“Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, un día te darás cuenta de que eran las más grandes”. La vida está llena de simples acontecimientos que muchas veces por su cotidianeidad, pasan desapercibidos, o tal vez, por el sólo hecho de tenerlos, creemos que estarán ahí para siempre sin percatarnos de su valía.
Así que a propósito que el 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad, reflexionemos sobre el valor de las pequeñas cosas en el camino hacia la felicidad.
La llave de la felicidad
Cosas tan cotidianas pero a la vez tan maravillosas como poder respirar por los propios medios, poder caminar, poder ver, poder oler, poder levantarse cada día, poder regocijarse en una amistad, poder amar y ser amado, poder vivir en familia momentos inmemorables, poder disfrutar de un día de sol y deleitarse con una noche de luna; son formas de salir del inconformismo constante, del aburrimiento, del pesimismo, del mal humor y del cansancio.
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Realmente las “pequeñas” grandes cosas son las que alimentan el espíritu, a diferencia de los que nos vende la sociedad de consumo, la cual nos dice que la felicidad está en el tener. “La cultura de hoy a veces quiere hacernos creer que valemos por nuestra ropa, por nuestros autos, por estar a la moda, porque somos poderosos, porque podemos humillar. Pero precisamente toda esa cultura es la llave al gran vacío interior que comienza a caracterizar a nuestra sociedad.” Encuentra.com
La vida es frágil y vulnerable, puede dar un giro inesperado en cualquier momento y sin previo aviso; tal como dice el refrán: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, o más bien, todos sabían lo que tenían pero nunca pensaron que podían perderlo”. Por eso, vale la pena echar un vistazo a las cosas sencillas que a diario ocurren y encontrar en ellas el sentido que merecen.
Así como expresa Graciela de Filippis en uno de sus artículos: “El mundo está lleno de sueños, de caricias, de colores, de luz, de esas pequeñas cosas que si uno aprende a exprimirlas y a disfrutar de ellas, tiene la llave que encaja en la cerradura mágica de la felicidad.”
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Finalmente todo lo material viene y va, pero al final solo quedamos nosotros, con lo que somos, con lo que hemos construido, con los aprendizajes que hemos ido adquiriendo, con las experiencias que la vida nos regala.
La sencillez en la vida
Uno de los valores que ayuda a valorar las cosas pequeñas es la sencillez. Este valor, asociado a la humildad, nos ayuda a reconocer que tenemos mucho de qué y de quienes aprender. El libro “Pequeña Guía de los Valores Humanos” de Leslie Rosen, propone algunas ideas para vivir el valor de la sencillez:
– Saber que no somos perfectos y que tenemos mucho que aprender de otras personas.
– Recordar que no somos autosuficientes y que tampoco lo es ninguno de los seres que hay a nuestro alrededor.
– Convencernos de que la felicidad puede encontrarse en las actividades y sorpresas de la vida cotidiana, y que no puede comprarse.
– Considerar que lo que verdaderamente nos hace más dignos, más humanos, es nuestra capacidad de entrega y dedicación a quienes nos necesitan.
– Ser generosos, amables y tolerantes con cuantas personas encontremos al paso.
– Conservar la limpieza en la mirada y no mirar al resto de seres humanos con torcidas intenciones.
– Mantener la sencillez y la humildad que nos permite ser flexibles.
– Descubrir el valor de los placeres sencillos de la vida.
– Recordar que la riqueza personal no tiene relación con la económica y material.