Cada día merece un análisis concienzudo y minucioso en el que tengas en cuenta las fortalezas y las oportunidades de mejora, para que puedas tomar las riendas de tu vida y dirigirte hacia la búsqueda constante de la perfección. El ser humano es perfectible ya que es capaz de reconsiderar sus diversas posibilidades, pensar antes de actuar, reivindicarse ante situaciones no apropiadas, reconsiderar su proceder, pedir perdón y volver a empezar.
A continuación encontrarás siete reflexiones (para cada día de la semana) en las cuales se invita a hacer oración constante a ese Ser maravilloso, creador de todas las cosas, como señal de agradecimiento por todas sus bondades y súplica porque derrame bendiciones sobre cada acción realizada, sobre la familia y el trabajo diario. Sólo Dios da fortaleza a nuestro corazón y nos lleva de la mano hacia la felicidad.
Día primero: “Anímate a soñar”
Aquella luz que se asoma a tu ventana te está invitando a vivir. Aquella palabra amiga te está diciendo que eres importante y que mereces todo lo mejor. Pero las oportunidades no llegan solas, hay que buscarlas. Piensa que Dios te ha creado para un fin; llegaste a este mundo y tienes que descubrir lo maravilloso que eres y las grandes cosas que puedes lograr. Anímate a existir, a imaginar todo aquello que puedes construir y alcanzar. Esfuérzate por ser cada día una mejor persona. Irradia al mundo con alegría; contagia a los demás con tus buenas obras; todo te será retribuido. Cuando actuamos bien, lloverán bendiciones.
Pero hay que tener fuerza de voluntad para culminar aquello que soñamos porque muchas veces nos quedamos en imaginar cómo serían las cosas si las hiciéramos. Hay que emprender la tarea. No basta sólo con soñar; debemos reunir esfuerzos, disciplina, perseverancia, constancia, optimismo y resistencia, porque en la tarea podemos fracasar muchas veces hasta alcanzar la cima del éxito.
Oración: Gracias Dios Todo Poderoso por brindarme la posibilidad de vivir, crear, compartir y alcanzar las metas que me propongo día a día. Tú me diste dones maravillosos, enséñame a ponerlos al servicio de los demás; ayúdame a ser solidario, a compartir mis conocimientos; a ser una persona de bien.
Día segundo: “El amor te purifica”
Cuando el amor llegue a tu vida no lo dejes escapar. El amor nace, se manifiesta con ternura, comprensión, tolerancia, alegría y por sobre todas las cosas, con respeto. La pareja es ese ser maravilloso que nos mueve en gozo absoluto, que nos ayuda a crecer mutuamente, a valorarnos a nosotros mismos; nos conduce por el camino de la armonía y la amistad. El amor no se exige, se da sin condiciones.
El amor te sana, te alivia, te transforma, te hace más ligeras las cargas; el amor te purifica el alma, te hace llegar a la cima de la felicidad. Por eso debes cuidarlo día a día; tienes la obligación de protegerlo. Se asemeja mucho al cuidado de una planta: bañarlo con palabras sanas, regarlo con delicadeza, sembrarle buenas raíces, limpiarlo de sinsabores, abonarlo con perdón y aceptación.
El amor lo encuentras también en cada semejante, en tu familia, tus progenitores, tus compañeros de trabajo; se expresa con buen trato, asertividad, alteridad, compromiso social, respeto, tolerancia. El que encuentra este sentimiento en sí mismo, lo transmite a través de sus acciones porque actúa con benevolencia, aceptación, comprensión, solidaridad y tolerancia.
Oración: Gracias Padre de Bondad por bendecirme con el amor que viene irradiado de tus manos para hacerme sentir el ser más glorificado y maravilloso. Enséñame a ser humilde, a compartir, a trascender a través de cada acción. Bendíceme y oriéntame por el camino del bien.
Día tercero: “Respira y siente que estás vivo”
Gracias debemos dar al iniciar el día, al despertar en la mañana, al poder ver, respirar y gozar de los seres queridos; de poder trabajar, dedicar tiempo a nuestra familia, de viajar, conocer nuevas personas. Cada día es una oportunidad de poder crear, innovar, construir, prevalecer y trascender. Dejar huella imborrable con nuestra labor, con los roles que desempeñamos en casa, en la oficina, en la universidad, en el estudio; haciendo siempre el bien.
Poder respirar es sinónimo de inspirar, y esta acción implica vivir, transmitir la energía misma a través de la acción, de la obra que realizamos, y qué ideal sería si la hacemos de la mejor manera posible. Sentir que estamos vivos significa poder disfrutar de las pequeñas cosas, los momentos que a veces pasan desapercibidos, de inadvertidos, a los cuales no les damos trascendencia ni importancia. Un amanecer, un atardecer, el trinar de los pájaros, el sonido del agua, un arcoíris, la frescura de la lluvia, el dulce olor de las flores, y muchas más sensaciones que sólo podremos percibir con atención y sin perder la capacidad de asombro.
Oración: Gracias Señor por las maravillas que creaste y las pusiste a disposición para disfrutarlas, cuidarlas y compartirlas con los seres que me rodean. Colma mi vida de grandes logros que apunten hacia la construcción de un mundo mejor para todos.
Día cuarto: “Lucha cada día de tu vida como si fuera el último”
Todo tiene su razón de ser, Dios es muy sabio en sus preceptos. Se necesita apertura y sosiego para aceptar sus designios. La madurez en nuestros actos nos debe conducir a escalar con tesón cada peldaño de nuestras vidas con voluntad y constancia, sin desfallecer. Tenemos la oportunidad de luchar por nuestros anhelos y esperanzas a cada instante porque estamos llamados a aprovechar al máximo el tiempo que tenemos para con nosotros mismos, la familia, los seres queridos. Depende de nosotros el poder cumplir con esas metas que nos proponemos; somos los responsables de nuestras acciones, de las consecuencias de los actos, de las decisiones que tomamos o dejamos de tomar por olvido, por descuido, por omisión.
No conocemos el día ni la hora en la que abandonaremos la vida terrenal y lo que nos espera en la eternidad dependerá de los que hayamos sembrado. Busquemos el mejor terreno para plantar nuestras acciones; aremos el suelo con honestidad, abonémoslo con caridad, sembremos cosecha de la buena, abundante en amor, paz, unión; reguémoslo con ternura, bondad y fe. Y esperemos para recoger bendiciones para nuestra vida y la de aquellos que nos rodean.
Oración: Gracias Omnipotente Dios por ayudarme a construir una vida maravillosa; Tú quieres lo mejor para mí, me lo has demostrado al invitarme a formar parte de tus ovejas; al darme la vida; al brindarme tu protección. Tú me ayudas cada día a buscar lo mejor para mi vida y la de mi familia. Acompáñame siempre; llévame de la mano y condúceme hacia la gloria Señor.
Día quinto: “Querer es poder”
Alcanzar la cima es tu gran sueño; vencer la adversidad; construir tu proyecto de vida y ser feliz. No te equivoques porque si te lo propones podrás lograrlo. Sólo basta con estar decidido y emprender la tarea. Paso a paso avanzarás en el sendero pero debes acompañarte de valores sólidos que te ayuden a mantener la energía, la esperanza y la dedicación, sin desfallecer; lo que realmente es importante cuesta sacrificio. Además de luchar y tener voluntad para lograr lo que te has propuesto, no hay nada más gratificante que celebrar los éxitos con los seres queridos y sollozar en los fracasos, en el hombro de quien te ama. Nacimos para amar y ser amados; para consolar y ser consolados.
Cuando queremos algo con el corazón y actuamos con convicción, podremos alcanzarlo y sentir satisfacción del deber cumplido. Muchas veces, a pesar de haber puesto todo el empeño en algo, no lo logramos. Lo anterior no nos debe derrotar, nos debe ayudar a fortalecer nuestro proceder, revisar las causas de las acciones para replantearlas e iniciarlas con mayor seguridad. Nunca retrocedamos ante la infortuna; sólo en aquellos casos en los que nos hagamos daño a nosotros mismos o a los demás por la obstinación en las decisiones tomadas.
Oración: Gracias Salvador nuestro por ser tan bondadoso. Tú eres el ejemplo a seguir en mi camino; tú me has enseñado y has orientado mis pasos cada día. Te pido fortaleza para seguir firme en el camino que he de recorrer; de poder soportar cada prueba; de levantarme al caer en el sendero; de encontrar la luz en la oscuridad; de agudizar mi oído para escucharte siempre.
Día sexto: “Eres único e irrepetible”
Fuiste llamado por Dios para nacer y hacer feliz a los demás; de formar parte de sus preceptos; de construir su obra a través de tus acciones. Eres una persona maravillosa, especial y única; capaz de lograr todo lo que te propones; de transformar el mundo. Si supieras que Dios te había pensado desde siempre, que Él te tenía en sus pensamientos y que buscó el momento más propicio para que llegaras a esta vida, indiferente del lugar, del idioma, del tiempo… Sólo naciste y estás destinado para ser grande; para darte a los demás, aceptarte como eres, crecer espiritualmente, valorarte y convertir tus sueños en realidad.
Dios sabe que tú eres importante en la construcción de tu presente. De este dependerá el futuro que se aproxima y del legado que hayas dejado en tu futuro. De lo que siembres hoy dependerá lo que recojas mañana. Eres herramienta elegida para llevar la palabra de Dios, para irradiar paz y alegría, para contagiar de amor y de fe a todos tus semejantes. Dios a través de su hijo se sacrificó por nosotros. Tú qué harás por Él? Abre tu corazón y escucha su palabra, transmítela y sé ejemplo de vida.
Oración: Gracias Dios de Misericordia porque eres bueno conmigo. Me has llamado a ser parte de tu proyecto divino; a construir la escalera al cielo a través de cada acción.
“Desde el comienzo de mi predicación, os he prevenido contra un falso endiosamiento. No te turbe conocerte como eres: así, de barro. No te preocupe. Porque tú y yo somos hijos de Dios —y éste es endiosamiento bueno—, escogidos por llamada divina desde toda la eternidad: nos eligió el Padre, por Jesucristo, antes de la creación del mundo para que seamos santos en su presencia. Nosotros que somos especialmente de Dios, instrumentos suyos a pesar de nuestra pobre miseria personal, seremos eficaces si no perdemos el conocimiento de nuestra flaqueza. Las tentaciones nos dan la dimensión de nuestra propia debilidad” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que Pasa, 160).
Día séptimo: “Perdónate a ti mismo y vuelve a empezar”
Si te miras frente al espejo verás tantas cosas que mejorar en ti; no cosas triviales, no el aspecto físico que es pasajero y superfluo. Mirando en el fondo de tu ser encontrarás tantas acciones que corregir. A veces pensamos “si el tiempo se devolviese… no hubiese hecho lo que hice”; “Por qué me dejé llevar por la ira”; “Por qué le dije tantas palabras hirientes”. Y es porque somos humanos. La carne es débil, la acción es pronta. La mayoría de las veces actuamos y luego pensamos; expresamos frases que luego lamentamos.
Lo anterior con mucha frecuencia se anida en nuestros corazones y nos hace sufrir así no lo reconozcamos. Aparentamos una coraza fuerte, impenetrable, incapaz de sufrir y realmente nos es difícil sobrellevar un peso que día a día nos atormenta y va abriendo un agujero muy grande en nuestra vida, nos va aislando de nosotros mismos y de los demás.
No es fácil perdonar y más aún, perdonarnos a nosotros mismos. Debemos empezar por sanar las heridas propias para así, perdonar a los demás. Perdonar es abrir nuestros corazones y volver a aceptarnos y amarnos; es lograr convivir con nuestros defectos porque no somos perfectos y los demás tampoco lo son. Hay un sinnúmero de acciones que nos ayudan a interiorizar la alegría de vivir y con ello a vivir el perdón. Aprende a orar todos los días, a agradecer por todo lo que recibes, a valorar los detalles pequeños, a saludar y a sonreír.
Oración: Gracias Dios Todo Poderoso por darme la sabiduría de pensar antes de actuar, para evitar arrepentirme de los actos; de considerar mis palabras antes de decirlas, para alabar contrario a herir a los demás; de reflexionar sobre lo que soy, para reconstruir mi vida y poder enderezar mi camino hacia el bien.
“¿La cima? Para un alma entregada, todo se convierte en cima que alcanzar: cada día descubre nuevas metas, porque ni sabe ni quiere poner límites al Amor de Dios” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco, 17).
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