El trabajo dignifica al ser humano y es el medio para proveerle el bienestar material a la familia. Pero no siempre resulta fácil para el hombre y la mujer lograr este equilibrio trabajo-familia, teniendo en cuenta las exigencias del mundo empresarial que hoy rigen.
Por eso, en el marco de la celebración del Día del Trabajo (1ero de mayo) te damos las siguientes recomendaciones que pretenden servir de reflexión y hacer un alto en el camino para pensar en el negocio más importante de la vida: la familia.
Ser eficientes durante las horas laborales: Durante la jornada ordinaria se debe poner toda la concentración y empeño, de modo que estas horas sean lo más productivas posibles y así poder culminar a la hora indicada para irse a casa. Para lograr este propósito es importante eliminar los llamados “ladrones del tiempo” como son: la falta de delegación, las reuniones largas y mal preparadas, la impuntualidad, la poca organización de las actividades, las conversaciones inoficiosas, entre otros.
Establecer límites y prioridades: La familia es el cliente más importante, por lo tanto debe tener su lugar en la agenda con carácter prioritario y sin opción de ser desplazados por asuntos del trabajo. Para velar porque este compromiso sea inamovible, se sugiere establecer citas con fecha y hora, como si se tratara de cualquier compromiso profesional. Esto implica además aprender a defender este espacio, muchas veces habrá que decir “no” a eventos o invitaciones que no son determinantes para la vida profesional y al contrario, sí son de gran provecho en el hogar.
No llevar trabajo para la casa: Sólo en circunstancias extremas que así lo requieran, los expertos recomiendan no llevar trabajo para la casa. Hay que aprender a culminar las tareas laborales para poder disfrutar de la familia, sobretodo en esta era de las comunicaciones hay que “desconectarse”: apagar los móviles, no mirar el correo, apartarse de la computadora... En ocasiones esto se convierte en hábito y poco a poco se va deteriorando el espacio familiar.
Compartir los triunfos y las dificultades: No es justo llegar al hogar malhumorado, a causa de las dificultades del trabajo. La pareja es un apoyo y la persona más indicada para escuchar y tal vez brindar un consejo cuando se presentan estas situaciones, pero siempre bajo los términos de respeto, confianza y amor.
Confesarle al esposo(a) que se tienen líos laborales -grandes o pequeños, pero que igualmente le quitan el sueño- permitirá que fluya la comprensión y la empatía en la pareja, evitando así muchos conflictos. Hay que tener en cuenta que ante un comportamiento agresivo o retraído sin explicaciones, la imaginación no tarda en comenzar a volar…
Estar en casa; con cuerpo y alma: Algunos padres caen en el error de llegar a casa a ver televisión o a mirar redes sociales, etc. Cuando se está en casa, se debe dedicar tiempo de calidad tanto al cónyuge como a los hijos. La cena por ejemplo, es un momento especial para sentarse todos juntos en la mesa y comentar las experiencias que cada uno vivió en el día, o si no es esta ocasión, debe existir otro espacio que permita el diálogo y esparcimiento en familia -realizar actividades deportivas, ir al parque, dar un paseo, etc.- en fin, cada grupo familiar define qué va mejor de acuerdo a su estilo; lo importante es evitar que todos lleguen a casa a encerrarse en sus habitaciones. Ojo: hay que luchar por ser una familia “unida” y no una familia “junta”.
Tiempo a solas con el cónyuge: no es sólo un consejo, es el fruto de investigaciones que demuestran que una cita semanal con el esposo(a) sin hijos y sin distracciones, une a la pareja y la fortalece, lo que se traslada en beneficio para los hijos.
Conducir el cambio significa hacer dos trabajos a un tiempo: llevar la organización a través del día de hoy y hacerla llegar al día de mañana. La mayoría de la gente se demorará en entender la necesidad del cambio, preferirá que el futuro se parezca a hoy; así desplazará su vida y su sentido de la realidad lo menos posible. El liderazgo que transforma requiere una aproximación personal y muy directa, actuar y dirigir la acción, establecer la confianza necesaria para que la gente salga del paradigma de hoy y se mueva hacia el futuro.
El liderazgo empieza con los valores
Los valores compartidos expresan la esencia de una organización. Enmarcan las expectativas, suministran alineación y establecen el fundamento para la transformación y el crecimiento. Al poner énfasis en los valores, el líder señala lo que no cambiará, dándole a la gente un ancla en una marea de incertidumbre y un contexto estratégico para tomar decisiones y acciones que desarrollarán la organización. El liderazgo empieza con los valores.
Lo intelectual guía a lo físico
La fase más importante del ejercicio del liderazgo estratégico es el trabajo básico inicial el pensamiento serio, en profundidad, del líder y su equipo- que da por resultado un marco intelectual para el futuro. La imaginación del futuro tiene lugar primero en la mente del líder y luego debe comunicarse a través de la organización. Este cambio intelectual guía a los cambios físicos en el proceso, la estructura y la producción- en que se manifiesta la transformación. Sin el difícil cambio intelectual, el cambio físico estará desenfocado, desatinado y con pocas probabilidades de éxito.
¡El cambio real necesita un cambio real!
Sus procesos críticos le proporcionan el eslabón entre pensar en el cambio y efectuarlo realmente, porque al cambiar los procesos críticos no simplemente hacer ajustes al margen el líder crea un patrón, una estructura, para hacer las cosas de un modo distinto al nivel más básico de la organización. Solamente mediante el cambio a este nivel fundamental es posible efectuar una transformación duradera.
El liderazgo es un deporte en equipo
Los líderes eficaces hacen alianzas y construyen equipos. Derruyen muros, pisos y techos, distribuyendo el liderazgo a través de la extensa organización. La construcción de equipos dota a la gente del sentido de la responsabilidad para que el impulso de crecer y transformarse se origine en toda la organización y no sólo en la cabeza. El liderazgo eficaz no consiste en controlar desde arriba; consiste en desencadenar el poder de la gente.
Espere sorprenderse
La paradoja al crear el futuro es que éste no se puede predecir. El éxito vendrá de ser capaz de adaptarse a lo inesperado, explotando las oportunidades y trabajando a través de los contratiempos. Un líder debe establecer flexibilidad y elasticidad dentro de la organización, acondicionándola para que no se sorprenda de que la sorprendan, de manera que cuando ocurra lo inesperado, la respuesta sea rápida, la acción deliberada, y la organización se mantenga en su curso. La organización exitosa es la que maneja bien las sorpresas.
El hoy compite con el mañana
Una organización no tiene sino determinada energía, determinados recursos y determinada gente brillante capaz de dirigir. La mayor parte de esa energía organizacional debe enfocarse en las necesidades de hoy –para satisfacer oportunamente las demandas del mercado. Cierta resistencia a cualquier campaña de cambio no es tanto desacuerdo como agotamiento. Pero el líder sabe que algunos de estos recursos –tiempo, energía, la mejor gente- deben dirigirse hacia el futuro y sabe que debe encontrar un equilibrio entre unos y otros.
Mejor es mejor
Las organizaciones ganadoras entienden que “mejor” no se define necesariamente en función de las formas de hoy. Lo mejor no consiste en refinar la calidad, reducir los costos, acelerar el ciclo de tiempo, simplificar estructura, capacitar o compartir la información. Lo mejor puede incluir todas esas cosas y más, pero ésas son las dimensiones del cambio gradual. Lo mejor consiste en establecer y sostener un asidero en el mundo de mañana. Mejor es convertirse en algo distinto. Mejor es ganar.
Enfocar el futuro
Un líder, hoy, no puede darse el lujo de esperar hasta que la organización perciba una crisis. Un líder debe enfocar el futuro desde donde esté la organización en la curva negativa y así nutrir una cultura positiva y creativa, marcada por el optimismo. Al patrocinar las actividades y los eventos específicos diseñados para ilustrar y poner a prueba el nuevo modelo, un líder alienta una cultura similar en los otros, haciendo que miren más allá del presente y participen en la creación de la nueva organización.
Aprender de lo que se hace
Aprender de lo que se hace y compartir el conocimiento ganado están en la esencia del aprendizaje organizacional. Poniéndole atención a la organización y fomentando un diálogo sobre el rendimiento, el líder abre la puerta al aprendizaje, compartiendo las lecciones aprendidas y reduciendo el riesgo. Al inducir a la organización a actuar de un modo distinto, a hacer cosas nuevas en una atmósfera de aprendizaje, el líder fomenta un espíritu empresarial de innovación y desarrollo.
Desarrollar a la gente
El potencial de construir organizaciones que puedan prosperar en el ambiente de mañana se halla en nuestra gente. El reto no es ser el jefe más creativo o tener el estado mayor más creativo en la oficina principal; es tener la organización más creativa, cuyo único límite sea la imaginación colectiva de todos los que la integran.
Y reflexionar
La herramienta más importante que un líder utiliza no es una lista de reglas sino una mente aguda mediante un hábito de reflexión. Nosotros usamos tres preguntas: ¿Qué está pasando? ¿Qué no está pasando? ¿Cómo puedo influir en la situación? Dedicar tiempo a reflexionar es uno de los hábitos más difíciles de cultivar. “Cuando uno está amenazado por los caimanes, es duro recordar que su tarea es sacar el agua del pantano”. Pero incluso si uno está en la cima de su curva negativa, el imperativo más importante es dedicar tiempo a reflexionar, a poner los eventos en perspectiva.
El punto clave siempre es la gente
Cuando nos fijamos en organizaciones que tienen éxito en hacer la transición hacia la nueva época, encontramos en ellas algunos ideales comunes:
- - Una pasión genuina por lo que hacen por un sano sentido de la urgencia.
- - Una amplitud de visión que permite correr riesgos –atreverse a tener éxito- apoyada en valores y ligada al futuro por una arquitectura estratégica en la cual cree la gente.
- - Un gusto por aprender de todo lo que hacen.
- - Una creencia profunda y duradera en la gente, sin la cual todas las palabras y las buenas intenciones carecen de sentido
- En último análisis, todo vuelve a la gente. La gente no está en la organización, es la organización. Los ladrillos y el mortero, las máquinas y los computadores están allí sólo para transmitir la fuerza de la gente. Sean soldados en algún puesto lejano, maestros de secundaria, vendedores en un almacén de departamentos, auxiliares de vuelo, ingenieros de sistemas, operadores de máquina, lo que sea, es la gente en su organización la que establece la diferencia.
Tomado del libro: La esperanza no es un método. Gordon R. Sullivan & Michael V. Harper. Grupo Editorial Norma, Bogotá
¿Sabías que las primeras horas de la mañana pueden ser determinantes en tu día e incluso en tu desarrollo personal? El portal biobiochile.cl reseñó las recomendaciones de Jennifer Cohen, columnista de Forbes y entrenadora personal que lleva años dedicándose a ayudar a ejecutivos y empresarios a aumentar la productividad a través del bienestar y la vida sana, dice que un rasgo común en muchos directores ejecutivos de empresas, grandes políticos y otras personas influyentes es levantarse temprano.
La especialista explica que no se trata sólo de trabajar desde temprano, pues empezar el día antes es bueno para la salud en muchos sentidos, además de ayudar a la proactividad y productividad.
A continuación, algunas de las 5 cosas que generalmente la gente exitosa hace antes de las 8:00 de la mañana, según Jennifer Cohen.
1. Se ejercitan: La mayoría de las personas exitosas hacen ejercicio en la mañana porque les da un impulso de energía extra para el día y una agradable sensación de logro. “Cualquier persona puede hacer frente a un montón de papeleo después de 200 repeticiones abdominales”, dice Cohen, añadiendo que los entrenamientos matutinos dan motivación y disminuyen las posibilidades de flaquear en la jornada laboral.
"Si no te agrada la idea de levantarte temprano a correr, intenta levantarte 15 minutos antes y hacer una pequeña rutina flexiones o estiramientos. Esto, te ayudará a despertar tu cuerpo y prepararlo para el día", manifiesta la especialista.
2. Planifican el día: La mañana es un buen momento para organizar el día y trazar objetivos, ya que suele ser uno de los pocos momentos de tranquilidad para una persona que trabaja a diario. Además, durante las primeras horas la reflexión se hace más fácil, lo que ayuda a la hora de priorizar las actividades.
Jennifer dice que dentro de la programación no se debe olvidar los descansos, porque son necesarios tanto para la salud física y mental, “planea un descanso de 10 minutos después una reunión estresante. Puedes dar un rápido paseo alrededor de la cuadra o tomarte un momento de meditación en tu escritorio. También proponte incluir en la programación, un momento para disfrutar de bocadillos nutritivos y saludables, que puedes preparar en casa."
3. Toman un desayuno saludable: Trabajar con el estómago vacío no es bueno. Es fundamental, alimentarse bien en la mañana, porque ayudará a mantenerse alerta y no estar preocupado del gruñido de la panza. Junto con ser bueno para la salud física, el desayuno es un buen momento para conectarse con la familia -aunque sean 5 minutos- y mejorar tu estado de ánimo.
4. Visualizan. “La mañana es el momento perfecto para pasar un rato tranquilo” para meditar o visualizar lo que vendrá, dice Cohen. “Aunque sólo sea un minuto de visualización y pensamiento positivo puede ayudar a mejorar tu estado de ánimo y las perspectivas de tu carga de trabajo para el día”, señala la experta.
5. Empiezan por el trabajo duro: Comenzar con la tarea menos deseable o más difícil de la lista, puede ahorrarte estar estresado todo el día. “La mañana es el momento -en general- más descansado y tu nivel de energía está arriba. Por lo tanto, estás mejor equipado para manejar los proyectos más difíciles”, dice la experta. “Y míralo de esta manera, tu día se va haciendo progresivamente más fácil, y no al revés. En el momento en que tu jornada de trabajo finaliza, estás terminando con lo más fácil de hacer, de cara a tu tiempo libre más relajado. ¡Éxito!”, finaliza Jennifer.
Las empresas se esmeran por contratar las personas más idóneas para sus puestos de trabajo, estableciendo un perfil de competencias muy exigente, que abarcan aquellas de carácter técnico como otras de tipo personal. La excelencia humana es un factor siempre presente en los actuales procesos de selección de personal.
La calidad humana se ha convertido en un parámetro determinante para las organizaciones. Si bien es importante contar con un equipo eficiente y capacitado técnicamente para desarrollar a cabalidad las distintas funciones, también es fundamental que sean personas con valores humanos que aseguren el bienestar de la organización y que sus prácticas estén dentro de un marco de respeto, honorabilidad, amabilidad, responsabilidad, autodisciplina, equilibrio, humildad, entre muchos otros.
Por eso a la hora de elegir al potencial empleado, las empresas se valen de varios instrumentos, como por ejemplo la entrevista, que permiten identificar aspectos personales claves para la compañía.
Conocimiento personal en la entrevista de trabajo
“Una buena entrevista es el 80 por ciento del éxito de la búsqueda de empleo; el otro 10 lo constituyen las pruebas y el restante la buena hoja de vida", señala Angélica González, de selección y desarrollo de Recursos Humanos de Casa Editorial El Tiempo.
La entrevista es el contacto personal que busca descubrir rasgos de la personalidad y diagnosticar si el candidato se ajusta al perfil del puesto ofertado y a los valores de la empresa. Esto se logra gracias a ciertas preguntas que evalúan el conocimiento que tiene el candidato sobre sí mismo, como pueden ser: ¿Cuáles son sus cualidades y defectos? ¿Cuáles son los valores que ha aprendido, conserva y defiende? ¿Cómo ha actuado ante situaciones de crisis? ¿Cuáles han sido sus logros más relevantes y que quiere lograr a futuro? ¿Prefiere trabajar solo o en equipo? ¿Por qué cree que deberíamos contratarle?
Para dar respuesta a todo ello, lo aconsejable es la sencillez y sinceridad, pero siempre dando la información que se solicita. Sin embargo, estos interrogantes asociados a la formación en valores suelen ser las más difíciles de responder, así lo asegura la experta: “A los candidatos se les pide nombrar valores y ni siquiera saben qué es un valor. Muchos dicen que son personas 'relajadas' o 'frescas' y esas respuestas influyen mucho en la selección", agrega González.
También cuenta que otra de las preguntas en que suelen ´rajarse´ los candidatos es en aquellas en donde se les pide nombrar cómo suelen describirlo los demás.
Si el candidato se queda pensando o se sale de contexto, entonces “demuestra poco conocimiento como ser humano, así sea un gran trabajador.”
La honestidad en la entrevista
Este es uno de los valores que cobran mayor importancia en un proceso de selección. Tal como afirman los expertos en recursos humanos, comprobar que los datos presentados en la hoja de vida sean veraces es prácticamente sencillo, así que en una entrevista de trabajo importa mucho la honestidad de la persona.
“Uno de los aspectos que más he valorado ha sido la honestidad de sus respuestas, la capacidad afrontar las acciones y las consecuencias de sus experiencias pasadas” dice el portal español Expertos en Selección.
Asimismo, hay preguntas que el entrevistador realiza con el fin de observar la coherencia entre lo que el posible empleado dice y hace. Por ejemplo los cuestionamientos sobre los desaciertos pasados a nivel laboral, son una forma de poner a prueba el grado de honestidad. “Nunca es fácil hablar de ello, así que muchas personas se inhiben y dudan para responder. Igual sucede cuando se les pregunta sobre cuáles consideran que son sus defectos, para el ser humano es muy difícil hablar de sus propios defectos, especialmente en una entrevista laboral”, resalta Rosalba Montoya, gerente de Manpower Colombia, agencia mundial especializada en la selección de personal.
No hace falta profundizar entonces en las consecuencias de prescindir de personas con alto grado de ética y rectitud en una organización, basta mencionar los daños que ocasiona la ambición excesiva, la envidia entre los colaboradores, la falta de interés por hacer bien las cosas, la poca responsabilidad, los conflictos interpersonales… La calidad humana no sólo agrega valor a la organización, sino que da la certeza que el bien común será respetado.
Fuentes: portafolio.co, finanzaspersonales.com, donempleo.com, expertosenseleccion.es
Aún cuando en nuestros días, el hombre y la mujer luchan por igual para volverse más competitivos, y existe la misma inquietud por lograr éxitos profesionales, es más común que ellos se conviertan en trabajólicos. Y es que afortunadamente en nuestra cultura, las mujeres todavía tienen apego a la familia, respetan los valores y por lo tanto, evitan caer en estos cuadros, ya que su prioridad es permanecer el mayor tiempo posible al lado de sus hijos, aún cuando tengan una carrera profesional prometedora.
El doctor Humberto Patiño, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y director de Asesoría Internacional en Competitividad Organizacional, S.C., explica que existen tres factores por los que una persona puede caer en este rango: “El primero esta relacionado al aspecto cultural propio de cada país, donde buscar el éxito y escalar posiciones es reconocido, se asume que el triunfo sólo se obtiene a costa de sacrificar la calidad de vida, ya que el hecho de que dediquen varias horas, equivocadamente es sinónimo de eficiencia.
“La segunda causa tiene su origen en el tipo de organización en la que se labora: La mayoría de las empresas, sin importar su tamaño, piensan que si el trabajador permanece horas extras laborando es más productivo, mientras que si respetan sus horarios, aún cuando hayan terminado con sus responsabilidades, no tienen ‘puesta la camiseta’. Por último, existen estudios que indican rasgos de la personalidad que favorecen la adicción, como el hecho de que un individuo sea extremadamente perfeccionista, competitivo e individualista, es decir que le agraden los éxitos personales, lo que en conjunto crea una obsesión por el trabajo”.
El poder y la familia
No es extraño observar a mujeres en puestos de poder, que han decidido postergar la maternidad o la vida en pareja, para poder dedicar libremente y sin culpabilidad, largas jornadas de trabajo a su profesión, lo cual, en ambos sexos, termina por producir un sentimiento de soledad y les genera frustración, pues se dan cuenta que han descuidado su ámbito personal.
Todo exceso trae consigo una serie de consecuencias que van desde los conflictos personales, cambios en la conducta hasta graves problemas de salud. Estos efectos negativos se reflejan a nivel personal, familiar y laboral. En el aspecto laboral suelen sufrir de fatiga crónica, por ello es común que cometan errores en su trabajo, que tengan conflictos con sus jefes y compañeros: "Estas personas suelen desarrollar un liderazgo autócrata, es decir, que no les importa pisar la integridad de sus colaboradores, los obligan a cumplir también con horarios extremos y pueden faltarles al respeto".
El especialista agrega que en este sentido, los adictos al trabajo obtienen resultados de menor calidad, son menos productivos, y todo esto afecta sus relaciones familiares y afectivas, ya que dejan de dedicar tiempo de calidad a sus seres queridos, al grado que se convierten en blanco de reproches que pueden llevar a la separación de su pareja, rechazo por parte de los hijos u otros conflictos.
Vayámonos conociendo
Los adictos al trabajo cumplen con un perfil muy particular: Su carácter cambia, se vuelven intransigentes, malhumorados y explotan con facilidad, esto debido a que el organismo está cansado, pues su alimentación no es la adecuada y el tiempo dedicado al sueño no supera las 4 o 5 horas.
Y si nos referimos al aspecto de la salud, el pronóstico tampoco es nada favorable, pues problemas de tipo digestivo, úlceras, hipertensión, fallas en el aparato circulatorio y daños cardiovasculares, son sólo algunos de los padecimientos que van de la mano de un trabajólico.
El vertiginoso ritmo de vida impide, a veces, voltear a verse a sí mismo, a la familia e incluso a la pareja, pero vale la pena reflexionar si todo el esfuerzo y el tiempo que se invierten en lo laboral son requisitos para lograr el éxito profesional...¿Y la vida para cuando?
Colaboración Fundación Teletón México para LaFamilia.info. Derechos reservados.
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El “Mobbing”, matoneo o acoso laboral, se alimenta principalmente de las ansias de poder, de la envidia, del deseo de dominación y de las ganas de hacer daño a otros. Existen unos tipos de personas más propensas a ser víctimas de este peligroso suceso.
El Mobbing puede traducirse como acoso, maltrato, violencia o psicoterror laboral, social, físico o verbal. Es una manifestación de abuso, que atenta gravemente contra la dignidad, la integridad física o psíquica de las persona, en el trabajo o en la sociedad.
Es una situación intencionada de conflicto puntual o continuado, de un acosador o grupo de acosadores, contra una o varias víctimas de un grupo determinado, para hacerles la vida imposible. No suele dejar huellas exteriores visibles, pero destroza los sentimientos, las mentes y en muchos casos, el futuro de las personas.
Tipos de personas vulnerables a sufrir el Mobbing
Debido a que no pueden ni quejarse a sus superiores, ni responder, ni dejar el trabajo, ni desahogarse con sus familiares, amigos o consejeros.
En muchos casos los propios jefes alientan el Mobbing entre sus subordinados, para que se vayan acostumbrando a endurecer sus mentalidades. Las personas más propicias a sufrir el acoso laboral son:
- Los empleados más indefensos.
- Los empleados más necesitados del trabajo y que no puede dejarlo.
- Los empleados muy tímidos o introvertidos, acostumbrados a la sumisión incondicional.
- Los empleados nuevos.
- Los menos capacitados para el trabajo que realizan.
- Los que están muy contentos, integrados y satisfechos con su matrimonio, vida familiar y relaciones sociales, debido a que con el ejemplo que imanan, produce la envidia a los acosadores.
- Los que hablan claro al hacer las preguntas incómodas y claves, que nadie se atreve a formular, para no disentir contra del pensamiento único de los que practican el Mobbing.
- Los que han sido acosados en otras ocasiones y quieren vengarse, en otros más débiles.
- Los que no se enteran o no quieren enterarse, de los estragos que produce la terrible violencia del Mobbing. No se dan cuenta de que “Ayer fueron por ellos, mañana vendrán por ti”.
- Los que por ética profesional y en contra de las costumbres, rechazan corrupciones, premios y ascensos inmerecidos, a cambio de su silencio y adhesión inquebrantable, a los que practican el Mobbing.
- Los que por su noble actitud, son una permanente denuncia sobre las cosas que funcionan mal o con poca ética, en perjuicio de los accionistas, empleados, proveedores, clientes o de la sociedad, por ejemplo: Contaminación ambiental, fraudes de impuestos, engaños en los productos o garantías, etc.
- Los que se atreven a comentar los errores de sus superiores, las cosas que no funcionan, pero que podrían funcionar, y cuestionan las versiones oficiales de la empresa, buscando la verdad.
- Los que se quejan y denuncian los actos indignos de Mobbing, defienden y se solidarizan con las víctimas de injusticias, vejaciones y malos tratos en la organización, y abren los ojos a sus compañeros.
- Los que son buscados y elegidos sistemáticamente por otros empleados, para liderar o participar en los proyectos o equipos de trabajo más difíciles.
- Los que son políticamente incorrectos con los temas, valores y situaciones de la empresa y denuncian las inmoralidades, los robos, las malversaciones y el desvío ilegal del dinero o productos.
- Los que son un punto de referencia atípica, para otros de la organización, por sus grandes dotes de autonomía, autoridad moral, capacidad de trabajo, carisma, comprensión del sufrimiento ajeno, conocimientos, dinamismo, empatía, ética, experiencia, honestidad, honradez, idealismo, independencia, iniciativa, inteligencia, interés por el desarrollo y bienestar de los demás, liderazgo, madurez, motivación, popularidad social, rectitud, sabiduría, sensibilidad, sentido de la justicia, sociabilidad, etc.
- Los que tienen buenas amistades, alianzas y solidaridades, dentro de la empresa, por lo que no son bien vistos por los jefes, los cuales tratan de acosarlos separadamente y enfrentarlos entre sí, para “Divide y vencerás”.
- Los que tienen diferencias raciales, religiosa, económicas o de inmigración, con la mayoría dominante en el trabajo o en la sociedad.
- Los que tienen poca confianza en su imagen y en la buena realización de su trabajo.
- Los que tienen su punto flaco, en el excesivo apego al dinero y a las ventajas o prebendas materiales, por lo que saben que nunca protestarán por el Mobbing.
- Los que tienen un complejo de inferioridad heredado o provocado, por sus anteriores situaciones.
- Los que tienen un gran sentido de responsabilidad, ética y honradez, que chocan con determinadas prácticas laborales, no aceptables moralmente y se niegan a mirar para otro lado, ante las inmoralidades o las injusticias.
- Los que tienen vergüenza de que otros sepan que son víctimas, temiendo que eso transcienda y se empeore su situación.
Los compañeros de trabajo, la familia y los amigos, pueden detectar si alguien está sufriendo el Mobbing y no se atreve a decirlo, debido a que está bajo presiones o amenazas. El cambio de comportamiento, las miradas o respuestas evasivas, cuando se pregunta por el tema, la constante desgana por el trabajo, el aislamiento, etc., son señales de alarma.
Colaboración de Francisco Gras (Escuela para padres - micumbre.com) para LaFamilia.info
Más de este tema:
El “matoneo” también existe en el trabajo
Por LaFamilia.info - 25.04.2016
Foto: Pixabay
“¿Vivo para trabajar o trabajo para vivir?” Esta es una pregunta que la mayoría de las personas se hacen en algún momento de su vida. Y es que en algunas ocasiones, el trabajo se puede volver tan absorbente, que lleva a descuidar las otras áreas del desarrollo (personal, familiar, social, física, espiritual). De ahí que en el marco del Día del Trabajo que se celebra el primero de mayo, hablaremos de cómo encontrar un balance armónico entre los diversos espacios.
El trabajo representa numerosas bondades para el hombre; es fuente de conocimiento, aprendizaje y autorrealización, es un canal de servicio y es la forma de conseguir el sustento para asegurar la supervivencia. Además el trabajo constituye una de las principales actividades de la vida humana si se considera desde la cantidad de tiempo y esfuerzo que se le dedica, así como lo explica Aquilino Polaino-Lorente, doctor, psiquiatra y experto en psicopatología:
“Es a través del trabajo que el hombre se perfecciona pues desarrolla e incrementa en sí los valores que le hacen más o menos valioso: simultáneamente que realiza la actividad a la que se entrega, él mismo se autorrealiza en ella.” Y añade: “Las consecuencias generadas por esa actividad reobran sobre su autor, contribuyendo a configurar y moldear su personalidad. Precisamente por esto, no es indiferente el modo en que el hombre realiza su trabajo.”
No obstante, por diversos factores, el trabajo puede convertirse en una adicción. ¿En qué consiste?
Qué es y qué no es adicción al trabajo
No es lo mismo esforzarse por hacer bien el trabajo, ser eficiente y afrontar con responsabilidad las funciones laborales, que ser un adicto al trabajo; conviene diferenciar entre los comportamientos que son patológicos y los que no lo son.
Como en todo tipo de adicción existe una relación de dependencia, en este caso al trabajo, hasta convertirse en una situación perjudicial que termina por afectar la vida familiar y social, incluso puede producir deterioro físico, mental y emocional de quien la padece.
El término “Workaholic” proviene de Norteamérica, surge en los años 70 de la unión de las palabras “trabajo” (work) y “alcoholismo” (alcoholism). Introduce los rasgos característicos del comportamiento alcohólico al ámbito del trabajo y del mundo laboral.
En los últimos años este concepto ha sido el foco de diversas publicaciones. Por lo general, las definiciones de los estudiosos en el tema, explican que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral como único objetivo vital, por su desinterés por todo lo que no sea su trabajo y por su incapacidad para dejar de trabajar.
“Estos adictos poseen un abanico motivacional sólo reducido al trabajo, y esto constituye un empobrecimiento biográfico y personal, además de un atentado a sus deberes familiares y sociales.” Explica Lorente.
Perfil del adicto al trabajo
Siguiendo a los especialistas, algunas de las manifestaciones más frecuentes son:
- Pensar en el trabajo cuando no se está trabajando.
- No tomar vacaciones.
- Ansiedad e inseguridad ante responsabilidades laborales.
- Compromiso excesivo y compulsivo con la actividad profesional.
- Para las mujeres: aumento de poder dentro del matrimonio; renuncia a procrear para resolver el conflicto entre las demandas de maternidad y logros profesionales; multiplicación del trabajo total realizado como consecuencia de no poder eliminar sus responsabilidades en el hogar y en la educación de sus hijos…
- Personalidades obsesivas que controlan su ambiente y evitan situaciones novedosas, lo que contribuye a disminuir su inseguridad personal.
- Imposibilidad de abandonar, al final de la jornada, un trabajo inacabado.
- Incapacidad de negarse ante nuevas propuestas laborales.
- No disponer de un sistema de prioridades estables.
- Ser acusado por sus familiares de que muestra más interés por el trabajo que por ellos.
- Ser competitivo en cualquier actividad, incluso cuando practica deportes en familia.
- Impaciencia.
- Sentido de culpa cuando no se trabaja.
- Sus "entretenimientos" tienen que ver con su profesión.
- Esperar que todos trabajen como él.
- Dificultad para implicarse en las actividades de los otros.
- Experimentar placer cuando relata lo mucho y lo duro que trabaja.
En busca del balance armónico
La adicción al trabajo podría entenderse como consecuencia del cambio social experimentado en la forma de valorar el trabajo, cada vez más asociado a elementos como poder, estatus social, éxito y “felicidad”, que hacen de la actividad laboral el centro de la vida de muchas personas.
Resulta necesario entonces esclarecer dos tipos de balance: trabajo-familia y trabajo-ocio. Si el resultado en estos dos balances es disarmónico, se concluye que existe una adicción al trabajo. La regla de oro en este planteamiento está enfocada a buscar el sano y necesario equilibrio, pues sin duda existe la fórmula para desarrollarse en los diversos ámbitos de la vida sin tener que sacrificar ninguno de ellos.
Fuentes: encuentra.com, eluniversal.com, workaholics-anonymous.org
Para muchos, llegar a un nivel de estabilidad laboral y económica puede representar años de esfuerzo y de búsqueda constante hasta verlo cristalizado, por eso cuando un cambio de cualquier tipo se asoma y amenaza con alterar su área de confort les resulta más sencillo adoptar una postura cerrada, a la defensiva que termina por obstaculizar el trabajo en equipo y generar así un ambiente donde reina la tensión y la comunicación ineficiente.
Si nos ha tocado pasar por esta situación y a la distancia analizamos nuestro comportamiento, podemos identificar que la emoción que se manifiesta primordialmente es el temor a perder todo aquello que hemos logrado y que nuestras condiciones de trabajo cambien al grado de colapsar el estilo de vida que llevamos. Pero no necesariamente esto tiene que ocurrir y lo indicado, es que no caigamos en la tentación de crear escenarios probables, antes de conocer los verdaderos motores de cambio y el objetivo que persiguen.
Humberto Patiño, psicólogo empresarial, explica que es normal experimentar inseguridad ante el anuncio de nuevas formas de operar y hasta la llegada de otros elementos humanos al equipo de trabajo, pero aconseja que para evitar entrar en crisis personal, hay que procurar mantenernos serenos hasta no saber, de boca de las personas indicadas, en qué consisten y de qué forma nos van a impactar los cambios.
“La mala actitud es el resultado de que no hay una comunicación apropiada por parte de los líderes de proyecto hacia sus colaboradores, es cuando se empiezan a crear rumores que desestabilizan al grupo, ya que desde el primer momento éste se vuelve más sensible a los comportamientos, reacciones y palabras de sus superiores y hacen sus propias conclusiones a partir de lo que escuchan y de lo que interpretan que puede estar pasando”, dice el especialista.
La solución depende de cada quien
Si bien es cierto que uno no puede influir en la manera en que los jefes manejan la información, sí podemos hacerlo en la parte que nos corresponde y que es no dando poder a las palabras que escuchamos en el famoso ‘radio-pasillo’ ni tampoco permitiéndonos suponer todo lo que puede ocurrir, dicen que ante la duda, certezas, por eso hay que acercarse a quien sí está en condiciones de resolver las inquietudes y nadie mejor que el propio jefe.
Humberto Patiño, explica que antes de pedir la oportunidad de hablar, tenemos que plantearnos seriamente qué es concretamente lo que nos inquieta y por qué pensamos que eso va a suceder, en ese camino podemos encontrarnos con que muchos de estos temores no tienen razón de ser y que realmente nos hemos dejado sorprender por lo que oímos. Una vez que hemos reflexionado al respecto podemos exponer al jefe, con mucha claridad las dudas e incertidumbres.
Que no le roben la actitud
Oponernos a que los cambios sucedan no tiene sentido, primero porque la mayoría de las veces son decisiones tomadas que únicamente nos son transmitidas y quizá sea a lo largo del camino cuando se puedan realizar ajustes, por otro lado desde cualquier óptica resultan positivos porque nos permiten replantearnos la forma de trabajar, reencontrarnos con el entusiasmo y ser más propositivos.
Natalia Gómez del Pozuelo, autora libro Buen padre, mejor jefe, (Editorial Empresa Activa), dice al respecto: “Los cambios son oportunidades. En los tiempos actuales es muy necesario interiorizar este concepto. No todas, pero muchas personas pierden la curiosidad y son reticentes al cambio y es sencillamente por miedo a perder algo: estatus, dinero, afecto, hábitos. Hay que adaptarnos a los cambios y mantener siempre la curiosidad para que la cabeza se mantenga fresca y creativa, y no sólo debemos ser capaces de adaptarnos nosotros, sino que debemos fomentar que los colaboradores tengan la capacidad de ver la parte positiva de cada situación y la confianza en sí mismo, como para que los cambios no desestabilicen”.
Las transformaciones son el resultado de que hay vida e intensión de buscar mejoras y crecimiento, así que hay que tomarlas con buena actitud y curiosidad, después de todo, no sabemos si este cambio sea el principio de una nueva vida para nosotros.
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La lista de preguntas que se presenta a continuación fue formulada por “Workaholics Anonymus”, utilizada para determinar si una persona está cayendo en las redes de la adicción al trabajo.
- ¿Se siente más entusiasmado por su trabajo que por su familia o por alguna cosa más?
- ¿Siempre cobra sus honorarios por el trabajo que hace?
- ¿Se lleva trabajo a la cama? ¿Trabaja los fines de semana? ¿Trabaja en sus vacaciones?
- ¿Es su trabajo lo que más le gusta hacer y de lo que más le gusta hablar?
- ¿Trabaja más de 40 horas a la semana?
- ¿Convierte sus hobbies en actividades que le generen dinero?
- ¿Considera que los resultados de sus esfuerzos laborales son sólo responsabilidad suya?
- ¿Ha dejado a su familia o a sus amigos esperando por asuntos laborales?
- ¿Toma trabajo extra porque le preocupa que no sea hecho?
- ¿Tiende a subestimar el tiempo que pueden tomarle los proyecto asignados y luego debe apurarse para poder completarlos en la fecha estimada?
- Si usted ama lo que hace, ¿cree que está bien dedicarle muchas horas a la actividad laboral?
- ¿Es impaciente con la gente que tiene otras prioridades que no sean laborales?
- ¿Siente preocupación cuando no trabaja fuertemente, porque esto podría significar perder el trabajo o cometer errores?
- ¿Es el futuro una constante preocupación, aun cuando todo marcha bien?
- ¿Considera que la energía y la competitividad están incluidas en el desempeño?
- Si está trabajando, ¿le disgusta que las personas lo interrumpan para dedicarse a otra actividad?
- ¿El tiempo que le dedica al trabajo afecta las relaciones que tiene con su familia u otras personas?
- ¿Piensa en su trabajo mientras maneja, está preparándose para dormir o cuando otros están hablando?
- ¿Por lo general trabaja durante las comidas?
- ¿Considera que ganar más dinero resolvería los problemas que tiene en su vida?
En caso de haber respondido tres o más respuestas afirmativas, se podría tratar de un caso de workaholism, claro está que la última palabra la dará un profesional en el tema, quien realizará un diagnóstico completo y veraz.
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