empezar los padres desde cuando son muy pequeños los hijos, animándoles a la práctica de actividades, en las que los hermanos mayores ya están introducidos.

 

Implicar a los miembros de la familia en la preparación de las actividades

El nivel de satisfacción que se obtiene en una actividad es directamente proporcional al nivel de implicación que la persona ha tenido en dicha actividad, como principio general.

En el tema que estamos hablando sucede lo mismo, hemos de tener en cuenta que con las actividades de ocio, tiempo libre, tratamos de descansar, divertirnos y completar nuestra formación.

Por ello, los padres tratarán de dar encargos, pedir opiniones, realizar gestiones, etc., en las actividades donde sea posible. Piénsese por ejemplo, en la actividad familiar de hacer una excursión dominical a una población, surgen los siguientes encargos y situaciones para tomar decisiones:

  • Lugar al que se va a ir.
  • Propuestas de itinerarios para ir al sitio decidido.
  • Información sobre sitios a visitar y qué se va a ver.
  • Dónde almorzar.
  • Preparación de materiales: fotografías, gorras, zapatos, etc.

Conviene que los encargos sean en la medida de lo posible rotativos para que todos los hijos participen de lo que más y menos les gusta en la preparación, siempre que lo permita la edad y características de los hijos.

 

La propuesta de actividades ha de ser variada y cíclica en lo posible

Arriba hemos dicho que las actividades para el ocio han de completar la formación humana de los hijos. La persona tiene muy diversos ámbitos a desarrollar, y a todos ellos tiene que dar respuesta, por eso las actividades han de ser muy variadas. Con ello también se consigue captar el interés y que la motivación no decaiga en la realización, ya que lo que se trata es que terminen lo que empiecen, que pongan las últimas piedras a pesar de las dificultades que surgirán.

Decimos que han de ser cíclicas, en cuanto cada año o temporada se realizan los mismos grupos de actividades pero profundizando un poco más que el año anterior.

Se debe potenciar que cada miembro de la familia tenga un espectro amplio de hobbies y aficiones y hay que descubrir las aptitudes que tiene cada uno.

 

Algunas actividades para tiempo libre y ocio

Las propuestas que hacemos las clasificamos en varios grupos, sugerimos algunas, sin intención de agotarlas, solamente a título orientativo. Habrá que adaptarlas a las características de los miembros de la familia.

 

Actividades en la naturaleza. Senderismo, excursiones al monte o sitios de interés ecológico, acampadas.

Actividades de bricolaje y restauración. Reparación de desperfectos en el hogar, instalar nuevos utensilios o muebles, realización de maquetas y aeromodelismo.

Actividades de coleccionismo con sus múltiples posibilidades

Actividades de lectura

Carmen de Andrés - sontushijos.org
07.06.2010
 

La llegada de Junio- con un tiempo cálido y agradable, los atardeceres tardíos y el anhelo por aprovechar el buen tiempo en la calle- indica el inicio del periodo estival. El inicio del verano condiciona a muchas familias, por el empuje de los hijos, a pasar más tiempo al aire libre y en actividades lúdicas. Esto provoca que durante este periodo la televisión quede más al margen y posibilita que los padres pasen más tiempo con sus hijos sin la compañía televisiva.

Las posibilidades que se abren ante nuestros hijos, ya sean niños o adolescentes, se multiplican durante los fines de semana y el final del día escolar: practicar deporte, jugar en los parques y dedicar más tiempo a las cosas que les gustan. Los padres debemos aprovechar esta cautivación de los hijos por la diversión estival y, adelantándonos a sus planes, organizar planes en familia.

 

Este tiempo libre ha de cumplir una triple misión: ha de ser tiempo de descanso, diversión y desarrollo personal y familiar. Es preciso que este tiempo disponible se dedique a realizar actividades que enriquezcan a nuestros hijos y a la familia.

 

Una vez me dijeron con mucha razón, viendo que mi hijo me demandaba insistentemente, que “el mejor juguete de un niño son sus padres”. Durante el verano esta frase adquiere todo su significado, ya que la “atracción por el medio televisivo” decae y los juegos con los progenitores se hacen más divertidos en el medio natural.

 

De todos es conocido que los padres suponen un modelo importante en la relación que los niños establecen con el mundo e incluso, los hábitos de ocio de los progenitores sirven como patrón de actuación a los más pequeños.

Por ello, las pautas que los padres ofrezcan a sus hijos en relación al tiempo libre, tanto en el aspecto cuantitativo como en el cualitativo, serán esenciales para la interacción que el niño tenga con el ocio. Hay que evitar el peligro de que se destruya en poco tiempo lo que se ha venido construyendo con mucho esfuerzo durante la toda la semana: hábito de trabajo, esfuerzo en el estudio y progreso en virtudes.

 

Tenemos que cuidar como un tesoro este periodo para hablar con nuestros hijos, hacer más vida familiar, fomentar las aficiones de todos, comunicarnos más y conocernos mejor. Una de las variables más importantes a la hora de plantearse el tiempo de ocio es el diálogo familiar. Fruto del intercambio de opiniones, el niño pasa por un proceso de reflexión de lo que debe ser el buen aprovechamiento del tiempo libre.

 

Por otra parte, aunque el consumo televisivo baje durante este periodo, sigue siendo muy importante la compañía de los padres en esta actividad, ya que éstos pueden ofrecer orientaciones sobre valores positivos o en su caso, negativos y contravalores, que se desprenden de determinados contenidos televisivos. A raíz de los filtros que los adultos les proporcionen y de la contextualización de aquello que no lleguen a entender, los pequeños activarán mecanismos de defensa para encender una luz en futuras aproximaciones al medio e irán adquiriendo experiencia para realizar una lectura crítica de los mensajes.

LaFamilia.info
15.05.2008
 

Nuestro cuerpo merece respeto y por esto parte del cuidado que le debemos, es darle suficiente horas de descanso. Al menos siete horas de sueño en la noche son esenciales para su buen desempeño durante el día.

Y aunque la mayoría de los adultos necesitan entre siete y ocho horas de sueño cada noche, cada persona sabe si está durmiendo lo suficiente si no le da sueño durante el día. Así mismo puede ser perjudicial excedernos en el tiempo que dormimos pues esto le resta energía al cuerpo y lo apesadumbra.

Para muchos, dormir es un hábito que se ve perturbado por factores como el estrés, o simplemente por falta de organización en cuanto a horarios de trabajo y de vida social. Hay insomnios que se pueden combatir con hábitos, que a fuerza de repetición, funcionan y devuelven a la persona su descanso.

 

Consejos que ayudan a conciliar el sueño

  • Establezca y respete una rutina a la hora de acostarse. Por ejemplo, lea durante diez minutos todas las noches antes de dormirse. Pronto, usted establecerá una conexión entre estas actividades y el sueño.
  • En la medida de lo posible acuéstese y levántese a la misma hora todos los días.
  • Trate de que su cama no sea excesivamente blanda ni dura.
  • Un baño de agua tibia antes de acostarse ayuda a la relajación.
  • No cene después de las 8 p.m. y ojalá la última comida del día no sea muy abundante pues esto le impide conciliar el sueño con facilidad.
  • Evite o limite el uso de cafeína (café, té, refrescos carbonatados, chocolate), descongestionantes, alcohol y tabaco.
  • Evite ver en la televisión películas de violencia o que produzcan tensión emocional.
  • No tome siestas durante el día si éstas parecen empeorar su insomnio.
  • Si no puede dormirse, intente escuchar música clásica o muy suave.
  • Puede ayudar una bebida caliente como la leche o la cocoa.
  • No lleve sus problemas a la cama. Más bien evoque recuerdos que lo hacen feliz.

 

Ejercicios de relajación

Si ha tenido un día muy pesado y su cuerpo y mente se encuentran estresados, puede intentar estos ejercicios de relajación antes de acostarse:

  • Estire los brazos hacia el techo, balanceándolos alternativamente hacia uno y otro lado de la cabeza.
  • Relaje el peso de la cabeza hasta que quede suelta sobre los hombros. Inicie rotaciones hacia uno y otro lado, con los ojos cerrados. Procura relajar el rostro, la lengua y la barbilla.
  • Levante los brazos en forma de cruz y apretando los puños. Déjelos caer de golpe hasta que vuelvan a su estado natural.
  • Siéntese en una silla, levante las piernas del suelo estiradas hacia delante. Déjelas caer de golpe.
  • Extienda los dedos completamente separados. Rote las muñecas hacia ambos lados.
  • Acuéstese en la cama sin la almohada y comience a tomar conciencia de su respiración mientras piensa en cada una de las partes exteriores de su cuerpo, sintiéndolas: cada dedo de la mano y del pie, cada extremidad, las partes de la cara, etc. Verá lo relajado que se sentirá al finalizar, si es que no se ha dormido en este ejercicio.

 

Fuentes: actosdeamor.com,  profes.net, familydoctor.org

Ma. Ángeles Pérez Montero y Francisco Javier Rodríguez Laguia
21.06.2008
 

El ‘boom’ de los videojuegos ha irrumpido en nuestra sociedad desde hace algún tiempo con gran fuerza, pero realmente preocupa en las familias el uso y abuso que se hace de las mismas por parte de sus miembros y en especial de los hijos.

 

Los videojuegos suponen la actividad de ocio preferida por los niños por encima de toda una larga lista. Incluiremos en este artículo unos datos interesantes de un estudio realizado por Microsoft y publicado en la prensa en febrero de 2003 sobre el uso, ventas, perfil, etc., aspectos todos relacionados con este mundo de los videojuegos.

Suponen también parte de lo cotidiano en la vida del niño y acaparan la atención en la conversación. Existen opiniones para todos los gustos sobre la conveniencia o no de los videojuegos. Unas están a favor, otras argumentan en contra y en medio se encuentran los padres que no sacan una conclusión clara.

 

Argumentos en contra

El primer argumento en contra es su elevado precio (aunque tienden a abaratarse), pero hay otro, tal vez mayor, que preocupa a los padres y educadores: los altercados en el hogar por su causa. Este tipo de problemas llega cuando se necesita la pantalla de la televisión mientras otros miembros de la familia quieren ver algún programa.

Menos problemático es su uso en ordenador, aunque menos aceptado entre los más jóvenes debido a que no consiguen la misma calidad de imagen ni es fácil siempre adaptar los controladores y accesorios en la televisión.

También debemos tener en cuenta la proliferación de juegos portátiles, los “gameboys”, que funcionan a pilas y tienen una pantallita que permite al jugador su uso en cualquier sitio y sin molestar ni permiso de nadie. El reto de hallar nuevos trucos para ser más hábiles provoca un enganche para seguir jugando.

 

Otros inconvenientes

  • Pueden producir nerviosismo y ansiedad.
  • Pueden transmitir valores inadecuados.
  • Pueden provocar un cierto retraso en el proceso de socialización e incluso un aislamiento.
  • La excesiva estimulación de concentración puede llegar a provocar falta de atención hacia su entorno.

 

Ventajas

Favorecen la organización espacio-temporal:

  • Coordinación oculomotora.
  • Desarrollo de destrezas básicas como la rapidez de reflejos y la memoria.
  • Puesta en práctica de estrategias.
  • Desarrollan el instinto de superación
  • Algunos permiten mejorar y acrecentar la rapidez de razonamiento
  • Estimulan la concentración, por lo que pueden ser muy adecuados para niños hiperactivos o con déficit de atención.

 

Problemas de adicción y agresividad

Pero el verdadero argumento en contra de este tipo de juegos es la adicción que provocan. Existen opiniones de psicólogos infantiles que argumentan que “los niños que pasan demasiado tiempo delante de la pantalla tienen problemas de agresividad o timidez”; mientras que otros profesionales opinan que no fomentan la agresividad por matar marcianos sino que “ayudan a concentrarse, a prestar atención y a tener reflejos”

Patricia Marks Greenfield en su libro “El niño y los medios de comunicación” (Ed. Morata 1985) dice que en estos juegos “intervienen más elementos que la coordinación ojo-mano. Algo muy importante en sí mismo. De hecho, no solo son complejos, sino que incorporan tipos de complejidad imposibles en los juegos convencionales”

Hay psicólogos que afirman que es bueno acostumbrarse a estas máquinas porque los niños vivirán en un mundo electrónico donde el ordenador es un gran arma de trabajo.

Tenemos que convivir con estos nuevos “electrodomésticos” y lo mejor sería integrarlos también de forma inteligente: jugando con nuestros hijos, ofreciéndoles jugar con sus amigos y además, iniciarlos en otro tipo de diversiones y experiencias en otros campos.

 

La mejor de las estrategias a seguir por parte de los padres es apelar al sentido común basándose en el conocimiento exhaustivo que tienen de su propio hijo.

Algunas otras pautas que pueden servir a los padres para controlar un uso racional de los videojuegos:

  • En primer lugar debemos hacer propuestas alternativas de ocio puesto que depende de los padres que los hijos se interesen por otras actividades.
  • Otra sería interesarnos por todo lo que rodea al videojuego y acompañar al chico en algunos momentos de juego..., es la mejor manera de compartir intereses con él, de conocer su mundo y sus inquietudes. Como padres nos podemos asomar también a este mundo que desborda la imaginación; nosotros también viviremos con nuestros hijos aventuras, trazaremos estrategias, adoptaremos distintas personalidades y desarrollaremos habilidades en este mundo fascinante. Sólo así sabremos qué es lo que atrae a nuestros hijos, les emociona y ¿por qué nos preocupa a nosotros?
  • De los padres depende así mismo la selección de estos juegos, eligiendo aquellos que no contengan tintes sexistas, violentos o insolidarios. Los hay de estrategia como: el ajedrez o los deportivos; de aventuras fantásticas (muy solicitados) y educativos (la mayoría para ordenadores).

En general podemos apuntar las siguientes normas fundamentales:

  • Debemos elegir un juego que permita grabar la parte del juego que ha sido realizada.
  • Son recomendables aquellos juegos que permiten intervenir a más de un jugador. Los juegos que tienen un número interminable de pantallas generan ansiedad porque no se ve el momento de llegar al final.
  • Los valores que aparecen implícitos deben ser de nuestro agrado. No son recomendables los juegos que incluyen violencia gratuita o que fomentan la destrucción.

 

Tipos de videojuegos

Sandra García llega a hacer una interesante clasificación de los videojuegos de la siguiente forma:

 

Juegos de acción: Son los que más se venden y acostumbran a presentar fuertes dosis de violencia en el argumento y desarrollo de la acción. Se prestan mucho a provocar nerviosismo y ansiedad pero son también los que mejor funcionan para que el niño que ha acumulado tensiones se desprenda de ellas. Están indicados para niños a partir de 8-9 años y precisan de nuestra supervisión antes de autorizar su uso.

 

Juegos de estrategia: el niño participa de forma activa en la elaboración de una estrategia para alcanzar un objetivo. Estimulan el razonamiento lógico y la reflexión. Los hay para niños a partir de 8-9 años.

 

Juegos de aventuras: el niño se convierte en el protagonista de su propia aventura y se sumerge en un mundo de fantasía. No presentan conflictos éticos y los contenidos suelen ser divertidos. Están indicados para niños a partir de 7-8 años.

 

Juegos de deportes: suelen reproducir canchas de juego y partidos de algunos deportes como el fútbol, baloncesto, etc. Los hay que están muy bien elaborados y alcanzan niveles de realismo asombrosos. Son por lo tanto complejos para los niños. Están destinados más bien a los adolescentes a partir de 14 años.

 

Juegos de simulación: son juegos en los que los niños adoptan un rol y en función de éste deben probar sus habilidades para alcanzar el objetivo. A menudo estos juegos plantean situaciones que en la vida real podrían resultar peligrosas. Indicados para adolescentes entre los 14 y los 15 años.

 

Juegos educativos: hay una gran variedad de juegos en el mercado que están pensados para incrementar o mejorar la psicomotricidad fina (destreza con las manos), el desarrollo del lenguaje (escrito y oral), las matemáticas, la orientación espacial y muchas otras habilidades y aspectos. Son especialmente recomendables. Hay una gran oferta de buena calidad y se dirigen a niños desde los 18 meses hasta los 16 años.

Los juegos tanto de TV como de PC que más gustan a los aficionados españoles son los de deportes, acción y estrategia. El último lugar de la clasificación lo ocupan los videojuegos de Rol.

En cuanto a los niveles de agresividad hay que considerar que un cierto nivel de ella no es perjudicial, ya que sirve para canalizar su energía. Cuidado si la hay en exceso: puede provocar en el niño la identificación de agresión con placer, o que se asuste y aprenda a reprimir negativamente su hostilidad.

 

¿Cuánto tiempo al día?

Una pregunta que también se plantean las familias a diario es ¿cuánto tiempo al día es recomendable su uso? Según los expertos, dependiendo del uso que se haga de los videojuegos, los niños pueden incrementar la autoestima y desarrollar algunas habilidades con este tipo de ocio. Es imprescindible que los padres controlen el tiempo que sus hijos pasan delante de la pantalla. Un abuso es capaz de fomentar actitudes narcisistas y disminuir su sociabilidad. Este tipo de juegos, aunque se comparta, es un reto individual. Conviene marcar un límite de tiempo y ser estrictos en esta postura.

No es cuestión de prohibirlo o restringirlo al fin de semana, sino de encontrar un punto medio y ofrecer nuevas alternativas. Según el psicólogo Estalló Martí, después de estudiar los efectos psicológicos de los videojuegos, asegura que su uso “no facilita la aparición de ningún tipo de sicopatología ni alteración de conducta específica”.

 
Andrea Villalobos - Hacer Familia 
 
 

Foto: Freepik

 

Está claro que hoy los niños prefieren jugar en sus móviles, computadoras, Play Station o Wii, pero hay otras alternativas que es importante promover en ellos, sobre todo las que favorecen el encuentro y entretención familiar. 

 

“Los padres que juegan con los hijos tienen una mejor relación con ellos y en la medida que uno pueda hacer todo un poco más lúdico es más fácil para el niño, por ejemplo, hacer una tarea”, explica Neva Milicic, psicóloga infantil de la Universidad Católica.

 

Actualmente los niños pasan mucho tiempo en contacto con juegos tecnológicos. Éstos, si bien tienen beneficios como el desarrollo de la inteligencia espacial o la capacidad de algún tipo de atención, pueden ser un problema cuando son violentos o se les destina muchas horas en desmedro de otros juegos que también necesitan. “Hay de varios tipos; los de reglas, de mesa, el paco y el ladrón, el compra huevos, con los cuales se divierten y con los que aprenden a ponerse de acuerdo y a funcionar con claves no verbales”, explica Neva Milicic.

 

En su justa medida

 

No hay que ser categórico y prohibir el contacto de los niños con la tecnología; jugar Wii o Play Station están dentro de los juegos de su generación y eso los hace pertenecientes al grupo. Lo importante es no limitarse a ellos. “Los papás deben hacerles otras propuestas, como los juegos de mesa y, cuando son más pequeños, incluso dejarlos ganar”, dice.

 

La experta añade que el juego con la familia es esencial. Los diez años se considera la edad máxima para transmitir el gusto por este tipo de entretenciones a los hijos; basta con proponérselos para que enganchen. “Jamás vas a empezar a jugar con un niño a los doce años si no jugaste antes, pero si armaste torres cuando tenía un año, rompecabezas cuando tenía tres y jugaste "Viva el Ojo" cuando tenía cinco, el niño va a tener la cultura de jugar con sus papás”.

 

Las ganancias de eso son infinitas, pues entre otras cosas se aprende a ganar y a perder. Los papás y hermanos mayores pueden servir de modelos. El papá al perder, puede reírse y decir “no importa, es un juego” o, si no resulta algo, “lo voy a intentar de nuevo”.

 

Jugar con los hijos

 

El juego es una instancia ideal para conocer algunos aspectos de la personalidad y capacidades de los niños, como la organización, liderazgo, si son o no pacientes, ordenados, entre otras.

 

Según la psicóloga Neva Milicic, cuando los padres juegan con sus hijos pueden desarrollar sus fortalezas y suplir sus carencias.“El niño va a ir fortaleciendo las competencias sociales y emocionales que se desarrollan en forma espontánea a través del juego. Éstas constituyen la base de la inteligencia emocional en la infancia”.

 

Rescatar los juegos de mesa

 

El Pictograma, Scrabble, el Juego de la Vida o cualquier otro juego de mesa comparten dos características claves: son lúdicos y didácticos, pues el objetivo final es lograr el mayor puntaje (o cantidad de billetes o fichas) o llegar a la meta para vencer al resto de los jugadores. Además, se ponen a prueba los conocimientos de los participantes, sus aptitudes, inteligencia y la capacidad de relacionarse con los demás. Este tipo de juegos son denominados “sociales”, porque se interactúa con otros, ayudan a respetar turnos y a divertirse en conjunto. También hay juegos que son más constructivos, como los rompecabezas, “que aportan todo lo que es tercera dimensión y un sentido de realidad”, explica Milicic.

 

Es fundamental que el juego sea apto para la edad del niño, así podrá comprender las reglas y disfrutarlo. “Se tiene que organizar la agenda del juego en base a qué es lo que le gusta al niño y a cuáles son sus déficits. Si el niño es aislado, son mejores los juegos sociales. Si el niño es hiperactivo, le conviene un juego tranquilo, como los de mesa o rompecabezas, para que aprenda a entretenerse un poco más solo”, señala la psicóloga.

 

LaFamilia.info
21.06.2008
 

Vuelven las vacaciones y es la perfecta oportunidad para disfrutar el tiempo libre en familia. Es el momento de recuperar las horas que dejamos de dedicarle a nuestros seres queridos por causa del trabajo y otras ocupaciones.

Pero ¿cómo utilizar el tiempo de ocio para sacarle el máximo provecho? Como padres de familia necesitamos un buen plan de acción para no dejar que las vacaciones se vayan sin haberlas disfrutado al máximo. Esos días con nuestros hijos son preciosos y debemos hacer todo lo posible para que queden en el recuerdo de la infancia como los tiempos felices junto a papá y mamá.

 

No permitamos que los días pasen y los chicos se la pasen ‘pegados’ al televisor, el computador o en otras actividades en las que no participamos como padres. He aquí algunas ideas de actividades para hacer en familia. Póngalas en práctica y verá como sus hijos se acordarán de éstas como unas vacaciones inolvidables.

 

  • Establezca un tiempo al día para leer con sus hijos. Una buena idea es ir a la biblioteca y dejarlos que escojan los libros que les cautiven.
  • Realicen algún deporte. Los chicos adoran salir con sus padres a la piscina, a montar en bicicleta, jugar fútbol, o simplemente dar una caminata.
  • Hagan un plan para visitar lugares que generalmente no se frecuentan por falta de tiempo, como museos, parques de diversiones, jardín botánico, zoológicos etc.
  • Aproveche para llevar a los chicos a ver las películas infantiles de la temporada.
  • Realicen trabajos manuales como modelar en cerámica o plastilina, pintar, etc.
  • Saque los juegos de mesa en los que puedan participar todos los miembros de la familia.

 

Lo más importante es que en las vacaciones pongamos en marcha algo profundamente enraizado en el ser humano: el sentido lúdico de la vida. El juego proporciona una vía de escape para luchar contra la ansiedad y las frustraciones. A través de actividades lúdicas se puede expresar lo mejor de cada quien y compartir gratos momentos en familia.

 

Recuerde que el juego ayuda a liberar la ansiedad y ofrece la posibilidad de reír. Está comprobado que las personas que juegan y ríen con frecuencia visitan muy poco los psicólogos y psiquiatras. Y qué mejor oportunidad que las vacaciones para apartar el estrés del trabajo y compartir todos estos momentos con los hijos.