Empresas familiarmente responsables

Por Juan Manuel Diago/LaFamilia.info – 11.06.2020

Foto: freepik

Algo que sin duda les quita el sueño a directivos, líderes, emprendedores o empleadores es la motivación de su gente a cargo, sus colaboradores, la cual impacta directamente en el desempeño, nivel de concentración y disposición de estos hacia su trabajo.

Sabemos que una persona motivada es productiva y se vuelve motor fundamental para lograr las metas y resultados que se propone la organización.

Responder algunas preguntas podría ser de utilidad al respecto: ¿Qué lo podría impulsar a una persona a ser mejor y a hacer su trabajo con más amor y empeño? ¿Qué le da sentido y propósito? ¿Podría su empresa aportar a la sociedad desde la familia de sus colaboradores? Estoy convencido de que sí.

Desde hace más de 20 años se viene hablando con mucha fuerza de las empresas familiarmente responsables. Específicamente en 1999 el Centro Internacional para el trabajo y la familia de la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra (IESE) creo el IFREI (Índice de Empresas Familiarmente Responsables) que mide desde diversas perspectivas como la empresa incide en que el empleado pueda tener integración y balance entre su vida laboral, personal y familiar. Las perspectivas de medición son tres: Dimensiones, entornos e impactos.

Las dimensiones evalúan cómo están las políticas en cuanto a flexibilidad horaria, al fomento del trabajo desde lugares alternativos, teletrabajo o que eviten desplazamientos, también miden como es el nivel de apoyo a la persona y a la familia en situaciones puntuales. Adicionalmente, son evaluados dentro de las dimensiones aspectos como el estilo de supervisión o dirección al que está sujeto el empleado y los comportamientos específicos de apoyo a la conciliación entre el trabajo, vida familiar y personal. Otra dimensión es la cultura, expresada en como es el trato a las personas que componen a la empresa y las expectativas que se generan sobre lo que las personas deberían hacer. En relación a los entornos, los mismos tienen cuatro categorías en la medida que son enriquecedores, favorables, desfavorables o contaminantes, este último entendido como un entorno que obstaculiza sistemáticamente la conciliación laboral-familiar. En cuanto a los impactos, se evalúan los efectos de estos entornos sobre la persona y su calidad de vida, la empresa y su capacidad de dar respuesta a las necesidades de sus clientes o su capacidad de producción. También se miden los efectos en la sociedad, esto último ligado a la responsabilidad social corporativa.

Colombia, según la revista Portafolio en un artículo escrito en julio del año pasado, es el segundo país del mundo, después de España, con más cantidad de empresas familiarmente responsables certificadas y el primer país en Latinoamérica. Estas estadísticas son de acuerdo a la fundación Masfamilia entidad certificadora. Lo anterior es alentador, es un índice del compromiso de las empresas con en el desarrollo de su talento humano. Será más esperanzador aun en la medida que las certificaciones no se vuelvan solo un requisito para cumplir en “papeles” algo que beneficie el posicionamiento de las empresas para fines comerciales, sino que provengan de una preocupación genuina por el bienestar, la calidad de vida, el crecimiento y la felicidad de su personal.

El estudio IFREI que se viene desarrollando desde el año 2010 en más de 20 países, revela que un 18% de las empresas en el mundo tienen un entorno enriquecedor, es decir que facilita sistemáticamente la conciliación laboral-familiar, un 31% tienen entornos favorables, un 39% cuentan con entornos desfavorables dificultando ocasionalmente la conciliación laboral-familiar y un 12% tienen ambientes contaminantes. Las estadísticas son contundentes, el informe muestra como a medida que el entorno va migrando de ser enriquecedor a contaminante, las personas incrementan su deseo de cambio o intención de dejar la empresa. Los costos asociados a esto son: el costo administrativo que proviene de la desvinculación del empleado, agravándose en casos extremos a costos relacionados con demandas laborales. Otros costos derivados de la alta rotación son los costos de búsqueda y selección, los costos de productividad mientras el cargo está vacante, sumado a la curva de aprendizaje de la nueva persona en reemplazo, más los costos de formación y capacitación.

Este tipo de modelos y estudios como el que propone la Universidad de Navarra, pone a la familia en el lugar que le corresponde, como algo importante y relevante para toda persona, fuente de motivación, felicidad, estabilidad y compromiso. 

Los líderes siguen proponiendo estrategias basadas en incentivos económicos para aumentar la motivación, retener talentos y subir el rendimiento de su personal a cargo, estímulos que, si bien ayudan, no constituyen lo esencial para un ser humano. Pensemos en formas fundamentales para conectar con nuestros colaboradores y sus principios, para atraer su interés, estimularlos y darle sentido a su esfuerzo, al trabajo que día a día hacen, que son peldaños hacia el progreso de las organizaciones. No hay oficio pequeño, todos merecen ser realizados con empeño, dedicación, cuidando de los detalles, en conclusión, hacerlos con amor. 

El reto para los empleadores ahora cambió de forma, en tiempos de aislamiento social para para proteger la vida, el trabajo se hace desde casa. Las empresas y sus culturas, están en el seno de los hogares de sus empleados con sus familiares presentes y siendo testigos de la dinámica laboral. Esta visibilidad empresarial al interior de las familias constituye una bonita oportunidad para mostrar que las personas son lo primero, que son lo mas importante y que se fomenta su equilibrio trabajo – familia con hechos, marcando horarios, entendiendo las particularidades de cada persona y sus contextos familiares, no siendo invasivos e indiferentes, sino comprensivos y flexibles, midiendo el desempeño por objetivos y no por tiempo de conexión.

El balance costo versus beneficio para las empresas que consideran a las familias de sus empleados como un pilar de bienestar, será siempre positivo. Plantearse acciones intencionadas que fortalezcan la integración trabajo – familia impactará la calidad de la organización, su productividad y competitividad debido a la mejor disposición interior que tendrán sus empleados para involucrarse, cumplir con sus responsabilidades y dar valor agregado a sus funciones.

Estimados empleadores, los invito a poner su mirada en la célula de la sociedad, la familia, donde se logra la real transformación social, fortalecerla es fortalecer nuestra sociedad.

*Por Juan Manuel Diago Gutiérrez, Coach profesional certificado y mentor de familia. Colaboración para LaFamilia.info.

 

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