ACI – 16.08.2019
La ropa que usamos es un elemento comunicador: dice mucho de quién somos, qué pensamos, incluso qué hacemos.
Y desde luego tiene una dimensión moral. Por eso no podemos echar a la ligera el tema de la vestimenta. Esto nos dicen 2 doctores de la Iglesia sobre el vestir modestamente.
Santo Tomás de Aquino
Tomás de Aquino entendió que la modestia es parte de la virtud de la templanza, que es la virtud que nos ayuda a moderar nuestros deseos.
Habla de modestia al vestir, de acuerdo a esta virtud, explicando que la honestidad se refleja en nuestra indumentaria, y que esto se aplica a hombres y mujeres, niños y niñas. Lo que usamos retrata algo a los demás sobre quiénes somos y qué estamos haciendo.
Asimismo, Santo Tomás cita a San Ambrosio expresando que “el cuerpo debe ser adornado de forma natural y sin afectación, con simplicidad, con más descuido que esmero, no con ropa costosa y deslumbrante, sino con ropa ordinaria, para que no le falte a la honestidad y a la necesidad, sin embargo, no se agregará nada para aumentar su belleza” (ST, II-II, Q. 169, Art. 1). La forma en que nos vestimos debe ser hermosamente decorada.
San Alfonso María de Ligorio
La intención importa. Ciertamente no es correcto inducir en otros deseos desordenados Aquí es donde los hombres y las mujeres deben tener cuidado con el vestido.
San Alfonso analiza esta idea más específicamente que Santo Tomás, especialmente en lo que respecta a cómo la costumbre local en el vestido podría cambiar lo que se puede considerar un vestido modesto. San Alfonso se pregunta por la moralidad de una mujer que “se adorna a sí misma” y expone su cuerpo públicamente, lo cual era frecuente en su época. Explica que si una mujer se viste de acuerdo con la costumbre local mayoritaria, no conoce a nadie en particular a quien pueda llevar a un desorden sexual , y además no tiene intención de llevar a nadie a deseos inmodestos, entonces no está actuando incorrectamente. Pero hay que ser sinceros con uno mismo al considerar estos criterios.
Es casi imposible establecer reglas rígidas y rápidas sobre lo que es modesto cuando las costumbres y circunstancias locales siempre están en constante cambio. Pero una aplicación razonada de todos estos principios a cada situación debería ayudar a uno a tomar una decisión moral sobre qué ponerse.
Para Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Sales y San Alfonso María de Ligorio, la moda local guía la forma aceptable y modesta de vestir tanto para hombres y mujeres.
Una mujer puede vestirse de una manera que en otras culturas puede ser entendida como inmodesta, siempre y cuando no tenga intención de provocar sexualmente a otros. Los hombres también deben considerar esto, en cuanto a la forma en que se visten.
Incluso más allá de evitar la provocación en otras personas, todos estamos llamados a cuidar cómo nos vestimos, y a considerar lo que es apropiado, actuando de modo que no llame la atención, sino que encaje en nuestra sociedad de una manera hermosa y decorosa.
Traducido y adaptado por Carla Marquina García. Publicado originalmente en National Catholic Register.