ReL / LaFamilia.info – 22.08.2016
Foto: Freepik
Aunque la sociedad de consumo nos quiera vender la idea que la felicidad está en las cosas, todos en algún momento descubriremos que nada está más lejano a la realidad.
Por eso, para evitar volvernos esclavos de una vida material y realmente darle valor a lo que merece, hablaremos de los beneficios de una vida sencilla.
Un pionero en este tema es Joshua Becker, un bloguero estadounidense que ha denominado “espiritualidad minimalista” a un estilo de vida que se caracteriza por vivir con menos: “requiere una decisión consciente porque es un estilo de vida contracultural que se opone a la cultura de consumo extremo que nos rodea”.
Joshua cuenta que un día mientras limpiaba y ordenaba los trastos de su garaje, vio que su hijo de cinco años jugaba en el patio. Y se dio cuenta de que él dedicaba el tiempo a la “gestión de trastos” y no a su hijo, a sus seres queridos. Así fue como tomaron la decisión de cambiar, él y su esposa regalaron, vendieron o tiraron el 60% de su ropa, muebles, adornos, cacharros de cocina, libros, juguetes y “todo lo de nuestra casa que no fuera de utilidad inmediata o hermoso”.
Después de llevar varios años aplicando este modo de vida, Joshua revela algunos beneficios de tener una vida más simplificada:
1. Tener menos cosas te da más oportunidades de atender lo que te apasiona
Antes de optar por el “minimalismo”, Joshua Becker y su familia perdían mucho tiempo, dinero y energía en “buscar, comprar, organizar, elegir, limpiar, reparar, reemplazar y trabajar para pagar” un montón de cosas. Ahora consideran que su tiempo es empleado en lo que efectivamente vale la pena.
2. Tener menos cosas… te hace comprar menos
“Intentar vivir con menos cosas no es como una dieta horrible en la que sientes privación y deseas lo que decidiste rechazar. Más bien es lo contrario: cuando tienes pocas cosas, deseas menos aún” revela Becker.
3. Tener menos cosas alimenta nuestro espíritu
La generosidad es una virtud que produce satisfacción, por eso Joshua asegura que el hecho de compartir con otros y tener menos cosas es un camino de crecimiento personal: “(…) nos fuerza a evaluar nuestros corazones, nuestros motivos, en aspectos que no experimentaríamos de otra forma”.
4. Tener menos cosas hace que nos contentemos mejor y seamos agradecidos
Vivimos en una sociedad que gira en torno al llamado a consumir más y más. No basta con tener un móvil: se te insiste en que tengas uno aún mejor, más moderno, y a través de él te llegan mensajes, ofertas y descuentos infinitos. “Los anuncios insisten en que serás finalmente feliz cuando tengas tal producto o conduzcas tal coche o bebas tal refresco. Pero luego no somos felices. Nuestro mal contentar queda evidente por nuestro exceso. Deseamos poseer lo último, lo más grande, y comparamos nuestras vidas con los que nos rodean y nos hacen sentir que siempre nos falta algo”.
5. Tener menos cosas reestructura tu realidad, seas pobre o rico
Becker sabe que hay quien critica el “movimiento minimalista” como una moda para privilegiados: los pobres no pueden rechazar nada. Pero Becker cree que las enseñanzas de Jesús respecto a la posesividad sirven para todos. Se trata de combatir la sensación de que nuestra seguridad está en las cosas, porque en realidad la seguridad está en Dios.
Pobres o ricos deben aprender que acumular objetos no es fuente de seguridad ni de felicidad. Por eso, insiste: “con los años he llegado a definir el minimalismo como la promoción intencional de las cosas que valoramos más y la retirada de las cosas que nos distraen de ello; he descubierto que es un estilo de vida que ofrece no solo un hogar más limpio sino una espiritualidad más intencionada”.
¿Cuánto se necesita para vivir?
En realidad se necesita de poca cosa para vivir, pero el mundo cada vez nos entrega más y más, instaurando dependencias que subyugan al hombre.
“Al observar tantas cosas que nos ofrece el mundo, notamos que somos felices sin muchas de ellas. No se trata de despreciar las bondades y maravillas del progreso, sino de ubicarlas en su justo contexto, para no esclavizarse a ellas. Una revisión constante de nuestras prioridades a la luz del valor del desprendimiento, nos regalará una idea de cuán libres somos ante nuestros bienes y recursos evitando los apegos.” Escribe el Padre Hugo Tagle en Catholic.net.
Tener una vida más sencilla es disfrutar de los pequeños detalles, de la auténtica felicidad, del amor como el sentimiento más puro y bello, de la armonía en las relaciones humanas, de la paz interior y de la fortaleza espiritual que tanto enriquece al hombre.
Desde luego es necesario el sustento económico para sacar adelante la familia, para trabajar con eficacia, para llevar una vida digna y construir un futuro estable. El problema aparece cuando el dinero y las cosas, se convierten en el centro de la vida.